Vengo del “acto” convocado por diversos grupos y personas que piden la libertad de los secuestrados políticos. Fueron muchas invitaciones de distinta procedencia las que me llegaron, entre ellas la de la “Unión de Promociones” (UP), otra de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia y tantas otras de conocidos defensores de los secuestrados políticos que sería largo mencionarlas una por una. Los textos de las invitaciones de las dos organizaciones citadas eran enfáticos y patrióticos. Como la UP debe contar con varios miles de adherentes ya que representa a todas las “promociones”, al menos las del Ejército, y la Asociación de Abogados afirma tener 600 integrantes, fui al acto con la esperanza de encontrarme allí con una respetable multitud. Sólo los parientes de los secuestrados (que son más de 2.000 más los 404 que fueron muertos por homicidio de Estado en la cárcel), los socios de la UP y los de la Asociación de Abogados lo garantizaban.
En rigor, la invitación era poco clara porque esas asociaciones y los particulares que también la hacían, se han negado constantemente a adherirse a la lógica idea de exigir a Macri un decreto de indulto, única manera que tiene de liberar a los secuestrados, víctimas del prevaricato de un Poder Judicial que sigue siendo el mismo que el de los tiempos de Kirchner. Si lo hubieran hecho al día siguiente de que Macri asumió es más probable que éste se hubiera visto forzado a dictarlo, si no quería mostrar que mintió en su promesa electoral de “acabar con el curro de los derechos humanos”. Ahora ya está visto que no lo quiere y aunque quisiera, la izquierda con la que simpatiza en la promoción de ese mismo “curro”, no se lo permitiría. Y Macri no es un estadista con agallas como para enfrentarla.
Pues bien, si no era para pedir el decreto de indulto, no se entendía por qué el acto se convocaba en la puerta del Ministerio de Justicia en la calle Sarmiento, entre Reconquista y 25 de Mayo. ¿Qué íbamos a pedir allí?
Lo cierto es que al sólo efecto de hacer acto de presencia, como lo he hecho siempre que hay una convocatoria en defensa del Derecho de las víctimas de la injusticia, fui al acto. Como era de prever, la izquierda había convocado un “contra-acto” justo en el mismo lugar. Su objetivo era insultar, provocar e impedir que el acto transcurriera en paz.
Pero como NO era de prever, los concurrentes al acto de reivindicación de la Justicia, eran menos que los de la izquierda o casi el mismo número, con la diferencia de que los de la izquierda eran jóvenes, agresivos, enfurecidos de odio y provistos de bombos y parlantes, mientras que los de nuestro lado eran mujeres, hombres viejos y muy pocos jóvenes, todos bien educados, obviamente sin fuerza para resistir una embestida de los contrarios y sin bombos ni parlantes. Me acerqué lo más que pude a la línea divisoria de los dos campos y pude ver que un solo policía estaba en el medio, por lo cual los canallas del otro lado hubieran podido atacarnos cuando quisieran, cosa que súbitamente iniciaron contra el valiente Carlos Bosch qué luchó como bueno hasta que fue rescatado de inmediato por la Policía que se resolvió a hacer algo y aparecieron unos diez agentes anti-disturbios con sus escudos y yelmos de plástico que, a duras penas, lograron rechazar a los agresores.
Mientras estaba en ese lugar recibí amenazas de muerte indicadas con un expresivo gesto de “violín” en la garganta acompañado de insultos soeces y unas miradas a las que sólo les faltaba echar fuego para revelar su origen infernal. También nos tiraron cosas asquerosas y bolsas de un líquido que espero haya sido agua porque una me dio de lleno en la cabeza. “Váyanse pero donde vayan los vamos a buscar”, gritaban a coro, obviamente ensayado. Es decir, prometían que no teníamos escapatoria de su odio y que el poder de su piara bolchevique llega a todo el orbe.
De vez en cuando miraba a los nuestros y era notorio que aquellos valientes, entre ellos, muchas mujeres, no podrían resistir jamás un ataque de esas fieras.
Esta experiencia de hoy me sugirió las siguientes reflexiones:
1) Hay una poderosa minoría de izquierda organizada y con un odio suficiente para empezar a matar.
2) De nuestro lado no hay fuerza alguna y por ser gente de paz, desarmada, no están preparados para igualar la violencia de los otros.
