Tuve el privilegio de conocerlo muchos años atrás, de participar en su estudio de esclarecedoras tertulias, de escuchar sus reflexiones y de admirar su erudición, bonhomía e inquebrantables convicciones.
Lo sigo desde entonces a través de su página, que refleja las virtudes que lo engalanan.
Esta vez me animo a dirigirme a Ud. en relación con su articulo El Silencio de los Vencidos, de fecha 23 de enero pasado.
Y sobre este es que quisiera trasmitirle mis comentarios.
Coincido plenamente en el pensamiento del Dr Weiss (a quien confieso que no he leido): “Los vencidos no deben discutir con los vencedores”. Sin embargo su conclusión de que sólo cabe el silencio que vale como protesta y rechazo a los vencedores injustos resulta descorazonadora para quienes lo seguimos con sincera admiración.
Sabemos quienes son los vencedores, los conocemos, hemos aprendido de su trayectoria y estamos convencidos de que nada podemos esperar de ellos. Pero, que hay de nosotros, los vencidos?. Qué, si se apagan los faros del entendimiento?.
Sencillamente no podemos prescindir de su mensaje, aunque le parezca a Ud. que sea nimio, porque no lo es. Por eso le ruego desde mi individualidad, que reconsidere su idea de inhibirse de escribir nuevos artículos en “La botella al mar”.
Ud se pregunta: ¿Para quien escribiría?. Pues para los vencidos, para los esperanzados, para los fieles a la verdad que aun quedamos, y que para su satisfacción somos muchos.
Cuenta una leyenda que en el hielo secular un buen dia nació, vaya a saber cómo, una gota de agua que trabajosamente se deslizó por la ladera hacia el valle. Que en su camino encontró a otras gotas que pronto formaron un hilo de agua insignificante, que tras saltar de piedra en piedra logró unirse a otros riachos hasta formar un cauce torrentoso que se abrió paso con ímpetu hasta llegar al mar infinito.
La Botella al Viento (¿?) y sus mensajes en ella contenidos, son precisamente esa primera gota, que ha logrado romper el hielo de la derrota.
Un gran abrazo
Jorge Torres
[/ezcol_2fifth]
[ezcol_3fifth_end]
CONTESTACIÓN
5/2/2020
Estimado Sr. Torres:
Muchas gracias por su carta de ayer y por las generosas palabras que le dedica a “La botella al mar”. Dice cosas muy alentadoras aunque lamento responderle que me parecen dictadas por su bondad personal y no por la cruda realidad. Me insta a seguir escribiendo la página porque no es tan irrelevante como yo creo y que los lectores son muchos, aunque los compara con una gota de agua que se suma a otras a lo largo de los siglos y terminan formando un caudaloso río. Le ruego notar que si esa es la perspectiva, deberán pasar muchos siglos hasta que las gotas se sumen y formen el río y creo que eso es sumamente utópico porque han pasado 20 años desde que empecé con “La botella al mar” y otros 44 anteriores desde que empecé con mi prédica en favor de la causa católica y, sin embargo, no he visto aparecer esas gotas, símbolo de los buenos, que sumados darían fuerza a la buena causa.
Ocurre que no basta coincidir buenamente en las ideas sino que es necesaria la acción que resulta la consecuencia necesaria de esas ideas. Aunque más no fuera, que hubiera una cantidad importante de cartas expresando esa coincidencia y alguna clase de presencia en las numerosas convocatorias que he hecho desde esta página. Nada de eso ocurrió en 20 años. Casi nadie apoyó las ideas, y casi nadie concurrió a las reuniones. Ni siquiera los que podría considerar como amigos y suponerlos como católicos y patriotas. Cuando digo casi nadie quiero decir que se pueden contar con los dedos de las manos, con el agravante de que esos pocos se limitaron a escribir una carta muy de vez en cuando o a venir a una o dos reuniones pero sin perseverancia ni la capacidad necesaria para la gran lucha de que se trata.
La Iglesia en este mundo es militante o no es la Iglesia. Por ende, los católicos deben ser militantes, es decir, entrar en lucha contra los enemigos de Dios, el mundo, el demonio y la carne. Una lucha incruenta, por ahora, aunque el simple riesgo de perder plata o “status” social ya basta para que los “buenos católicos” omitan todo compromiso. No quiero ni pensar lo que sería si se enfrentaran con un combate como el de los “cristeros” mejicanos de 1926/1929!! En ese caso me temo que sería la desbandada más vergonzosa.
Dice Ud. que sería bueno seguir escribiendo. Tengo la intención de escribir si tengo algo que decir que deba ser dicho y alguien esté dispuesto a leerlo con interés activo. Menciona “…a los vencidos, a los esperanzados, a los fieles a la verdad que aun quedamos, y que para su satisfacción somos muchos.”. Le creo, pero no los conozco ni he tenido señales de su existencia, salvo un puñado de lectores que nunca fallan y a quienes estoy muy agradecido. Pero son tan pocos que con escribirles una carta a cada uno respondiendo las de ellos, bastaría…
Es verdad que “La botella al mar” tiene miles de lectores, pero muchos de ellos son enemigos que buscan algún desliz para destruirla y el resto es como si fueran de palo. Y la derrota de la buena causa es tan completa que no veo manera alguna de revertirla. ¿Para qué entonces insistir en remar contra la corriente o, mejor dicho, aguas arriba de la catarata?
Nuevamente le agradezco su carta y espero que volvamos a encontrarnos
.
