“A Dios lo que es de Dios y al César, lo que es del César”. (1)
Nuestro Sr. Jesucristo -Año 30 d. C.-
LA RELIGIÓN Y LA CULTURA.
LA RELIGIÓN, LA CULTURA Y LA POLÍTICA.
UN ARGENTINO EN EL TRONO DE PEDRO.
LA RELIGIÓN Y LA CULTURA.
Cuando Europa, núcleo fundacional del Occidente Cristiano, daba un nuevo tropiezo –iniciando su progresiva autodestrucción– con la “Primera Guerra Civil Europea, de 1914/1918” y más tarde la “Segunda Guerra Civil Europea, de 1939/1945”- Oswald Spengler publicaba su obra “La decadencia de Occidente” en dos volúmenes. El primero -1918- con el subtítulo “Esbozo de una morfología de la historia universal” y el segundo -1922- con el subtítulo “Perspectivas de la historia mundial”. Fueron tiempos de una gran inestabilidad internacional, producto de la aparición de nuevas potencias que se encontraron con el egoísmo de un statu-quo imperial totalmente cerrado.
Spengler plantea en su tesis que las civilizaciones -al igual que los organismos vivos- tienen un ciclo vital: nacen, crecen, maduran y, eventualmente declinan. Según él, la Historia de la Humanidad no es lineal, sino cíclica. Cada civilización tiene una vida limitada, en la que pasa por etapas inevitables. La“cultura occidental” -según este autor- ya había entrado en su fase de decadencia -que él citaba como “civilización occidental“– y esta fase se caracterizaba por el dominio de la tecnocracia, el individualismo, la pérdida de creatividad artística y el crecimiento de las ciudades, “aspectos que marcan el ocaso espiritual de una cultura”.
A diferencia de Spengler, nosotros entendemos que “cultura” y “civilización”no se homologan. S. Huntington también las homologó en su best-seller “El Choque de las Civilizaciones” –1993- , pero la modificará en su libro póstumo: “La Cultura es lo que Importa- La Cultura da forma a la Civilización” -2000-.
La “cultura” y la “civilización” son términos relacionados, pero tienen diferencias conceptuales muy importantes: la cultura es permanentey estable -es la identidad de un pueblo- la civilización es dinámica ycambiante y -en la presente etapa de nuestra vida- los cambios se han acelerado, progresivamente. (2), (3) y (4).
La “cultura” es el conjunto de creencias, valores, costumbres, prácticas, conocimientos, lenguajes, artes, religión y formas de vida compartidos por un pueblo. Es el aspecto más íntimo y subjetivo de una sociedad, que influye en cómo los individuos interactúan y entienden su entorno. La cultura es eminentemente abstracta, espiritual o inmaterial (ideas, costumbres, normas, ritos).
La “civilización” -en cambio- es un concepto más amplio y estructural que hace referencia al desarrollo social, económico, político y tecnológico de una sociedad en su conjunto. Se asocia con niveles más complejos de organización social, sistemas de gobierno, economía, infraestructura, avances en la ciencia y en la tecnología. Implica también la capacidad de gestionar y dirigir grandes grupos de personas dentro de un sistema.
La “civilización” abarca aspectos visibles -estructurales- de una sociedad, mientras que la “cultura” es más íntima y está relacionada con las creencias y comportamientos individuales y colectivos. Las “civilizaciones” pueden transformarse y hoy evolucionan aceleradamente, mientras que las “culturas” se mantienen estables, tienden a ser casi permanentes, pues se adaptan y evolucionan gradualmente, con el tiempo.
Cuando el “confort” conmueve a las “culturas”, se pierde identidad y credibilidad. Es cuando se relativizan los valores y es lo que le ha ocurrido a Europa -el núcleo duro de Occidente y a la Argentina -su lejano apéndice Sur-, a ambas “se le ha marchitado el alma” -expresión que empleara 13 May 04 -en la Biblioteca del Senado italiano- el Cardenal Ratzinger.
A cada “religión” le corresponde una “cultura”. La “religión” es el sostén y cimiento de las “culturas”. Es la fuerza unificadora que moldea a una identidad colectiva. Por Ej.: en España el catolicismo jugó un papel fundamental en la consolidación del reino y de la identidad nacional, especialmente después de la Reconquista y la expulsión de musulmanes y judíos. En Oriente Medio -en países como Irán- el Islam chií es un elemento clave en la identidad cultural y política de la nación.
Las religiones proporcionan un sistema de creencias compartido que a menudo definen lo que significa ser miembro de una comunidad o nación. Las festividades religiosas, los ritos y las normas morales derivadasde la religión, sirven para reforzar los lazos sociales y comunitarios consolidando una identidad colectiva.
En la religión están los dogmas y en la cultura los valores, derivados de aquellos dogmas. Cuando se relativizan los valores nos encontramos con una sociedad débil, contractiva. Cuando los valores son firmes estamos en presencia de una sociedad fuerte, expansiva. Cuando se pretende reemplazar a los valores de la cultura por los dogmas religiosos, estamos en presencia del fanatismo fundamentalista, que lleva a la extrema violencia política.
LA RELIGIÓN, LA CULTURA Y LA POLÍTICA.
En muchos países la religión -y su correspondiente cultura- han influido en la Política moldeando a sus instituciones y sus leyes. En algunos casos los movimientos religiosos han desempeñado un papel crucial en la construcción del estado moderno, por Ej. : la Reforma Protestante -en Europa- fue clave para el surgimiento de identidades nacionales diferenciadas, como la alemana o la inglesa. En el Hindutva -de la India moderna- el hinduismo es usado como un elemento de la identidad nacional promovida por algunos sectores políticos.
