Leni Riefenstahl sigue siendo una de las figuras más polarizantes de la historia del cine: una directora pionera cuya brillantez técnica estuvo inextricablemente ligada a la propaganda más oscura del siglo XX. Sus películas El triunfo de la voluntad (1935) y Olimpia (1938) son ampliamente consideradas obras maestras del cine, pero también fueron encargadas por Adolf Hitler y sirvieron para glorificar al régimen nazi. El debate sobre si su obra puede separarse de su función ideológica alcanzó su punto álgido en la década de 1970, cuando la intelectual estadounidense Susan Sontag lanzó una crítica mordaz que desató una disputa transatlántica.
Riefenstahl, quien durante mucho tiempo había negado cualquier afiliación política al nazismo, insistió en que sus películas eran “obras de arte” apolíticas. Afirmó que El triunfo de la voluntad era un documental, no propaganda, y que no participó en la planificación del mitin de Núremberg de 1934 que retrataba. Sin embargo, críticos e historiadores, incluida Sontag, argumentaron lo contrario. En su ensayo de 1975, Fascinating Fascism (Fascinando el fascismo), publicado en The New York Review of Books, Sontag desmanteló el mito de la inocencia artística de Riefenstahl. Argumentó que la estética de Riefenstahl —que glorificaba la fuerza, la unidad y la sumisión a la autoridad— no era mera coincidencia, sino central para la ideología fascista.
RiefensthalSontag
El ensayo de Sontag marcó un punto de inflexión. Acusó a Riefenstahl de reinventarse como una artista incomprendida sin reconocer nunca plenamente su complicidad. «El poder de la obra de Riefenstahl», escribió Sontag, «radica en su identificación con la estética nazi: la idealización de la sumisión, la transformación de la política en espectáculo». También criticó la disposición del mundo artístico a rehabilitar a Riefenstahl, calificándola de peligrosa amnesia cultural.
La reacción fue inmediata. Los defensores de Riefenstahl, incluyendo a estudiosos del cine como David B. Hinton, acusaron a Sontag de errores factuales y sesgo ideológico. Argumentaron que las películas de Riefenstahl eran técnicamente innovadoras y que su relación personal con Hitler era exagerada. Algunos incluso afirmaron que El triunfo de la voluntad era la crónica de un evento, no una puesta en escena, a pesar de la evidencia de que Riefenstahl tenía un control significativo sobre la presentación visual de la manifestación.
Irónicamente, la propia Sontag elogió en una ocasión el arte de Riefenstahl en su ensayo de 1965 “Sobre el estilo”, calificando su obra de “elegante” e “inteligente”. Su posterior cambio de opinión fue una inusual admisión pública de error, que subrayó la complejidad moral de evaluar el arte nacido de regímenes totalitarios.
Hoy en día, el debate Riefenstahl-Sontag sigue siendo un caso de estudio en la ética de la estética. ¿Puede la belleza separarse de la ideología? ¿Debería la maestría técnica excusar la ceguera moral? Estas preguntas siguen rondando no solo la historia del cine, sino también el análisis cultural más amplio de la propaganda, la complicidad y el poder seductor del espectáculo.
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Leni Riefenstahl sigue siendo una de las figuras más polarizantes de la historia del cine: una directora pionera cuya brillantez técnica estuvo inextricablemente ligada a la propaganda más oscura del siglo XX. Sus películas El triunfo de la voluntad (1935) y Olimpia (1938) son ampliamente consideradas obras maestras del cine, pero también fueron encargadas por Adolf Hitler y sirvieron para glorificar al régimen nazi. El debate sobre si su obra puede separarse de su función ideológica alcanzó su punto álgido en la década de 1970, cuando la intelectual estadounidense Susan Sontag lanzó una crítica mordaz que desató una disputa transatlántica.
Riefenstahl, quien durante mucho tiempo había negado cualquier afiliación política al nazismo, insistió en que sus películas eran “obras de arte” apolíticas. Afirmó que El triunfo de la voluntad era un documental, no propaganda, y que no participó en la planificación del mitin de Núremberg de 1934 que retrataba. Sin embargo, críticos e historiadores, incluida Sontag, argumentaron lo contrario. En su ensayo de 1975, Fascinating Fascism (Fascinando el fascismo), publicado en The New York Review of Books, Sontag desmanteló el mito de la inocencia artística de Riefenstahl. Argumentó que la estética de Riefenstahl —que glorificaba la fuerza, la unidad y la sumisión a la autoridad— no era mera coincidencia, sino central para la ideología fascista.
El ensayo de Sontag marcó un punto de inflexión. Acusó a Riefenstahl de reinventarse como una artista incomprendida sin reconocer nunca plenamente su complicidad. «El poder de la obra de Riefenstahl», escribió Sontag, «radica en su identificación con la estética nazi: la idealización de la sumisión, la transformación de la política en espectáculo». También criticó la disposición del mundo artístico a rehabilitar a Riefenstahl, calificándola de peligrosa amnesia cultural.
La reacción fue inmediata. Los defensores de Riefenstahl, incluyendo a estudiosos del cine como David B. Hinton, acusaron a Sontag de errores factuales y sesgo ideológico. Argumentaron que las películas de Riefenstahl eran técnicamente innovadoras y que su relación personal con Hitler era exagerada. Algunos incluso afirmaron que El triunfo de la voluntad era la crónica de un evento, no una puesta en escena, a pesar de la evidencia de que Riefenstahl tenía un control significativo sobre la presentación visual de la manifestación.
Irónicamente, la propia Sontag elogió en una ocasión el arte de Riefenstahl en su ensayo de 1965 “Sobre el estilo”, calificando su obra de “elegante” e “inteligente”. Su posterior cambio de opinión fue una inusual admisión pública de error, que subrayó la complejidad moral de evaluar el arte nacido de regímenes totalitarios.
Hoy en día, el debate Riefenstahl-Sontag sigue siendo un caso de estudio en la ética de la estética. ¿Puede la belleza separarse de la ideología? ¿Debería la maestría técnica excusar la ceguera moral? Estas preguntas siguen rondando no solo la historia del cine, sino también el análisis cultural más amplio de la propaganda, la complicidad y el poder seductor del espectáculo.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 5, 2025
Tags: Adolf Hitler, Leni Riefenstahl, Susan SontagRelated Posts
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