Nikita Khruschev, aquel funcionario soviético siempre acosado por las burlas de Stalin, definía a los políticos como empresarios que construían puentes aún así no hubiera ríos. Las sombras de sospecha siempre siguen a estos personajes que se arriesgan a nuestro juicio con el propósito de servir desinteresadamente al país y a sus habitantes. Sin arrogancia, ellos saben que es lo mejor para nosotros y como solucionarlo. Las pruebas, en Argentina, no se pueden confutar. Usted habrá leido el monstruoso esquema en el cual Argentina tiene a disposición un funcionario para atender las necesidades de 62 residentes. Con audiencias de treinta minutos para escuchar sus problemas, un servidor público atiende a todos sus representados en una semana teniendo incluso tiempo para el tradicional café en el bar de la esquina. Con otros quince días hábiles, disponibles en el mes, el dirigente asistirá a sesiones o presentará proyectos como declarar El Día de la Parrilla o convertir a la calle Florida en peatonal de dos manos (Esto no es una fallida utilización de ejemplos)
En los planos internacionales, Europa levanta las cejas en cuanto a delegados per capita moran en España. Se trata de uno cada 115 almas en pena. Los de la Madre Patria se asustan al conocer que habría 410.000 operadores en el Estado. Italia y Francia mantienen a un representante cada 300 y 325 oriundos, respectivamente. Alemania, uno cada ochocientos.
Del otro lado del Atlántico (Desde a visión de un político podría ser a través de Medio Oriente, pasando por Asia, cruzando el pacífico) Estados Unidos posee un político responsable de 624 individuos.
Al regionalizar, las cifras son más tristes si usted es argentino. La ciudad de Pinamar alberga a 30.000 habitantes registrados para un cuerpo estable de 14 concejales. En Orlando, EEUU, la población de 280.000 ciudadanos tienen 6 comisionados de districto a los cuales reclamar. La isla de Manhattan ofrece 10 representantes para un millón seiscientas mil vecinos. Para 300.000 ocupantes, Bahía Blanca -en la provincia de Buenos Aires- pone a disposición a 24 concejales. Con una población similar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2.800.000) Chicago tiene a 17 representantes. En CABA, hay 60.
¿Cuántas veces contactamos a nuestros políticos para expresar nuestras inquietudes? Pareciera ser que los molestos ciudadanos nos aprovechamos y fatigamos a la monarquía con aflicciones triviales. En mi experiencia -si, soy repetitivo- puedo afirmar que escribí más de seiscientas cartas a senadores y diputados sobre el tema de prisioneros ilegales y presos políticos. ¿Respuestas? Cero. Incontables emails. ¿Respuestas? Una. Un colaborador del doctor Alberto Asseff (Sin dudas un legislador muy ocupado en construir un país mejor) me constestó que estaban trabajando en mejorar el sistema carcelario. Claro, la pregunta hablaba de ciudadanos encarcelados ilegalmente, pero el equipo del doctor Asseff se estaba ocupando de comprar cloro. El tomate es un vegetal y la lechuga, un chacinado. Mis vecinos cocinan como chefs profesionales, pero que bien que juega Messi!
Nadie puede decir que -cuando se les necesita- nuestros gobernantes no son más veloces que la patineta flotante de Marty McFly en Volver al Futuro.
Meses atrás tuve la oportunidad de asistir a una sesión en el City Hall (Municipalidad) de Orlando. Allí, ante la atención del Mayor (Intendente) Buddy Dyer, un comisionado de districto exponía las ventajas de crear un atajo de asfalto de 7.200 pies cuadrados con un costo de 8.900 dólares para facilitar el acceso de un autobus escolar a un vecindario cuyo recorrido anterior le requería tomar una ruta de cinco cuadras extras. Esto no solo beneficiaria a los estudiantes -que además deban caminar cien metros, a veces bajo la lluvia- sino los tiempos que el conductor deba cumplir y la disminución en el consumo de gasolina. En un año, el districto en viajes hacia y desde el colegio -Sumados alumnos de elementary (primario) y high school (secundario)- además de hora/hombre, neumáticos y desgaste del vehículo, salvaría unos 3.000 billetes con la cara de George Washington. En menos de treinta meses, la operación estaba justificada.
Estuve allí, y lo que en un primer momento me pareció una ideal sin importancia, demostró un gran sentimiento de preocupación y ocupación hacia la comunidad por parte de ese comisionado. Lástima que no pude estar presente el día que Alberto Asseff impulsó un proyecto de ley para declarar a la ciudad de Campana como “Capital Nacional del Asado de Tira”, ya que en persona uno ve las cosas desde otra perspectiva.
