La mujer que desenmascaró la cruzada de McCarthy

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 Por Shana Washington.

En la primavera de 1954, Annie Lee Moss, una oficinista afroamericana de voz suave, se vio en el centro de uno de los enfrentamientos más dramáticos de la Guerra Fría. Acusada de vínculos comunistas por el poderoso comité de investigación del senador Joseph McCarthy, su discreta dignidad y su testimonio televisado ayudaron a cambiar el rumbo de la opinión pública contra la agresiva campaña anticomunista del senador.

Moss

 Nacida en 1905 en Carolina del Sur, Annie Lee Crawford comenzó a trabajar en los campos de algodón a los cinco años. Posteriormente se mudó a Washington, D.C., donde ascendió de cocinera de postres en cafeterías gubernamentales a auxiliar de comunicaciones en el Cuerpo de Señales del Ejército de los Estados Unidos en el Pentágono. Para 1954, era madre viuda y propietaria de una vivienda, un símbolo de modesto éxito en la segregación racial de Estados Unidos.

Ese éxito se vio amenazado cuando el comité de McCarthy la acusó de ser una infiltrada comunista. La acusación surgió del testimonio de la informante del FBI Mary Stalcup Markward, quien afirmó haber visto el nombre de Moss en una lista de miembros del Partido Comunista de la década de 1940. Moss fue suspendida de su cargo y citada a declarar ante el Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado.

Lo que siguió fue un momento crucial en la escena política estadounidense. El 11 de marzo de 1954, Moss compareció ante el comité, acompañada por su abogado, George E.C. Hayes. Negó todas las acusaciones, afirmando que nunca había sido comunista, que nunca había estado suscrita al Daily Worker y que ni siquiera sabía quién era Karl Marx. Su confusión y humildad —tenía dificultades con las palabras polisílabas y parecía genuinamente desconcertada por las acusaciones— contrastaban marcadamente con el tono agresivo del abogado de McCarthy, Roy Cohn.

El senador demócrata Stuart Symington, de Missouri, sugirió que el caso podría ser un caso de identidad equivocada. Moss coincidió, señalando que había al menos tres mujeres con su nombre en Washington, D.C. El público estalló en aplausos. El propio McCarthy abandonó la audiencia antes de tiempo, dejando a Cohn solo para afrontar el creciente escepticismo.

Cohn
McCarthy

La audiencia se transmitió días después en el programa “See It Now” de Edward R. Murrow, que llegó a millones de espectadores. Murrow presentó a Moss como un símbolo del estadounidense promedio bajo asedio, y el público respondió con indignación, no contra Moss, sino contra McCarthy. El momento contribuyó a acelerar la caída en desgracia del senador, que culminó con su censura por parte del Senado ese mismo año.

Aunque pruebas posteriores sugirieron que Moss pudo haber tenido algún contacto con grupos de afiliación comunista, su caso sigue siendo un claro ejemplo de cómo los ciudadanos comunes pueden convertirse en peones de las cruzadas políticas. Annie Lee Moss se jubiló del servicio público en 1975 y falleció en 1996 a los 90 años.

Su legado perdura no por lo que hizo, sino por lo que representó: la fortaleza serena de una mujer que se mantuvo firme y ayudó a exponer los peligros de la culpa por asociación en una democracia.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 10, 2025


 

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