“En idioma Mapuche, Catriel significaría ‘Cara Cortada’ o que exhibe una Cicatriz”
Catriel vendría a ser el apellido de una dinastía de Caciques Pampas, que vivió y reinó durante el siglo XIX. Comenzó efectivamente, con Juan Catriel III, llamado “El Viejo” (Vuta Catriel = viejo, padre) nacido en 1775 aproximadamente, en lo que hoy es el Partido de Tapalqué. Fue sucedido por su hijo Juan Catriel IV “El Joven” y a este, su hijo Cipriano Catriel V, finalizando esta dinastía, con Juan José Catriel, hermano de Cipriano.
Como no soy historiador “diplomado”, en este sencillo trabajo, trataré de narrar, de acuerdo a documentación existente y escritos de diversos historiadores, con la impronta personal en la escritura, los aspectos salientes de una historia rica en situaciones y anécdotas que tuvieron como escenario, la Pampa Argentina. Como corresponde, los errores que puedan aparecer, son responsabilidad del que escribe, algo que ocurre al tratar hechos históricos, pero las opiniones son libres, los hechos son sagrados y éstos, que dan marco a la historia, son mostrados fielmente con las aclaraciones y citas del caso.
El iniciador de la Dinastía Catriel, nace, como adelanté, alrededor de 1775, en el hoy partido de Tapalqué, entre éste y Olavarría. Su padre Causel, sería el fundador real de la dinastía catrielera, pero quien hizo trascender esta fama, fue Juan “El Viejo”. De tez amarilla cobriza y corta estatura. Catriel “el viejo” era bien proporcionado, aunque de piernas arqueadas. Usaba cabello largo, cuadrado su corte en la frente, cara achatada y mirada inquieta, pero siempre fija en el horizonte, de barba rala. Con referencia a su procedencia étnica, hay diferentes versiones. Algunos historiadores difieren, sosteniendo que su origen es Araucano (Eliseo Tello, José Arenas) mientras que otros como Rodolfo Casamiquela o Alberto Sarramone, afirman la ascendencia Pampeana (pre-araucano, Pampa, gününa-küne, Tehuelche septentrional o Puelche. Pero debemos aceptar que la tribu, quedó como en todas las épocas, presa de un fuerte sometimiento Araucano en cuanto a lengua y costumbres.
Juan Catriel “el viejo” forma familia; tuvo tres esposas, de la cuales no se conoce el nombre y tiene dos hijos: Juan, nacido en 1807 y Juan Manuel aproximadamente 1808/9, no hay datos sobre este último, ya que el sucesor fue Juan y Juan Manuel quedó opacado porque se dedicaba a las tareas rurales en su hacienda. Juan es quien le sucede en 1848 a su muerte, acaecida ese mismo año. Éste a su vez tiene cuatro hijos, Cipriano, nacido en 1837 – 1874; Juan José, en 1830 – 1910; Marcelino en 1831 – 1916 y Marcelina de quien poco se sabe.
En la década de 1820, algunas referencias lo ubican en territorio pampeano, con ciertas correrías con el Cacique Calfiau y el Gaucho Molina. El 7 de marzo de 1820, lo encontramos en la estancia “Miraflores” de Ramos Mejía, de la cual hice referencia en anterior escrito “Los Indios de Miraflores”. Acá, Manuel Rodríguez, gobernador de Buenos Aires, concreta un Tratado con los Caciques Ancafliu, habitante de las Sierras de Tandil, Tacumán y Tricnin en nombre de una docena de caciques, entre los que estaba Catriel. Con este tratado se logra, en momentos del Tratado de Benegas celebrado entre Buenos Aires y Santa Fe, la posibilidad de reanudar las tareas rurales con cierta seguridad. Esta confianza para restablecer tareas rurales, era también un avance al corazón de las mejores tierras pampeanas, que se encontraban en poder de los indios. Pero debemos señalar que no todos los indios que poblaban la pampa tenían iguales actitudes con respecto al adelanto de la frontera “blanca”. Esto se debía a coyunturas cambiantes, la personalidad de los Caciques y los Coroneles del Ejército.
