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  Por Montana Watike.

Los nativos americanos Cherokee tienen un ritual muy especial mediante el cual los niños se convierten en adultos.

Al comenzar la adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se marcha, dejándolo solo.

El joven debe sentarse en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda hasta que los rayos del sol vuelvan a brillar al amanecer.

No puede pedir ayuda a nadie. Pero una vez que sobrevive esa noche, se convierte en un hombre. Esta es una experiencia personal, y se le prohíbe hablar o comentar sobre ella con los demás niños.

Durante la noche, como es natural, el joven está aterrorizado.

Puede oír todo tipo de ruidos: bestias salvajes merodeando a su alrededor, lobos aullando… o quizás incluso a un humano que podría hacerle daño.

Oye el viento soplar y el crujir de la hierba, pero debe permanecer sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, pues solo así podrá convertirse en un hombre ante los ancianos de su tribu. Finalmente, tras esa horrible noche, sale el sol y el niño se quita la venda… es entonces cuando descubre a su padre sentado a su lado.

Su padre no se ha separado de su lado ni un instante, observando en silencio durante la noche, dispuesto a proteger a su hijo de cualquier peligro sin que él se dé cuenta.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 18, 2025


 

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