[ezcol_2fifth]4/2/2020
Sr. Cosme Beccar Varela
Nro. 1665. “El silencio…”
Estimado Dr Beccar Varela:
Tuve el privilegio de conocerlo muchos años atrás, de participar en su estudio de esclarecedoras tertulias, de escuchar sus reflexiones y de admirar su erudición, bonhomía e inquebrantables convicciones.
Lo sigo desde entonces a través de su página, que refleja las virtudes que lo engalanan.
Esta vez me animo a dirigirme a Ud. en relación con su articulo El Silencio de los Vencidos, de fecha 23 de enero pasado.
Y sobre este es que quisiera trasmitirle mis comentarios.
Coincido plenamente en el pensamiento del Dr Weiss (a quien confieso que no he leido): “Los vencidos no deben discutir con los vencedores”. Sin embargo su conclusión de que sólo cabe el silencio que vale como protesta y rechazo a los vencedores injustos resulta descorazonadora para quienes lo seguimos con sincera admiración.
Sabemos quienes son los vencedores, los conocemos, hemos aprendido de su trayectoria y estamos convencidos de que nada podemos esperar de ellos. Pero, que hay de nosotros, los vencidos?. Qué, si se apagan los faros del entendimiento?.
Sencillamente no podemos prescindir de su mensaje, aunque le parezca a Ud. que sea nimio, porque no lo es. Por eso le ruego desde mi individualidad, que reconsidere su idea de inhibirse de escribir nuevos artículos en “La botella al mar”.
Ud se pregunta: ¿Para quien escribiría?. Pues para los vencidos, para los esperanzados, para los fieles a la verdad que aun quedamos, y que para su satisfacción somos muchos.
Cuenta una leyenda que en el hielo secular un buen dia nació, vaya a saber cómo, una gota de agua que trabajosamente se deslizó por la ladera hacia el valle. Que en su camino encontró a otras gotas que pronto formaron un hilo de agua insignificante, que tras saltar de piedra en piedra logró unirse a otros riachos hasta formar un cauce torrentoso que se abrió paso con ímpetu hasta llegar al mar infinito.
La Botella al Viento (¿?) y sus mensajes en ella contenidos, son precisamente esa primera gota, que ha logrado romper el hielo de la derrota.
Un gran abrazo
Jorge Torres
[/ezcol_2fifth] [ezcol_3fifth_end]CONTESTACIÓN
5/2/2020
Estimado Sr. Torres:
Muchas gracias por su carta de ayer y por las generosas palabras que le dedica a “La botella al mar”. Dice cosas muy alentadoras aunque lamento responderle que me parecen dictadas por su bondad personal y no por la cruda realidad. Me insta a seguir escribiendo la página porque no es tan irrelevante como yo creo y que los lectores son muchos, aunque los compara con una gota de agua que se suma a otras a lo largo de los siglos y terminan formando un caudaloso río. Le ruego notar que si esa es la perspectiva, deberán pasar muchos siglos hasta que las gotas se sumen y formen el río y creo que eso es sumamente utópico porque han pasado 20 años desde que empecé con “La botella al mar” y otros 44 anteriores desde que empecé con mi prédica en favor de la causa católica y, sin embargo, no he visto aparecer esas gotas, símbolo de los buenos, que sumados darían fuerza a la buena causa.
Ocurre que no basta coincidir buenamente en las ideas sino que es necesaria la acción que resulta la consecuencia necesaria de esas ideas. Aunque más no fuera, que hubiera una cantidad importante de cartas expresando esa coincidencia y alguna clase de presencia en las numerosas convocatorias que he hecho desde esta página. Nada de eso ocurrió en 20 años. Casi nadie apoyó las ideas, y casi nadie concurrió a las reuniones. Ni siquiera los que podría considerar como amigos y suponerlos como católicos y patriotas. Cuando digo casi nadie quiero decir que se pueden contar con los dedos de las manos, con el agravante de que esos pocos se limitaron a escribir una carta muy de vez en cuando o a venir a una o dos reuniones pero sin perseverancia ni la capacidad necesaria para la gran lucha de que se trata.
La Iglesia en este mundo es militante o no es la Iglesia. Por ende, los católicos deben ser militantes, es decir, entrar en lucha contra los enemigos de Dios, el mundo, el demonio y la carne. Una lucha incruenta, por ahora, aunque el simple riesgo de perder plata o “status” social ya basta para que los “buenos católicos” omitan todo compromiso. No quiero ni pensar lo que sería si se enfrentaran con un combate como el de los “cristeros” mejicanos de 1926/1929!! En ese caso me temo que sería la desbandada más vergonzosa.
Dice Ud. que sería bueno seguir escribiendo. Tengo la intención de escribir si tengo algo que decir que deba ser dicho y alguien esté dispuesto a leerlo con interés activo. Menciona “…a los vencidos, a los esperanzados, a los fieles a la verdad que aun quedamos, y que para su satisfacción somos muchos.”. Le creo, pero no los conozco ni he tenido señales de su existencia, salvo un puñado de lectores que nunca fallan y a quienes estoy muy agradecido. Pero son tan pocos que con escribirles una carta a cada uno respondiendo las de ellos, bastaría…
Es verdad que “La botella al mar” tiene miles de lectores, pero muchos de ellos son enemigos que buscan algún desliz para destruirla y el resto es como si fueran de palo. Y la derrota de la buena causa es tan completa que no veo manera alguna de revertirla. ¿Para qué entonces insistir en remar contra la corriente o, mejor dicho, aguas arriba de la catarata?
Nuevamente le agradezco su carta y espero que volvamos a encontrarnos
Cordiales saludos
Cosme Beccar Varela
[/ezcol_3fifth_end]PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 6, 2020