Algunas tribus vieron la posibilidad de mantener el bienestar, haciendo comercio con los pobladores que se instalaban cerca de los fortines. Dice Rómulo Muñiz, que los pampas eran muy astutos y más diplomáticos que los Ranqueles; eran amigos por provecho y no vacilaban en quebrar alianzas y tratos según las circunstancias. Esta práctica, no cabe duda, la adquirieron por el contacto fluido con cristianos.
En 1822, el Coronel Pedro Andrés García recorre la provincia y en 1824, el Coronel Federico Rauch recorre la zona centro sud; Yanquetruz, por distintos territorios, avanzaba alzándose con ganado; fue que a estos coroneles los acompañaban, en calidad de aliados, un regular contingente de indios pertenecientes a la tribu de Catriel. Yanquetruz “El Fuerte”, era un Cacique Ranquel del sur de Córdoba, San Luis, Santa Fe y La Pampa; toma el mando Ranquel a la muerte del Cacique Carripilún, quien murió sin descendencia. En 1820, incentivado por el caudillo chileno Carreras, con 2.000 lanzas ataca los pueblos de Salto (destruyéndolo completamente) Rojas, Lobos y Chascomús, cautivando mujeres y asesinado a los hombres.
Esta alianza nos mueve a preguntar ¿por qué colaboraban luego con los blancos? Posiblemente concibieron que, en el mediano plazo, fuera un equilibrio de poder frente a caciques como Yanquetruz.
Años más tarde, Catriel “el viejo”, colabora con Rosas en su campaña al desierto junto a Cachúl, capitanejo pampa, con 1.500 indios de lanza como auxiliares y baqueanos. Catriel sabía, igual que Rosas, que no se conquistaba el desierto, pero avizoraba que no podía controlar, por sí, un territorio tan extenso y el avance de otros grupos, el cual era inevitable sobre sus recursos y esta campaña, podía ayudar a contenerlos y asegurar las tierras ocupadas por ellos.
Una gran sequía se extiende en este escenario entre 1829 y 1832 trayendo hambre, no sólo a los indios, sino a los blancos.
Un censo que ordena elaborar Rosas en 1832, la población indígena ascendía a 2.559, de los cuales 1742 eran gente de Catriel y el resto se repartía entre Cachúl, Railef y otros. Durante 1829, 200 lanzas catrieleras luchan contra Lavalle.
Cuando promediaba 1830, las tribus de Catriel y Cachúl, aliados del gobierno, tenían su asiento a orillas del Arroyo Tapalqué. Los Ranqueles, independientes de éstos, habitaban tierras que se extendían desde el sur de Córdoba y San Luis, hasta Nahuel Mapu (Bariloche); un grupo aliado, las tierras desde Guaminí hasta el Oeste, los Borogas. Estos eran parcialidades araucanas, que ingresaron a la región pampeana que, desde 1918 comienzan sus incursiones y en 1823, se asientan en Salinas Grandes.
Rosas le hace la promesa a Catriel, de tierras a perpetuidad, lo cual lo tentó. Los tratos hacen siempre alusión que “siempre y cuando estuviese tal o cual General o considerarían si tan persona participaba”; esta postura de Catriel, no dista mucho de la de cualquier gobernador o caudillo de provincia, tanto de esa época como de la actual. Si los gobernadores de esa época se apoyan en el manejo económico y su gauchaje, en un caso, en el actual, las movilizaciones; los caciques lo hacían con el aparato militar de 1.500 lanzas o más, con lo cual amenazaban dificultar la ganadería y las poblaciones del centro de la provincia de Buenos Aires. El gobierno sabía que las diferentes tendencias entre las tribus, jugaban a su favor; disminuía un bloqueo masivo peligroso y se unían a favor los aliados, los cuales eran informantes y socios cuando debían reprimir las acciones de indios rebeldes o enemigos políticos. Estos indios amigos, se asentaban en las cercanías de los fortines, posiblemente para resguardarse y abrigarse de posibles ataques.
Los caciques amigos no olvidaban la primavera de 1834, cuando varios escuadrones de indios chilenos, llegaron a los toldos de los Borogas y los exterminaron, asesinando a los Jefes Rondeau y Melín. Dos años más tarde, atacan las tolderías de las tribus de Tapalqué. Calfucurá había llegado para instalarse definitivamente en la pampa.
