Muchos son optimistas en cuanto a la posibilidad de detectar signos de vida en un mundo lejano durante nuestras vidas, posiblemente en los próximos años. Y un científico, que dirige una misión a Júpiter, ha llegado incluso a decir que sería “sorprendente” que no hubiera vida en una de las lunas heladas del planeta. El Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés) de la NASA detectó recientemente tentadores indicios de vida en un planeta fuera de nuestro Sistema Solar, y tiene muchos más mundos en la mira. Numerosas misiones que están en marcha o a punto de comenzar marcan una nueva carrera espacial hacia el mayor descubrimiento científico de todos los tiempos.
“Vivimos en un Universo infinito, con infinitas estrellas y planetas. Y para muchos de nosotros ha sido obvio que no podemos ser la única vida inteligente que existe“, asegura la profesora Catherine Heymans, astrofísica del Real Observatorio de Edimburgo. “Ahora tenemos la tecnología y la capacidad para responder a la pregunta de si estamos solos en el cosmos”.
Los telescopios ahora pueden analizar las atmósferas de los planetas que orbitan alrededor de estrellas distantes en busca de signos de sustancias químicas que, al menos en la Tierra, sólo pueden ser producidas por organismos vivos. El primer indicio de tal descubrimiento se produjo a principios de este mes con la posible señal de un gas producido por organismos marinos simples en la Tierra en la atmósfera de un planeta llamado K2-18b, que está a 120 años luz de distancia. K2-18 b orbita alrededor de la fría estrella enana K2-18 lo suficientemente lejos de ella como para que la temperatura admita vida.
El planeta se encuentra en lo que los astrónomos llaman “la zona de Ricitos de Oro”: a la distancia adecuada de su estrella para que la temperatura de la superficie no sea ni demasiado caliente ni demasiado fría, sino la justa para que haya agua líquida, que es esencial para sustentar vida. El equipo espera saber dentro de un año si las tentadoras pistas que han obtenido se confirman o desaparecen. El profesor Nikku Madhusudhan, del Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge, que dirigió el estudio, afirma que, si se confirman los indicios, “cambiaría radicalmente la forma en que pensamos sobre la búsqueda de vida”.
“Si encontramos signos de vida en el primer planeta que estudiamos, aumentará la posibilidad de que la vida sea común en el universo“.
Incluso si no se encuentran señales de vida en K2-18b, el equipo tiene 10 planetas Ricitos de Oro más en su lista de estudio y posiblemente muchos más después de esos. El profesor Madhusudhan predice que en cinco años se producirá lo que él describe como “una transformación importante” en nuestra comprensión de la habitabilidad planetaria y la vida en el Universo.
“Para entonces habremos tenido la oportunidad de estudiar media docena de planetas como K2-18b o ligeramente más calientes. Es posible que estemos cerca de lograr la primera detección. Por otro lado, que no se produzcan detecciones en ninguno de ellos también proporcionaría información importante sobre la posibilidad de vida en tales planetas”.
Pero por muy poderoso que sea JWST, también tiene sus límites. El tamaño de la Tierra y su proximidad al Sol le permiten albergar vida. Pero JWST no podría detectar planetas lejanos tan pequeños como la Tierra (K2-18b es ocho veces más grande) o tan cercanos a sus estrellas madre, debido al resplandor. De esta forma, la NASA está planificando el Observatorio de los Mundos Habitables (HWO, por sus siglas en inglés), previsto para la década de 2030. Utilizando lo que en realidad es un protector solar de alta tecnología, minimiza la luz de la estrella que orbita el planeta. Eso significa que podrá detectar y tomar muestras de las atmósferas de planetas similares al nuestro. También entrará en funcionamiento a finales de esta década el Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés), que estará en tierra, contemplando los cielos cristalinos del desierto chileno. Tiene el espejo más grande jamás construido, de 39 metros de diámetro, por lo que puede ver mucho más detalle en las atmósferas planetarias que sus predecesores. Estos tres telescopios de análisis de la atmósfera utilizan una técnica, utilizada por los químicos durante cientos de años, para discernir las sustancias químicas que se encuentran dentro de los materiales a partir de la luz que emiten. Y tanto el JWST como el HWO son tan increíblemente poderosos que pueden hacerlo desde el pequeño pinchazo de luz de la atmósfera de un planeta que orbita una estrella a cientos de años luz de distancia.