3) No hay FFAA al servicio de la Justicia, del orden y de la paz. Los uniformados que quedan en actividad o en retiro, parecen resentidos contra la sociedad civil a la que acusan en masa de no haberle agradecido su lucha victoriosa contra el terrorismo en los años 70. Falsa acusación porque no es justo involucrar a toda la sociedad en ese desagradecimiento y, por otro lado, su combate dejó mucho que desear desde varios puntos de vista y tanto que la victoria finalmente fue de la izquierda, como lo prueban los gobiernos que padecemos desde que los militares abandonaron el poder
4) La izquierda tiene a Macri y su banda de su lado, amenazada y política e ideológicamente de manera que no se puede esperar nada bueno de ellos. Desde el Ministerio de Justicia hoy hacían gestos de solidaridad con los agresores de la izquierda.
Conclusión: el gobierno lo tiene el traidor de Macri pero el poder lo tiene la izquierda más violenta. Y del lado de la Justicia y el orden pacífico, con el cual en teoría está de acuerdo la mayoría del país, no hay gente decidida a combatir si llegara a producirse una agresión que “fuera por todo”, como amenazaba la usurpadora Kirchner.
Y si en esta ocasión, en que era sólo un acto, a pesar de la gran difusión de la convocatoria, sólo fueron menos de cien personas y de ellas sólo unos pocos, aunque bastante viejos, estaban decididos a hacer frente a la violencia aunque a sabiendas de ser arrasados, es insensato pensar que se puede formar una resistencia a un eventual “putsch” de la izquierda.
En todas las guerras civiles contra la revolución destructora de las que nos informa la Historia, siempre el lado del bien estuvo representado por miles de heroicos defensores. Y estos se movieron espontáneamente, sin necesidad de ser reclutados. Acudieron al peligro y a las armas con decisión viril. Sin eso, esas guerras civiles no hubieran existido. Hubiera sido sólo una matanza de los buenos, indefensos, por mano de los asesinos de la izquierda.
En tiempos de la revolución francesa, toda la región de La Vendée se levantó contra los jacobinos y hubieran vencido sino fuera porque el ejército regular estaba del lado de los revolucionarios.
En el año 1926 los cristeros mejicanos, que eran principalmente campesinos, humildes señores de pueblo y estudiantes, se levantaron contra el gobierno masónico que perseguía a la Iglesia Católica. También hubieran vencido sino fuera por la traición del alto clero, empezando por Pio XI que “desautorizó” a los héroes católicos, y por el armamento que le regalaba el gobierno de EEUU al tirano Calles y a su sucesor.
En el 1936, miles de buenos españoles se alzaron contra el gobierno comunista y con la ayuda inicial de un pequeño sector del Ejército pudieron resistir hasta que la llegada del armamento moderno enviado por Alemania e Italia y la unificación de fuerzas bajo el astuto general Franco, les permitió vencer en la guerra, pero perdieron en la política puesto que, como puede verse, hoy España está en manos de la izquierda, por más que haya habido algunos gobiernos de falsa centro derecha, por poco tiempo. Pero todo el ambiente político español es de izquierda.
Es decir, no hay guerra civil sin un fervor espontáneo surgido en una importante parte de la población, dispuesta a matar o morir en la lucha contra los enemigos de la Justicia y del bien común. Y tampoco puede ganar la buena tropa sino tiene armamento efectivo, munición abundante y una parte ponderable del Ejército regular.
Ninguna de estas condiciones se dan para nuestra buena causa en este momento en la argentina ni se vislumbra que la habrá en el futuro. En cambio, del lado de la izquierda asesina, el odio que exhibieron en el acto del 10 de Mayo, hoy enfrente del Ministerio de Justicia y el odio superlativo que implica la pertinaz voluntad de matar a los secuestrados políticos y de perseguir a quienes los resistan, nos hace temer que en cualquier momento se desate una “liquidación final”, a la que no se podrá llamar “guerra civil” porque frente a ellos no habrá otra cosa que víctimas aisladas. A ese aislamiento han contribuido supuestos “dirigentes” de la “propia tropa” que han desconcertado, desalentado y desorientado a los buenos hasta inutilizarlos completamente.
En resumen: estamos a merced de la izquierda. Pero María Auxiliadora, cuya fiesta celebramos hoy, está de nuestro lado, de manera que debemos confiar en que “por fin Su Inmaculado Corazón triunfara”, como lo prometió en Fátima.
¿GUERRA CIVIL?
