A medida que analistas de defensa reflexionan sobre el equilibrio militar en el Pacífico occidental, las consideraciones relacionadas con la guerra submarina están llegando a un primer plano.
Dada la letalidad de los misiles antibuque de los cruceros modernos, los combates de superficie de todo tipo podrían ser escasos en el futuro campo de batalla naval.
Los ataques de precisión contra las bases aéreas (y la vulnerabilidad inherente a los portaviones) “sugieren que las plataformas aéreas podrían ser más bien escasas durante las primeras semanas críticas de cualquier conflicto militar que estalle en la región de Asia y el Pacífico”.
Lo mencionado hace que los submarinos (con ayuda de robots submarinos) “decidan la suerte de la batalla épica”. Por eso China ha decidido a reforzarse bajo el agua, creando un sistema de defensa submarina: una ‘Gran Muralla’.
A primera vista, Washington posee una considerable ventaja sobre la fuerza submarina de Pekín. Esta superioridad supone mejores sonares, submarinos más grandes y sofisticados, así como una rica experiencia tanto en el manejo de submarinos como en el desarrollo de innovadoras tecnologías de lucha antisubmarina.
Sin embargo, el gigante asiático realiza importantes esfuerzos por mejorar sus capacidades antisubmarinas. Asimismo, desarrolla y experimenta algunas doctrinas “alternativas” de guerra antisubmarina.
Además, los especialistas mencionan que la flota de submarinos nucleares de ataque de EE.UU. está disminuyendo y se estima que contará con una cifra de ‘tan sólo’ 41 sumergibles en 2029, lo que no ha pasado desapercibido para las fuentes militares chinas.
Un artículo chino dedicado a la nueva ‘Gran Muralla’ submarina de China (publicado en 2015 en ‘China Ocean New’), hace pensar que pese a que sus autores lamentan la falta de seguridad submarina del país, el gigante asiático desarrolla un potente sistema de seguimiento de los objetivos subacuáticos.
Un párrafo del artículo está dedicado a las muchas aplicaciones “no militares de un sistema de este tipo”, que incluyen garantías de alerta avanzada de los desastres naturales, tales como tifones, terremotos y tsunamis.
Los expertos del país asiático explican su sistema de vigilancia submarina como una forma importante de “reducir los riesgos sociales y económicos” sobre la numerosa población costera de China. Otra justificación que se da es que el sistema chino es similar a otros sistemas de grandes potencias marítimas involucradas en proyectos de investigación de este tipo, incluyendo a Canadá, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Sin embargo, analistas chinos indican que estos sistemas en desarrollo por parte de otros países tienen objetivos de investigación civil “y al mismo tiempo, también tendrían objetivos militares”.
De acuerdo con analistas chinos, su sistema de seguimiento submarino, aún en desarrollo, está destinado a rectificar tres ‘brechas’ persistentes en la seguridad del país, y en primer lugar se trata de que la actual falta de capacidad de monitorear objetivos subacuáticos no es acorde a su situación de gran potencia naval. Tampoco es proporcional a “la creciente amenaza estratégica”.
Los primeros elementos del sistema de observación submarina de China entraron en servicio en 2010. Otros informes que ha analizado Goldstein sugieren que un sistema de este tipo se ha montado cerca de la base de la Flota del Mar del Norte en Qingdao. Otra instalación fue instalada en la isla de Hainan en 2011 y parte de este sistema se puso en funcionamiento experimental en mayo de 2013, cerca de la base de submarinos nucleares de Sanya.
También se mencionaron otros dos proyectos, incluyendo uno en Yangshan, cerca de Shanghái, así como uno administrado por la Universidad de Zhejiang, en la isla Zhairuoshan. Este último sistema fue instalado en agosto de 2013.
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A medida que analistas de defensa reflexionan sobre el equilibrio militar en el Pacífico occidental, las consideraciones relacionadas con la guerra submarina están llegando a un primer plano.
Dada la letalidad de los misiles antibuque de los cruceros modernos, los combates de superficie de todo tipo podrían ser escasos en el futuro campo de batalla naval.
Los ataques de precisión contra las bases aéreas (y la vulnerabilidad inherente a los portaviones) “sugieren que las plataformas aéreas podrían ser más bien escasas durante las primeras semanas críticas de cualquier conflicto militar que estalle en la región de Asia y el Pacífico”.
Lo mencionado hace que los submarinos (con ayuda de robots submarinos) “decidan la suerte de la batalla épica”. Por eso China ha decidido a reforzarse bajo el agua, creando un sistema de defensa submarina: una ‘Gran Muralla’.
A primera vista, Washington posee una considerable ventaja sobre la fuerza submarina de Pekín. Esta superioridad supone mejores sonares, submarinos más grandes y sofisticados, así como una rica experiencia tanto en el manejo de submarinos como en el desarrollo de innovadoras tecnologías de lucha antisubmarina.
Sin embargo, el gigante asiático realiza importantes esfuerzos por mejorar sus capacidades antisubmarinas. Asimismo, desarrolla y experimenta algunas doctrinas “alternativas” de guerra antisubmarina.
Además, los especialistas mencionan que la flota de submarinos nucleares de ataque de EE.UU. está disminuyendo y se estima que contará con una cifra de ‘tan sólo’ 41 sumergibles en 2029, lo que no ha pasado desapercibido para las fuentes militares chinas.
Un artículo chino dedicado a la nueva ‘Gran Muralla’ submarina de China (publicado en 2015 en ‘China Ocean New’), hace pensar que pese a que sus autores lamentan la falta de seguridad submarina del país, el gigante asiático desarrolla un potente sistema de seguimiento de los objetivos subacuáticos.
Un párrafo del artículo está dedicado a las muchas aplicaciones “no militares de un sistema de este tipo”, que incluyen garantías de alerta avanzada de los desastres naturales, tales como tifones, terremotos y tsunamis.
Los expertos del país asiático explican su sistema de vigilancia submarina como una forma importante de “reducir los riesgos sociales y económicos” sobre la numerosa población costera de China. Otra justificación que se da es que el sistema chino es similar a otros sistemas de grandes potencias marítimas involucradas en proyectos de investigación de este tipo, incluyendo a Canadá, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Sin embargo, analistas chinos indican que estos sistemas en desarrollo por parte de otros países tienen objetivos de investigación civil “y al mismo tiempo, también tendrían objetivos militares”.
De acuerdo con analistas chinos, su sistema de seguimiento submarino, aún en desarrollo, está destinado a rectificar tres ‘brechas’ persistentes en la seguridad del país, y en primer lugar se trata de que la actual falta de capacidad de monitorear objetivos subacuáticos no es acorde a su situación de gran potencia naval. Tampoco es proporcional a “la creciente amenaza estratégica”.
Los primeros elementos del sistema de observación submarina de China entraron en servicio en 2010. Otros informes que ha analizado Goldstein sugieren que un sistema de este tipo se ha montado cerca de la base de la Flota del Mar del Norte en Qingdao. Otra instalación fue instalada en la isla de Hainan en 2011 y parte de este sistema se puso en funcionamiento experimental en mayo de 2013, cerca de la base de submarinos nucleares de Sanya.
También se mencionaron otros dos proyectos, incluyendo uno en Yangshan, cerca de Shanghái, así como uno administrado por la Universidad de Zhejiang, en la isla Zhairuoshan. Este último sistema fue instalado en agosto de 2013.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 15, 2024