Mientras algunos buscan planetas distantes, otros restringen su búsqueda a nuestro propio patio trasero, a los planetas de nuestro propio Sistema Solar. El hogar más probable para la vida es una de las lunas heladas de Júpiter, Europa. Es un mundo hermoso con grietas en su superficie que parecen rayas de tigre. Europa tiene un océano debajo de su superficie helada, desde el cual se arrojan al espacio columnas de vapor de agua. Las misiones Clipper de la NASA y el Explorador de las lunas heladas de Júpiter (Júpiter Icy Moons Explorer, Juice, en inglés) de la Agencia Espacial Europea (ESA) llegarán allí a principios de la década de 2030. Poco después de que se aprobara la misión Juice en 2012, la profesora Michelle Dougherty, científica principal de la misión europea, aseguró que “sería sorprendente que no hubiera vida en una de las lunas heladas de Júpiter”.
La NASA también va a enviar una nave espacial llamada Dragonfly (libélula) para aterrizar en una de las lunas de Saturno, Titán. Es un mundo exótico con lagos y nubes formadas por sustancias químicas ricas en carbono que le dan al planeta una misteriosa neblina anaranjada. Se cree que, junto con el agua, estos productos químicos son un ingrediente necesario para la vida.
Marte es actualmente demasiado inhóspito para los organismos vivos, pero los astrobiólogos creen que el planeta alguna vez fue exuberante, con una atmósfera espesa y océanos y capaz de albergar vida. El rover Perseverance de la NASA está recogiendo muestras de un cráter que se cree que en algún momento fue un antiguo delta de un río. Otra misión en la década de 2030 traerá esas rocas a la Tierra para analizarlas en busca de posibles microfósiles de formas de vida simples que ya no existen. Estas son sólo algunas de las muchas misiones que están en marcha o previstas para los próximos años en busca de signos de vida en los planetas de nuestro Sistema Solar; otras buscan mucho más lejos, en el espacio profundo.
¿Podría haber extraterrestres en algún lugar intentando contactarnos? Algunos científicos consideran que esto pertenece al ámbito de la ciencia ficción y se trata de una posibilidad remota, pero la búsqueda de señales de radio de mundos extraterrestres ha continuado durante décadas, sobre todo por parte del Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (Seti).
El espacio es un lugar enorme para buscar, por lo que sus búsquedas han sido aleatorias hasta la fecha. Pero la capacidad de los telescopios, como el JWST, para identificar los lugares más probables para que existan civilizaciones alienígenas significa que Seti puede centrar su búsqueda. Y esto le ha inyectado un nuevo impulso, según Nathalie Cabrol, directora del Centro Carl Sagan para el estudio de la vida en el universo, que pertenece a Seti. El instituto ha modernizado su conjunto de telescopios y ahora está utilizando instrumentos para buscar comunicaciones de potentes pulsaciones láser de planetas lejanos. Como astrobióloga altamente cualificada, Cabrol entiende por qué algunos científicos se muestran escépticos con la búsqueda de señales de Seti. Pero los distintivos químicos de atmósferas lejanas, las lecturas interesantes de sobrevuelos lunares e incluso los microfósiles de Marte están todos abiertos a interpretación, sostiene Cabrol. Buscar una señal “podría parecer el más inverosímil de todos los métodos para encontrar signos de vida, pero también sería el más inequívoco y podría ocurrir en cualquier momento”.
“Imagínese que tenemos una señal que realmente podemos entender”, asegura Cabrol.
Hace treinta años, no teníamos pruebas de planetas que orbitaran otras estrellas. Ahora se han descubierto más de 5.000, que los astrónomos y astrobiólogos pueden estudiar con un detalle sin precedentes. Todos los elementos están a punto para un descubrimiento que será más que un simple avance científico increíble, según Subhajit Sarker, de la Universidad de Cardiff, miembro del equipo que estudia K2-18b.
“Si encontramos señales de vida, será una revolución en la ciencia y también será un cambio descomunal en la forma en que la humanidad se ve a sí misma y su lugar en el universo”.
