Compartir una buena mesa con amigos ha sido siempre una maravilla. Y si esa reunión está acompañada de un buen vino, el significado que le damos a las cosas es diferente. Es que el vino en combinación de la mesa servida compartida con amigos, le da sentido a nuestra existencia. De hecho, la típica parrillada con esos verdaderos amigos resulta ser mucho más que una pasión argentina, es un ritual de camaradería. Es que esos momentos compartidos nunca son en vano: Justifican nuestra existencia! Rafael Azcona, ese gran guionista del cine español, tenía una buena frase que es bueno recordar: “Ninguna comida es pesada o da acidez. Los que son pesados y dan acidez son algunos comensales con los que a veces uno se ve obligado a compartir la mesa”… La buena mesa y la amistad siempre ha sido una maravillosa ligazón. Ergo, el sincero afecto es el condimento distintivo de la fusión. Saber estar con amigos, deleitarse con su compañía, tomarse una copa de vino sin pensamientos mezquinos, es una buena práctica que debe practicarse muy a menudo. Saber compartir algún que otro pensamiento y también una deliciosa tira de asado mientras se habla de nada con esas personas por las que uno tiene aprecio mirando las brasas y escuchando el crujir dela ramas, siempre nuevas, siempre repetidas, es algo que hace a nuestra identidad. Cuando existe una vieja y sincera camaradería, la felicidad y el placer cabalgan plácidamente en los manjares más sencillos, alegran el aroma de cualquier bocado y prolongan la risa de la sobremesa hacia un tiempo sin tiempo, un espacio sin límites.
♦
Por CLAUDIO VALERIO
Compartir una buena mesa con amigos ha sido siempre una maravilla. Y si esa reunión está acompañada de un buen vino, el significado que le damos a las cosas es diferente. Es que el vino en combinación de la mesa servida compartida con amigos, le da sentido a nuestra existencia. De hecho, la típica parrillada con esos verdaderos amigos resulta ser mucho más que una pasión argentina, es un ritual de camaradería. Es que esos momentos compartidos nunca son en vano: Justifican nuestra existencia! Rafael Azcona, ese gran guionista del cine español, tenía una buena frase que es bueno recordar: “Ninguna comida es pesada o da acidez. Los que son pesados y dan acidez son algunos comensales con los que a veces uno se ve obligado a compartir la mesa”… La buena mesa y la amistad siempre ha sido una maravillosa ligazón. Ergo, el sincero afecto es el condimento distintivo de la fusión. Saber estar con amigos, deleitarse con su compañía, tomarse una copa de vino sin pensamientos mezquinos, es una buena práctica que debe practicarse muy a menudo. Saber compartir algún que otro pensamiento y también una deliciosa tira de asado mientras se habla de nada con esas personas por las que uno tiene aprecio mirando las brasas y escuchando el crujir dela ramas, siempre nuevas, siempre repetidas, es algo que hace a nuestra identidad. Cuando existe una vieja y sincera camaradería, la felicidad y el placer cabalgan plácidamente en los manjares más sencillos, alegran el aroma de cualquier bocado y prolongan la risa de la sobremesa hacia un tiempo sin tiempo, un espacio sin límites.
[ezcol_3fifth] [/ezcol_3fifth] [ezcol_2fifth_end] [/ezcol_2fifth_end]Que en la próxima velada con amigos, tanto el vino como esa carne asada servida, sean silenciosos e incondicional cómplices nuestros.
Claudio Valerio
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 15, 2020