En 1835, Catriel “el viejo” esta ubicado en Tapalqué y es un aliado del gobierno. Participa el 7 de noviembre de 1839, en la Batalla de los Libres del Sud, en Chascomús, contra los hacendados que se levantaron contra el Restaurador Rosas. En 1840, don Juan Manuel le entrega tierras en el Arroyo Nievas, partido de Olavarría, y esto reafirma la convicción del Cacique que con su colaboración, ha logrado un lugar definitivo en esta zona de la pampa que no podrá ser reclamada por nadie, ni siquiera por otras tribus. Son tierras productivas y las puede poblar con hacienda; en sus tratados consigue una Yegua cada 40 personas; su gente sobrevive con las raciones que el envía don Juan Manuel. Lo que causa sorpresa, es que justamente uno de los representantes de los “dueños de la tierra”, optó por legalizar una situación que la tradición le otorgaba por si. Pero así se dieron estas cuestiones de la propiedad.
Rosas convierte a Juan “el viejo”, en un personaje aceptado por la sociedad porteña; amigo defensor del régimen y listo para apoyar al Restaurador ante la menor dificultad. Catriel, familia y comitiva, viajan a Buenos Aires en 1834 y 1835. En el primero de los viajes, permanece unos meses para recibir tratamiento médico y reside en una casa alquilada. El segundo viaje, es de carácter protocolar, Catriel es acompañado por 21 lanceros para saludar personalmente al gobernador Rosas, en la asunción con la suma del poder público. Algo significativo, son los 21 Lanceros, remedando a los 21 cañonazos con que se recibe a una autoridad o personaje de importancia, para rendirle pleitesía.
Catriel “el viejo” no sólo era confiable para Rosas, sino un modelo de referencia cuando de acercar caciques se trataba. En el Tratado de Paz con Painé (Zorro Azul o Zorro Celeste), Cacique Ranquel, sobrino de Yanquetruz, en 1840, dice Rosas: “puede venir Painé o algunos casiques a Tapalqué a verse con Catrié y demás caciques amigos, para oír de boca de ellos quien soy yo” SIC.
Esto se traducía en mercancías que el gobierno entregaba periódicamente. En 1845 las raciones constaban de lo siguiente:
“Para el Casique Catrié:
1 docena de tarros de ginebra 40
10 arrobas tabaco negro 50
28 botellas de caña 140
20 pesos jabón negro
30 pesos pan
4 mantas de paño punzó buenas 160
4 calzoncillos lienzo asargado 40
4 camisas i tablón 36
1 sombrero de felpa fino 70
4 pañuelos de algodón a cuadros grandes 16
36 botellas de vino carlón 90
….arroz 8
1 y cuarto azúcar 69
5 arrobas yerba paraguaya 300
Archivo Histórico de Azul, Legajo año 1845, nro. 22 (copiado tal cual esta expresado)
Al tiempo a estas mercancías, se agregaron ollas y pavas de hierro, papel y baldes.
En 1840, Rosas está acorralado por distintas situaciones políticas, lo que nos lleva a pensar que Catriel tuvo en cuenta esta coyuntura y aprovechó la necesidad para sacar ventajas económicas. Pero no supo percibir ciertos aspectos de la vida política del país y del mundo en general; la caída de Rosas fue una, nunca supuso que un hombre aparentemente poderoso, perdiera el poder; el avance del desarrollo de un sistema capitalista y liberal en toda la región, fue el otro. Tampoco debemos soslayar que, con la caída de Rosas, otras ideas, de la mano de otras personas respecto al trato con los indios, se harían presentes.
Todo cambia en 1850, pero Catriel “el viejo” no llega a verlo, ya que fallece en 1848.
Asume el mando, su hijo, Juan Catriel IV “El Joven”, padre de Cipriano y Juan José, de quien la historia, en el caso de Cipriano, tiene también, un capítulo muy amplio y poco difundido.
