Electa en noviembre de 2023, la alianza libertaria de Javier Milei ha vuelto a poner en la mesa lo que cuarenta años de vida política habían enterrado meticulosamente bajo la alfombra. Influenciado por dos generaciones de ex-revolucionarios castro comunistas, que llegaron al poder tras la Guerra del Atlántico Sur en 1982, el gran país austral está ahora en las riendas de un proyecto republicano decidido en retomar su destino nacional y rectificar urgentemente la situación. Ya era hora, por así decirlo, tras un siglo de continuo declive y una última década particularmente deletérea. El mandato otorgado a la nueva coalición libertaria consiste en barrer un sistema que se ha volcado en una orgía depredadora bajo la apariencia de progresismo y de una seudo-alternancia. La obra ya empezó, aunque con cierta ligereza y contradicciones.
La gran polvareda
La gran polvareda actual tiene que ver con la revisión de las relaciones establecidas entre el Estado, la clase política y la sociedad. Desde Dic 23 el poder ejecutivo se esforzó en señalar, incluso en instancias internacionales, que el croony capitalism* y la deriva argentina resultan de la conversión del Estado en un factor para absorber la riqueza nacional y enriquecer fraudulentamente a una minoría. El consenso de un Estado liberal e inversor, activo en Argentina desde principios del siglo XX hasta 1976, fue sustituido por un consenso expoliador, responsable de succionar más de la mitad de la riqueza del país, sin reinvertirla en desarrollo.
El sector agroindustrial es el que más reclama por el fin de este orden económico. La actividad agrícola, representando el 70% del valor de las exportaciones y cerca del 90% de la balanza comercial, devuelve más de dos tercios de sus ingresos al Estado en concepto de impuestos1. Es uno de los sectores más gravados en el mundo, sin que ningún otro país vecino, incluidos los regímenes abiertamente socialistas como Bolivia, se atreva a una presión impositiva tan kafkiana. Históricamente, el Estado argentino aumentó gradualmente su gasto del 20% al 50% del PIB, a partir de 1976. Su déficit fiscal, en torno al 16% del PIB en 2023, se ha financiado con deuda y emisión monetaria, así como con una economía más o menos administrada (proteccionismo, presión sobre las empresas, control de precios, nacionalizaciones). Es difícil evitar de mencionar el balance devastador de esta espiral descendente. En 2023 -en un contexto de pobreza que afectaba a 60% de la población- la inflación anual había alcanzado los 200%, mientras el déficit de las finanzas públicas se profundizaba con una deuda exterior creciente y la captura de un tercio del PIB por año, por corrupción.
Restituir la realidad
El Presidente Javier Milei tiene todo el mérito por haber desterrado, ante todo con su discurso, este modelo interiorizado durante varias décadas en las entrañas del conformismo político. En una cultura política que había sacralizado el Estado matricialy las formas de arcaísmo que lo galvanizan, el soplo generado por esta gran polvareda ha sido una fuerza central para barajar las cartas políticas e ideológicas. Pero más allá del economicismo imperante, la hemorragia financiera no es la única consecuencia de la codicia ni de la ideología socialista que le subyace. La fractura política y social, propagada desde arriba al conjunto de la sociedad como prolongación de un conflicto más profundo y en sinergia con otras ideologías ofensivas, es un segundo elemento que aún no encuentra correas de transmisión, tras el punto de inflexión de finales de 2023.
Hace cuarenta años la derrota de la Junta Militar por el Reino Unido en la Guerra del Atlántico Sur, abrió una dolorosa brecha. El choque hizo que los antiguos grupos revolucionarios, derrotados en su lucha armada, volvieran a la arena política. Convertidos al manejo partidista del peronismo y de otras formaciones políticas tradicionales, tomaron por asalto la estructura republicana mediante el control gradual del poder judicial, luego mediante la neutralización de las fuerzas armadas y de diversos “territorios” culturales de la Nación(relato nacional, memoria, derechos, reparación histórica). Para lograrlo se beneficiaron de un entorno internacional favorable que, a partir de los años 1980, condicionó su apoyo a la implementación de una agenda progresista que hizo énfasis en el “Estado de Bienestar” (ayudas sociales, agenda onusiana**, derechos laborales, feminismo militante, etc.) y permitió así debilitar al rival del Sur en el marco de la “pax americana”, deseada por Washington. Al final, la conjunción de ambas agendas fijó a dos generaciones políticas en el estatismo parasitario y paralizó al republicanismo.