En situaciones de colonización o dominación extranjera, la religión ha sido un recurso para mantener una identidad nacional o cultural. Por Ej. : en Iberoamérica el mestizaje -entre el catolicismo y las creencias indígenas- permitió la preservación de elementos de identidad prehispánica, dando como resultado al criollo. En la resistencia palestina, el Islam es un elemento unificador contra la reocupación israelí.
En muchas sociedades contemporáneas -aunque la influencia de la religión haya disminuido a nivel institucional- los valores y símbolos religiosos siguen estando presentes en la cultura nacional, por Ej.: en Francia la identidad laica es muy fuerte, pero gran parte de su historia, arte y tradiciones están fuertemente influenciados por el catolicismo. En México la Virgen de Guadalupe sigue siendo un símbolo nacional de gran importancia, tanto religioso como cultural, a pesar del comunismo que a través del tiempo ha prevalecido en la Política.
La religión puede ser también causa de conflicto en la construcción de identidades nacionales, cuando grupos religiosos minoritarios no se sienten representados o cuando la religión mayoritaria impone su visión. Ej.: en Israel la religión judía está estrechamente vinculada con la identidad nacional, lo que ha generado tensiones con la población palestina y otros grupos religiosos. En la India las tensiones entre hindúes, musulmanes y otros grupos religiosos, reflejan cómo la religión puede ser un campo de conflictos en la construcción de la identidad nacional.
En resumen, la interrelación entre la religión, la identidad cultural y la Política está marcando tanto su capacidad de cohesión, como su potencial para generar un conflicto. Cada sociedad ha vivido esta interacción de manera diferente -dependiendo de su historia- contexto y diversidad religiosa. Pero no tenemos dudas que es la causa central de la “Decadencia de Occidente” -y de la que llegó a nuestras playas hispano-criollas- aún no es abarcada ni asimiladaen su naturaleza por nuestra dirigencia. Lo decíamos hace cuarenta años y lo repetíamos el año pasado (5), antes de las elecciones presidenciales, en Jul 23:
“Desde hace décadas nuestro Instituto -IEEBA- viene señalando que la naturaleza de nuestra centenariacrisis-decadenciaes cultural y política, con severas consecuencias socioeconómicas que progresivamente se agravan con el transcurrir de los años. Debemos reconocer que aramos en el mar: lo objetivo y material oculta a las causas abstractas del drama y se continúa -cíclicamente- atacando a las consecuencias e ignorando a la causa primera de esta crítica situación calamitosa”.
Esa “causa primera” se origina -según nuestro análisis- en la grieta del cimiento religioso de nuestra cultura, es decir, de nuestra identidad de argentinos: -hispano- criollos, católicos-. Los Concilios de la Iglesia Católica -tanto los concilios ecuménicos como los sínodos locales– tienen como objetivo general preservar, aclarar y fortalecer la fe, la doctrina y la disciplina de la Iglesia. Estas reuniones de obispos y de otras autoridades eclesiásticas buscan abordar problemas o situaciones específicas que afectan a la Iglesia, asegurando la unidad en la enseñanza y la práctica. En resumen: el objetivo general de los concilios es guiar a la Iglesia en su misión evangelizadora yasegurar la fidelidad a su doctrina y tradición.
En plena Guerra Fría y en una década convulsionada en nuestra región por el asedio revolucionario armado del castro-comunismo, se desarrolló en la Basílica de San Pedro -Roma- el Concilio Vaticano II -1962-1965-. Tiempo después -para aplicar en Iberoamérica sus enseñanzas- el CELAM convoca a su Segunda Asamblea Generalen 1968:la Conferencia de Medellín, en la que la Iglesia Católica adopta una postura más comprometida con los pobres y oprimidos, dando lugar a lo que se conoció como la Teología de la Liberación. Se enfocaron temas como la justicia social, la pobreza, el desarrollo y los derechos humanos.
Diez años después –1979– y observando los acontecimientos y las consecuencias de la Conferencia de Medellín en nuestra América, es convocada por el Papa Juan Pablo II la Tercera Asamblea General del CELAM -entre el 27 Ene/13 Feb- en Puebla -Méjico-. El Papa polaco participa activamente en los primeros días de la Conferencia de Puebla. Allí se reafirma el compromiso de la Iglesia con los pobres, pero también hubo un intento de equilibrar esa postura con un enfoque más tradicional en lo doctrinal.
Juan Pablo II y el Cardenal Ratzinger habían observado un desvío -en nuestra Iberoamérica convulsionada por la revolución castrista- “hacia lo que es del César”, en palabras de Nuestro Señor Jesucristo. Recuerdo una anécdota muy significativa, de la que fui parte, relacionada con la intención del Vaticano de aquellos días.
Era Cardenal Primado de la Argentina Su Eminencia Antonio Quarracino, quien presidiría la representación argentina en la Conferencia de Puebla. En 1976 se realizó allí la Reunión Preparatoria de la Conferencia y el Cardenal recibió -anticipadamente- el borrador de una ponencia que el Jesuita Joseph Comblin (6) presentaría, para lograr su aprobación por parte de la Conferencia. Su título era: “La Doctrina de la Seguridad Nacional”. Siendo un tema ajeno a la Teología, Quarracino se lo envió a mi amigo Alberto Methol Ferré (7) -asesor laico del Cardenal- para que la estudiara. Siendo un tema de mi especialidad -como profesor de Estrategia- Methol me visitó y trabajamos dos días en un documento -que él expuso con éxito en la Reunión Preparatoria – bajo el título de “Refutación a la Tesis de Comblin” (8).
Terminada la Reunión Preparatoria, Comblin -de paso hacia Talca/Chile-, visitó a Methol y estuve presente en la reunión. Recuerdo sus palabras: “Tucho, pulverizaste mi ponencia en Puebla, con todo acierto. Yo he mentido a designio para conmover a los Obispos conservadores de Latino América”. Un año después -financiada por Fidel Castro- la ponencia era publicada como libro y distribuido en toda la región. Su tesis es: “La Doctrina de la Seguridad Nacional sirve como justificaciónpara la represión política, en nombre de la seguridad y el orden”. Como sabemos, TODOS los partidos políticos la adoptaron como VERDAD y ella se mantiene aún hoy, como ÚNICA VERDAD, en los eternos Juicios de Lesa Humanidad en los TTOOFF de nuestra querida Patria.
