Despues de atravesar seis dÃas con COVID (por segunda vez en seis meses), seis dias más apartada de mi familia en un improvisado dormitorio en el lavadero, amanecà el pasado lunes llena de vigor y dispuesta a seguir adelante con mi vida.
Sola en mi casa, decidà servir una copa de vino, llenar la bañera con jabón espumante y relajarme sumergida por al menos una hora mientras escuchaba las mejores baladas de Norah Jones. Si piensan que me dedique a recapacitar y teorizar acerca de mi vida, están equivocados. Todo pasó por beber vino y tratar de dejar mi mente en blanco.
Acababa de salir de la ducha cuando me di cuenta de que no habÃa toallas en el baño. Sabiendo que estaba sola en casa, decidà caminar desnuda hasta mi habitación. En el cuarto tampoco pude encontrar toallas por lo que decidà ver si quedaba alguna limpia en el lavadero.
Tuve que pasar frente a la puerta principal un par de veces. (Desde mi pieza a esa habitación y de allà a donde generalmente dejamos la ropa seca, en una alacena junto a la entrada del garaje)
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Despues de atravesar seis dÃas con COVID (por segunda vez en seis meses), seis dias más apartada de mi familia en un improvisado dormitorio en el lavadero, amanecà el pasado lunes llena de vigor y dispuesta a seguir adelante con mi vida.
Sola en mi casa, decidà servir una copa de vino, llenar la bañera con jabón espumante y relajarme sumergida por al menos una hora mientras escuchaba las mejores baladas de Norah Jones. Si piensan que me dedique a recapacitar y teorizar acerca de mi vida, están equivocados. Todo pasó por beber vino y tratar de dejar mi mente en blanco.
Ya cuando mi piel se arrugaba, me levanté de la tina para comenzar las últimas actividades hogareñas y recoger a mis hijas  antes de retornar a trabajar al dÃa siguiente.
Acababa de salir de la ducha cuando me di cuenta de que no habÃa toallas en el baño. Sabiendo que estaba sola en casa, decidà caminar desnuda hasta mi habitación. En el cuarto tampoco pude encontrar toallas por lo que decidà ver si quedaba alguna limpia en el lavadero.
Tuve que pasar frente a la puerta principal un par de veces. (Desde mi pieza a esa habitación y de allà a donde generalmente dejamos la ropa seca, en una alacena junto a la entrada del garaje)
A la tercera pasada me di cuenta que la puerta, unos dÃas atrás adornada con un vidrio opacado y esmerilado de color verde oscuro, habÃa sido reemplazado por uno completamente de vidrio transparente. (Luego me enteré que se habÃa roto el original) En esta pasada, miré hacia la puerta y vi a una familia de testigos de Jehová que estaba a punto de llamar a la puerta con sus pequeños folletos. Me quedé tiesa. El hombre, la mujer y una jovencita también quedaron petrificados. Lo único que se me ocurrió hacer fue saludarlos con la mano y ellos me devolvieron el saludo muy lentamente y con una expresión congelada en sus rostros. Abrà apenas la puerta y tomé sus folletos, agradeciendo.
 Se fueron bastante rápido.
PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 21, 2022