En el mundo económico, suele hablarse de la micro y la macroeconomía. Cuando se refieren a la macroeconomía, generalmente, se hace referencia a los valores de las variables agregadas de la economía, mientras que a la microeconomía se la relaciona con la realidad de los consumidores, de la gente común.
Términos muy comunes hoy, pues se dice que han mejorado los números de la macroeconomía, que suben los bonos argentinos, que baja el dólar blue, que suben las reservas del Central; a la par que tales mejorías no se reflejan aún en la microeconomía, donde la gente sigue viendo que la plata ya no le alcanza, se deprecia día a día y que suben los precios de los productos como de los servicios e impuestos.
Una inentendible discusión de economistas, ya que la única realidad es la que vivimos diariamente, cuando vamos al supermercado o vemos escalar nuestros gastos más básicos.
Ahora, esta discusión la podemos llevar al mundo lesa y decir que en el campo de la macro, pareciera que los indicadores son alentadores, ya no se revisan más legajos en el Ministerio de Defensa de la Nación, hay recorte de presupuestos en la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación, se recuerda el intento de copamiento de cuarteles militares por el terrorismo y se rinde honores a militares que fallezcan detenidos; pero al igual que en la economía tales aparentes mejorías no se sienten en la micro, donde los juicios siguen avanzado a velocidad crucero, los jueces reparten perpetuas como quien reparte caramelos y cada vez hay más causas nuevas.
Como en el mundo económico, en el de lesa, la realidad de la macro no se traduce en la micro.
Esta discusión, en realidad, solo sirve para dividir al mundo de los retirados, entre quienes exigen mayor velocidad para resolver este recurrente tema de los juicios de lesa, volviéndose escépticos al respecto y quienes reclaman más paciencia a la espera de un mejor futuro, quien son más optimistas. Un estéril debate.
Es cierto que no es sencillo desarmar en tan poco tiempo una perversa, aceitada y engorrosa maquinaria política y legal, que lleva ya casi veinte años funcionando perfectamente para estos ignominiosos juicios. Pero no es menos cierto, que tan solo dos simples medidas hubiesen servido para el comienzo del fin.
Una hubiese sido sacar a la Secretaria de Derechos de la Nación como querellante en los juicios de lesa, tal como se hizo con la Oficina Anticorrupción en los juicios de corrupción precisamente. Si el motivo es que el Estado no puede perseguir doblemente a una persona en un proceso penal, porque vale para los políticos y no para los militares y policías.
Al respecto los periodistas “nac and pop”, en especial los del Boletín Oficial 12 (ahora boletín oficial del Instituto Patria) nada dijeron ni dicen al respecto. Claro como beneficia a su líder espiritual, “silenzio stampa”; solo se limitan a vomitar su odio contra militares y policías.
Además, si como afirma el Presidente de la Nación “no hay plata”, porque seguir manteniendo un ejército de personas que solo se ocupan de hechos que ocurrieron hace casi cincuenta años, cuando ya se tiene un ejército de personal en el Ministerio Publico Fiscal y su Procuraduría de Lesa Humanidad, para exactamente lo mismo. Sobre todo, cuando esa plata se podría usar para aumentar las jubilaciones de nuestros pobres viejos o subsidiar el pasaje del transporte público a los más necesitados.
La otra medida hubiese sido, lanzar un protocolo desde el Ministerio de Seguridad de la Nación, que ahora tiene a su cargo el Servicio Penitenciario Federal, reflejando la realidad de que personas de 70 años o más no pueden permanecer detenidas en una Unidad Penal. Las mismas carecen de la infraestructura y logística necesaria para tal fin. Una realidad que todos conocen pero que las orgas de los derechos humanos siguen insistiendo que si se puede. En su delirio, sostienen que las cárceles son una mezcla de Fundación Favaloro e Instituto Fleni. La perversión en su máximo nivel.
Claro, ello para los militares y policías, ¿por qué para los narcos y los delincuentes son una mazmorra y merecen estar en la casa o en libertad?
Volviendo a lo veíamos recién, si como afirma el Presidente de la Nación “no hay plata”, ¿por qué seguir gastando la que no hay en mantener a ancianos en una cárcel, cuando esa plata podría usarse en reforzar y actualizar los sistemas de seguridad de las cárceles donde están los que si corresponden que estén detenidos y sobre todo aumentar los exiguos haberes que cobra un penitenciario?
Como siempre decimos, por ahora, mucho ruido y pocas nueces. Mucha condena al terrorismo internacional, pero nada sobre el terrorismo local. En fin, solo el tiempo dirá si los nuevos vientos que parecen soplar en la macro se traducen en resultados en la micro y quien tenía razón, si el escéptico o el optimista.
Más allá de esto y de la postura que cada uno asuma ante esta coyuntura que nos toca atravesar, no debemos dejarnos vencer, sea por el desencanto o por la plácida inacción de esperar que “otro” haga algo.
Ya basta de fantásticos y brillantes o descreídos y dudosos análisis de café o asado por medio y dediquémonos a acompañar a los que son sometidos a estos circos judiciales, visitémoslos en su casa o en la cárcel o “copemos” la sala de audiencia de los tribunales federales con banderas argentinas. Hagámosle sentir que independiente de lo que haga la política, estamos incondicionalmente a su lado y no están solos. Que más allá de lo que sucede en la macro, le hacemos el “aguante” en la micro. Nunca olvidemos, que ellos, nuestros presos, son el queso del sándwich.
Pero sobre todo demostrémosle a las orgas de los derechos humanos y al país, que estamos de pie y nos doblegaran nunca jamás, pase lo que pase.