Si bien los Concilios de nuestra Iglesia Católica tienen como objeto general“preservar, aclarar y fortalecer la fe, la doctrina y la disciplina de la Iglesia”,la Conferencia de Medellín no cumplió con tan loables fines. Un sector importante de nuestros pastores católicos habían perdido el rumbo impuesto por Nuestro Señor Jesucristo, a quien encontraron como precursor de Marx. La Conferencia de Puebla -que intentó reencausar la “disciplina de la Iglesia”- fue solo un paliativo.
La descomposición cultural europea -que llegó a arrojar a Cristo en la propuesta de su nueva Constitución- hizo metástasis en Iberoamérica y se incorporó al proceso revolucionario regional castro-comunista, que se había iniciado en 1959. En ciertos lugares, sacerdotes adoptaron el nombre de “Cristianos para el Socialismo” o se incorporaron a las bandas revolucionarias armadas -caso Puigjané- o actuaron desde el púlpito -caso Capitanio-. El cimiento religioso de la cultura regional se agrietó severamente y continúa fragmentado, como lo demuestran los usos y costumbres en curso.
UN ARGENTINO EN EL TRONO DE PEDRO.
El Papa alemán que sucedió a Juan Pablo II fue Benedicto XVI. Tenía ocho doctorados, hablaba diez idiomas, era autor de más de 160 libros y era considerado el teólogo más importante del siglo XX. Fue conocido como el Papa de “la Fe y la Razón” luego de su recordado encuentro televisivo con Jürgen Habermas. Le gustaba la música clásica y leer poesía. Era sencillo y humilde. Tenía 96 años y 72 años como sacerdote católico. Fue el Papa más longevo en la historia de la Iglesia Católica. Renunció como Pontífice al sentir que no tenía fuerzas suficientes para seguir ejerciendo su oficio y para dedicarse a llevar una vida de oración.
Luego de aquellos dos pontificados excepcionales, la “fumata bianca” de la chimenea de la Capilla Sixtina nos anunció que teníamos a un nuevo Papa, el Cardenal Jorge Bergoglio, electo el 13 Mar 13, a los 76 años y -desde entonces- Papa Francisco.
Los argentinos -que vivíamos en aquellos días el drama de una profunda y centenaria crisis-decadencia- sentimos que Dios no nos había olvidado. Un hombre de Buenos Aires -un porteño- iba a conducir a 1.400 millones de católicos en el mundo entero. Ello lo hacía el ciudadano más importante nacido en nuestra joven Patria Argentina. Era un signo positivo que nos alentaba a tener grandes y nuevas esperanzas en un renacimiento nacional, que no llegaba.
Esperábamos que el nuevo Papa intercedería por nosotros -por nuestra Argentina caída- para regresar a los días inolvidables del Primer Centenario. Sin embargo, al cumplirse más de una década de su Papado, aquella esperanza se ha esfumado. Hace unos pocos días, el más importante matutino de nuestra ciudad publicaba “Las desafortunadas declaraciones del Papa”. Citaremos solo un párrafo del citado artículo (9):
“El Sumo Pontífice no debería abandonar el tono pastoral y doctrinario de sus mensajes para incursionar en el terreno político localcon juicios caracterizados por una llamativa liviandad. No pocos argentinos se han lamentado de que durante los primeros 11 años al frente de la Santa Sede, a lo largo de los cuales visitó más de 60 naciones, el papa Francisco por razones que no se alcanzan a entender, haya dejado al margen a su propio país. No han faltado quienes atribuyen esa reticencia del Sumo Pontífice a un especial empeño personal por no ser utilizado políticamente por los gobernantes de turno. Si así hubiere sido realmente, se explicaría aún menos la frecuencia con la cual ha opinado, de un modo u otro, sobre la situación argentina y sus principales actores. Así las cosas, ha llamado poderosamente la atención el abierto cuestionamiento hecho al gobierno nacional. Ha ido en ese sentido el Papa más lejos de todo lo que se le había escuchado respecto de anteriores administraciones, manchadas, como las protagonizadas por la familia Kirchner y sus conmilitones, por no pocos escándalos de corrupción. Particularmente chocante resulta que se critique el uso por parte de efectivos policiales argentinos de gas pimienta –un elemento no letal empleado por las fuerzas de seguridad de muchos países– y no se condenen con el necesario énfasis las atroces violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen que encabeza el dictador Nicolás Maduro en Venezuela”.
Simultáneamente con esta publicación Monseñor Héctor Aguer -Arzobispo Emérito de La Plata- (10) profundo conocedor de la Iglesia Argentina y en particular de su clero, publicó en La Prensa un severo documento, del que extraemos solo dos párrafos:
“El presidente del peronismo. El Papa Francisco anunció repetidas veces que su intención es visitar la Argentina; pero no lo hará: sabe que no le iría muy bien acá. Entonces, ahora, desciende al campo sucio de los debates políticos con un discurso insólito, de furia, contra el gobierno libertario del Presidente Milei. Nunca hizo la menor alusión a los gobiernos de Cristina Kirchner, que hundieron al país en la pobreza y la indigencia. Tampoco reaccionó ante el peor gobierno de la historia: el del inútil y golpeador Alberto Fernández, el hipócrita que presumía de feminista y le pegaba a su mujer. La fuente principal del discurso de Francisco ha sido, como otras veces, las noticias que le alcanza su amigo Juan Grabois”.
