Por María Elena Cisneros, viuda de José López Rega.
Una de las leyes fundamentales de la ciencia de la herencia admitidas todavía hoy es la siguiente: ”las impresiones adquiridas por el individuo no se transmiten”. ¿Cuáles serían entonces las impresiones “no” adquiridas por el individuo? No podemos afirmar que el hombre sea solamente el producto final de toda la serie de sus antepasados, como tampoco podemos decir que no existe herencia fuera de los caracteres humanos generales. La originalidad individual de cada recién nacido es indiscutible; debe admitirse también la hipótesis de la responsabilidad personal de cada ser humano venido al mundo. Se observa con frecuencia el hecho de que se pueden perder por completo ciertas facultades y adquirir otras completamente distintas.
Una vez que el hombre de edad se ha despojado de todo lo que podía cambiar en él, reconoce como la última facultad permanente en sí, la de ser consciente. Nos referimos a la facultad de dirigir la consciencia en cualquier dirección, es la comprensión de éste hecho la que ha guiado ante todo a los hombres de manera absoluta hacia la idea de la vida eterna. Evidentemente un mismo individuo no puede renacer idéntico a sí mismo varias veces por la sencilla razón de que ningún ser humano permanece igual desde que nace hasta el fin de sus días. La consciencia de existir tiene tal fuerza que rechaza absolutamente la idea de que hayamos podido no ser, así como la idea de que un día dejaremos de ser.
Por eso habría que llegar ante todo a un conocimiento claro de lo que es verdaderamente inmutable en un ser, antes de poder decir: ”yo soy así” o “yo soy esto”.
Esta es la razón observada cotidianamente de que el ser humano se había alejado cada vez más de la música. Todo aquello que traíamos desde el vientre materno iba dejando de tener importancia primordial para pasar a un segundo o tercer lugar o dejado de lado de manera definitiva, muchas veces, en nuestros convulsionados tiempos debido a la forma agitada de vida, a la práctica de ingerir barbitúricos que nublan el entendimiento en todos los sentidos o simplemente por inercia. Sin embargo si el interés por la música y su práctica parece tener un nuevo impulso en la juventud actualmente es debido a la gran cantidad disponible de posibilidades de oírla, practicarla, estudiarla, componerla, debido a la gran cantidad de escuelas de música, conservatorios, grupos musicales, representaciones en masa, temas de películas, músicas de alabanza, concursos de creación o interpretaciones desde las escuelas en general que se han generado desde el principio del milenio de manera exponencial.
En general el público ya no se contenta con ser pasivo, sino que quiere y trata de ser parte activa de la misma.
No es posible que exista alegría más grande, más profunda y más importante en la vida de un ser humano que la de saber que todavía se pueden alcanzar resultados increíbles a partir de las facultades que duermen en nosotros. Lo más interesante es que los niños menos dotados en un principio fueron aquellos en quienes se reconocieron mayores dones más tarde. Se han visto tantos alumnos expulsados de conservatorios superiores por falta de dones, cuando en realidad se trataba de músicos natos trabados en su desarrollo por obstáculos sicológicos o fisiológicos fáciles de eliminar-.Efectivamente, los niños suelen manifestarse tardíamente y de forma esporádica ya que son diferentes entre sí y aun teniendo gran experiencia en la materia, los educadores no deberían proceder de la misma manera con los unos y con los otros, porque no estamos moldeando algo sino que estamos creando algo nuevo cada vez.
La vida interior del ser humano es un cosmos lleno de sorpresas por tanto la manera de proceder durante la educación musical infantil tendría que tender a considerar como posible la existencia de todas las facultades artísticas en todos los alumnos , pero estar preparados para sufrir decepciones teniendo la paciencia de esperar los acontecimientos que tarde o temprano deberán suceder. Actuando de esta manera consciente y voluntariamente es como se llega con seguridad a pasar del dominio de la reacción al de la acción, paso que constituye el elemento capital del desarrollo de todo ser humano.
Puesto que los acontecimientos del ser humano son tan numerosos, se puede decir que no hay una sola facultad humana que no haya existido al menos una vez en alguno de los miembros de la constelación familiar de la que todos estamos rodeados.