Gestionar un giro copernicano
Hoy, la situación política se ha invertido. La nueva minoría liderada por “La Libertad Avanza” se ha comprometido en sustituir el modelo fagocitador por un modelo republicano-liberal, frente a una mayoría política que se aferra con uñas y dientes a sus anteriores privilegios y que –paradójicamente– conserva una presencia significativa dentro de la familia gobernante -en primer lugar en el Congreso- que dominará hasta las próximas elecciones legislativas de 2025. El ejecutivo ha declarado que aplicará esta agenda sin concesiones ni gradualismo, preservando al mismo tiempo la seguridad de los más vulnerables. También ha expresado el deseo de reparar las fracturas históricas, pero con una profundidad todavía limitada.
Tres meses después de su investidura, la realidad muestra que la revisión del andamio institucional ha comenzado. La unificación de ministerios va acompañada de una importante cesárea presupuestaria en todos los ámbitos de la administración. La maquinaria especulativa del Banco Central se ha reducido, al igual que la impresión de billetes, que sigue funcionando a medio régimen. La inflación mensual ha bajado a diez puntos, mientras se recuperaron reservas en el Banco Central. El gobierno federal también ha abandonado las subvenciones que disciplinaban el ecosistema de los medios de comunicación, cambio que aún no ocurre en varios estados provinciales.Quedan dos variables importantes: la reactivación de la economía, en particular de las exportaciones y la supresión de la presión fiscal.
Una ambiciosa reforma política -el decreto “Ómnibus” y la Ley de Bases y Punto de Partida para la Libertad de los Argentinos- se emprendió en paralelo en el Parlamento y con los gobernadores. Su bloqueo a nivel parlamentario era de esperar, dada la presencia mayoritaria de la oposición, pero también por la dificultad del ejecutivo en emplear una posición excesivamente confrontativa. Tema central, los libertarios no cedieron a la tentación del “concesionismo” a ultranza, fuente central de fracasos de los contraproyectos liberales a nivel regional. Las fricciones proceden también del mundo social y sindical, que recurre a tácticas de movilización, huelgas sectoriales y ocupación del espacio público. A ello se suman el activismo criminal, jurídico e informacional, según una dinámica digna de observarse de cerca -dada la práctica aceitada de acción no convencional en las latitudes sudamericanas-.
Levedad y contradicciones
Muchos no se sorprenderán de la resistencia manifestada por una sociedad administrada, que cohabitó durante un largo tiempo con clientelismos de todo tipo. El equipo de gobierno sabe que aún cuenta con un mandato popular intacto y que debe ajustar su puntería en una ventana de oportunidad todavía muy abierta. En este sentido, los libertarios están mostrando una serie de contradicciones que en nada desmerecen su imagen popular, pero cuya continuidad es susceptible de crear serios impasses en su horizonte de reforma.
En primer lugar, el economicismo dominante no ha tomado seriamentenota de la dimensión política subyacente que extiende su dominio mucho más allá del mantenimiento de los privilegios. La matriz dominante sigue siendo la de una gran familia política, empeñada en oponerse al republicanismo, recurriendo a la esfera ilícita y criminal, librando durante cuatro décadas una guerra por el ámbito social contra sus adversarios republicanos. Al igual que en Brasil, las redes criminales y el narcotráfico han aumentado su connivencia con la esfera política, no sólo a través de la permeabilidad natural de las instituciones, sino también mediante complicidades deliberadas. Esta dimensión de concordia social y reconstrucción del aparato de seguridad, aunque bien sintetizada en varias figuras gubernamentales, sólo aparece tímidamente en la agenda oficial. En los años noventa, Carlos Menem se mostró sumamente conciliador al respecto. La experiencia demuestra que posponer este tema tarde o temprano provoca deflagraciones internas.