“La intervención de Francisco contra el gobierno argentino es una nueva expresión del progresismo papal; andar siempre para adelante, como ocurre con el peronismo y su búsqueda nunca alcanzada de la justicia social. El Papa opone la justicia social al gas pimienta: reprimir el piquete, impedir la protesta continua y la revuelta sería contrariar el dinamismo del Evangelio, el cual siempre debe ser releído. Así, el Concilio Vaticano II, sería una relectura del Evangelio según la cultura de la modernidad. Allí está el progresismo y el peronismo que hoy día reinan en Roma. Francisco es el presidente del peronismo, como ya hemos explicado en otras ocasiones”.
A la luz de nuestra reflexiones contenidas en los puntos 1. y 2. de este ensayo, hemos perdido la confianza y esperanza de que el Cardenal que vivió intensamente y en primera línea los acontecimientos del último medio siglo en Iberoamérica -y en particular en Argentina-, llevado al trono de Pedro como Francisco -Obispo De Roma-, impulse con energía la continuidad de la acción de sus predecesores para “guiar a la Iglesia en su misión evangelizadora yasegurar la fidelidad a su doctrina y tradición” y que -contrariamente- se haya inclinado hacia lasgraves desviacionesoriginadas en Medellín como lo evidencian las citas de los publicaciones citadas (9) y (10).
Un cercano camarada del Liceo Militar Grl Belgrano -ferviente católico- me hizo llegar una precisa síntesis y sus consideraciones sobre el mensaje del Papa Francisco: “No quiero dejar pasar más tiempo sin expresar mi consideración al mensaje del Papa Francisco en la Celebración del “10mo Aniversario del Primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares”:
Me pareció un error tremendo la participación del Papa Francisco en asuntos de la Política interna de la Argentina.
Asumió una información parcial y predicó en base a mentiras para la Audiencia Mundial.
Predicó la actitud violenta para reclamos sectoriales, tomando ejemplos de las escrituras. Jesús no nos invitó a luchar por la injusticia con violencia. Nos invitó a defendernos con la justicia del bien y la Misericordia.
Impregnó a la Pastoral Social de un pensamiento sectorizado, no integro, no misericordioso, propio de la Revolución del Siglo XX.
Los seguidores de los Movimientos Populares de Francisco en la Argentina, a los 10 años de su fundación, han dado sus frutos; los valoro por los frutos del Bien, de la Verdad Histórica, no de la Memoria; por la Tradición del Amor a La Patria; por la Fidelidad a la Libertad de la República, y la Constitución que invoca a la Fuente de toda Razón y Justicia.
Los Discípulos del Papa Francisco de los Movimientos Populares están siendo juzgados por corruptos, abusadores de los pobres, mentirosos, violentos, organizadores de movimientos contrarios a la Constitución Nacional, cómplices de la Justicia Social del Grl. Perón; del gobierno Kirchnerista y de los Foros Latinoamericanos que luchan por la Revolución Castro Chavista.
Los Discípulos de Jesús eran grandes Pecadores: Mateo, corrupto. Pedro, pecador. Santiago, violento. Simón, el celote, terrorista de la época. Judas, traidor. Él los transformo con su Misericordia.
Observó su Misericordia con los Pecadores. Rechazó el Pecado, que no podemos Tolerar.
Nosotros, pecadores, rezamos por el P. Francisco. Rechazamos todo Pecado.
En la Iglesia CABEMOS todos, santos y pecadores, pero NO CABE TODO.
CUANDO NO SOMOS CAPACES DE TENER MISERICORDIA CON EL PECADOR Y DE NO ACEPTAR EL PECADO, ENTONCES LO QUE SE INTRODUCE EN LA IGLESIA NO ES LA MISERICORDIA SINO LA TOLERANCIA, LO QUE SE INTRODUCE ES EL PECADO, NO LO OLVIDEMOS.
Desde nuestra humilde posición de analistas estratégicos volvemos a insistir en que nuestra crisis estructural es de origen “cultural y política”. El relativismo cultural europeo -“núcleo originante del Occidente Cristiano”– tiene su origen en la grieta de la “reforma”, la pérdida del rumbo social que impusieron sus guerras civiles y las consecuentes teorías sociológicas emergentes del “terror nuclear” en los años ´60 y ´70. Iberoamérica, -apéndice cultural del Viejo Continente- somatizó sus crisis y las sumó a las propias. No habrá recuperación de la identidad occidental, sin la recuperación del cristianismo y no habrá recuperación socioeconómica permanente sin restablecimiento cultural/moral, europea y americana. Por y para ello entender el mensaje divino:
“A Dios lo que es de Dios y al César, lo que es del César”.
CITAS Y ACLARACIONES:
(1). “A Dios lo que es de Dios y al César, lo que es del César”. Frase dicha por Jesús de Nazaret. Aparece en los Evangelios del Nuevo Testamento, específicamente en Mateo 22:21, Marcos 12:17, y Lucas 20:25. La frase es una respuesta de Jesús a los fariseos y herodianos que intentaban atraparlo en un dilema, sobre si era correcto pagar impuestos al emperador romano (César). Con esta respuesta Jesús evita la trampa y establece una distinción entre las responsabilidades de las autoridades terrenales y las responsabilidades hacia Dios.
(2). H. J. Auel. “La larga guerra civil argentina y el actual estado de guerra civil revolucionario”. 09 Jul 13. www.ieeba.org
(3). H. J. Auel. “La dirigencia argentina frente a los desafíos de la Seguridad Nacional en el Siglo XXI”. Ago 15. www.ieeba.org
(4). H. J. Auel. “Las claves de la Inseguridad Nacional”. 18 Jul 18. www.ieeba.org
(5). H. J. Auel. “La Argentina 2023: su longeva crisis, sus conflictos y estados de guerra”. 22 Jul 23. www.ieeba.org
(6). J. Comblin. -1923-2011- Fue un influyente teólogo y sacerdote belga que se convirtió en una figura clave dentro de la “Teología de la Liberación”. Desarrolló gran parte de su trabajo en Brasil y Chile, donde su pensamiento fue profundamente influenciado por la realidad socioeconómica y política de la región. Creía que la Teología no debía ser una mera especulación académica, sino que debía estar al servicio de la praxis, es decir, de la acción transformadora en el mundo. La fe debía manifestarse en la lucha por la justicia y la dignidad humana. Contradecía a Jesucristo.
