Al momento en que Etchecolatz llevara estampitas y un plato de comida a MILANI, los saludos y breve cambio de palabras solo fueron protocolares. Más tarde el hombre-policía volvió a dialogar con el hombre-militar y entonces sí, le remarcó dos cosas. Su mal accionar siendo Jefe del Ejército dejando morir a sus camaradas sin la atención médica que esa fuerza les podría haber brindado, ante lo cual MILANI bajó la mirada y no hubo respuesta. También le hizo saber que como fiel creyente no juzgaba los actos terrenales ya que todos somos hermanos en Dios, invitándolo si a concurrir al próximo rezo del santo rosario. Esto quebró la tensión. Era el diálogo entre un adulto de ochenta y ocho años con mucha experiencia de vida y suave voz a uno de sesenta y dos y nuevas vivencias por adquirir.
GARZÓN, EL OPOSITOR
Cuando ETCHECOLATZ hizo saber sobre la participación de MILANI al acto religioso, las reacciones fueron adversas, pero fue vehemente e irreductible opositor el Mayor de Ejército CARLOS DEL SEÑOR HIDALGO GARZÓN. También profundo creyente, quien me regalara en mi huelga de hambre la desgastada Biblia que lo había acompañado en Malvinas, de donde regresó como héroe y graves heridas físicas y mentales. Esta, que casualmente al día de hoy atesoro en mi mesa de luz, junto al rosario y estampitas entregadas por ETCHECOLATZ en las mismas circunstancias. Pasó la noche, cada uno de los protagonistas seguramente rezó y meditó en sus respectivas celdas. Ya en horas de la mañana de ayer todo se solucionó cuando GARZÓN se retractó y pidió disculpas considerando que su reacción no había sido digna de un buen cristiano. A las dieciocho horas todos, incluyéndolo a MILANI se reunieron a cumplir con la liturgia, y se dio que nadie pudo evitar la emoción e interminables lágrimas. A partir de allí desapareció la tensión provocada por la presencia del General CRISTINISTA, en la mayoría de los prisioneros, y este recibió en su celda la visita de su esposa e hija como es norma del lugar.
LOS INTERROGANTES DEL ODIO
Pese a mi reniego de la fe cristiana, no puedo dejar de tener sentimientos muy positivos y emotivos sobre lo ocurrido en el Hospital Penitenciario Central. También me llena de orgullo que el artífice de esta “magia” haya sido un hombre-policía, y que este fuera ETCHECOLATZ. No obstante, ello de las profundidades de mi mente, hoy invadida por malos sentimientos del odio que los injustos me contagiaran, me surge una pregunta: ¿Si MILANI (dudo sobre su tiempo de detención y todo es posible en este territorio llamado Argentina) volviera a poseer poder, recordará estos momentos, estas emociones y esta gente a la que ahora conoce y puede percibir con todos sus sentidos? Una cosa es estar lejos y que a uno se lo comenten y otra diferente es verlos, escucharlos y olerlos mientras con sufrimiento van muriendo en indigna prisión. ¿Volverá a ser el mismo que todos vimos a través de los medios? Por supuesto el tiempo y las circunstancias tienen la palabra.
“Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera”.
Los primeros encuentros en la prisión del
ex General Kirchnerista César Milani.
Escribe Claudio Kussman.
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FRENTE A FRENTE LA NOBLEZA Y LA INDIGNIDAD
Al momento en que Etchecolatz llevara estampitas y un plato de comida a MILANI, los saludos y breve cambio de palabras solo fueron protocolares. Más tarde el hombre-policía volvió a dialogar con el hombre-militar y entonces sí, le remarcó dos cosas. Su mal accionar siendo Jefe del Ejército dejando morir a sus camaradas sin la atención médica que esa fuerza les podría haber brindado, ante lo cual MILANI bajó la mirada y no hubo respuesta. También le hizo saber que como fiel creyente no juzgaba los actos terrenales ya que todos somos hermanos en Dios, invitándolo si a concurrir al próximo rezo del santo rosario. Esto quebró la tensión. Era el diálogo entre un adulto de ochenta y ocho años con mucha experiencia de vida y suave voz a uno de sesenta y dos y nuevas vivencias por adquirir.
GARZÓN, EL OPOSITOR
Cuando ETCHECOLATZ hizo saber sobre la participación de MILANI al acto religioso, las reacciones fueron adversas, pero fue vehemente e irreductible opositor el Mayor de Ejército CARLOS DEL SEÑOR HIDALGO GARZÓN. También profundo creyente, quien me regalara en mi huelga de hambre la desgastada Biblia que lo había acompañado en Malvinas, de donde regresó como héroe y graves heridas físicas y mentales. Esta, que casualmente al día de hoy atesoro en mi mesa de luz, junto al rosario y estampitas entregadas por ETCHECOLATZ en las mismas circunstancias. Pasó la noche, cada uno de los protagonistas seguramente rezó y meditó en sus respectivas celdas. Ya en horas de la mañana de ayer todo se solucionó cuando GARZÓN se retractó y pidió disculpas considerando que su reacción no había sido digna de un buen cristiano. A las dieciocho horas todos, incluyéndolo a MILANI se reunieron a cumplir con la liturgia, y se dio que nadie pudo evitar la emoción e interminables lágrimas. A partir de allí desapareció la tensión provocada por la presencia del General CRISTINISTA, en la mayoría de los prisioneros, y este recibió en su celda la visita de su esposa e hija como es norma del lugar.
LOS INTERROGANTES DEL ODIO
Pese a mi reniego de la fe cristiana, no puedo dejar de tener sentimientos muy positivos y emotivos sobre lo ocurrido en el Hospital Penitenciario Central. También me llena de orgullo que el artífice de esta “magia” haya sido un hombre-policía, y que este fuera ETCHECOLATZ. No obstante, ello de las profundidades de mi mente, hoy invadida por malos sentimientos del odio que los injustos me contagiaran, me surge una pregunta: ¿Si MILANI (dudo sobre su tiempo de detención y todo es posible en este territorio llamado Argentina) volviera a poseer poder, recordará estos momentos, estas emociones y esta gente a la que ahora conoce y puede percibir con todos sus sentidos? Una cosa es estar lejos y que a uno se lo comenten y otra diferente es verlos, escucharlos y olerlos mientras con sufrimiento van muriendo en indigna prisión. ¿Volverá a ser el mismo que todos vimos a través de los medios? Por supuesto el tiempo y las circunstancias tienen la palabra.
“Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera”.
Jean Paul Sartre (1905-1980)
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PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 19, 2017
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