De hecho, esta cuestión se refleja en la propia composición del gobierno. Varios ministros o secretarios de Estado, tales como Daniel Scioli (secretario de Turismo), Guillermo Francos (ministro del Interior) o Mariano Cúneo Libarona (ministro de Justicia), así como otros funcionarios, provienen directamente de la familia política opositora y trabajan para mantener el orden social anterior. Algunos de ellos se han visto implicados en casos de corrupción, su postura oficial tendiendo a limitar la persecución del delito y enmascarar la connivencia implícita entre ambos mundos.
El caso de la petrolera YPF es un ejemplo emblemático. Su nacionalización en los años 1990 creó inicialmente una maniobra de corrupción que fue sancionada por los tribunales internacionales a pedido de los mismos accionistas fraudulentos de la empresa. Las multas recientemente definidas -16 millones de dólares- implican ahora el pago de cinco veces el valor nominal de la empresa a los propios actores de la corrupción inicial. Hacer “tabula rasa” de semejante engaño y pasar la factura al resto de la sociedad, crearía una brecha difícilmente manejable en el estado actual del país y en los términos políticos establecidos por la coalición libertaria. Sin embargo, un pacto de silencio parece instalarse con el posible involucramiento de ciertos actores financieros, lejos de ser irreprochables, que apoyaron la campaña de Javier Milei -en particular Eduardo Elsztain2-.
Por último, algunas medidas macroeconómicas muestran un sorprendente grado de complacencia con los marcos de pensamiento anteriores. La subida diferencial de los impuestos -duramente criticada por Javier Milei en su campaña- fue aplicada desde el principio por sus nuevos responsables financieros, a contramano de las lecciones de la historia argentina. Desde el retorno de la democracia los sucesivos gobiernos han demostrado que el aumento de la presión fiscal -en respuesta a la necesidad de estimular la economía- seguía un sesgo meramente ideológico y conducía a un agotamiento, tanto de la recaudación como del sector productivo. Sin embargo, se ha tomado esta dirección paralelamente a un ajuste del gasto público cuyo coste recae en buena parte sobre la población3.
Los libertarios cuentan hoy con el pleno apoyo de la sociedad4, consciente de la dificultad de dar vuelta la página. Cabe esperar -que en un futuro próximo- la pertinencia del mensaje libertario coincida más con una mayor cohesión en su programa.
Aclaraciones y citas:
*Cronny capitalism: Capitalista de amigos.
**Onuciana: significa lo referente o afecto a la O. N. U. y también “onusionar”, “onusionante”, “onusificante”.
Licenciado en Ciencias de la Tierra por la Universidad de Rennes 1 (Francia) en 1997, François Soulard trabajó por primera vez como director de proyectos para el Consejo Regional Norte-Paso de Calais sobre desarrollo sostenible y educación ambiental. Apasionado de la aventura y joven activista internacionalista, creó la asociación Traversées en 2003 para emprender un viaje itinerante de tres años por todo el mundo, con el objetivo de explorar modos de organización de las sociedades y enfoques del desarrollo. En 2008 se radicó en Argentina y participó de diversos movimientos sociales y asambleas ciudadanas en América Latina, África y Asia, en vinculación con el movimiento Alianza por un Mundo Responsable, Plural y Solidario.
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Por François Soulard.
Electa en noviembre de 2023, la alianza libertaria de Javier Milei ha vuelto a poner en la mesa lo que cuarenta años de vida política habían enterrado meticulosamente bajo la alfombra. Influenciado por dos generaciones de ex-revolucionarios castro comunistas, que llegaron al poder tras la Guerra del Atlántico Sur en 1982, el gran país austral está ahora en las riendas de un proyecto republicano decidido en retomar su destino nacional y rectificar urgentemente la situación. Ya era hora, por así decirlo, tras un siglo de continuo declive y una última década particularmente deletérea. El mandato otorgado a la nueva coalición libertaria consiste en barrer un sistema que se ha volcado en una orgía depredadora bajo la apariencia de progresismo y de una seudo-alternancia. La obra ya empezó, aunque con cierta ligereza y contradicciones.
