Joe Biden necesita una base de seguidores incondicionales. Sus laderos, los hombres del presidente que nunca se vieron hasta ahora. Todo político debe tener una base. Esa base son las personas que están presentes cuando se falla, en los malos mmentos. La base de Ronald Reagan se quedó con él durante el escándalo Irán-Contra, a pesar de que se sorprendió cuando lo encontraron vendiendo armas a Irán. La base de Bill Clinton lo apoyó durante el escándalo de Monica Lewinsky, aunque no pudo defender su comportamiento. La base de Donald Trump sigue siendo leal a pesar de que fue derrotado (algo que se niegan a aceptar).
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Joe Biden no es una figura inspiradora como Barack Obama o el campeón de una causa como Reagan o un líder que canaliza resentimientos como Trump. Biden es un político profesional y se espera que un político profesional tenga las habilidades para reconciliar intereses en competencia, hacer tratos y hacer las cosas. Su trabajo es generar resultados. Biden está bajo una enorme presión en este momento para hacer precisamente eso.Hasta ahora, Biden no ha cumplido muchas de sus promesas de campaña: reforma policial, inmigración, derecho al voto, aumento del salario mínimo federal, eliminación del obstruccionismo. Realizó una retirada de Afganistán, pero de una manera que la mayoría de los estadounidenses consideraron desastroza, incompetente y humillante. Para empeorar las cosas, la recuperación económica parece haberse estancado. La inflación amenaza con salirse de control, lo que lleva a la especulación de que Biden podría convertirse en otro Jimmy Carter.
El único problema que se espera que cumpla Biden es la pandemia. Es el tema que derrotó a Trump y consiguió que Biden fuera elegido. En este momento, el país tiene fatiga pandémica y la percepción de que la administración Biden no está haciendo lo suficiente al respecto. El declive del presidente es alarmante, y no se va a revertir al aprobar estos dos proyectos de ley solamente (el proyecto de ley de infraestructura del presidente y su legislación sobre redes de seguridad). Tiene que controlar el COVID. Poner fin a la pandemia puede estar más allá del poder de cualquier presidente o gobierno. Pero es el tema central del malestar nacional actual. La estrategia de la administración Biden se centra en los mandatos de vacunación y enmascaramiento, mientras que los republicanos están haciendo todo lo posible para socavar esas políticas.
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El presidente no puede cumplir las mínimas propuestas de su agenda y hay una razón clave. En “El príncipe”, publicado en 1532, Niccolo Machiavelli preguntaba si era más prudente que un príncipe fuera amado o temido. Su respuesta: “Es mejor ser temido que amado”. Eso es cierto tanto para los presidentes como para los príncipes. Cada nuevo presidente tiene que establecer “el factor miedo”. Debe demostrar que hay que pagar un precio por desafiarlo. En los viejos tiempos, los presidentes demócratas eran famosos por su dureza. Franklin D. Roosevelt dijo sobre sus oponentes políticos en 1936: “Ellos son unánimes en su odio hacia mí, y doy la bienvenida a su odio”. Harry Truman mostró su dureza cuando despidió al Gen. Douglas MacArthur por insubordinación. John F. Kennedy lo mostró en la crisis de los misiles cubanos. Cualquiera que se atreviera a desafiar a Lyndon Johnson estaría en el “tratamiento Johnson”. Reagan mostró su dureza cuando enfrentó una huelga de los controladores de tráfico aéreo de la nación.
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Donald Trump, por otro lado, exageró “el factor miedo”. Fue tan vengativo que terminó asustando a los votantes. Y pagó un precio por ello en las urnas en 2020.
Los demócratas podrían abandonar a Biden si no creen que pueda ofrecerles cobertura política. Eso sucede a menudo cuando el índice de aprobación del trabajo de un presidente cae por debajo del 50 por ciento, que es lo que le sucedió a Biden después de la retirada de Afganistán en agosto. En algún lugar, en algún momento, los miembros del Congreso deben comprender que no pueden desafiar al presidente con impunidad. Deben temerle. Y Biden no debe esconderse. Es la política de hoy. Es Machiavelli.
