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  Por Vida Bolt.

Mi esposo, Oscar, tiene pasión por torturar mentalmente a sus amigos y lo hace siempre que tiene dos segundos libres (en vez de ocuparse de su esposa o sus hijas)

“No sabía que te habías separado… como vi salir a tu mujer de un motel con otro hombre…”

“El jefe preguntó por tu desempeño en el trabajo… no me dijo nada más, pero…”

“¿Hermosa camisa anaranjada, vas a llevar a tu novia a cenar al polo?

“Tú eres la mejor amiga de mi esposa, después de Vicky, Agnes, Dolly, Leslie, Rochelle, Wendy, Clare, Josephine, Laura, Dina, Scarlett, Amanda…”

Pero su objetivo principal es Derrick. Un blanco perfecto. Un ser indefenso y sin un ápice de maldad que siempre cae en la trampa. Derrick es un miembro más de la familia, pese a que es hijo de un amigo de la infancia de Oscar. Oscar se crio con su padre y nunca conoció a su madre, quien, envuelta en problemas de drogas un día cerró la puerta tras su salida y no retornó. Este joven es muy educado y un buen estudiante, pero extremadamente tímido y no muy ducho en interactuar con las muchachas.

Para dar un impulso y quebrar esas barreras, nada peor que un intruso para convertir cosas que están mal en peor.

Es el momento de Oscar, el maestro del desastre.

Derrick había conocido a esta niña, Tisha, en una reunión de orientación en la universidad y habían intercambiado números de teléfono.

“Deja pasar al menos cinco días para llamarla. Sino ella pensará que eres un desesperado” sentenció Oscar.

“Pero me pidió que la llamara esta noche…” intentó Derrick.

“No importa!” dijo Oscar con Firmeza.

“Es que me habló de ir a una exposición de…”

“No importa!” interrumpió Oscar.

“Pero es…”

“No!” determinó mi esposo y fue el fin de la conversación.

Si bien estaba ocupada debido al trabajo acumulado en mi oficina (Me había llevado toneladas de formularios a casa) me sentí culpable por no refutar la estrategia de Oscar. Una semana pasó y me encontré a Derrick en el supermercado. Con dudas, para que no pensara que soy una entrometida, entablé un diálogo sobre la carrera que seguiría en la universidad para finalizar con su historia con Tisha.

“Seguí paso a paso lo que me recomendó Mr. Bolt,” dijo el muchacho muy acongojado “Al quinto día llamé a Tisha. Ella me dijo que no le gustaban los hombres inmaduros y que faltan a su palabra por hacerse los macho-man”

Acongojada, luego de la cena, cerqué a Oscar en la cocina y abordé el tema de Derrick, haciéndole jurar que no intervendría en la vida de terceros, brindando consejos inmaduros.

Por supuesto, las promesas de Oscar están para romperse.

A principios de mes, me encontré con Derrick en la iglesia y me contó sobre esta nueva joven, Theresa, una barista en Starbucks, que había conocido en el supermercado, pero ella -luego de un par de semanas, se había alejado de él dándole a conocer que lo encontraba muy desesperado, necesitado de cariño, que la ahogaba.

“No entiendo” dije, curiosa “¿Qué sucedió?”

“Le envié flores, bombones, la llamaba dos o tres veces al día, me preocupaba por su trabajo, por su familia…,” dijo Derrick, completamente acongojado “Tal como me lo sugirió Mr. Bolt…”

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 22, 2022


 

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