La gran polvareda
La gran polvareda actual tiene que ver con la revisión de las relaciones establecidas entre el Estado, la clase política y la sociedad. Desde Dic 23 el poder ejecutivo se esforzó en señalar, incluso en instancias internacionales, que el croony capitalism* y la deriva argentina resultan de la conversión del Estado en un factor para absorber la riqueza nacional y enriquecer fraudulentamente a una minoría. El consenso de un Estado liberal e inversor, activo en Argentina desde principios del siglo XX hasta 1976, fue sustituido por un consenso expoliador, responsable de succionar más de la mitad de la riqueza del país, sin reinvertirla en desarrollo.
El sector agroindustrial es el que más reclama por el fin de este orden económico. La actividad agrícola, representando el 70% del valor de las exportaciones y cerca del 90% de la balanza comercial, devuelve más de dos tercios de sus ingresos al Estado en concepto de impuestos1. Es uno de los sectores más gravados en el mundo, sin que ningún otro país vecino, incluidos los regímenes abiertamente socialistas como Bolivia, se atreva a una presión impositiva tan kafkiana. Históricamente, el Estado argentino aumentó gradualmente su gasto del 20% al 50% del PIB, a partir de 1976. Su déficit fiscal, en torno al 16% del PIB en 2023, se ha financiado con deuda y emisión monetaria, así como con una economía más o menos administrada (proteccionismo, presión sobre las empresas, control de precios, nacionalizaciones). Es difícil evitar de mencionar el balance devastador de esta espiral descendente. En 2023 -en un contexto de pobreza que afectaba a 60% de la población- la inflación anual había alcanzado los 200%, mientras el déficit de las finanzas públicas se profundizaba con una deuda exterior creciente y la captura de un tercio del PIB por año, por corrupción.
Restituir la realidad
El Presidente Javier Milei tiene todo el mérito por haber desterrado, ante todo con su discurso, este modelo interiorizado durante varias décadas en las entrañas del conformismo político. En una cultura política que había sacralizado el Estado matricial y las formas de arcaísmo que lo galvanizan, el soplo generado por esta gran polvareda ha sido una fuerza central para barajar las cartas políticas e ideológicas. Pero más allá del economicismo imperante, la hemorragia financiera no es la única consecuencia de la codicia ni de la ideología socialista que le subyace. La fractura política y social, propagada desde arriba al conjunto de la sociedad como prolongación de un conflicto más profundo y en sinergia con otras ideologías ofensivas, es un segundo elemento que aún no encuentra correas de transmisión, tras el punto de inflexión de finales de 2023.
Hace cuarenta años la derrota de la Junta Militar por el Reino Unido en la Guerra del Atlántico Sur, abrió una dolorosa brecha. El choque hizo que los antiguos grupos revolucionarios, derrotados en su lucha armada, volvieran a la arena política. Convertidos al manejo partidista del peronismo y de otras formaciones políticas tradicionales, tomaron por asalto la estructura republicana mediante el control gradual del poder judicial, luego mediante la neutralización de las fuerzas armadas y de diversos “territorios” culturales de la Nación (relato nacional, memoria, derechos, reparación histórica). Para lograrlo se beneficiaron de un entorno internacional favorable que, a partir de los años 1980, condicionó su apoyo a la implementación de una agenda progresista que hizo énfasis en el “Estado de Bienestar” (ayudas sociales, agenda onusiana**, derechos laborales, feminismo militante, etc.) y permitió así debilitar al rival del Sur en el marco de la “pax americana”, deseada por Washington. Al final, la conjunción de ambas agendas fijó a dos generaciones políticas en el estatismo parasitario y paralizó al republicanismo.