(7). A. Methol Ferré. -1929-2009- Fue un filósofo, historiador y ensayista uruguayo, destacado por su pensamiento político y su análisis de la realidad latinoamericana desde una perspectiva católica y latinoamericanista. Nació en Montevideo y estudió en la Universidad de la República, donde se formó en Derecho y Filosofía. Sin embargo su influencia intelectual trascendió las aulas universitarias, convirtiéndose en un pensador clave en la región.
(8). “Refutación a la Tesis de Comblin”. Fue publicada por el Grl Guglialmelli en la Revista “Estrategia”, en el Nro. correspondiente al mes de Oct 76, a mi solicitud. Una nota de color: en 1988 y 1991, cuando se promulgan las Leyes de Defensa y de Seguridad Interior, se omite en ambas, cuidadosamente, la expresión académica Seguridad Nacional, pues es un término contaminado por la Doctrina de la Seguridad Nacional de las Dictaduras.
(9). Diario La Nación. “Las desafortunadas declaraciones del Papa”. 29 Sep 24.
(10). H. Aguer. “Progresismo Papal”. La Prensa. 03 Oct 24.
◘
Grl Heriberto Justo Auel
03 de Octubre de 2024
Cuando Europa, núcleo fundacional del Occidente Cristiano, daba un nuevo tropiezo –iniciando su progresiva autodestrucción– con la “Primera Guerra Civil Europea, de 1914/1918” y más tarde la “Segunda Guerra Civil Europea, de 1939/1945”- Oswald Spengler publicaba su obra “La decadencia de Occidente” en dos volúmenes. El primero -1918- con el subtítulo “Esbozo de una morfología de la historia universal” y el segundo -1922- con el subtítulo “Perspectivas de la historia mundial”. Fueron tiempos de una gran inestabilidad internacional, producto de la aparición de nuevas potencias que se encontraron con el egoísmo de un statu-quo imperial totalmente cerrado.
Spengler plantea en su tesis que las civilizaciones -al igual que los organismos vivos- tienen un ciclo vital: nacen, crecen, maduran y, eventualmente declinan. Según él, la Historia de la Humanidad no es lineal, sino cíclica. Cada civilización tiene una vida limitada, en la que pasa por etapas inevitables. La “cultura occidental” -según este autor- ya había entrado en su fase de decadencia -que él citaba como “civilización occidental“– y esta fase se caracterizaba por el dominio de la tecnocracia, el individualismo, la pérdida de creatividad artística y el crecimiento de las ciudades, “aspectos que marcan el ocaso espiritual de una cultura”.
A diferencia de Spengler, nosotros entendemos que “cultura” y “civilización” no se homologan. S. Huntington también las homologó en su best-seller “El Choque de las Civilizaciones” –1993- , pero la modificará en su libro póstumo: “La Cultura es lo que Importa- La Cultura da forma a la Civilización” -2000-.
La “cultura” y la “civilización” son términos relacionados, pero tienen diferencias conceptuales muy importantes: la cultura es permanente y estable -es la identidad de un pueblo- la civilización es dinámica y cambiante y -en la presente etapa de nuestra vida- los cambios se han acelerado, progresivamente. (2), (3) y (4).
La “cultura” es el conjunto de creencias, valores, costumbres, prácticas, conocimientos, lenguajes, artes, religión y formas de vida compartidos por un pueblo. Es el aspecto más íntimo y subjetivo de una sociedad, que influye en cómo los individuos interactúan y entienden su entorno. La cultura es eminentemente abstracta, espiritual o inmaterial (ideas, costumbres, normas, ritos).
La “civilización” -en cambio- es un concepto más amplio y estructural que hace referencia al desarrollo social, económico, político y tecnológico de una sociedad en su conjunto. Se asocia con niveles más complejos de organización social, sistemas de gobierno, economía, infraestructura, avances en la ciencia y en la tecnología. Implica también la capacidad de gestionar y dirigir grandes grupos de personas dentro de un sistema.
La “civilización” abarca aspectos visibles -estructurales- de una sociedad, mientras que la “cultura” es más íntima y está relacionada con las creencias y comportamientos individuales y colectivos. Las “civilizaciones” pueden transformarse y hoy evolucionan aceleradamente, mientras que las “culturas” se mantienen estables, tienden a ser casi permanentes, pues se adaptan y evolucionan gradualmente, con el tiempo.
Cuando el “confort” conmueve a las “culturas”, se pierde identidad y credibilidad. Es cuando se relativizan los valores y es lo que le ha ocurrido a Europa -el núcleo duro de Occidente y a la Argentina -su lejano apéndice Sur-, a ambas “se le ha marchitado el alma” -expresión que empleara 13 May 04 -en la Biblioteca del Senado italiano- el Cardenal Ratzinger.
A cada “religión” le corresponde una “cultura”. La “religión” es el sostén y cimiento de las “culturas”. Es la fuerza unificadora que moldea a una identidad colectiva. Por Ej.: en España el catolicismo jugó un papel fundamental en la consolidación del reino y de la identidad nacional, especialmente después de la Reconquista y la expulsión de musulmanes y judíos. En Oriente Medio -en países como Irán- el Islam chií es un elemento clave en la identidad cultural y política de la nación.
