María Corina Machado Parisca triunfó en las primarias de la oposición por un gran margen y, por primera vez, se convirtió en la líder del movimiento que se opone al chavismo, que es liderado por Nicolás Maduro desde 2013. Los primeros resultados le daban una abultada ventaja del 94% con poco más de una cuarta parte de las actas escrutadas. Las primarias de la oposición contaron con el voto de decenas miles de venezolanos radicados en el extranjero, por años excluidos del proceso electoral. La participación, de cerca de un millón y medio de personas, fue mayor de la esperada.
Las elecciones se realizaron sin apoyo estatal, entre censuras en los medios locales de comunicación y en medio de obstáculos logísticos, técnicos y presupuestales. El anuncio se retrasó por un “bloqueo” en la conexión. Una parte de la oposición, además, llamó a cancelarlas o desconocerlas. Sin embargo, sus impulsores consideraron los comicios un “éxito” que mostró la vitalidad del electorado opositor y la voluntad de muchos venezolanos de participar de un proceso democrático. La pregunta, en todo caso, es qué viene ahora: Machado está inhabilitada de ejercer cargos públicos, la unidad de la oposición es frágil y la voluntad del gobierno de Nicolás Maduro –y las Fuerzas Armadas– sigue siendo la principal variable de la ecuación política venezolana.
Las primarias se dan en un momento clave, y no precisamente por casualidad: las negociaciones entre la oposición y el chavismo lograron la semana pasada que cinco políticos presos fueran liberados y se estableciera un calendario electoral para las presidenciales de 2024. Esto a cambio de que se levantaran algunas sanciones financieras que impedían al gobierno recibir ingresos a cuenta de la venta de petróleo, que es la principal fuente de recursos del país. El acuerdo firmado en Barbados la semana pasada tiene una vigencia de seis meses, pero en cualquier momento se puede romper. Mientras tanto la puja por el liderazgo y la estrategia a seguir dentro de la oposición promete generar fricciones y desafíos. La victoria de Machado, entonces, es solo un primer desarrollo de un proceso que, como siempre en la política venezolana, promete ser, como dice el coloquialismo venezolano, “pelúo”.
María Corina Machado tiene 56 años y tres hijos. Es la mayor de cuatro hermanas en una familia presidida por un prestigioso empresario del sector metalúrgico cuyas empresas fueron nacionalizadas por Chávez. Su madre es una reconocida psicóloga y tenista. Ingeniera industrial con especialización en finanzas, Machado trabajó en varias empresas industriales hasta que se vinculó a organizaciones de lucha contra la pobreza y de veeduría electoral.
Desde ahí se acercó al Partido Republicano en Estados Unidos, vínculo que la llevó a la Casa Blanca, donde se reunió con el presidente George W. Bush para hablar de la situación venezolana, que por entonces generaba un creciente interés debido a la cercanía de Chávez con Fidel Castro.
El chavismo siempre la vio como una colaboradora del “golpismo imperialista”. La primera acusación que le imputaron fue por recibir ilegalmente dinero de fundaciones estadounidenses, cargo que le valió una prohibición de salida del país por 3 años. En 2010 llegó a la Asamblea Nacional como diputada independiente y con un discurso anticomunista y crítico de las expropiaciones. Fue en ese periodo, en 2012, que se presentó a las primarias de la oposición, en las que perdió por amplia ventaja con Henrique Capriles, candidato que esta vez pudo competir pero se retiró a última hora. En 2014 impulsó junto a Leopoldo López un movimiento de protesta para sacar a Maduro del poder que le costó su cargo en la Asamblea por una acusación de golpismo. Desde entonces, Machado se convirtió en una de las lideres más radicales de la oposición: impulsó protestas en 2017 y 2019, empezó a calificar al gobierno de dictadura, rechazó todos los intentos de negociación con el chavismo, defendió el uso de la fuerza para sacar a Maduro y se opuso a los principales partidos opositores, que acusó de “colaboracionistas”.