Gestionar un giro copernicano
Hoy, la situación política se ha invertido. La nueva minoría liderada por “La Libertad Avanza” se ha comprometido en sustituir el modelo fagocitador por un modelo republicano-liberal, frente a una mayoría política que se aferra con uñas y dientes a sus anteriores privilegios y que –paradójicamente– conserva una presencia significativa dentro de la familia gobernante -en primer lugar en el Congreso- que dominará hasta las próximas elecciones legislativas de 2025. El ejecutivo ha declarado que aplicará esta agenda sin concesiones ni gradualismo, preservando al mismo tiempo la seguridad de los más vulnerables. También ha expresado el deseo de reparar las fracturas históricas, pero con una profundidad todavía limitada.
Tres meses después de su investidura, la realidad muestra que la revisión del andamio institucional ha comenzado. La unificación de ministerios va acompañada de una importante cesárea presupuestaria en todos los ámbitos de la administración. La maquinaria especulativa del Banco Central se ha reducido, al igual que la impresión de billetes, que sigue funcionando a medio régimen. La inflación mensual ha bajado a diez puntos, mientras se recuperaron reservas en el Banco Central. El gobierno federal también ha abandonado las subvenciones que disciplinaban el ecosistema de los medios de comunicación, cambio que aún no ocurre en varios estados provinciales. Quedan dos variables importantes: la reactivación de la economía, en particular de las exportaciones y la supresión de la presión fiscal.
Una ambiciosa reforma política -el decreto “Ómnibus” y la Ley de Bases y Punto de Partida para la Libertad de los Argentinos- se emprendió en paralelo en el Parlamento y con los gobernadores. Su bloqueo a nivel parlamentario era de esperar, dada la presencia mayoritaria de la oposición, pero también por la dificultad del ejecutivo en emplear una posición excesivamente confrontativa. Tema central, los libertarios no cedieron a la tentación del “concesionismo” a ultranza, fuente central de fracasos de los contraproyectos liberales a nivel regional. Las fricciones proceden también del mundo social y sindical, que recurre a tácticas de movilización, huelgas sectoriales y ocupación del espacio público. A ello se suman el activismo criminal, jurídico e informacional, según una dinámica digna de observarse de cerca -dada la práctica aceitada de acción no convencional en las latitudes sudamericanas-.
Levedad y contradicciones
Muchos no se sorprenderán de la resistencia manifestada por una sociedad administrada, que cohabitó durante un largo tiempo con clientelismos de todo tipo. El equipo de gobierno sabe que aún cuenta con un mandato popular intacto y que debe ajustar su puntería en una ventana de oportunidad todavía muy abierta. En este sentido, los libertarios están mostrando una serie de contradicciones que en nada desmerecen su imagen popular, pero cuya continuidad es susceptible de crear serios impasses en su horizonte de reforma.
En primer lugar, el economicismo dominante no ha tomado seriamente nota de la dimensión política subyacente que extiende su dominio mucho más allá del mantenimiento de los privilegios. La matriz dominante sigue siendo la de una gran familia política, empeñada en oponerse al republicanismo, recurriendo a la esfera ilícita y criminal, librando durante cuatro décadas una guerra por el ámbito social contra sus adversarios republicanos. Al igual que en Brasil, las redes criminales y el narcotráfico han aumentado su connivencia con la esfera política, no sólo a través de la permeabilidad natural de las instituciones, sino también mediante complicidades deliberadas. Esta dimensión de concordia social y reconstrucción del aparato de seguridad, aunque bien sintetizada en varias figuras gubernamentales, sólo aparece tímidamente en la agenda oficial. En los años noventa, Carlos Menem se mostró sumamente conciliador al respecto. La experiencia demuestra que posponer este tema tarde o temprano provoca deflagraciones internas.
De hecho, esta cuestión se refleja en la propia composición del gobierno. Varios ministros o secretarios de Estado, tales como Daniel Scioli (secretario de Turismo), Guillermo Francos (ministro del Interior) o Mariano Cúneo Libarona (ministro de Justicia), así como otros funcionarios, provienen directamente de la familia política opositora y trabajan para mantener el orden social anterior. Algunos de ellos se han visto implicados en casos de corrupción, su postura oficial tendiendo a limitar la persecución del delito y enmascarar la connivencia implícita entre ambos mundos.