“En idioma Mapuche, Catriel significaría ‘Cara Cortada’ o que exhibe una Cicatriz”
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“En idioma Mapuche, Catriel significaría ‘Cara Cortada’ o que exhibe una Cicatriz”
Catriel vendría a ser el apellido de una dinastía de Caciques Pampas, que vivió y reinó durante el siglo XIX. Comenzó efectivamente, con Juan Catriel III, llamado “El Viejo” (Vuta Catriel = viejo, padre) nacido en 1775 aproximadamente, en lo que hoy es el Partido de Tapalqué. Fue sucedido por su hijo Juan Catriel IV “El Joven” y a este, su hijo Cipriano Catriel V, finalizando esta dinastía, con Juan José Catriel, hermano de Cipriano.
Como no soy historiador “diplomado”, en este sencillo trabajo, trataré de narrar, de acuerdo a documentación existente y escritos de diversos historiadores, con la impronta personal en la escritura, los aspectos salientes de una historia rica en situaciones y anécdotas que tuvieron como escenario, la Pampa Argentina. Como corresponde, los errores que puedan aparecer, son responsabilidad del que escribe, algo que ocurre al tratar hechos históricos, pero las opiniones son libres, los hechos son sagrados y éstos, que dan marco a la historia, son mostrados fielmente con las aclaraciones y citas del caso.
El iniciador de la Dinastía Catriel, nace, como adelanté, alrededor de 1775, en el hoy partido de Tapalqué, entre éste y Olavarría. Su padre Causel, sería el fundador real de la dinastía catrielera, pero quien hizo trascender esta fama, fue Juan “El Viejo”. De tez amarilla cobriza y corta estatura. Catriel “el viejo” era bien proporcionado, aunque de piernas arqueadas. Usaba cabello largo, cuadrado su corte en la frente, cara achatada y mirada inquieta, pero siempre fija en el horizonte, de barba rala. Con referencia a su procedencia étnica, hay diferentes versiones. Algunos historiadores difieren, sosteniendo que su origen es Araucano (Eliseo Tello, José Arenas) mientras que otros como Rodolfo Casamiquela o Alberto Sarramone, afirman la ascendencia Pampeana (pre-araucano, Pampa, gününa-küne, Tehuelche septentrional o Puelche. Pero debemos aceptar que la tribu, quedó como en todas las épocas, presa de un fuerte sometimiento Araucano en cuanto a lengua y costumbres.
Juan Catriel “el viejo” forma familia; tuvo tres esposas, de la cuales no se conoce el nombre y tiene dos hijos: Juan, nacido en 1807 y Juan Manuel aproximadamente 1808/9, no hay datos sobre este último, ya que el sucesor fue Juan y Juan Manuel quedó opacado porque se dedicaba a las tareas rurales en su hacienda. Juan es quien le sucede en 1848 a su muerte, acaecida ese mismo año. Éste a su vez tiene cuatro hijos, Cipriano, nacido en 1837 – 1874; Juan José, en 1830 – 1910; Marcelino en 1831 – 1916 y Marcelina de quien poco se sabe.
En la década de 1820, algunas referencias lo ubican en territorio pampeano, con ciertas correrías con el Cacique Calfiau y el Gaucho Molina. El 7 de marzo de 1820, lo encontramos en la estancia “Miraflores” de Ramos Mejía, de la cual hice referencia en anterior escrito “Los Indios de Miraflores”. Acá, Manuel Rodríguez, gobernador de Buenos Aires, concreta un Tratado con los Caciques Ancafliu, habitante de las Sierras de Tandil, Tacumán y Tricnin en nombre de una docena de caciques, entre los que estaba Catriel. Con este tratado se logra, en momentos del Tratado de Benegas celebrado entre Buenos Aires y Santa Fe, la posibilidad de reanudar las tareas rurales con cierta seguridad. Esta confianza para restablecer tareas rurales, era también un avance al corazón de las mejores tierras pampeanas, que se encontraban en poder de los indios. Pero debemos señalar que no todos los indios que poblaban la pampa tenían iguales actitudes con respecto al adelanto de la frontera “blanca”. Esto se debía a coyunturas cambiantes, la personalidad de los Caciques y los Coroneles del Ejército.