Cuando muchos veían su liderazgo apaciguarse, ella se mantuvo firme en sus posiciones y acciones, construyendo una base de apoyo y negándose a irse del país, la opción que muchos opositores finalmente optaron. Eso, probablemente apelando a la tradición metalúrgica de su familia, le valió para ser apodada “la dama de hierro”. Y a medida que los liderazgos de Capriles, López y Juan Guaidó se fueron desgastando, ella apareció como la carta más clara para enfrentar a Maduro. Durante la campaña, Machado expuso propuestas como abrir la economía las inversiones internacionales, privatizar algunas empresas de un Estado que espera achicar, acudir a bancos de desarrollo en busca de deuda y promover la explotación privada de las reservas de petróleo, consideradas las más grandes del mundo.
La opositora hizo una campaña meteórica por todo el país bajo el lema “hasta el final”, a pesar de que la persiguieron, le tiraron sangre animal y fue varias veces agredida. Esa resiliencia quizá terca, que no es nueva ni inusual en los políticos venezolanos, este domingo, al fin, tuvo frutos para Machado. Pero hay un problema: la candidata está inhabilitada de ejercer cargos públicos por diferentes cargos que ella rechaza: corrupción y conspiración. Con el capital político que ganó en las primarias, Machado tendrá margen para influenciar la estrategia de una oposición cuyo reto sigue siendo mantener la unidad.
Aunque uno de los puntos del acuerdo firmado en Barbados plantea “una ruta para que los inhabilitados y partidos recuperen sus derechos políticos”, los especialistas no esperan que eso suceda en el caso de Machado, que según las encuestas derrotaría a Maduro. Tras los comicios, la candidata no dio pistas sobre cómo espera seguir el proceso, pero Luis Vicente León, uno de los encuestadores y analistas políticos más influyentes del país, plantea tres escenarios más allá de la improbable habilitación por parte de las autoridades.
“Uno es que Machado exija al pueblo defenderla en la calle y eso genere una nueva conflictividad y deslegitimación electoral; otra es que Machado se sienta con derecho a elegir quién será el candidato unitario, con el peligro de que los otros se nieguen y se genera otra fractura; y un tercer escenario es que la oposición tenga que volver a elegir un candidato sustituto, cosa que nos lleva al punto inicial, pero con una Machado fortalecida”, dice el director de la encuestadora Datanálisis.
Lo que ocurra con la designación del candidato tendrá efecto sobre la mesa de negociación entre el chavismo y la oposición, donde Estados Unidos es, en la práctica, una de las partes debido al tema de las sanciones. Machado ha sido durante años crítica de estos procesos de diálogo con un gobierno que ella considera “ilegítimo” y “criminal”. La pregunta es si ahora, en su calidad de líder, moderará su postura. El mundo, y en especial la Casa Blanca, estarán pendientes.
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María Corina Machado Parisca triunfó en las primarias de la oposición por un gran margen y, por primera vez, se convirtió en la líder del movimiento que se opone al chavismo, que es liderado por Nicolás Maduro desde 2013. Los primeros resultados le daban una abultada ventaja del 94% con poco más de una cuarta parte de las actas escrutadas. Las primarias de la oposición contaron con el voto de decenas miles de venezolanos radicados en el extranjero, por años excluidos del proceso electoral. La participación, de cerca de un millón y medio de personas, fue mayor de la esperada.
Las elecciones se realizaron sin apoyo estatal, entre censuras en los medios locales de comunicación y en medio de obstáculos logísticos, técnicos y presupuestales. El anuncio se retrasó por un “bloqueo” en la conexión. Una parte de la oposición, además, llamó a cancelarlas o desconocerlas. Sin embargo, sus impulsores consideraron los comicios un “éxito” que mostró la vitalidad del electorado opositor y la voluntad de muchos venezolanos de participar de un proceso democrático. La pregunta, en todo caso, es qué viene ahora: Machado está inhabilitada de ejercer cargos públicos, la unidad de la oposición es frágil y la voluntad del gobierno de Nicolás Maduro –y las Fuerzas Armadas– sigue siendo la principal variable de la ecuación política venezolana.
