El gobernador de Georgia permite que los gimnasios, salones de bowling y casas de masaje vuelvan a abrir el viernes a medida que aumentan los casos de coronavirus
Una de las causas más comunes que llevan a un estado irritante es cuando uno recibe un consejo sin que lo pida, de manera que tome esto como una sugerencia. No quiero pasar por arriba los derechos ciudadanos de profesar religión alguna, pero cuando se está en presencia de un accidente, lo primero que se debe hacer es llamar a una emergencia médica. Son gente capacitada para resolver, o tratar, con velocidad las penurias del necesitado. Luego de esta noble acción, si es imperante o si su credo se lo indica, arrodíllese a rezar.
Ahora bien, confíe en mí: Cuando se trata de un político, sus plegarias no van a ser escuchadas. Sus conocimientos científicos serán puestos al costado de la ruta. Su sentido común, discriminado. Su pensamiento crítico, denostado.
Kemp
En seis semanas hemos visto morir casi la misma cantidad de gente que produjo la gripe española en más de un año en Nueva York, sin embargo, grupos de ciudadanos se congregan exigiendo que sus derechos sean respetados, sin respetar los derechos de los demás. “Confío en Jesucristo, no en ciencia”, sostienen los carteles que contradicen sus propias creencias (Se supone que Jesucristo fue uno de los acérrimos defensores de su Regla de Oro, después de todo).
Aquí hablamos de ciudadanos que tal vez, apurados por necesidades, reclaman por volver al trabajo. Un caso aparte es el Gobernador de Georgia, Brian Kemp -el mismo que después de dos meses de advertencias del gobierno sobre el COVID19, recién se enteraba que existían pacientes asintomáticos- (No es la ex Unión Soviética Georgia, es Georgia, Estados Unidos)
Una vez más, el talentoso señor Kemp exhibe sus dotes de rebelde ante la ciencia convencional (No me malinterprete, Kemp sí tiene una maestría en agricultura que bien lo puede habilitar para recomendar manzanilla para el dolor de estómago) y en un chasqueo de dedos decidió abrir las playas de su estado, creando una marea de residentes en las mismas. Pero Kemp va por más. Kemp es un aventurero. Kemp sube la apuesta. A partir de este viernes, a los negocios esenciales (Supermercados, farmacias… playas) le ha agregado más comercios elementales a su lista. Y su anuncio se produce incluso cuando los altos funcionarios de salud sostienen que la mejor manera de prevenir una mayor propagación del virus en esta etapa de la pandemia es continuar el distanciamiento social forzado.
Algunos de los nuevos negocios son:
Salas de cine. Si un inadaptado grita fuego, en una sala de cine y esto no es verdad, puede ser acusado de conducta desordenada, peligro criminal, inducir pánico. Sin contar las innumerables ocasiones que esto ha sucedido produciendo accidentes graves. Ahora imagine si dos o tres presentes comienzan a toser…
Casas de tatuaje. El momento de combatir malas ideas ha llegado. Pero, considéreme un dinosaurio que ataca las modas. De por sí, un tatuaje es un riesgo. Reacciones alérgicas, infecciones de piel y un 99 por ciento de trabajadores de la salud ocupados en algo llamado coronavirus, mal coctel.
Casas de masajes. Cerrar los ojos, fruncir el ceño, crispar el vello corporal. Así esto fuera legal, legítimo y moralmente apto, no es posible tener más contacto con una persona que por esta vía.
Obviamente esto ha sido estudiado por un calificado grupo de académicos y no son estas solo preferencias del gobernador Kemp.
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Una de las causas más comunes que llevan a un estado irritante es cuando uno recibe un consejo sin que lo pida, de manera que tome esto como una sugerencia. No quiero pasar por arriba los derechos ciudadanos de profesar religión alguna, pero cuando se está en presencia de un accidente, lo primero que se debe hacer es llamar a una emergencia médica. Son gente capacitada para resolver, o tratar, con velocidad las penurias del necesitado. Luego de esta noble acción, si es imperante o si su credo se lo indica, arrodíllese a rezar.
Ahora bien, confíe en mí: Cuando se trata de un político, sus plegarias no van a ser escuchadas. Sus conocimientos científicos serán puestos al costado de la ruta. Su sentido común, discriminado. Su pensamiento crítico, denostado.
En seis semanas hemos visto morir casi la misma cantidad de gente que produjo la gripe española en más de un año en Nueva York, sin embargo, grupos de ciudadanos se congregan exigiendo que sus derechos sean respetados, sin respetar los derechos de los demás. “Confío en Jesucristo, no en ciencia”, sostienen los carteles que contradicen sus propias creencias (Se supone que Jesucristo fue uno de los acérrimos defensores de su Regla de Oro, después de todo).
Aquí hablamos de ciudadanos que tal vez, apurados por necesidades, reclaman por volver al trabajo. Un caso aparte es el Gobernador de Georgia, Brian Kemp -el mismo que después de dos meses de advertencias del gobierno sobre el COVID19, recién se enteraba que existían pacientes asintomáticos- (No es la ex Unión Soviética Georgia, es Georgia, Estados Unidos)
Una vez más, el talentoso señor Kemp exhibe sus dotes de rebelde ante la ciencia convencional (No me malinterprete, Kemp sí tiene una maestría en agricultura que bien lo puede habilitar para recomendar manzanilla para el dolor de estómago) y en un chasqueo de dedos decidió abrir las playas de su estado, creando una marea de residentes en las mismas. Pero Kemp va por más. Kemp es un aventurero. Kemp sube la apuesta. A partir de este viernes, a los negocios esenciales (Supermercados, farmacias… playas) le ha agregado más comercios elementales a su lista. Y su anuncio se produce incluso cuando los altos funcionarios de salud sostienen que la mejor manera de prevenir una mayor propagación del virus en esta etapa de la pandemia es continuar el distanciamiento social forzado.
Algunos de los nuevos negocios son:
Salas de cine. Si un inadaptado grita fuego, en una sala de cine y esto no es verdad, puede ser acusado de conducta desordenada, peligro criminal, inducir pánico. Sin contar las innumerables ocasiones que esto ha sucedido produciendo accidentes graves. Ahora imagine si dos o tres presentes comienzan a toser…
Casas de tatuaje. El momento de combatir malas ideas ha llegado. Pero, considéreme un dinosaurio que ataca las modas. De por sí, un tatuaje es un riesgo. Reacciones alérgicas, infecciones de piel y un 99 por ciento de trabajadores de la salud ocupados en algo llamado coronavirus, mal coctel.
Casas de masajes. Cerrar los ojos, fruncir el ceño, crispar el vello corporal. Así esto fuera legal, legítimo y moralmente apto, no es posible tener más contacto con una persona que por esta vía.
Obviamente esto ha sido estudiado por un calificado grupo de académicos y no son estas solo preferencias del gobernador Kemp.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 21, 2020