El caso de la petrolera YPF es un ejemplo emblemático. Su nacionalización en los años 1990 creó inicialmente una maniobra de corrupción que fue sancionada por los tribunales internacionales a pedido de los mismos accionistas fraudulentos de la empresa. Las multas recientemente definidas -16 millones de dólares- implican ahora el pago de cinco veces el valor nominal de la empresa a los propios actores de la corrupción inicial. Hacer “tabula rasa” de semejante engaño y pasar la factura al resto de la sociedad, crearía una brecha difícilmente manejable en el estado actual del país y en los términos políticos establecidos por la coalición libertaria. Sin embargo, un pacto de silencio parece instalarse con el posible involucramiento de ciertos actores financieros, lejos de ser irreprochables, que apoyaron la campaña de Javier Milei -en particular Eduardo Elsztain2-.
Por último, algunas medidas macroeconómicas muestran un sorprendente grado de complacencia con los marcos de pensamiento anteriores. La subida diferencial de los impuestos -duramente criticada por Javier Milei en su campaña- fue aplicada desde el principio por sus nuevos responsables financieros, a contramano de las lecciones de la historia argentina. Desde el retorno de la democracia los sucesivos gobiernos han demostrado que el aumento de la presión fiscal -en respuesta a la necesidad de estimular la economía- seguía un sesgo meramente ideológico y conducía a un agotamiento, tanto de la recaudación como del sector productivo. Sin embargo, se ha tomado esta dirección paralelamente a un ajuste del gasto público cuyo coste recae en buena parte sobre la población3.
Los libertarios cuentan hoy con el pleno apoyo de la sociedad4, consciente de la dificultad de dar vuelta la página. Cabe esperar -que en un futuro próximo- la pertinencia del mensaje libertario coincida más con una mayor cohesión en su programa.
Aclaraciones y citas:
*Cronny capitalism: Capitalista de amigos.
**Onuciana: significa lo referente o afecto a la O. N. U. y también “onusionar”, “onusionante”, “onusificante”.
1 Retenciones: la Argentina está entre los países del mundo que más presiona fiscalmente al campo y más desalienta las exportaciones (Mar 20). https://www.infobae.com/economia/2020/03/08/retenciones-la-argentina-esta-entre-los-paises-del-mundo-que-mas-presiona-fiscalmente-al-campo-y-mas-desalienta-las-exportaciones/
2 Fabián Spollansky. La mafia judía en Argentina. 2008. Disponible en https://archive.org/details/la-mafia-judia-en-la-argentina-fabian-spollansky-1
3 Informe Económico del Instituto Argentino de Análisis Fiscal -del 15 Mar 24-. Disponible en https://iaraf.org/index.php/informes-economicos/area-fiscal/560-informe-economico-2024-03-15
4 La imagen de Javier Milei en aumentó en Mar 24, pese a los impactos del ajuste (18 Mar 24). https://www.infobae.com/encuestas/2024/03/18/la-imagen-de-javier-milei-subio-en-marzo-pese-al-impacto-del-ajuste-segun-una-encuesta/
Licenciado en Ciencias de la Tierra por la Universidad de Rennes 1 (Francia) en 1997, François Soulard trabajó por primera vez como director de proyectos para el Consejo Regional Norte-Paso de Calais sobre desarrollo sostenible y educación ambiental. Apasionado de la aventura y joven activista internacionalista, creó la asociación Traversées en 2003 para emprender un viaje itinerante de tres años por todo el mundo, con el objetivo de explorar modos de organización de las sociedades y enfoques del desarrollo. En 2008 se radicó en Argentina y participó de diversos movimientos sociales y asambleas ciudadanas en América Latina, África y Asia, en vinculación con el movimiento Alianza por un Mundo Responsable, Plural y Solidario.
PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 21, 2024
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