Las religiones proporcionan un sistema de creencias compartido que a menudo definen lo que significa ser miembro de una comunidad o nación. Las festividades religiosas, los ritos y las normas morales derivadas de la religión, sirven para reforzar los lazos sociales y comunitarios consolidando una identidad colectiva.
En la religión están los dogmas y en la cultura los valores, derivados de aquellos dogmas. Cuando se relativizan los valores nos encontramos con una sociedad débil, contractiva. Cuando los valores son firmes estamos en presencia de una sociedad fuerte, expansiva. Cuando se pretende reemplazar a los valores de la cultura por los dogmas religiosos, estamos en presencia del fanatismo fundamentalista, que lleva a la extrema violencia política.
En muchos países la religión -y su correspondiente cultura- han influido en la Política moldeando a sus instituciones y sus leyes. En algunos casos los movimientos religiosos han desempeñado un papel crucial en la construcción del estado moderno, por Ej. : la Reforma Protestante -en Europa- fue clave para el surgimiento de identidades nacionales diferenciadas, como la alemana o la inglesa. En el Hindutva -de la India moderna- el hinduismo es usado como un elemento de la identidad nacional promovida por algunos sectores políticos.
En situaciones de colonización o dominación extranjera, la religión ha sido un recurso para mantener una identidad nacional o cultural. Por Ej. : en Iberoamérica el mestizaje -entre el catolicismo y las creencias indígenas- permitió la preservación de elementos de identidad prehispánica, dando como resultado al criollo. En la resistencia palestina, el Islam es un elemento unificador contra la reocupación israelí.
En muchas sociedades contemporáneas -aunque la influencia de la religión haya disminuido a nivel institucional- los valores y símbolos religiosos siguen estando presentes en la cultura nacional, por Ej.: en Francia la identidad laica es muy fuerte, pero gran parte de su historia, arte y tradiciones están fuertemente influenciados por el catolicismo. En México la Virgen de Guadalupe sigue siendo un símbolo nacional de gran importancia, tanto religioso como cultural, a pesar del comunismo que a través del tiempo ha prevalecido en la Política.
La religión puede ser también causa de conflicto en la construcción de identidades nacionales, cuando grupos religiosos minoritarios no se sienten representados o cuando la religión mayoritaria impone su visión. Ej.: en Israel la religión judía está estrechamente vinculada con la identidad nacional, lo que ha generado tensiones con la población palestina y otros grupos religiosos. En la India las tensiones entre hindúes, musulmanes y otros grupos religiosos, reflejan cómo la religión puede ser un campo de conflictos en la construcción de la identidad nacional.
En resumen, la interrelación entre la religión, la identidad cultural y la Política está marcando tanto su capacidad de cohesión, como su potencial para generar un conflicto. Cada sociedad ha vivido esta interacción de manera diferente -dependiendo de su historia- contexto y diversidad religiosa. Pero no tenemos dudas que es la causa central de la “Decadencia de Occidente” -y de la que llegó a nuestras playas hispano-criollas- aún no es abarcada ni asimilada en su naturaleza por nuestra dirigencia. Lo decíamos hace cuarenta años y lo repetíamos el año pasado (5), antes de las elecciones presidenciales, en Jul 23:
“Desde hace décadas nuestro Instituto -IEEBA- viene señalando que la naturaleza de nuestra centenaria crisis-decadencia es cultural y política, con severas consecuencias socioeconómicas que progresivamente se agravan con el transcurrir de los años. Debemos reconocer que aramos en el mar: lo objetivo y material oculta a las causas abstractas del drama y se continúa -cíclicamente- atacando a las consecuencias e ignorando a la causa primera de esta crítica situación calamitosa”.
Esa “causa primera” se origina -según nuestro análisis- en la grieta del cimiento religioso de nuestra cultura, es decir, de nuestra identidad de argentinos: -hispano- criollos, católicos-. Los Concilios de la Iglesia Católica -tanto los concilios ecuménicos como los sínodos locales– tienen como objetivo general preservar, aclarar y fortalecer la fe, la doctrina y la disciplina de la Iglesia. Estas reuniones de obispos y de otras autoridades eclesiásticas buscan abordar problemas o situaciones específicas que afectan a la Iglesia, asegurando la unidad en la enseñanza y la práctica. En resumen: el objetivo general de los concilios es guiar a la Iglesia en su misión evangelizadora y asegurar la fidelidad a su doctrina y tradición.
En plena Guerra Fría y en una década convulsionada en nuestra región por el asedio revolucionario armado del castro-comunismo, se desarrolló en la Basílica de San Pedro -Roma- el Concilio Vaticano II -1962-1965-. Tiempo después -para aplicar en Iberoamérica sus enseñanzas- el CELAM convoca a su Segunda Asamblea General en 1968: la Conferencia de Medellín, en la que la Iglesia Católica adopta una postura más comprometida con los pobres y oprimidos, dando lugar a lo que se conoció como la Teología de la Liberación. Se enfocaron temas como la justicia social, la pobreza, el desarrollo y los derechos humanos.
Diez años después –1979– y observando los acontecimientos y las consecuencias de la Conferencia de Medellín en nuestra América, es convocada por el Papa Juan Pablo II la Tercera Asamblea General del CELAM -entre el 27 Ene/13 Feb- en Puebla -Méjico-. El Papa polaco participa activamente en los primeros días de la Conferencia de Puebla. Allí se reafirma el compromiso de la Iglesia con los pobres, pero también hubo un intento de equilibrar esa postura con un enfoque más tradicional en lo doctrinal.
Juan Pablo II y el Cardenal Ratzinger habían observado un desvío -en nuestra Iberoamérica convulsionada por la revolución castrista- “hacia lo que es del César”, en palabras de Nuestro Señor Jesucristo. Recuerdo una anécdota muy significativa, de la que fui parte, relacionada con la intención del Vaticano de aquellos días.