Haciendo abstracción de la receptividad síquica del niño, penetramos ahora en un campo poco explorado y trabajado aún y me refiero a la incentivación prenatal.
La higiene psíquica de la madre gestante exige que ella no cambie la naturaleza de sus ocupaciones durante el período del embarazo, podría ser perjudicial para ambos que ella deje de realizar los que habitualmente hace y agregar nuevas actividades que serán altamente positivas para el futuro ser que lleva en su vientre en gestación. Sería muy bueno que ella tomara consciencia de sus actividades de manera a que dejen de ser cotidianas y habituales casi automáticas para pasar a valorar cada una de ella, cuidar sus reflexiones para sentir de una manera más clara, precisa y rigurosa para así adquirir la facultad de observar sus propios sentimientos y valorarlos de manera tal a mejorarlos en función de su máxima creación.
No son las emociones derivadas de las impresiones del mundo exterior las que tienen valor para nuestro desarrollo, sino únicamente aquellas que somos capaces de provocar en nosotros mismos de manera espontánea. Si una madre gestante no es una intérprete musical o no se interesa realmente al mundo de las sonoridades, sería muy positivo que cambiara su actitud comenzando a escuchar melodías que le son familiares, agradables, que le traen buenos recuerdos, que pueda cantar o que recuerde de su propia niñez. Puede asistir a clases de gimnasia rítmica o de danzas preparadas especialmente para madres embarazadas, puede hacer sus quehaceres domésticos utilizando la música emitida por las diferentes radios y moverse al ritmo de las mismas a pesar de estar un poco impedida en sus movimientos por el estado de gravidez. Puede asistir a clases de Musicoterapia para recibir baños musicales, apaciguamiento de malestares, liberarse de tensiones.
Puede asistir a conciertos sinfónicos o realizar incluso en su hogar encuentros musicales con otras madres gestantes para oír una selección de músicas que les sean completamente agradables y que les impulse a dejar salir al exterior sus propios sentimientos del momento especial que están viviendo.
Por otro lado si la madre es una melómana habituada a escuchar música en su hogar, fuera del mismo, en el trabajo, en sus desplazamientos, esto irá formando en el feto una serie de respuestas, que establecerá con ella un nexo que será mucho más fácil de continuar una vez nacido puesto que se crea una serie de pre-proto ritmos fáciles de reproducir por la madre atenta cuando alguna circunstancia acontezca después del alumbramiento. Lo más importante de subrayar es que estos ejercicios provocarán en el recién nacido el despertar de muchas otras facultades además de las rítmicas.
Toda tendencia positiva de la madre despertará en el niño la facultad de entregarse a la misma actividad ya recibida desde su confortable mundo maternal. Las actividades prenatales tendientes a despertar el gusto por las actividades artísticas deberían practicarse con toda confianza. La gran psicóloga y pedagoga francesa Françoise Dolto relata en su libro “Por la causa de los niños” que los gitanos en Andalucía suelen prepara a sus niños para ser bailaores o cantaores o guitarristas preparando a las madres según la familia a la que pertenecen. Si una madre pertenece a una familia de guitarristas flamencos entonces desde su cuarto o quinto mes de gestación, cada día a la misma hora tiene cita con el mejor de los guitarristas de la familia.
Allí queda confortablemente sentada mientras que el instrumentista le interpreta lo mejor de su repertorio y le explica todo sobre la melodía interpretada y esto hasta el mismo momento del parto. Así, consideran ellos, que se forma una músico, desde el vientre de la madre y verdaderamente lo logran!
Si la madre se interesa por la altura de los sonidos por ejemplo considerándolos de manera independiente y su gusto musical se dirige hacia ese objetivo, el niño ya nacido manifestará una especie de oído absoluto, automático, mecánico y sin dudarlo reconocerá rápidamente aquellos sonidos que le agradan y que más tarde podrá nombrar cuando su preparación académica se lo permita. Si la madre se interesa por los intervalos, por las relaciones entre los sonidos, por la emoción que le genera una melodía determinada, entonces el niño manifestará un sentido artístico verdadero y completo. Por eso una sola impresión, un solo pensamiento, un solo movimiento, una sola actitud espiritual, un solo momento de emoción pueden actuar sobre el feto de manera decisiva y determinante.