Algunas tribus vieron la posibilidad de mantener el bienestar, haciendo comercio con los pobladores que se instalaban cerca de los fortines. Dice Rómulo Muñiz, que los pampas eran muy astutos y más diplomáticos que los Ranqueles; eran amigos por provecho y no vacilaban en quebrar alianzas y tratos según las circunstancias. Esta práctica, no cabe duda, la adquirieron por el contacto fluido con cristianos.
En 1822, el Coronel Pedro Andrés García recorre la provincia y en 1824, el Coronel Federico Rauch recorre la zona centro sud; Yanquetruz, por distintos territorios, avanzaba alzándose con ganado; fue que a estos coroneles los acompañaban, en calidad de aliados, un regular contingente de indios pertenecientes a la tribu de Catriel. Yanquetruz “El Fuerte”, era un Cacique Ranquel del sur de Córdoba, San Luis, Santa Fe y La Pampa; toma el mando Ranquel a la muerte del Cacique Carripilún, quien murió sin descendencia. En 1820, incentivado por el caudillo chileno Carreras, con 2.000 lanzas ataca los pueblos de Salto (destruyéndolo completamente) Rojas, Lobos y Chascomús, cautivando mujeres y asesinado a los hombres.
Esta alianza nos mueve a preguntar ¿por qué colaboraban luego con los blancos? Posiblemente concibieron que, en el mediano plazo, fuera un equilibrio de poder frente a caciques como Yanquetruz.
Años más tarde, Catriel “el viejo”, colabora con Rosas en su campaña al desierto junto a Cachúl, capitanejo pampa, con 1.500 indios de lanza como auxiliares y baqueanos. Catriel sabía, igual que Rosas, que no se conquistaba el desierto, pero avizoraba que no podía controlar, por sí, un territorio tan extenso y el avance de otros grupos, el cual era inevitable sobre sus recursos y esta campaña, podía ayudar a contenerlos y asegurar las tierras ocupadas por ellos.
Una gran sequía se extiende en este escenario entre 1829 y 1832 trayendo hambre, no sólo a los indios, sino a los blancos.
Un censo que ordena elaborar Rosas en 1832, la población indígena ascendía a 2.559, de los cuales 1742 eran gente de Catriel y el resto se repartía entre Cachúl, Railef y otros. Durante 1829, 200 lanzas catrieleras luchan contra Lavalle.
Cuando promediaba 1830, las tribus de Catriel y Cachúl, aliados del gobierno, tenían su asiento a orillas del Arroyo Tapalqué. Los Ranqueles, independientes de éstos, habitaban tierras que se extendían desde el sur de Córdoba y San Luis, hasta Nahuel Mapu (Bariloche); un grupo aliado, las tierras desde Guaminí hasta el Oeste, los Borogas. Estos eran parcialidades araucanas, que ingresaron a la región pampeana que, desde 1918 comienzan sus incursiones y en 1823, se asientan en Salinas Grandes.
Rosas le hace la promesa a Catriel, de tierras a perpetuidad, lo cual lo tentó. Los tratos hacen siempre alusión que “siempre y cuando estuviese tal o cual General o considerarían si tan persona participaba”; esta postura de Catriel, no dista mucho de la de cualquier gobernador o caudillo de provincia, tanto de esa época como de la actual. Si los gobernadores de esa época se apoyan en el manejo económico y su gauchaje, en un caso, en el actual, las movilizaciones; los caciques lo hacían con el aparato militar de 1.500 lanzas o más, con lo cual amenazaban dificultar la ganadería y las poblaciones del centro de la provincia de Buenos Aires. El gobierno sabía que las diferentes tendencias entre las tribus, jugaban a su favor; disminuía un bloqueo masivo peligroso y se unían a favor los aliados, los cuales eran informantes y socios cuando debían reprimir las acciones de indios rebeldes o enemigos políticos. Estos indios amigos, se asentaban en las cercanías de los fortines, posiblemente para resguardarse y abrigarse de posibles ataques.
