Muchos de nosotros se asemejan a carretillas, ese carro de mano pequeño de una sola rueda y con un cajón para colocar carga: útiles solo cuando se empujan y que, a menudo, se rompen.
¿Por qué a menudo nos quejamos de no tener suerte y no lograr ningún éxito sin intentar cambiar la situación? ¿Por qué nos quejamos de que nadie hace nada por nosotros, sin reconocer que nosotros tampoco hacemos nada? No nos movemos, siempre necesitamos un “empujón” y cuando eso sucede decimos que nos sentimos mal, que estamos cansados, que no podremos y otras excusas similares.
Si, más de una vez, hemos asegurado que somos “más que ganadores”: ¿Cómo llegamos al puerto deseado si no damos un paso hacia él? ¿Cómo ganaremos si no estamos dispuestos a luchar? ¿Cómo lograremos nuestra consagración si no estamos preparados para ser merecedores de una consagración?
¡Somos como una carretilla! Y lo que es peor, la rueda está torcida y con el fondo oxidado; al punto que cuando logramos avanzar un poco, la rueda pronto empieza a hacer ese ruido incómodo, a chirriar, como un murmullo terrible.
Entendamos de una vez: tenemos la fuerza para caminar solos y empujar las otras “carretillas” espirituales; no necesitamos ser empujados… Somos lo que todo lo pueden, porque nos fortalece la templanza de nuestro espíritu.
Desde la ciudad de Campana, Buenos Aires, envío un abrazo y mi deseo que Dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas; y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor y mucha Prosperidad.
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Por CLAUDIO VALERIO
Muchos de nosotros se asemejan a carretillas, ese carro de mano pequeño de una sola rueda y con un cajón para colocar carga: útiles solo cuando se empujan y que, a menudo, se rompen.
¿Por qué a menudo nos quejamos de no tener suerte y no lograr ningún éxito sin intentar cambiar la situación? ¿Por qué nos quejamos de que nadie hace nada por nosotros, sin reconocer que nosotros tampoco hacemos nada? No nos movemos, siempre necesitamos un “empujón” y cuando eso sucede decimos que nos sentimos mal, que estamos cansados, que no podremos y otras excusas similares.
Si, más de una vez, hemos asegurado que somos “más que ganadores”: ¿Cómo llegamos al puerto deseado si no damos un paso hacia él? ¿Cómo ganaremos si no estamos dispuestos a luchar? ¿Cómo lograremos nuestra consagración si no estamos preparados para ser merecedores de una consagración?
¡Somos como una carretilla! Y lo que es peor, la rueda está torcida y con el fondo oxidado; al punto que cuando logramos avanzar un poco, la rueda pronto empieza a hacer ese ruido incómodo, a chirriar, como un murmullo terrible.
Entendamos de una vez: tenemos la fuerza para caminar solos y empujar las otras “carretillas” espirituales; no necesitamos ser empujados… Somos lo que todo lo pueden, porque nos fortalece la templanza de nuestro espíritu.
Desde la ciudad de Campana, Buenos Aires, envío un abrazo y mi deseo que Dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas; y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
** Valerius **
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 21, 2020