Esta premisa es bien conocida desde el lejano tiempo de la grandeza cultural de los griegos quienes la ponían a prueba constantemente y por eso podemos hablar hoy de un “Siglo de oro” de esta cultura que tanto nos legara.
Sin embargo, el repetir no significa ir aprendiendo poco a poco sumando expresiones, impresiones y experiencias. A veces un solo impulso de la madre puede hacer la diferencia para las futuras adquisiciones del niño.
Debemos también recordar que sólo nos hemos referido acá a la incentivación prenatal sin abordar en absoluto la importancia de la cuestión del papel que desempeña el acto mismo de la concepción, del cual siempre he dicho que es fundamental debido a que desde ese mismo momento nosotros seres humanos ya somos música, porque somos ritmo. También reviste una gran importancia el comportamiento psíquico y espiritual de los padres que desean traer un hijo al mundo, especialmente de la madre en ese momento preciso. No habrá la misma reacción en un feto concebido por la fuerza, después de una gran pelea, como resultado de un estado mental enajenado, bajo la influencia de barbitúricos, como “fallo” de algún método de concepción o por “olvido” de tomar precauciones, que la de un feto anhelado, deseado, esperado, amado e incluso con nombre ya determinado sea cual fuere su sexo.
Por eso no hemos mencionado acá tampoco las diferentes reacciones que presentan necesariamente los distintos niños antes del nacimiento y luego del mismo, recordando que el nacimiento es el primer acto traumático que sufre el infante.
Ningún animal de ninguna especie llora al nacer, solo el ser humano lo hace y generalmente porque es agredido por el obstetra para comprobar el funcionamiento de sus pulmones.
Este acto traumático solo podrá ser desvanecido por un buen trabajo musical o continuar con el mismo lo antes posible para lograr crear un camino de emociones positivas y creativas que acompañaran al recién nacido y ser altamente constructivas para todos los saberes de deberá adquirir a través de todo lo largo de la nueva vida que comienza a transitar.
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Por María Elena Cisneros, viuda de José López Rega.
Una de las leyes fundamentales de la ciencia de la herencia admitidas todavía hoy es la siguiente: ”las impresiones adquiridas por el individuo no se transmiten”. ¿Cuáles serían entonces las impresiones “no” adquiridas por el individuo? No podemos afirmar que el hombre sea solamente el producto final de toda la serie de sus antepasados, como tampoco podemos decir que no existe herencia fuera de los caracteres humanos generales. La originalidad individual de cada recién nacido es indiscutible; debe admitirse también la hipótesis de la responsabilidad personal de cada ser humano venido al mundo. Se observa con frecuencia el hecho de que se pueden perder por completo ciertas facultades y adquirir otras completamente distintas.
Una vez que el hombre de edad se ha despojado de todo lo que podía cambiar en él, reconoce como la última facultad permanente en sí, la de ser consciente. Nos referimos a la facultad de dirigir la consciencia en cualquier dirección, es la comprensión de éste hecho la que ha guiado ante todo a los hombres de manera absoluta hacia la idea de la vida eterna. Evidentemente un mismo individuo no puede renacer idéntico a sí mismo varias veces por la sencilla razón de que ningún ser humano permanece igual desde que nace hasta el fin de sus días. La consciencia de existir tiene tal fuerza que rechaza absolutamente la idea de que hayamos podido no ser, así como la idea de que un día dejaremos de ser.
Por eso habría que llegar ante todo a un conocimiento claro de lo que es verdaderamente inmutable en un ser, antes de poder decir: ”yo soy así” o “yo soy esto”.
Esta es la razón observada cotidianamente de que el ser humano se había alejado cada vez más de la música. Todo aquello que traíamos desde el vientre materno iba dejando de tener importancia primordial para pasar a un segundo o tercer lugar o dejado de lado de manera definitiva, muchas veces, en nuestros convulsionados tiempos debido a la forma agitada de vida, a la práctica de ingerir barbitúricos que nublan el entendimiento en todos los sentidos o simplemente por inercia. Sin embargo si el interés por la música y su práctica parece tener un nuevo impulso en la juventud actualmente es debido a la gran cantidad disponible de posibilidades de oírla, practicarla, estudiarla, componerla, debido a la gran cantidad de escuelas de música, conservatorios, grupos musicales, representaciones en masa, temas de películas, músicas de alabanza, concursos de creación o interpretaciones desde las escuelas en general que se han generado desde el principio del milenio de manera exponencial.
