Fue de una manera fortuita y a través de una común amiga que entré en contacto con don Ariel Valdiviezo. De inmediato nos sentimos hermanados por ser compatriotas, provincianos y sobre todo por un indisoluble nexo en común: la música.
Don Ariel era prisionero del odio recalcitrante de las bacterias (porque de personas no tienen nada) de la fascitis necrosante, que van carcomiendo todo el tejido valeroso que combatió en una miserable guerra contra la Patria, contra un gobierno constitucional y contra el pueblo indefenso que no entendía la escalada de odio de algo que nunca pidieron y es aquí donde se hace evidente que los que mataban, secuestraban, torturaban, robaban, atacaban descaradamente, lo hacían por sus propios espurios intereses. Así lo siguen haciendo amparados por juicios de sainete con testigos falsos y creando causas payasescas sin asidero.
Don Ariel era un Veterano de la Guerra contra el Terrorismo en Tucumán. Muchas veces me explicó cómo eran los ataques de los “jóvenes idealistas”. Atacaban al atardecer, entonces él escondía a su esposa y sus pequeños hijos dentro de la bañadera y los tapaba con mantas y colchones mientras duraba el tiroteo feroz, por supuesto escondidos porque de una cosa estén seguros, siempre fueron más que cobardes mequetrefes malolientes, sucios y depravados. Don Ariel me decía que no podían permitirse ir con los niños a jugar al parque para disfrutar de una alegre y distendida tarde y saborear un rico helado porque siempre estaban bajo la mira de algún arma escondida entre los matorrales. El solo hecho de portar el uniforme era el detonante para convertirlos a ellos y familiares en blancos perfectos. También supo detallarme los combates en la selva y la manera atroz en que sus compañeros de armas atrapados eran ferozmente torturados, cómo ponían en práctica todo lo aprendido en Cuba en los campamentos “Peti” 1 y 2 los “jóvenes idealistas” que ostentan sus miserables nombre en el muro de la vergüenza. Allí son glorificados por mujeres que no supieron ser madres e incluso apoyaban los desmanes de los hijos y hasta el día de hoy se rasgan las vestiduras pidiendo sobre todo dinero, pero olvidando a las víctimas causadas por sus “nenes” terroristas.
Pero lejos de ese contexto de sangre, sudor y lucha, nos gustaba hablar de música. Él tomaba su guitarra y me deleitaba con sus canciones y sus propias coplas donde desgranaba sus alegrías y tristezas, sus anhelos y desvelos. Yo entonces me sentaba al piano y le interpretaba las obras de mi “Suite Argentina” que le causaban tanta alegría y aplaudía con una enorme sonrisa y en esos momentos no había distancia entre nosotros, ni remarcábamos que nos veíamos a través de las pantallas de nuestros teléfonos sino que éramos dos músicos creadores valorando la obras musicales de cada uno. A veces tomaba la caja y me cantaba sus coplas sobre su tierra, su familia, su entorno, y eso me emocionaba en verdad.
Hace un tiempo, la última vez que nos vimos en nuestras pantallas lo noté muy decaído, delgadito, triste y acongojado. Me dijo: ”creo “changuita” que me voy a ir dentro de poco” y yo, que conozco cuando la muerte ronda supe que decía una gran verdad.
Hoy me avisaron que había emprendido el vuelo supremo. Me entristece porque un gran y valeroso argentino, un esposo idóneo, un padre dedicado, y un magnífico músico desconocido ya no está entre nosotros. No habrá reconocimientos, ni noticias en los noticieros, ni notas en los periódicos, ni un funeral con palabras de agradecimiento, por lo hecho en favor de la Nación.
Sin embargo estoy segura de que Dios y la Patria ya lo han reconocido y le han entregado las Palmas de la Gloria.
Vuela alto Don Ariel y lleva tus coplas en aras del Amor Supremo que seguro ya está deleitándose con tu canto.
De la “changuita” entrerriana que vive en Paraguay y que espera cada día emprender el mismo vuelo para regocijarnos todos a los pies de Nuestro Señor Salvador.
¡GRACIAS POR TANTO!
Algunas de las notas de Ariel Valdiviezo publicadas en este portal
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Por Prof. Dra. María Elena Cisneros Rueda.