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Joe Biden necesita una base de seguidores incondicionales. Sus laderos, los hombres del presidente que nunca se vieron hasta ahora. Todo político debe tener una base. Esa base son las personas que están presentes cuando se falla, en los malos mmentos. La base de Ronald Reagan se quedó con él durante el escándalo Irán-Contra, a pesar de que se sorprendió cuando lo encontraron vendiendo armas a Irán. La base de Bill Clinton lo apoyó durante el escándalo de Monica Lewinsky, aunque no pudo defender su comportamiento. La base de Donald Trump sigue siendo leal a pesar de que fue derrotado (algo que se niegan a aceptar).
Joe Biden no es una figura inspiradora como Barack Obama o el campeón de una causa como Reagan o un líder que canaliza resentimientos como Trump. Biden es un político profesional y se espera que un político profesional tenga las habilidades para reconciliar intereses en competencia, hacer tratos y hacer las cosas. Su trabajo es generar resultados. Biden está bajo una enorme presión en este momento para hacer precisamente eso.Hasta ahora, Biden no ha cumplido muchas de sus promesas de campaña: reforma policial, inmigración, derecho al voto, aumento del salario mínimo federal, eliminación del obstruccionismo. Realizó una retirada de Afganistán, pero de una manera que la mayoría de los estadounidenses consideraron desastroza, incompetente y humillante. Para empeorar las cosas, la recuperación económica parece haberse estancado. La inflación amenaza con salirse de control, lo que lleva a la especulación de que Biden podría convertirse en otro Jimmy Carter.
El único problema que se espera que cumpla Biden es la pandemia. Es el tema que derrotó a Trump y consiguió que Biden fuera elegido. En este momento, el país tiene fatiga pandémica y la percepción de que la administración Biden no está haciendo lo suficiente al respecto. El declive del presidente es alarmante, y no se va a revertir al aprobar estos dos proyectos de ley solamente (el proyecto de ley de infraestructura del presidente y su legislación sobre redes de seguridad). Tiene que controlar el COVID. Poner fin a la pandemia puede estar más allá del poder de cualquier presidente o gobierno. Pero es el tema central del malestar nacional actual. La estrategia de la administración Biden se centra en los mandatos de vacunación y enmascaramiento, mientras que los republicanos están haciendo todo lo posible para socavar esas políticas.
El presidente no puede cumplir las mínimas propuestas de su agenda y hay una razón clave. En “El príncipe”, publicado en 1532, Niccolo Machiavelli preguntaba si era más prudente que un príncipe fuera amado o temido. Su respuesta: “Es mejor ser temido que amado”. Eso es cierto tanto para los presidentes como para los príncipes. Cada nuevo presidente tiene que establecer “el factor miedo”. Debe demostrar que hay que pagar un precio por desafiarlo. En los viejos tiempos, los presidentes demócratas eran famosos por su dureza. Franklin D. Roosevelt dijo sobre sus oponentes políticos en 1936: “Ellos son unánimes en su odio hacia mí, y doy la bienvenida a su odio”. Harry Truman mostró su dureza cuando despidió al Gen. Douglas MacArthur por insubordinación. John F. Kennedy lo mostró en la crisis de los misiles cubanos. Cualquiera que se atreviera a desafiar a Lyndon Johnson estaría en el “tratamiento Johnson”. Reagan mostró su dureza cuando enfrentó una huelga de los controladores de tráfico aéreo de la nación.
Donald Trump, por otro lado, exageró “el factor miedo”. Fue tan vengativo que terminó asustando a los votantes. Y pagó un precio por ello en las urnas en 2020.
Los demócratas podrían abandonar a Biden si no creen que pueda ofrecerles cobertura política. Eso sucede a menudo cuando el índice de aprobación del trabajo de un presidente cae por debajo del 50 por ciento, que es lo que le sucedió a Biden después de la retirada de Afganistán en agosto. En algún lugar, en algún momento, los miembros del Congreso deben comprender que no pueden desafiar al presidente con impunidad. Deben temerle. Y Biden no debe esconderse. Es la política de hoy. Es Machiavelli.
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 7, 2021