En general el público ya no se contenta con ser pasivo, sino que quiere y trata de ser parte activa de la misma.
No es posible que exista alegría más grande, más profunda y más importante en la vida de un ser humano que la de saber que todavía se pueden alcanzar resultados increíbles a partir de las facultades que duermen en nosotros. Lo más interesante es que los niños menos dotados en un principio fueron aquellos en quienes se reconocieron mayores dones más tarde. Se han visto tantos alumnos expulsados de conservatorios superiores por falta de dones, cuando en realidad se trataba de músicos natos trabados en su desarrollo por obstáculos sicológicos o fisiológicos fáciles de eliminar-.Efectivamente, los niños suelen manifestarse tardíamente y de forma esporádica ya que son diferentes entre sí y aun teniendo gran experiencia en la materia, los educadores no deberían proceder de la misma manera con los unos y con los otros, porque no estamos moldeando algo sino que estamos creando algo nuevo cada vez.
La vida interior del ser humano es un cosmos lleno de sorpresas por tanto la manera de proceder durante la educación musical infantil tendría que tender a considerar como posible la existencia de todas las facultades artísticas en todos los alumnos , pero estar preparados para sufrir decepciones teniendo la paciencia de esperar los acontecimientos que tarde o temprano deberán suceder. Actuando de esta manera consciente y voluntariamente es como se llega con seguridad a pasar del dominio de la reacción al de la acción, paso que constituye el elemento capital del desarrollo de todo ser humano.
Puesto que los acontecimientos del ser humano son tan numerosos, se puede decir que no hay una sola facultad humana que no haya existido al menos una vez en alguno de los miembros de la constelación familiar de la que todos estamos rodeados.
Haciendo abstracción de la receptividad síquica del niño, penetramos ahora en un campo poco explorado y trabajado aún y me refiero a la incentivación prenatal.
La higiene psíquica de la madre gestante exige que ella no cambie la naturaleza de sus ocupaciones durante el período del embarazo, podría ser perjudicial para ambos que ella deje de realizar los que habitualmente hace y agregar nuevas actividades que serán altamente positivas para el futuro ser que lleva en su vientre en gestación. Sería muy bueno que ella tomara consciencia de sus actividades de manera a que dejen de ser cotidianas y habituales casi automáticas para pasar a valorar cada una de ella, cuidar sus reflexiones para sentir de una manera más clara, precisa y rigurosa para así adquirir la facultad de observar sus propios sentimientos y valorarlos de manera tal a mejorarlos en función de su máxima creación.
No son las emociones derivadas de las impresiones del mundo exterior las que tienen valor para nuestro desarrollo, sino únicamente aquellas que somos capaces de provocar en nosotros mismos de manera espontánea. Si una madre gestante no es una intérprete musical o no se interesa realmente al mundo de las sonoridades, sería muy positivo que cambiara su actitud comenzando a escuchar melodías que le son familiares, agradables, que le traen buenos recuerdos, que pueda cantar o que recuerde de su propia niñez. Puede asistir a clases de gimnasia rítmica o de danzas preparadas especialmente para madres embarazadas, puede hacer sus quehaceres domésticos utilizando la música emitida por las diferentes radios y moverse al ritmo de las mismas a pesar de estar un poco impedida en sus movimientos por el estado de gravidez. Puede asistir a clases de Musicoterapia para recibir baños musicales, apaciguamiento de malestares, liberarse de tensiones.
Puede asistir a conciertos sinfónicos o realizar incluso en su hogar encuentros musicales con otras madres gestantes para oír una selección de músicas que les sean completamente agradables y que les impulse a dejar salir al exterior sus propios sentimientos del momento especial que están viviendo.