Fue de una manera fortuita y a través de una común amiga que entré en contacto con don Ariel Valdiviezo. De inmediato nos sentimos hermanados por ser compatriotas, provincianos y sobre todo por un indisoluble nexo en común: la música.
Don Ariel era prisionero del odio recalcitrante de las bacterias (porque de personas no tienen nada) de la fascitis necrosante, que van carcomiendo todo el tejido valeroso que combatió en una miserable guerra contra la Patria, contra un gobierno constitucional y contra el pueblo indefenso que no entendía la escalada de odio de algo que nunca pidieron y es aquí donde se hace evidente que los que mataban, secuestraban, torturaban, robaban, atacaban descaradamente, lo hacían por sus propios espurios intereses. Así lo siguen haciendo amparados por juicios de sainete con testigos falsos y creando causas payasescas sin asidero.
Don Ariel era un Veterano de la Guerra contra el Terrorismo en Tucumán. Muchas veces me explicó cómo eran los ataques de los “jóvenes idealistas”. Atacaban al atardecer, entonces él escondía a su esposa y sus pequeños hijos dentro de la bañadera y los tapaba con mantas y colchones mientras duraba el tiroteo feroz, por supuesto escondidos porque de una cosa estén seguros, siempre fueron más que cobardes mequetrefes malolientes, sucios y depravados. Don Ariel me decía que no podían permitirse ir con los niños a jugar al parque para disfrutar de una alegre y distendida tarde y saborear un rico helado porque siempre estaban bajo la mira de algún arma escondida entre los matorrales. El solo hecho de portar el uniforme era el detonante para convertirlos a ellos y familiares en blancos perfectos. También supo detallarme los combates en la selva y la manera atroz en que sus compañeros de armas atrapados eran ferozmente torturados, cómo ponían en práctica todo lo aprendido en Cuba en los campamentos “Peti” 1 y 2 los “jóvenes idealistas” que ostentan sus miserables nombre en el muro de la vergüenza. Allí son glorificados por mujeres que no supieron ser madres e incluso apoyaban los desmanes de los hijos y hasta el día de hoy se rasgan las vestiduras pidiendo sobre todo dinero, pero olvidando a las víctimas causadas por sus “nenes” terroristas.
Pero lejos de ese contexto de sangre, sudor y lucha, nos gustaba hablar de música. Él tomaba su guitarra y me deleitaba con sus canciones y sus propias coplas donde desgranaba sus alegrías y tristezas, sus anhelos y desvelos. Yo entonces me sentaba al piano y le interpretaba las obras de mi “Suite Argentina” que le causaban tanta alegría y aplaudía con una enorme sonrisa y en esos momentos no había distancia entre nosotros, ni remarcábamos que nos veíamos a través de las pantallas de nuestros teléfonos sino que éramos dos músicos creadores valorando la obras musicales de cada uno. A veces tomaba la caja y me cantaba sus coplas sobre su tierra, su familia, su entorno, y eso me emocionaba en verdad.
Hace un tiempo, la última vez que nos vimos en nuestras pantallas lo noté muy decaído, delgadito, triste y acongojado. Me dijo: ”creo “changuita” que me voy a ir dentro de poco” y yo, que conozco cuando la muerte ronda supe que decía una gran verdad.
Hoy me avisaron que había emprendido el vuelo supremo. Me entristece porque un gran y valeroso argentino, un esposo idóneo, un padre dedicado, y un magnífico músico desconocido ya no está entre nosotros. No habrá reconocimientos, ni noticias en los noticieros, ni notas en los periódicos, ni un funeral con palabras de agradecimiento, por lo hecho en favor de la Nación.
Sin embargo estoy segura de que Dios y la Patria ya lo han reconocido y le han entregado las Palmas de la Gloria.
Vuela alto Don Ariel y lleva tus coplas en aras del Amor Supremo que seguro ya está deleitándose con tu canto.
De la “changuita” entrerriana que vive en Paraguay y que espera cada día emprender el mismo vuelo para regocijarnos todos a los pies de Nuestro Señor Salvador.
¡GRACIAS POR TANTO!
Algunas de las notas de Ariel Valdiviezo publicadas en este portal
Mis más profundas y sinceras condolencias a su familia.
PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 17, 2023