Esto es un problema de política que está más allá de la capacidad intelectual de aquellos que se sientan imputados, porque ni siquiera con algo de misericordia podríamos adjudicar a la ignorancia las opiniones del periodismo occidental que hoy se vierten sobre los candidatos a presidentes de la república de Chile y decir que estas son imparciales. Cuando uno está psiquiátricamente enfermo, reacciona de acuerdo a su enfermedad y no de acuerdo a la razón. El “progresismo” es una enfermedad psiquiátrica y su manifestación es la “corrección política”.
El agregado del prefijo ultra en el titular de cualquier diario define esta enfermedad, que tiene también como manifestación un desinterés total por los matices. Ergo, cuando algunos políticos no nos gustan, en especial si son conservadores, la palabra mágica es “ultraderechista” definición que, por su repetitiva fuerza goebbeliana, nos remite a motociclistas “skin heads” saludando con el brazo en alto.
Yendo al tema de las elecciones chilenas cabe reconocer que José Antonio Kast acarrea algunos pecados capitales. Esa clase de pecados que el “progresismo” no perdona y condena al transgresor a un infierno de olvido: está en contra del aborto, de los lineamientos LGTBQ, cree en la propiedad privada y, por si esto fuera poco, es devoto de la Virgen de Schöenstatt. Además la izquierda- y el periodismo bien pensante se hace eco- le suma como maldades cardinales que es un defensor del gobierno de Pinochet, aunque toda la presunta defensa se redujera a decir: “Separando todo el tema de los derechos humanos, el Gobierno de Pinochet para el desarrollo del país fue mejor que el de Sebastián Piñera”, algo que cualquiera que tenga dos dedos de frente no puede negar.
Por si toda esta serie de “atrocidades políticas” del candidato conservador fuera poco, los diarios se encargan de recordarnos que es hijo de un oficial “nazi. Que Michael Martin Kast, su padre, hubiera nacido en 1924, que fue llamado al Ejército en 1942 a los dieciocho años, que hizo la mayor parte de la guerra como fahnenjunker (aspirante a oficial) y terminara ésta, con veintiun años, como unterleutnant (subteniente), el grado más bajo en el escalafón de oficiales de la Reichwehr no es, ni siquiera, algo a tener en cuenta, combatió como millones de alemanes y eso lo condena, per sécula seculorum, a ser un “oficial nazi” para la llana mentalidad de cualquier periodista del mundo que se precie de políticamente correcto.
No obstante, debemos aceptar que las noticias que recorren el mundo sobre las elecciones chilenas son una obra maestra de la corrección política. El otro candidato, Boric, que es promovido por el partido comunista de Chile; partido que siempre ha tenido un brazo armado, que ha participado en actividades terroristas, en la ejecución de senadores y en el narcotráfico mapuche, es simplemente un candidato de izquierda. Que él, Boric, apoye a las dictaduras de izquierda de Hispanoamérica- Cuba, Venezuela, Nicaragua- que han sumido a la región en la crisis humanitaria más grande de la historia de la región es solo un dato menor. Para el periodismo “correcto” Boric no es un “ultra”, no es de extrema izquierda; quizás crean en su ingenuidad o en su bolsillo que Boric es un simple y pacífico repartidor de riquezas ajenas, o sea un bienhechor social en el diccionario de la “corrección política”
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Por José Luis Milia.
Esto es un problema de política que está más allá de la capacidad intelectual de aquellos que se sientan imputados, porque ni siquiera con algo de misericordia podríamos adjudicar a la ignorancia las opiniones del periodismo occidental que hoy se vierten sobre los candidatos a presidentes de la república de Chile y decir que estas son imparciales. Cuando uno está psiquiátricamente enfermo, reacciona de acuerdo a su enfermedad y no de acuerdo a la razón. El “progresismo” es una enfermedad psiquiátrica y su manifestación es la “corrección política”.
El agregado del prefijo ultra en el titular de cualquier diario define esta enfermedad, que tiene también como manifestación un desinterés total por los matices. Ergo, cuando algunos políticos no nos gustan, en especial si son conservadores, la palabra mágica es “ultraderechista” definición que, por su repetitiva fuerza goebbeliana, nos remite a motociclistas “skin heads” saludando con el brazo en alto.
Yendo al tema de las elecciones chilenas cabe reconocer que José Antonio Kast acarrea algunos pecados capitales. Esa clase de pecados que el “progresismo” no perdona y condena al transgresor a un infierno de olvido: está en contra del aborto, de los lineamientos LGTBQ, cree en la propiedad privada y, por si esto fuera poco, es devoto de la Virgen de Schöenstatt. Además la izquierda- y el periodismo bien pensante se hace eco- le suma como maldades cardinales que es un defensor del gobierno de Pinochet, aunque toda la presunta defensa se redujera a decir: “Separando todo el tema de los derechos humanos, el Gobierno de Pinochet para el desarrollo del país fue mejor que el de Sebastián Piñera”, algo que cualquiera que tenga dos dedos de frente no puede negar.
Por si toda esta serie de “atrocidades políticas” del candidato conservador fuera poco, los diarios se encargan de recordarnos que es hijo de un oficial “nazi. Que Michael Martin Kast, su padre, hubiera nacido en 1924, que fue llamado al Ejército en 1942 a los dieciocho años, que hizo la mayor parte de la guerra como fahnenjunker (aspirante a oficial) y terminara ésta, con veintiun años, como unterleutnant (subteniente), el grado más bajo en el escalafón de oficiales de la Reichwehr no es, ni siquiera, algo a tener en cuenta, combatió como millones de alemanes y eso lo condena, per sécula seculorum, a ser un “oficial nazi” para la llana mentalidad de cualquier periodista del mundo que se precie de políticamente correcto.
No obstante, debemos aceptar que las noticias que recorren el mundo sobre las elecciones chilenas son una obra maestra de la corrección política. El otro candidato, Boric, que es promovido por el partido comunista de Chile; partido que siempre ha tenido un brazo armado, que ha participado en actividades terroristas, en la ejecución de senadores y en el narcotráfico mapuche, es simplemente un candidato de izquierda. Que él, Boric, apoye a las dictaduras de izquierda de Hispanoamérica- Cuba, Venezuela, Nicaragua- que han sumido a la región en la crisis humanitaria más grande de la historia de la región es solo un dato menor. Para el periodismo “correcto” Boric no es un “ultra”, no es de extrema izquierda; quizás crean en su ingenuidad o en su bolsillo que Boric es un simple y pacífico repartidor de riquezas ajenas, o sea un bienhechor social en el diccionario de la “corrección política”
JOSE LUIS MILIA
josemilia_686@hotmail.com
Miembro Honorario del Centro de Estudios Salta
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 23, 2021