Por Cosme Beccar Varela
Vengo del “acto” convocado por diversos grupos y personas que piden la libertad de los secuestrados políticos. Fueron muchas invitaciones de distinta procedencia las que me llegaron, entre ellas la de la “Unión de Promociones” (UP), otra de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia y tantas otras de conocidos defensores de los secuestrados políticos que sería largo mencionarlas una por una. Los textos de las invitaciones de las dos organizaciones citadas eran enfáticos y patrióticos. Como la UP debe contar con varios miles de adherentes ya que representa a todas las “promociones”, al menos las del Ejército, y la Asociación de Abogados afirma tener 600 integrantes, fui al acto con la esperanza de encontrarme allí con una respetable multitud. Sólo los parientes de los secuestrados (que son más de 2.000 más los 404 que fueron muertos por homicidio de Estado en la cárcel), los socios de la UP y los de la Asociación de Abogados lo garantizaban.
En rigor, la invitación era poco clara porque esas asociaciones y los particulares que también la hacían, se han negado constantemente a adherirse a la lógica idea de exigir a Macri un decreto de indulto, única manera que tiene de liberar a los secuestrados, víctimas del prevaricato de un Poder Judicial que sigue siendo el mismo que el de los tiempos de Kirchner. Si lo hubieran hecho al día siguiente de que Macri asumió es más probable que éste se hubiera visto forzado a dictarlo, si no quería mostrar que mintió en su promesa electoral de “acabar con el curro de los derechos humanos”. Ahora ya está visto que no lo quiere y aunque quisiera, la izquierda con la que simpatiza en la promoción de ese mismo “curro”, no se lo permitiría. Y Macri no es un estadista con agallas como para enfrentarla.
Pues bien, si no era para pedir el decreto de indulto, no se entendía por qué el acto se convocaba en la puerta del Ministerio de Justicia en la calle Sarmiento, entre Reconquista y 25 de Mayo. ¿Qué íbamos a pedir allí?
Lo cierto es que al sólo efecto de hacer acto de presencia, como lo he hecho siempre que hay una convocatoria en defensa del Derecho de las víctimas de la injusticia, fui al acto. Como era de prever, la izquierda había convocado un “contra-acto” justo en el mismo lugar. Su objetivo era insultar, provocar e impedir que el acto transcurriera en paz.
Pero como NO era de prever, los concurrentes al acto de reivindicación de la Justicia, eran menos que los de la izquierda o casi el mismo número, con la diferencia de que los de la izquierda eran jóvenes, agresivos, enfurecidos de odio y provistos de bombos y parlantes, mientras que los de nuestro lado eran mujeres, hombres viejos y muy pocos jóvenes, todos bien educados, obviamente sin fuerza para resistir una embestida de los contrarios y sin bombos ni parlantes. Me acerqué lo más que pude a la línea divisoria de los dos campos y pude ver que un solo policía estaba en el medio, por lo cual los canallas del otro lado hubieran podido atacarnos cuando quisieran, cosa que súbitamente iniciaron contra el valiente Carlos Bosch qué luchó como bueno hasta que fue rescatado de inmediato por la Policía que se resolvió a hacer algo y aparecieron unos diez agentes anti-disturbios con sus escudos y yelmos de plástico que, a duras penas, lograron rechazar a los agresores.
Mientras estaba en ese lugar recibí amenazas de muerte indicadas con un expresivo gesto de “violín” en la garganta acompañado de insultos soeces y unas miradas a las que sólo les faltaba echar fuego para revelar su origen infernal. También nos tiraron cosas asquerosas y bolsas de un líquido que espero haya sido agua porque una me dio de lleno en la cabeza. “Váyanse pero donde vayan los vamos a buscar”, gritaban a coro, obviamente ensayado. Es decir, prometían que no teníamos escapatoria de su odio y que el poder de su piara bolchevique llega a todo el orbe.
De vez en cuando miraba a los nuestros y era notorio que aquellos valientes, entre ellos, muchas mujeres, no podrían resistir jamás un ataque de esas fieras.
Esta experiencia de hoy me sugirió las siguientes reflexiones:
1) Hay una poderosa minoría de izquierda organizada y con un odio suficiente para empezar a matar.
2) De nuestro lado no hay fuerza alguna y por ser gente de paz, desarmada, no están preparados para igualar la violencia de los otros.