Los caciques amigos no olvidaban la primavera de 1834, cuando varios escuadrones de indios chilenos, llegaron a los toldos de los Borogas y los exterminaron, asesinando a los Jefes Rondeau y Melín. Dos años más tarde, atacan las tolderías de las tribus de Tapalqué. Calfucurá había llegado para instalarse definitivamente en la pampa.
En 1835, Catriel “el viejo” esta ubicado en Tapalqué y es un aliado del gobierno. Participa el 7 de noviembre de 1839, en la Batalla de los Libres del Sud, en Chascomús, contra los hacendados que se levantaron contra el Restaurador Rosas. En 1840, don Juan Manuel le entrega tierras en el Arroyo Nievas, partido de Olavarría, y esto reafirma la convicción del Cacique que con su colaboración, ha logrado un lugar definitivo en esta zona de la pampa que no podrá ser reclamada por nadie, ni siquiera por otras tribus. Son tierras productivas y las puede poblar con hacienda; en sus tratados consigue una Yegua cada 40 personas; su gente sobrevive con las raciones que el envía don Juan Manuel. Lo que causa sorpresa, es que justamente uno de los representantes de los “dueños de la tierra”, optó por legalizar una situación que la tradición le otorgaba por si. Pero así se dieron estas cuestiones de la propiedad.
Rosas convierte a Juan “el viejo”, en un personaje aceptado por la sociedad porteña; amigo defensor del régimen y listo para apoyar al Restaurador ante la menor dificultad. Catriel, familia y comitiva, viajan a Buenos Aires en 1834 y 1835. En el primero de los viajes, permanece unos meses para recibir tratamiento médico y reside en una casa alquilada. El segundo viaje, es de carácter protocolar, Catriel es acompañado por 21 lanceros para saludar personalmente al gobernador Rosas, en la asunción con la suma del poder público. Algo significativo, son los 21 Lanceros, remedando a los 21 cañonazos con que se recibe a una autoridad o personaje de importancia, para rendirle pleitesía.
Catriel “el viejo” no sólo era confiable para Rosas, sino un modelo de referencia cuando de acercar caciques se trataba. En el Tratado de Paz con Painé (Zorro Azul o Zorro Celeste), Cacique Ranquel, sobrino de Yanquetruz, en 1840, dice Rosas: “puede venir Painé o algunos casiques a Tapalqué a verse con Catrié y demás caciques amigos, para oír de boca de ellos quien soy yo” SIC.
Esto se traducía en mercancías que el gobierno entregaba periódicamente. En 1845 las raciones constaban de lo siguiente:
“Para el Casique Catrié:
1 docena de tarros de ginebra 40
10 arrobas tabaco negro 50
28 botellas de caña 140
20 pesos jabón negro
30 pesos pan
4 mantas de paño punzó buenas 160
4 calzoncillos lienzo asargado 40
4 camisas i tablón 36
1 sombrero de felpa fino 70
4 pañuelos de algodón a cuadros grandes 16
36 botellas de vino carlón 90
….arroz 8
1 y cuarto azúcar 69
5 arrobas yerba paraguaya 300
Archivo Histórico de Azul, Legajo año 1845, nro. 22 (copiado tal cual esta expresado)
Al tiempo a estas mercancías, se agregaron ollas y pavas de hierro, papel y baldes.
En 1840, Rosas está acorralado por distintas situaciones políticas, lo que nos lleva a pensar que Catriel tuvo en cuenta esta coyuntura y aprovechó la necesidad para sacar ventajas económicas. Pero no supo percibir ciertos aspectos de la vida política del país y del mundo en general; la caída de Rosas fue una, nunca supuso que un hombre aparentemente poderoso, perdiera el poder; el avance del desarrollo de un sistema capitalista y liberal en toda la región, fue el otro. Tampoco debemos soslayar que, con la caída de Rosas, otras ideas, de la mano de otras personas respecto al trato con los indios, se harían presentes.
Todo cambia en 1850, pero Catriel “el viejo” no llega a verlo, ya que fallece en 1848.
Asume el mando, su hijo, Juan Catriel IV “El Joven”, padre de Cipriano y Juan José, de quien la historia, en el caso de Cipriano, tiene también, un capítulo muy amplio y poco difundido.
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 1, 2021