Era Cardenal Primado de la Argentina Su Eminencia Antonio Quarracino, quien presidiría la representación argentina en la Conferencia de Puebla. En 1976 se realizó allí la Reunión Preparatoria de la Conferencia y el Cardenal recibió -anticipadamente- el borrador de una ponencia que el Jesuita Joseph Comblin (6) presentaría, para lograr su aprobación por parte de la Conferencia. Su título era: “La Doctrina de la Seguridad Nacional”. Siendo un tema ajeno a la Teología, Quarracino se lo envió a mi amigo Alberto Methol Ferré (7) -asesor laico del Cardenal- para que la estudiara. Siendo un tema de mi especialidad -como profesor de Estrategia- Methol me visitó y trabajamos dos días en un documento -que él expuso con éxito en la Reunión Preparatoria – bajo el título de “Refutación a la Tesis de Comblin” (8).
Terminada la Reunión Preparatoria, Comblin -de paso hacia Talca/Chile-, visitó a Methol y estuve presente en la reunión. Recuerdo sus palabras: “Tucho, pulverizaste mi ponencia en Puebla, con todo acierto. Yo he mentido a designio para conmover a los Obispos conservadores de Latino América”. Un año después -financiada por Fidel Castro- la ponencia era publicada como libro y distribuido en toda la región. Su tesis es: “La Doctrina de la Seguridad Nacional sirve como justificación para la represión política, en nombre de la seguridad y el orden”. Como sabemos, TODOS los partidos políticos la adoptaron como VERDAD y ella se mantiene aún hoy, como ÚNICA VERDAD, en los eternos Juicios de Lesa Humanidad en los TTOOFF de nuestra querida Patria.
Si bien los Concilios de nuestra Iglesia Católica tienen como objeto general “preservar, aclarar y fortalecer la fe, la doctrina y la disciplina de la Iglesia”, la Conferencia de Medellín no cumplió con tan loables fines. Un sector importante de nuestros pastores católicos habían perdido el rumbo impuesto por Nuestro Señor Jesucristo, a quien encontraron como precursor de Marx. La Conferencia de Puebla -que intentó reencausar la “disciplina de la Iglesia”- fue solo un paliativo.
La descomposición cultural europea -que llegó a arrojar a Cristo en la propuesta de su nueva Constitución- hizo metástasis en Iberoamérica y se incorporó al proceso revolucionario regional castro-comunista, que se había iniciado en 1959. En ciertos lugares, sacerdotes adoptaron el nombre de “Cristianos para el Socialismo” o se incorporaron a las bandas revolucionarias armadas -caso Puigjané- o actuaron desde el púlpito -caso Capitanio-. El cimiento religioso de la cultura regional se agrietó severamente y continúa fragmentado, como lo demuestran los usos y costumbres en curso.
El Papa alemán que sucedió a Juan Pablo II fue Benedicto XVI. Tenía ocho doctorados, hablaba diez idiomas, era autor de más de 160 libros y era considerado el teólogo más importante del siglo XX. Fue conocido como el Papa de “la Fe y la Razón” luego de su recordado encuentro televisivo con Jürgen Habermas. Le gustaba la música clásica y leer poesía. Era sencillo y humilde. Tenía 96 años y 72 años como sacerdote católico. Fue el Papa más longevo en la historia de la Iglesia Católica. Renunció como Pontífice al sentir que no tenía fuerzas suficientes para seguir ejerciendo su oficio y para dedicarse a llevar una vida de oración.
Luego de aquellos dos pontificados excepcionales, la “fumata bianca” de la chimenea de la Capilla Sixtina nos anunció que teníamos a un nuevo Papa, el Cardenal Jorge Bergoglio, electo el 13 Mar 13, a los 76 años y -desde entonces- Papa Francisco.
Los argentinos -que vivíamos en aquellos días el drama de una profunda y centenaria crisis-decadencia- sentimos que Dios no nos había olvidado. Un hombre de Buenos Aires -un porteño- iba a conducir a 1.400 millones de católicos en el mundo entero. Ello lo hacía el ciudadano más importante nacido en nuestra joven Patria Argentina. Era un signo positivo que nos alentaba a tener grandes y nuevas esperanzas en un renacimiento nacional, que no llegaba.
Esperábamos que el nuevo Papa intercedería por nosotros -por nuestra Argentina caída- para regresar a los días inolvidables del Primer Centenario. Sin embargo, al cumplirse más de una década de su Papado, aquella esperanza se ha esfumado. Hace unos pocos días, el más importante matutino de nuestra ciudad publicaba “Las desafortunadas declaraciones del Papa”. Citaremos solo un párrafo del citado artículo (9):
“El Sumo Pontífice no debería abandonar el tono pastoral y doctrinario de sus mensajes para incursionar en el terreno político local con juicios caracterizados por una llamativa liviandad. No pocos argentinos se han lamentado de que durante los primeros 11 años al frente de la Santa Sede, a lo largo de los cuales visitó más de 60 naciones, el papa Francisco por razones que no se alcanzan a entender, haya dejado al margen a su propio país. No han faltado quienes atribuyen esa reticencia del Sumo Pontífice a un especial empeño personal por no ser utilizado políticamente por los gobernantes de turno. Si así hubiere sido realmente, se explicaría aún menos la frecuencia con la cual ha opinado, de un modo u otro, sobre la situación argentina y sus principales actores. Así las cosas, ha llamado poderosamente la atención el abierto cuestionamiento hecho al gobierno nacional. Ha ido en ese sentido el Papa más lejos de todo lo que se le había escuchado respecto de anteriores administraciones, manchadas, como las protagonizadas por la familia Kirchner y sus conmilitones, por no pocos escándalos de corrupción. Particularmente chocante resulta que se critique el uso por parte de efectivos policiales argentinos de gas pimienta –un elemento no letal empleado por las fuerzas de seguridad de muchos países– y no se condenen con el necesario énfasis las atroces violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen que encabeza el dictador Nicolás Maduro en Venezuela”.