Nikita Khruschev, aquel funcionario soviético siempre acosado por las burlas de Stalin, definía a los políticos como empresarios que construían puentes aún así no hubiera ríos. Las sombras de sospecha siempre siguen a estos personajes que se arriesgan a nuestro juicio con el propósito de servir desinteresadamente al país y a sus habitantes. Sin arrogancia, ellos saben que es lo mejor para nosotros y como solucionarlo. Las pruebas, en Argentina, no se pueden confutar. Usted habrá leido el monstruoso esquema en el cual Argentina tiene a disposición un funcionario para atender las necesidades de 62 residentes. Con audiencias de treinta minutos para escuchar sus problemas, un servidor público atiende a todos sus representados en una semana teniendo incluso tiempo para el tradicional café en el bar de la esquina. Con otros quince días hábiles, disponibles en el mes, el dirigente asistirá a sesiones o presentará proyectos como declarar El Día de la Parrilla o convertir a la calle Florida en peatonal de dos manos (Esto no es una fallida utilización de ejemplos)
En los planos internacionales, Europa levanta las cejas en cuanto a delegados per capita moran en España. Se trata de uno cada 115 almas en pena. Los de la Madre Patria se asustan al conocer que habría 410.000 operadores en el Estado. Italia y Francia mantienen a un representante cada 300 y 325 oriundos, respectivamente. Alemania, uno cada ochocientos.
Del otro lado del Atlántico (Desde a visión de un político podría ser a través de Medio Oriente, pasando por Asia, cruzando el pacífico) Estados Unidos posee un político responsable de 624 individuos.
Al regionalizar, las cifras son más tristes si usted es argentino. La ciudad de Pinamar alberga a 30.000 habitantes registrados para un cuerpo estable de 14 concejales. En Orlando, EEUU, la población de 280.000 ciudadanos tienen 6 comisionados de districto a los cuales reclamar. La isla de Manhattan ofrece 10 representantes para un millón seiscientas mil vecinos. Para 300.000 ocupantes, Bahía Blanca -en la provincia de Buenos Aires- pone a disposición a 24 concejales. Con una población similar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2.800.000) Chicago tiene a 17 representantes. En CABA, hay 60.
¿Cuántas veces contactamos a nuestros políticos para expresar nuestras inquietudes? Pareciera ser que los molestos ciudadanos nos aprovechamos y fatigamos a la monarquía con aflicciones triviales. En mi experiencia -si, soy repetitivo- puedo afirmar que escribí más de seiscientas cartas a senadores y diputados sobre el tema de prisioneros ilegales y presos políticos. ¿Respuestas? Cero. Incontables emails. ¿Respuestas? Una. Un colaborador del doctor Alberto Asseff (Sin dudas un legislador muy ocupado en construir un país mejor) me constestó que estaban trabajando en mejorar el sistema carcelario. Claro, la pregunta hablaba de ciudadanos encarcelados ilegalmente, pero el equipo del doctor Asseff se estaba ocupando de comprar cloro. El tomate es un vegetal y la lechuga, un chacinado. Mis vecinos cocinan como chefs profesionales, pero que bien que juega Messi!
Nadie puede decir que -cuando se les necesita- nuestros gobernantes no son más veloces que la patineta flotante de Marty McFly en Volver al Futuro.
Meses atrás tuve la oportunidad de asistir a una sesión en el City Hall (Municipalidad) de Orlando. Allí, ante la atención del Mayor (Intendente) Buddy Dyer, un comisionado de districto exponía las ventajas de crear un atajo de asfalto de 7.200 pies cuadrados con un costo de 8.900 dólares para facilitar el acceso de un autobus escolar a un vecindario cuyo recorrido anterior le requería tomar una ruta de cinco cuadras extras. Esto no solo beneficiaria a los estudiantes -que además deban caminar cien metros, a veces bajo la lluvia- sino los tiempos que el conductor deba cumplir y la disminución en el consumo de gasolina. En un año, el districto en viajes hacia y desde el colegio -Sumados alumnos de elementary (primario) y high school (secundario)- además de hora/hombre, neumáticos y desgaste del vehículo, salvaría unos 3.000 billetes con la cara de George Washington. En menos de treinta meses, la operación estaba justificada.
Estuve allí, y lo que en un primer momento me pareció una ideal sin importancia, demostró un gran sentimiento de preocupación y ocupación hacia la comunidad por parte de ese comisionado. Lástima que no pude estar presente el día que Alberto Asseff impulsó un proyecto de ley para declarar a la ciudad de Campana como “Capital Nacional del Asado de Tira”, ya que en persona uno ve las cosas desde otra perspectiva.
Fabian Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 4, 2016
Tags: Alberto Asseff, Argentina, Fabian Kussman, Políticos, Presos Políticos, PrisioneroEnArgentina.com, Prisioneros IlegalesRelated Posts
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