CUANDO LOS JUECES SON CAPACES DE VENDER A LA MADRE
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Cuando el Covid 19 llegó a las cárceles argentinas, los jueces federales, haciendo gala de una “valentía” sin límite, dieron a diestra y siniestra arrestos domiciliarios a presos “comunes”, entiéndase, asesinos, violadores, narcotraficantes y demás yerbas. Fue, luego que estos se amotinaran en diferentes establecimientos penales llegando a causar grandes incendios en Villa Devoto. Por otra parte, a los septuagenarios, octogenarios y nonagenarios imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, prisioneros muy disciplinados, por cierto, se les aplicó la política de estado negándoles la domiciliaria que les correspondía, en nombre de la memoria, verdad y justicia.
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Una vez más estos miserables jueces hacían gala de los “atributos testiculares”, de los que carecen, martirizando ancianos enfermos. Así más de cuarenta de estos viejos fueron contagiados por el virus, cuatro fallecieron y entre incomprensibles y reiterados traslados por diferentes establecimientos penales, dos gerontes, fueron llevados a la Unidad Penitenciaria 21, donde van a parar, a veces, aquellos que tienen enfermedades infecciosas. Uno, el Comisario General de la Policía de la Provincia de Buenos Aires MIGUEL ETCHECOLATZ de 91 años de edad y el otro el Coronel del Ejército Argentino LUIS BARALDINI de 82 años de edad. Encerrados en la misma celda, permanecieron aislados en espera de lo que les señale su destino. Ayer a las 4 de la mañana BARALDINI quien presenta un avanzado deterioro físico por efectos del Coronavirus, intentó ir al baño, con la asistencia de ETCHECOLATZ (imaginemos la escena) y ambos terminaron cayendo al suelo. En definitiva, el militar llevó la peor parte y fue trasladado al HOSPITAL MILITAR CENTRÁN, donde tendría que haber estado internado desde que se le detectó el virus. Ahora nuevamente ETCHECOLATZ, vuelve a quedar solo en aislamiento, repitiéndose paso por paso lo que ya le hicieran en la Unidad Penitenciaria 31 de Ezeiza, cuando fue sacado del pabellón 6 y llevado al mugriento pabellón 4. Por supuesto el Servicio Penitenciario Federal, no dio cuenta de este nuevo traslado, a la familia de BARALDINI como sería su obligación, por protocolo y por un mínimo principio humanitario. Realmente el ensañamiento, la cobardía y la vileza de los funcionarios judiciales, es extrema, debido al aliento que organizaciones radicalizadas de “derechos humanos” (para algunos) le echan en la nuca. Ese es el momento que se enceguecen y son capaces de “vender a la madre” con tal de sobrevivir en el cargo, que tantos privilegios le otorga.
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Por CLAUDIO KUSSMAN
CUANDO LOS JUECES SON CAPACES DE VENDER A LA MADRE
[ezcol_1half]Cuando el Covid 19 llegó a las cárceles argentinas, los jueces federales, haciendo gala de una “valentía” sin límite, dieron a diestra y siniestra arrestos domiciliarios a presos “comunes”, entiéndase, asesinos, violadores, narcotraficantes y demás yerbas. Fue, luego que estos se amotinaran en diferentes establecimientos penales llegando a causar grandes incendios en Villa Devoto. Por otra parte, a los septuagenarios, octogenarios y nonagenarios imputados por los bien o mal llamados delitos de lesa humanidad, prisioneros muy disciplinados, por cierto, se les aplicó la política de estado negándoles la domiciliaria que les correspondía, en nombre de la memoria, verdad y justicia.
[/ezcol_1half] [ezcol_1quarter]Una vez más estos miserables jueces hacían gala de los “atributos testiculares”, de los que carecen, martirizando ancianos enfermos. Así más de cuarenta de estos viejos fueron contagiados por el virus, cuatro fallecieron y entre incomprensibles y reiterados traslados por diferentes establecimientos penales, dos gerontes, fueron llevados a la Unidad Penitenciaria 21, donde van a parar, a veces, aquellos que tienen enfermedades infecciosas. Uno, el Comisario General de la Policía de la Provincia de Buenos Aires MIGUEL ETCHECOLATZ de 91 años de edad y el otro el Coronel del Ejército Argentino LUIS BARALDINI de 82 años de edad. Encerrados en la misma celda, permanecieron aislados en espera de lo que les señale su destino. Ayer a las 4 de la mañana BARALDINI quien presenta un avanzado deterioro físico por efectos del Coronavirus, intentó ir al baño, con la asistencia de ETCHECOLATZ (imaginemos la escena) y ambos terminaron cayendo al suelo. En definitiva, el militar llevó la peor parte y fue trasladado al HOSPITAL MILITAR CENTRÁN, donde tendría que haber estado internado desde que se le detectó el virus. Ahora nuevamente ETCHECOLATZ, vuelve a quedar solo en aislamiento, repitiéndose paso por paso lo que ya le hicieran en la Unidad Penitenciaria 31 de Ezeiza, cuando fue sacado del pabellón 6 y llevado al mugriento pabellón 4. Por supuesto el Servicio Penitenciario Federal, no dio cuenta de este nuevo traslado, a la familia de BARALDINI como sería su obligación, por protocolo y por un mínimo principio humanitario. Realmente el ensañamiento, la cobardía y la vileza de los funcionarios judiciales, es extrema, debido al aliento que organizaciones radicalizadas de “derechos humanos” (para algunos) le echan en la nuca. Ese es el momento que se enceguecen y son capaces de “vender a la madre” con tal de sobrevivir en el cargo, que tantos privilegios le otorga.
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Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Pcia. Buenos Aires
Agosto 14, 2020
claudio@PrisioneroEnArgentina.com
www.PrisioneroEnArgentina.com
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Agosto 14, 2020