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En el mundo económico, suele hablarse de la micro y la macroeconomía. Cuando se refieren a la macroeconomía, generalmente, se hace referencia a los valores de las variables agregadas de la economía, mientras que a la microeconomía se la relaciona con la realidad de los consumidores, de la gente común.
Términos muy comunes hoy, pues se dice que han mejorado los números de la macroeconomía, que suben los bonos argentinos, que baja el dólar blue, que suben las reservas del Central; a la par que tales mejorías no se reflejan aún en la microeconomía,
donde la gente sigue viendo que la plata ya no le alcanza, se deprecia día a día y que suben los precios de los productos como de los servicios e impuestos.
Una inentendible discusión de economistas, ya que la única realidad es la que vivimos diariamente, cuando vamos al supermercado o vemos escalar nuestros gastos más básicos.
Ahora, esta discusión la podemos llevar al mundo lesa y decir que en el campo de la macro, pareciera que los indicadores son alentadores, ya no se revisan más legajos en el Ministerio de Defensa de la Nación, hay recorte de presupuestos en la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación, se recuerda el intento de copamiento de cuarteles militares por el terrorismo y se rinde honores a militares que fallezcan detenidos; pero al igual que en la economía tales aparentes mejorías no se sienten en la micro, donde los juicios siguen avanzado a velocidad crucero, los jueces reparten perpetuas como quien reparte caramelos y cada vez hay más causas nuevas.
Como en el mundo económico, en el de lesa, la realidad de la macro no se traduce en la micro.
Esta discusión, en realidad, solo sirve para dividir al mundo de los retirados, entre quienes exigen mayor velocidad para resolver este recurrente tema de los juicios de lesa, volviéndose escépticos al respecto y quienes reclaman más paciencia a la espera de un mejor futuro, quien son más optimistas. Un estéril debate.
Es cierto que no es sencillo desarmar en tan poco tiempo una perversa, aceitada y engorrosa maquinaria política y legal, que lleva ya casi veinte años funcionando perfectamente para estos ignominiosos juicios. Pero no es menos cierto, que tan solo dos simples medidas hubiesen servido para el comienzo del fin.
Una hubiese sido sacar a la Secretaria de Derechos de la Nación como querellante en los juicios de lesa, tal como se hizo con la Oficina Anticorrupción en los juicios de corrupción precisamente. Si el motivo es que el Estado no puede perseguir doblemente a una persona en un proceso penal, porque vale para los políticos y no para los militares y policías.
Al respecto los periodistas “nac and pop”, en especial los del Boletín Oficial 12 (ahora boletín oficial del Instituto Patria) nada dijeron ni dicen al respecto. Claro como beneficia a su líder espiritual, “silenzio stampa”; solo se limitan a vomitar su odio contra militares y policías.
Además, si como afirma el Presidente de la Nación “no hay plata”, porque seguir manteniendo un ejército de personas que solo se ocupan de hechos que ocurrieron hace casi cincuenta años, cuando ya se tiene un ejército de personal en el Ministerio Publico Fiscal y su Procuraduría de Lesa Humanidad, para exactamente lo mismo. Sobre todo, cuando esa plata se podría usar para aumentar las jubilaciones de nuestros pobres viejos o subsidiar el pasaje del transporte público a los más necesitados.
La otra medida hubiese sido, lanzar un protocolo desde el Ministerio de Seguridad de la Nación, que ahora tiene a su cargo el Servicio Penitenciario Federal, reflejando la realidad de que personas de 70 años o más no pueden permanecer detenidas en una Unidad Penal. Las mismas carecen de la infraestructura y logística necesaria para tal fin. Una realidad que todos conocen pero que las orgas de los derechos humanos siguen insistiendo que si se puede. En su delirio, sostienen que las cárceles son una mezcla de Fundación Favaloro e Instituto Fleni. La perversión en su máximo nivel.
Volviendo a lo veíamos recién, si como afirma el Presidente de la Nación “no hay plata”, ¿por qué seguir gastando la que no hay en mantener a ancianos en una cárcel, cuando esa plata podría usarse en reforzar y actualizar los sistemas de seguridad de las cárceles donde están los que si corresponden que estén detenidos y sobre todo aumentar los exiguos haberes que cobra un penitenciario?
Como siempre decimos, por ahora, mucho ruido y pocas nueces. Mucha condena al terrorismo internacional, pero nada sobre el terrorismo local. En fin, solo el tiempo dirá si los nuevos vientos que parecen soplar en la macro se traducen en resultados en la micro y quien tenía razón, si el escéptico o el optimista.
Más allá de esto y de la postura que cada uno asuma ante esta coyuntura que nos toca atravesar, no debemos dejarnos vencer, sea por el desencanto o por la plácida inacción de esperar que “otro” haga algo.
Ya basta de fantásticos y brillantes o descreídos y dudosos análisis de café o asado por medio y dediquémonos a acompañar a los que son sometidos a estos circos judiciales, visitémoslos en su casa o en la cárcel o “copemos” la sala de audiencia de los tribunales federales con banderas argentinas. Hagámosle sentir que independiente de lo que haga la política, estamos incondicionalmente a su lado y no están solos. Que más allá de lo que sucede en la macro, le hacemos el “aguante” en la micro. Nunca olvidemos, que ellos, nuestros presos, son el queso del sándwich.
Pero sobre todo demostrémosle a las orgas de los derechos humanos y al país, que estamos de pie y nos doblegaran nunca jamás, pase lo que pase.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 14, 2024