3) No hay FFAA al servicio de la Justicia, del orden y de la paz. Los uniformados que quedan en actividad o en retiro, parecen resentidos contra la sociedad civil a la que acusan en masa de no haberle agradecido su lucha victoriosa contra el terrorismo en los años 70. Falsa acusación porque no es justo involucrar a toda la sociedad en ese desagradecimiento y, por otro lado, su combate dejó mucho que desear desde varios puntos de vista y tanto que la victoria finalmente fue de la izquierda, como lo prueban los gobiernos que padecemos desde que los militares abandonaron el poder
4) La izquierda tiene a Macri y su banda de su lado, amenazada y política e ideológicamente de manera que no se puede esperar nada bueno de ellos. Desde el Ministerio de Justicia hoy hacían gestos de solidaridad con los agresores de la izquierda.
Conclusión: el gobierno lo tiene el traidor de Macri pero el poder lo tiene la izquierda más violenta. Y del lado de la Justicia y el orden pacífico, con el cual en teoría está de acuerdo la mayoría del país, no hay gente decidida a combatir si llegara a producirse una agresión que “fuera por todo”, como amenazaba la usurpadora Kirchner.
Y si en esta ocasión, en que era sólo un acto, a pesar de la gran difusión de la convocatoria, sólo fueron menos de cien personas y de ellas sólo unos pocos, aunque bastante viejos, estaban decididos a hacer frente a la violencia aunque a sabiendas de ser arrasados, es insensato pensar que se puede formar una resistencia a un eventual “putsch” de la izquierda.
En todas las guerras civiles contra la revolución destructora de las que nos informa la Historia, siempre el lado del bien estuvo representado por miles de heroicos defensores. Y estos se movieron espontáneamente, sin necesidad de ser reclutados. Acudieron al peligro y a las armas con decisión viril. Sin eso, esas guerras civiles no hubieran existido. Hubiera sido sólo una matanza de los buenos, indefensos, por mano de los asesinos de la izquierda.
En tiempos de la revolución francesa, toda la región de La Vendée se levantó contra los jacobinos y hubieran vencido sino fuera porque el ejército regular estaba del lado de los revolucionarios.
En el año 1926 los cristeros mejicanos, que eran principalmente campesinos, humildes señores de pueblo y estudiantes, se levantaron contra el gobierno masónico que perseguía a la Iglesia Católica. También hubieran vencido sino fuera por la traición del alto clero, empezando por Pio XI que “desautorizó” a los héroes católicos, y por el armamento que le regalaba el gobierno de EEUU al tirano Calles y a su sucesor.
En el 1936, miles de buenos españoles se alzaron contra el gobierno comunista y con la ayuda inicial de un pequeño sector del Ejército pudieron resistir hasta que la llegada del armamento moderno enviado por Alemania e Italia y la unificación de fuerzas bajo el astuto general Franco, les permitió vencer en la guerra, pero perdieron en la política puesto que, como puede verse, hoy España está en manos de la izquierda, por más que haya habido algunos gobiernos de falsa centro derecha, por poco tiempo. Pero todo el ambiente político español es de izquierda.
Es decir, no hay guerra civil sin un fervor espontáneo surgido en una importante parte de la población, dispuesta a matar o morir en la lucha contra los enemigos de la Justicia y del bien común. Y tampoco puede ganar la buena tropa sino tiene armamento efectivo, munición abundante y una parte ponderable del Ejército regular.
Ninguna de estas condiciones se dan para nuestra buena causa en este momento en la argentina ni se vislumbra que la habrá en el futuro. En cambio, del lado de la izquierda asesina, el odio que exhibieron en el acto del 10 de Mayo, hoy enfrente del Ministerio de Justicia y el odio superlativo que implica la pertinaz voluntad de matar a los secuestrados políticos y de perseguir a quienes los resistan, nos hace temer que en cualquier momento se desate una “liquidación final”, a la que no se podrá llamar “guerra civil” porque frente a ellos no habrá otra cosa que víctimas aisladas. A ese aislamiento han contribuido supuestos “dirigentes” de la “propia tropa” que han desconcertado, desalentado y desorientado a los buenos hasta inutilizarlos completamente.
En resumen: estamos a merced de la izquierda. Pero María Auxiliadora, cuya fiesta celebramos hoy, está de nuestro lado, de manera que debemos confiar en que “por fin Su Inmaculado Corazón triunfara”, como lo prometió en Fátima.
Cosme Beccar Varela
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 25, 2017
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