Simultáneamente con esta publicación Monseñor Héctor Aguer -Arzobispo Emérito de La Plata- (10) profundo conocedor de la Iglesia Argentina y en particular de su clero, publicó en La Prensa un severo documento, del que extraemos solo dos párrafos:
“El presidente del peronismo. El Papa Francisco anunció repetidas veces que su intención es visitar la Argentina; pero no lo hará: sabe que no le iría muy bien acá. Entonces, ahora, desciende al campo sucio de los debates políticos con un discurso insólito, de furia, contra el gobierno libertario del Presidente Milei. Nunca hizo la menor alusión a los gobiernos de Cristina Kirchner, que hundieron al país en la pobreza y la indigencia. Tampoco reaccionó ante el peor gobierno de la historia: el del inútil y golpeador Alberto Fernández, el hipócrita que presumía de feminista y le pegaba a su mujer. La fuente principal del discurso de Francisco ha sido, como otras veces, las noticias que le alcanza su amigo Juan Grabois”.
“La intervención de Francisco contra el gobierno argentino es una nueva expresión del progresismo papal; andar siempre para adelante, como ocurre con el peronismo y su búsqueda nunca alcanzada de la justicia social. El Papa opone la justicia social al gas pimienta: reprimir el piquete, impedir la protesta continua y la revuelta sería contrariar el dinamismo del Evangelio, el cual siempre debe ser releído. Así, el Concilio Vaticano II, sería una relectura del Evangelio según la cultura de la modernidad. Allí está el progresismo y el peronismo que hoy día reinan en Roma. Francisco es el presidente del peronismo, como ya hemos explicado en otras ocasiones”.
A la luz de nuestra reflexiones contenidas en los puntos 1. y 2. de este ensayo, hemos perdido la confianza y esperanza de que el Cardenal que vivió intensamente y en primera línea los acontecimientos del último medio siglo en Iberoamérica -y en particular en Argentina-, llevado al trono de Pedro como Francisco -Obispo De Roma-, impulse con energía la continuidad de la acción de sus predecesores para “guiar a la Iglesia en su misión evangelizadora y asegurar la fidelidad a su doctrina y tradición” y que -contrariamente- se haya inclinado hacia las graves desviaciones originadas en Medellín como lo evidencian las citas de los publicaciones citadas (9) y (10).
Un cercano camarada del Liceo Militar Grl Belgrano -ferviente católico- me hizo llegar una precisa síntesis y sus consideraciones sobre el mensaje del Papa Francisco: “No quiero dejar pasar más tiempo sin expresar mi consideración al mensaje del Papa Francisco en la Celebración del “10mo Aniversario del Primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares”:
Me pareció un error tremendo la participación del Papa Francisco en asuntos de la Política interna de la Argentina.
Asumió una información parcial y predicó en base a mentiras para la Audiencia Mundial.
Predicó la actitud violenta para reclamos sectoriales, tomando ejemplos de las escrituras. Jesús no nos invitó a luchar por la injusticia con violencia. Nos invitó a defendernos con la justicia del bien y la Misericordia.
Impregnó a la Pastoral Social de un pensamiento sectorizado, no integro, no misericordioso, propio de la Revolución del Siglo XX.
Los seguidores de los Movimientos Populares de Francisco en la Argentina, a los 10 años de su fundación, han dado sus frutos; los valoro por los frutos del Bien, de la Verdad Histórica, no de la Memoria; por la Tradición del Amor a La Patria; por la Fidelidad a la Libertad de la República, y la Constitución que invoca a la Fuente de toda Razón y Justicia.
Los Discípulos del Papa Francisco de los Movimientos Populares están siendo juzgados por corruptos, abusadores de los pobres, mentirosos, violentos, organizadores de movimientos contrarios a la Constitución Nacional, cómplices de la Justicia Social del Grl. Perón; del gobierno Kirchnerista y de los Foros Latinoamericanos que luchan por la Revolución Castro Chavista.
Los Discípulos de Jesús eran grandes Pecadores: Mateo, corrupto. Pedro, pecador. Santiago, violento. Simón, el celote, terrorista de la época. Judas, traidor. Él los transformo con su Misericordia.
Observó su Misericordia con los Pecadores. Rechazó el Pecado, que no podemos Tolerar.
Nosotros, pecadores, rezamos por el P. Francisco. Rechazamos todo Pecado.
En la Iglesia CABEMOS todos, santos y pecadores, pero NO CABE TODO.
CUANDO NO SOMOS CAPACES DE TENER MISERICORDIA CON EL PECADOR Y DE NO ACEPTAR EL PECADO, ENTONCES LO QUE SE INTRODUCE EN LA IGLESIA NO ES LA MISERICORDIA SINO LA TOLERANCIA, LO QUE SE INTRODUCE ES EL PECADO, NO LO OLVIDEMOS.
Desde nuestra humilde posición de analistas estratégicos volvemos a insistir en que nuestra crisis estructural es de origen “cultural y política”. El relativismo cultural europeo -“núcleo originante del Occidente Cristiano”– tiene su origen en la grieta de la “reforma”, la pérdida del rumbo social que impusieron sus guerras civiles y las consecuentes teorías sociológicas emergentes del “terror nuclear” en los años ´60 y ´70. Iberoamérica, -apéndice cultural del Viejo Continente- somatizó sus crisis y las sumó a las propias. No habrá recuperación de la identidad occidental, sin la recuperación del cristianismo y no habrá recuperación socioeconómica permanente sin restablecimiento cultural/moral, europea y americana. Por y para ello entender el mensaje divino:
“A Dios lo que es de Dios y al César, lo que es del César”.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 5, 2024
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