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Muchos son optimistas en cuanto a la posibilidad de detectar signos de vida en un mundo lejano durante nuestras vidas, posiblemente en los próximos años. Y un científico, que dirige una misión a Júpiter, ha llegado incluso a decir que sería “sorprendente” que no hubiera vida en una de las lunas heladas del planeta. El Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés) de la NASA detectó recientemente tentadores indicios de vida en un planeta fuera de nuestro Sistema Solar, y tiene muchos más mundos en la mira. Numerosas misiones que están en marcha o a punto de comenzar marcan una nueva carrera espacial hacia el mayor descubrimiento científico de todos los tiempos.
“Vivimos en un Universo infinito, con infinitas estrellas y planetas. Y para muchos de nosotros ha sido obvio que no podemos ser la única vida inteligente que existe“, asegura la profesora Catherine Heymans, astrofísica del Real Observatorio de Edimburgo. “Ahora tenemos la tecnología y la capacidad para responder a la pregunta de si estamos solos en el cosmos”.
Los telescopios ahora pueden analizar las atmósferas de los planetas que orbitan alrededor de estrellas distantes en busca de signos de sustancias químicas que, al menos en la Tierra, sólo pueden ser producidas por organismos vivos. El primer indicio de tal descubrimiento se produjo a principios de este mes con la posible señal de un gas producido por organismos marinos simples en la Tierra en la atmósfera de un planeta llamado K2-18b, que está a 120 años luz de distancia. K2-18 b orbita alrededor de la fría estrella enana K2-18 lo suficientemente lejos de ella como para que la temperatura admita vida.
El planeta se encuentra en lo que los astrónomos llaman “la zona de Ricitos de Oro”: a la distancia adecuada de su estrella para que la temperatura de la superficie no sea ni demasiado caliente ni demasiado fría, sino la justa para que haya agua líquida, que es esencial para sustentar vida. El equipo espera saber dentro de un año si las tentadoras pistas que han obtenido se confirman o desaparecen. El profesor Nikku Madhusudhan, del Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge, que dirigió el estudio, afirma que, si se confirman los indicios, “cambiaría radicalmente la forma en que pensamos sobre la búsqueda de vida”.
“Si encontramos signos de vida en el primer planeta que estudiamos, aumentará la posibilidad de que la vida sea común en el universo“.
Incluso si no se encuentran señales de vida en K2-18b, el equipo tiene 10 planetas Ricitos de Oro más en su lista de estudio y posiblemente muchos más después de esos. El profesor Madhusudhan predice que en cinco años se producirá lo que él describe como “una transformación importante” en nuestra comprensión de la habitabilidad planetaria y la vida en el Universo.
“Para entonces habremos tenido la oportunidad de estudiar media docena de planetas como K2-18b o ligeramente más calientes. Es posible que estemos cerca de lograr la primera detección. Por otro lado, que no se produzcan detecciones en ninguno de ellos también proporcionaría información importante sobre la posibilidad de vida en tales planetas”.
Pero por muy poderoso que sea JWST, también tiene sus límites. El tamaño de la Tierra y su proximidad al Sol le permiten albergar vida. Pero JWST no podría detectar planetas lejanos tan pequeños como la Tierra (K2-18b es ocho veces más grande) o tan cercanos a sus estrellas madre, debido al resplandor. De esta forma, la NASA está planificando el Observatorio de los Mundos Habitables (HWO, por sus siglas en inglés), previsto para la década de 2030. Utilizando lo que en realidad es un protector solar de alta tecnología, minimiza la luz de la estrella que orbita el planeta. Eso significa que podrá detectar y tomar muestras de las atmósferas de planetas similares al nuestro. También entrará en funcionamiento a finales de esta década el Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés), que estará en tierra, contemplando los cielos cristalinos del desierto chileno. Tiene el espejo más grande jamás construido, de 39 metros de diámetro, por lo que puede ver mucho más detalle en las atmósferas planetarias que sus predecesores. Estos tres telescopios de análisis de la atmósfera utilizan una técnica, utilizada por los químicos durante cientos de años, para discernir las sustancias químicas que se encuentran dentro de los materiales a partir de la luz que emiten. Y tanto el JWST como el HWO son tan increíblemente poderosos que pueden hacerlo desde el pequeño pinchazo de luz de la atmósfera de un planeta que orbita una estrella a cientos de años luz de distancia.
