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  Por Claudio Valerio.
Muchas personas son incrédulas, que es frecuente que de sus bocas salgan palabras insensatas, de actitudes impensadas y en sus decisiones equivocadas. Sin embargo, en los momentos de angustias, de inquietudes, cuando están en aprietos y mismo a la hora de encarar la muerte, cambian su posición y terminan comprendiendo que lo mejor es estar en comunión con Dios.

¿Y en qué nosotros nos hemos apoyados? ¿En los saberes engañosos del mundo, o en las enseñanzas de nuestro Salvador, nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué es lo que nos ha dirigido en la toma de decisiones, en orientar nuestros pasos y nuestro andar? ¿Fue la incredulidad como la de los que prefieren caminar lejos de la mirada de Dios, o la fe que fortalece nuestra esperanza? Esa misma fe que abre las puertas de la abundancia, la gracia y fortuna para nuestras vidas.

Hay una historia, acreditada, que cuenta que, en un pueblo de Estados Unidos, había líder de un movimiento de niños exploradores, reconocido por ser incrédulo y que, contrariamente, su esposa era una mujer piadosa y temerosa a Dios que a su hija le enseñó la Palabra del Señor. Esta niña, lamentablemente, adquirió una enfermedad incurable, y que como resultado era la muerte inminente en un corto tiempo; y así mandaron llamar a su padre para que esté con ella en sus momentos finales. Ella se dirigió al padre de esta manera: “Papá, sé que voy a morir. ¿A qué yo debo creer? ¿En los principios que me fueron enseñados por mamá, o por los que usted me enseñó?” A lo que el padre, luego de meditar por un breve momento, le contestó: “Cree en lo que tu madre te enseñó.”

El papá, en su sabida incredulidad, le contestó con una bien pensada y correcta respuesta a la hija. Porque si él estuviese en lo cierto, su hija nada tendría a ganar; y, si estuviese equivocado, ella tendría todo que perder.

Si nosotros creemos en Dios, tendremos alegría, paz interior, fe, esperanza y vida abundante; además de tener una casa para morar eternamente con Dios. Pero, si no creemos en Dios, ¿En qué nos alegraremos? ¿Qué tendremos? ¿En qué se basarán nuestros sueños? ¿Qué es lo que el dios de este mundo puede ofrecer a los incrédulos?… Parafraseando un dicho popular, que es una gran verdad: “Quien tiene a Dios en su vida, lo tiene todo; quien no lo tiene a Dios, ¡no tiene nada!

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 23, 2023


 

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