Si usted vive en los Estados Unidos, podría ser una de cada dos personas cuya foto se encuentre en una base de datos de la policía. Esta información sirve a las autoridades ante un eventual reconocimiento facial.
El cincuenta por ciento de los estados americanos poseen en sus departamentos de policía este sistema. En el mismo, nuestra foto -pese a no tener entradas por conflictos con la ley- descansa en un programa de computación. Algunos departamentos sólo utilizan reconocimiento facial para confirmar la identidad de un sospechoso que ha sido detenido; otros analizan continuamente imágenes de las cámaras de vigilancia para determinar exactamente quién está caminando por en cualquier momento en particular. En total, más de 117 millones de adultos estadounidenses se encuentran en este sistema.
Con esta información se intenta llenar grandes vacíos en el conocimiento público acerca de cómo se utiliza la tecnología de reconocimiento facial, y la existencia de políticas que limitan cómo los departamentos de policía pueden usarlo. Algunos detalles sobre el uso del FBI de escaneo facial se conocían con anterioridad, pero la magnitud de la participación de policía local y estatal sólo ahora empiezan a salir a la luz.
El reconocimiento facial es fundamentalmente diferente de otros tipos de búsquedas, y no sólo porque hace más fácil el trabajo de la policía rastrear a las personas por sus características físicas, en lugar de estar pendiente de otras tecnologías para su identificación o seguimiento, como un teléfono inteligente, una casa, o un coche.
Por un lado, permite a los detectives realizar un rastreo de grandes grupos de personas que no son necesariamente sospechosos de haber cometido un crimen. La antropometría o “la medida del hombre” agrupa a las personas por determinadas características facilitando reconocimientos o descartando a quienes no tienen detalles comunes con la persona a identificar. Los tribunales no han determinado si el reconocimiento facial constituye una “búsqueda”, lo que limitaría su uso bajo la Cuarta Enmienda (“el derecho de los habitantes de que sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias, será inviolable”), por lo que muchos departamentos utilizan el sistema de manera indiscriminada. (Esto es cierto también para las tecnologías que rastrean la ubicación de un teléfono inteligente o direcciones de correos electrónicos, por ejemplo.)
Para que sea posible identificar a las personas de esta manera requiere la importación de muchos millones de fotos de identificación de personas inocentes en bases de datos de búsqueda. De acuerdo con el informe, el 80 por ciento de las fotos que aparecen en la red de reconocimiento facial del FBI son de personas sin antecedentes delictivos. Sólo el 8 por ciento muestran criminales conocidos.
Hay departamentos de policía que utilizan la tecnología de una manera más sencilla (Solo la foto, sin otros datos como altura, peso o color de pelo) y pueden ser obstaculizados por las imprecisiones que a menudo afectan a los algoritmos de reconocimiento facial. Ha habido resultados poco satisfactorios cuando se trata de afroamericanos que, en otras razas, ya que las fotos pueden ser afectadas por la luz o la falta de ella. Podemos decir sin lugar a dudas que en EEUU país sin un documento de identidad obligatorio, todo cambió luego del 9/11. También ocurrió lo mismo en el resto del mundo occidental por supuesto. Así tanto en esa potencia como en otros muchos países se emplea la antropometría, nada nueva por cierto desde el momento que existen antecedentes de la misma desde 3000 años AC. Nosotros años atrás tuvimos un bache, cuando ciertos cerebros “progres”, muy “progres” hicieron sacar de circulación los viejos álbumes para reconocimientos fotográficos, con los cuales nosotros hacíamos pasar algunas horas a todo damnificado de un hecho. Este, así nos marcaba esporádicamente un autor directo o personas muy parecidas al mismo lo cual nos facilitaba el “caminar la calle”. Afortunados los policías de hoy, que cuentan con la ayuda de un mundo digital y de las comunicaciones globales. Seguramente en un porvenir no muy lejano dirán lo mismo de los detectives del futuro.