Por otro lado si la madre es una melómana habituada a escuchar música en su hogar, fuera del mismo, en el trabajo, en sus desplazamientos, esto irá formando en el feto una serie de respuestas, que establecerá con ella un nexo que será mucho más fácil de continuar una vez nacido puesto que se crea una serie de pre-proto ritmos fáciles de reproducir por la madre atenta cuando alguna circunstancia acontezca después del alumbramiento. Lo más importante de subrayar es que estos ejercicios provocarán en el recién nacido el despertar de muchas otras facultades además de las rítmicas.
Toda tendencia positiva de la madre despertará en el niño la facultad de entregarse a la misma actividad ya recibida desde su confortable mundo maternal. Las actividades prenatales tendientes a despertar el gusto por las actividades artísticas deberían practicarse con toda confianza. La gran psicóloga y pedagoga francesa Françoise Dolto relata en su libro “Por la causa de los niños” que los gitanos en Andalucía suelen prepara a sus niños para ser bailaores o cantaores o guitarristas preparando a las madres según la familia a la que pertenecen. Si una madre pertenece a una familia de guitarristas flamencos entonces desde su cuarto o quinto mes de gestación, cada día a la misma hora tiene cita con el mejor de los guitarristas de la familia.
Allí queda confortablemente sentada mientras que el instrumentista le interpreta lo mejor de su repertorio y le explica todo sobre la melodía interpretada y esto hasta el mismo momento del parto. Así, consideran ellos, que se forma una músico, desde el vientre de la madre y verdaderamente lo logran!
Si la madre se interesa por la altura de los sonidos por ejemplo considerándolos de manera independiente y su gusto musical se dirige hacia ese objetivo, el niño ya nacido manifestará una especie de oído absoluto, automático, mecánico y sin dudarlo reconocerá rápidamente aquellos sonidos que le agradan y que más tarde podrá nombrar cuando su preparación académica se lo permita. Si la madre se interesa por los intervalos, por las relaciones entre los sonidos, por la emoción que le genera una melodía determinada, entonces el niño manifestará un sentido artístico verdadero y completo. Por eso una sola impresión, un solo pensamiento, un solo movimiento, una sola actitud espiritual, un solo momento de emoción pueden actuar sobre el feto de manera decisiva y determinante.
Esta premisa es bien conocida desde el lejano tiempo de la grandeza cultural de los griegos quienes la ponían a prueba constantemente y por eso podemos hablar hoy de un “Siglo de oro” de esta cultura que tanto nos legara.
Sin embargo, el repetir no significa ir aprendiendo poco a poco sumando expresiones, impresiones y experiencias. A veces un solo impulso de la madre puede hacer la diferencia para las futuras adquisiciones del niño.
Debemos también recordar que sólo nos hemos referido acá a la incentivación prenatal sin abordar en absoluto la importancia de la cuestión del papel que desempeña el acto mismo de la concepción, del cual siempre he dicho que es fundamental debido a que desde ese mismo momento nosotros seres humanos ya somos música, porque somos ritmo. También reviste una gran importancia el comportamiento psíquico y espiritual de los padres que desean traer un hijo al mundo, especialmente de la madre en ese momento preciso. No habrá la misma reacción en un feto concebido por la fuerza, después de una gran pelea, como resultado de un estado mental enajenado, bajo la influencia de barbitúricos, como “fallo” de algún método de concepción o por “olvido” de tomar precauciones, que la de un feto anhelado, deseado, esperado, amado e incluso con nombre ya determinado sea cual fuere su sexo.
Por eso no hemos mencionado acá tampoco las diferentes reacciones que presentan necesariamente los distintos niños antes del nacimiento y luego del mismo, recordando que el nacimiento es el primer acto traumático que sufre el infante.
Ningún animal de ninguna especie llora al nacer, solo el ser humano lo hace y generalmente porque es agredido por el obstetra para comprobar el funcionamiento de sus pulmones.
Este acto traumático solo podrá ser desvanecido por un buen trabajo musical o continuar con el mismo lo antes posible para lograr crear un camino de emociones positivas y creativas que acompañaran al recién nacido y ser altamente constructivas para todos los saberes de deberá adquirir a través de todo lo largo de la nueva vida que comienza a transitar.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 26, 2021