La Democracia de hoy. El lamentable “arte” de practicar Política 

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Por Jorge B. Lobo Aragón.

 

 

Opinión: 

 

Si existe un término en la lengua política de nuestra civilización que ha pasado a convertirse en un santo y seña ideológico, es el de Democracia. Término que está inevitablemente impregnado de ideologismo y su significación es tan variable y antojadiza como la propaganda de la cual depende de un modo fundamental y necesario.  Pero para tener una clara comprensión  del mismo se debe distinguir con claridad entre lo que sucede con un pueblo y aquello que puede acontecer en una sociedad de masas. La sociedad de masas es hija de la publicidad e incumbe a ésta convencerla de que efectivamente participa en el gobierno porque se la convoca, de vez en cuando, a elegir los candidatos seleccionados por la misma propaganda. Es por eso que debemos tener mucho cuidado en estas últimas elecciones y es el  motivo de mi permanente llamado “A la calle por ser Justicia”,   y la importancia vital de la participación activa de los jóvenes en esta y  toda contienda política.En especial cuando la política y la justicia están gravemente degradadas.  No debemos olvidar que  una comunidad humana se convierte en masa, cuando, desaparecen las jerarquías impuestas por la historia y, bajo el pretexto de una igualación de oportunidades, se destruyen los esfuerzos familiares y nacen en las tinieblas los poderes ocultos del dinero o los más ostensibles del mérito perturbador. En un discurso  en el año 1946 el Papa Pio XII  hacía una seria advertencia a las clases dirigentes de la sociedad, señalando las exigencias que les imponía la promoción del bien común y el cuidado de todos aquellos bajo su dirección. El Santo Padre decía que “la multitud innumerable, anónima, es presa fácil de la agitación desordenada, se abandona a ciegas, pasivamente, al torrente que la arrastra o al capricho de las corrientes que la dividen y extravían. Una vez convertida en juguete de las pasiones o los intereses de sus agitadores, la muchedumbre no sabe ya asentar firmemente su pie sobre la roca y consolidarse así para formar un verdadero pueblo. Es decir un cuerpo viviente con sus miembros y sus órganos diferenciados según sus formas y funciones respectivas, concurriendo todos juntos a su actividad autónoma en el orden y la unidad”. En la actualidad ya no se cree en el espíritu ni en los buenos hábitos formados a la luz de la doctrina cristiana. Los que gobiernan consideran más ventajosos los expedientes hipócritas por los que se hace creer a las masas que gobiernan ellas. Se las halaga y se las nutre espiritualmente con utopías, para explotarlas mejor y envilecerlas sin remordimientos. Debemos entender que toda actividad humana divide al mundo en dos categorías contrarias. La religión, en lo sagrado y lo profano; la moral, en lo bueno y lo malo; la estética en lo bello y lo feo y la ciencia en lo verdadero y lo falso. La política divide a los hombres en dos categorías: los que mandan y los que obedecen. Hoy se la reduce salvo algunas excepciones a pequeños tejemanejes y artimañas, ignorando su importancia en el destino de todos. Lejos de considerarse a la política como la Sabiduría, sabiduría esencial, no pura sabiduría sino sabiduría práctica, tal como  la definía Santo Tomás,  actualmente existen varias formas de entenderla. Es como la palabra “negocio” que se comprende de manera muy distinta según sea la operación de que se trate. Sin  pretender agotar la lista, casi  de manera casi sistemática y simultánea durante mucho tiempo en nuestro país, se la viene considerado  o como: El  “arte de lo posible”, que acepta a la Política como que “es el arte de imponer a la sociedad la vigencia de una ideología falsa por medio del apoderamiento y utilización del Estado”. Esta era la política revolucionaria, la de los liberales de la revolución francesa, de la revolución comunista rusa, la de Mussolini y de Hitler. Que consistía en una serie de artilugios, mentiras y trasgresiones para imponerse por la violencia y el engaño. Es más bien una conjura delictiva basada en la complicidad de unos pocos y la traición de muchos. O también como una profesión lucrativa a la cual algunos individuos deshonestos se dedican para hacerse ricos. Así es lamentablemente la política que actualmente observamos en gran parte de la dirigencia de nuestro país que conlleva a la formación de cuadros corruptos e ineptos. Se consiente  de ese modo a la “Política” como  el arte de engañar a casi todos para conseguir un objetivo inconfesable. Vemos a diario a los políticos de esta clase  con sus diversos matices. Los hay farsantes descarados, como lo son los que hablan de servir al “pueblo” pero se enriquecen mediante el abandono de los pobres, de los enfermos, de los viejos y de los débiles. Los partidos reciben y sostienen  a los candidatos “iluminados” que se creen inspirados, por no se sabe qué “dioses” falsos, aunque en sus momentos de lucidez sospechan vehementemente que esa inspiración no existe.   Y seguimos también con aquellos que creen que la “Política” es saber mentir con habilidad de tal manera que uno consiga que otros entreguen lo que no les conviene entregar, creyendo que no tienen más remedio. Habilidad  que sería infructuosa si no fuera por la credulidad cobarde de los que se ceden a esos artilugios. A esa relación entre el ingenio del estafador y la ingenuidad del estafado, se le llama también “política”. Siguiendo con la enumeración, también se dice que “Política” es el arte de ganar elecciones por cualquier medio fraudulento, sin que los defraudados se den cuenta, ni quieran darse cuenta. Esta es la política de los “democráticos”, raza despreciable de tartufos que saben perfectamente que sus “partidos”, sus “elecciones”, sus “padrones” y sus “escrutinios” son todas mentiras. Y hay una multitud de  incautos que creen que ese montaje es “democracia.  Esa, “la multitud innumerable, anónima, o masa,  es presa fácil, después convertida en juguete de las pasiones o los intereses de sus agitadores. La muchedumbre o masa en su mayoría sostenida por prebendas, sin una participación ciudadana activa, no sabe ni puede asentar firmemente sus pies sobre la roca, para poder consolidarse, abrir los ojos  y formar un verdadero pueblo. Por eso la importancia esencial de la participación y convivencia activa de nuestro futuro “Los Jóvenes” concurriendo todos juntos  en busca de un orden y unidad”. Nunca se debe olvidar que tenemos “un pasado de tradiciones seculares que representa valores fundamentales para la vida sana de un pueblo. Tradiciones de las que debemos sentirnos orgullosos, ya que contamos en primer lugar con la religión, la fe católica, viva y operante. La política es sabiduría y propio del sabio es ordenar, juzgar, y lo propio del prudente es obrar la verdad en vista del bien común. Por eso es que el príncipe, el gobernante, el presidente, el jefe del Estado (como se quiera llamar) es un delegado de la inteligencia divina y de la voluntad de Dios. Hemos caído en la aberración de confundir la sabiduría práctica, que es la política, con una habilidad más, y hemos substituido la soberanía de Dios por esa aberración satánica que es la Pseuda soberanía popular en manos de unos mafiosos que eyectan a la sociedad candidatos cuyos delitos claman al cielo. No necesitamos, habitantes,  sino “ciudadanos” comprometidos con la Argentina.
Dr. Jorge B. Lobo Aragón

 


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 27, 2017


 

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