Si usted vive en los Estados Unidos, podría ser una de cada dos personas cuya foto se encuentre en una base de datos de la policía. Esta información sirve a las autoridades ante un eventual reconocimiento facial.
El cincuenta por ciento de los estados americanos poseen en sus departamentos de policía este sistema. En el mismo, nuestra foto -pese a no tener entradas por conflictos con la ley- descansa en un programa de computación. Algunos departamentos sólo utilizan reconocimiento facial para confirmar la identidad de un sospechoso que ha sido detenido; otros analizan continuamente imágenes de las cámaras de vigilancia para determinar exactamente quién está caminando por en cualquier momento en particular. En total, más de 117 millones de adultos estadounidenses se encuentran en este sistema.
Con esta información se intenta llenar grandes vacíos en el conocimiento público acerca de cómo se utiliza la tecnología de reconocimiento facial, y la existencia de políticas que limitan cómo los departamentos de policía pueden usarlo. Algunos detalles sobre el uso del FBI de escaneo facial se conocían con anterioridad, pero la magnitud de la participación de policía local y estatal sólo ahora empiezan a salir a la luz.
El reconocimiento facial es fundamentalmente diferente de otros tipos de búsquedas, y no sólo porque hace más fácil el trabajo de la policía rastrear a las personas por sus características físicas, en lugar de estar pendiente de otras tecnologías para su identificación o seguimiento, como un teléfono inteligente, una casa, o un coche.
Por un lado, permite a los detectives realizar un rastreo de grandes grupos de personas que no son necesariamente sospechosos de haber cometido un crimen. La antropometría o “la medida del hombre” agrupa a las personas por determinadas características facilitando reconocimientos o descartando a quienes no tienen detalles comunes con la persona a identificar. Los tribunales no han determinado si el reconocimiento facial constituye una “búsqueda”, lo que limitaría su uso bajo la Cuarta Enmienda (“el derecho de los habitantes de que sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias, será inviolable”), por lo que muchos departamentos utilizan el sistema de manera indiscriminada. (Esto es cierto también para las tecnologías que rastrean la ubicación de un teléfono inteligente o direcciones de correos electrónicos, por ejemplo.)
Para que sea posible identificar a las personas de esta manera requiere la importación de muchos millones de fotos de identificación de personas inocentes en bases de datos de búsqueda. De acuerdo con el informe, el 80 por ciento de las fotos que aparecen en la red de reconocimiento facial del FBI son de personas sin antecedentes delictivos. Sólo el 8 por ciento muestran criminales conocidos.
Hay departamentos de policía que utilizan la tecnología de una manera más sencilla (Solo la foto, sin otros datos como altura, peso o color de pelo) y pueden ser obstaculizados por las imprecisiones que a menudo afectan a los algoritmos de reconocimiento facial. Ha habido resultados poco satisfactorios cuando se trata de afroamericanos que, en otras razas, ya que las fotos pueden ser afectadas por la luz o la falta de ella. Podemos decir sin lugar a dudas que en EEUU país sin un documento de identidad obligatorio, todo cambió luego del 9/11. También ocurrió lo mismo en el resto del mundo occidental por supuesto. Así tanto en esa potencia como en otros muchos países se emplea la antropometría, nada nueva por cierto desde el momento que existen antecedentes de la misma desde 3000 años AC. Nosotros años atrás tuvimos un bache, cuando ciertos cerebros “progres”, muy “progres” hicieron sacar de circulación los viejos álbumes para reconocimientos fotográficos, con los cuales nosotros hacíamos pasar algunas horas a todo damnificado de un hecho. Este, así nos marcaba esporádicamente un autor directo o personas muy parecidas al mismo lo cual nos facilitaba el “caminar la calle”. Afortunados los policías de hoy, que cuentan con la ayuda de un mundo digital y de las comunicaciones globales. Seguramente en un porvenir no muy lejano dirán lo mismo de los detectives del futuro.
Claudio Kussman
Fabian Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 22, 2016