Mientras algunos buscan planetas distantes, otros restringen su búsqueda a nuestro propio patio trasero, a los planetas de nuestro propio Sistema Solar. El hogar más probable para la vida es una de las lunas heladas de Júpiter, Europa. Es un mundo hermoso con grietas en su superficie que parecen rayas de tigre. Europa tiene un océano debajo de su superficie helada, desde el cual se arrojan al espacio columnas de vapor de agua. Las misiones Clipper de la NASA y el Explorador de las lunas heladas de Júpiter (Júpiter Icy Moons Explorer, Juice, en inglés) de la Agencia Espacial Europea (ESA) llegarán allí a principios de la década de 2030. Poco después de que se aprobara la misión Juice en 2012, la profesora Michelle Dougherty, científica principal de la misión europea, aseguró que “sería sorprendente que no hubiera vida en una de las lunas heladas de Júpiter”.
La NASA también va a enviar una nave espacial llamada Dragonfly (libélula) para aterrizar en una de las lunas de Saturno, Titán. Es un mundo exótico con lagos y nubes formadas por sustancias químicas ricas en carbono que le dan al planeta una misteriosa neblina anaranjada. Se cree que, junto con el agua, estos productos químicos son un ingrediente necesario para la vida.
Marte es actualmente demasiado inhóspito para los organismos vivos, pero los astrobiólogos creen que el planeta alguna vez fue exuberante, con una atmósfera espesa y océanos y capaz de albergar vida. El rover Perseverance de la NASA está recogiendo muestras de un cráter que se cree que en algún momento fue un antiguo delta de un río. Otra misión en la década de 2030 traerá esas rocas a la Tierra para analizarlas en busca de posibles microfósiles de formas de vida simples que ya no existen. Estas son sólo algunas de las muchas misiones que están en marcha o previstas para los próximos años en busca de signos de vida en los planetas de nuestro Sistema Solar; otras buscan mucho más lejos, en el espacio profundo.
¿Podría haber extraterrestres en algún lugar intentando contactarnos? Algunos científicos consideran que esto pertenece al ámbito de la ciencia ficción y se trata de una posibilidad remota, pero la búsqueda de señales de radio de mundos extraterrestres ha continuado durante décadas, sobre todo por parte del Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (Seti).
El espacio es un lugar enorme para buscar, por lo que sus búsquedas han sido aleatorias hasta la fecha. Pero la capacidad de los telescopios, como el JWST, para identificar los lugares más probables para que existan civilizaciones alienígenas significa que Seti puede centrar su búsqueda. Y esto le ha inyectado un nuevo impulso, según Nathalie Cabrol, directora del Centro Carl Sagan para el estudio de la vida en el universo, que pertenece a Seti. El instituto ha modernizado su conjunto de telescopios y ahora está utilizando instrumentos para buscar comunicaciones de potentes pulsaciones láser de planetas lejanos. Como astrobióloga altamente cualificada, Cabrol entiende por qué algunos científicos se muestran escépticos con la búsqueda de señales de Seti. Pero los distintivos químicos de atmósferas lejanas, las lecturas interesantes de sobrevuelos lunares e incluso los microfósiles de Marte están todos abiertos a interpretación, sostiene Cabrol. Buscar una señal “podría parecer el más inverosímil de todos los métodos para encontrar signos de vida, pero también sería el más inequívoco y podría ocurrir en cualquier momento”.
“Imagínese que tenemos una señal que realmente podemos entender”, asegura Cabrol.
Hace treinta años, no teníamos pruebas de planetas que orbitaran otras estrellas. Ahora se han descubierto más de 5.000, que los astrónomos y astrobiólogos pueden estudiar con un detalle sin precedentes. Todos los elementos están a punto para un descubrimiento que será más que un simple avance científico increíble, según Subhajit Sarker, de la Universidad de Cardiff, miembro del equipo que estudia K2-18b.
“Si encontramos señales de vida, será una revolución en la ciencia y también será un cambio descomunal en la forma en que la humanidad se ve a sí misma y su lugar en el universo”.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 14, 2023