Las primarias se dan en un momento clave, y no precisamente por casualidad: las negociaciones entre la oposición y el chavismo lograron la semana pasada que cinco políticos presos fueran liberados y se estableciera un calendario electoral para las presidenciales de 2024. Esto a cambio de que se levantaran algunas sanciones financieras que impedían al gobierno recibir ingresos a cuenta de la venta de petróleo, que es la principal fuente de recursos del país. El acuerdo firmado en Barbados la semana pasada tiene una vigencia de seis meses, pero en cualquier momento se puede romper. Mientras tanto la puja por el liderazgo y la estrategia a seguir dentro de la oposición promete generar fricciones y desafíos. La victoria de Machado, entonces, es solo un primer desarrollo de un proceso que, como siempre en la política venezolana, promete ser, como dice el coloquialismo venezolano, “pelúo”.
María Corina Machado tiene 56 años y tres hijos. Es la mayor de cuatro hermanas en una familia presidida por un prestigioso empresario del sector metalúrgico cuyas empresas fueron nacionalizadas por Chávez. Su madre es una reconocida psicóloga y tenista. Ingeniera industrial con especialización en finanzas, Machado trabajó en varias empresas industriales hasta que se vinculó a organizaciones de lucha contra la pobreza y de veeduría electoral.
Desde ahí se acercó al Partido Republicano en Estados Unidos, vínculo que la llevó a la Casa Blanca, donde se reunió con el presidente George W. Bush para hablar de la situación venezolana, que por entonces generaba un creciente interés debido a la cercanía de Chávez con Fidel Castro.
El chavismo siempre la vio como una colaboradora del “golpismo imperialista”. La primera acusación que le imputaron fue por recibir ilegalmente dinero de fundaciones estadounidenses, cargo que le valió una prohibición de salida del país por 3 años. En 2010 llegó a la Asamblea Nacional como diputada independiente y con un discurso anticomunista y crítico de las expropiaciones. Fue en ese periodo, en 2012, que se presentó a las primarias de la oposición, en las que perdió por amplia ventaja con Henrique Capriles, candidato que esta vez pudo competir pero se retiró a última hora. En 2014 impulsó junto a Leopoldo López un movimiento de protesta para sacar a Maduro del poder que le costó su cargo en la Asamblea por una acusación de golpismo. Desde entonces, Machado se convirtió en una de las lideres más radicales de la oposición: impulsó protestas en 2017 y 2019, empezó a calificar al gobierno de dictadura, rechazó todos los intentos de negociación con el chavismo, defendió el uso de la fuerza para sacar a Maduro y se opuso a los principales partidos opositores, que acusó de “colaboracionistas”.
Cuando muchos veían su liderazgo apaciguarse, ella se mantuvo firme en sus posiciones y acciones, construyendo una base de apoyo y negándose a irse del país, la opción que muchos opositores finalmente optaron. Eso, probablemente apelando a la tradición metalúrgica de su familia, le valió para ser apodada “la dama de hierro”. Y a medida que los liderazgos de Capriles, López y Juan Guaidó se fueron desgastando, ella apareció como la carta más clara para enfrentar a Maduro. Durante la campaña, Machado expuso propuestas como abrir la economía las inversiones internacionales, privatizar algunas empresas de un Estado que espera achicar, acudir a bancos de desarrollo en busca de deuda y promover la explotación privada de las reservas de petróleo, consideradas las más grandes del mundo.
La opositora hizo una campaña meteórica por todo el país bajo el lema “hasta el final”, a pesar de que la persiguieron, le tiraron sangre animal y fue varias veces agredida. Esa resiliencia quizá terca, que no es nueva ni inusual en los políticos venezolanos, este domingo, al fin, tuvo frutos para Machado. Pero hay un problema: la candidata está inhabilitada de ejercer cargos públicos por diferentes cargos que ella rechaza: corrupción y conspiración. Con el capital político que ganó en las primarias, Machado tendrá margen para influenciar la estrategia de una oposición cuyo reto sigue siendo mantener la unidad.
Aunque uno de los puntos del acuerdo firmado en Barbados plantea “una ruta para que los inhabilitados y partidos recuperen sus derechos políticos”, los especialistas no esperan que eso suceda en el caso de Machado, que según las encuestas derrotaría a Maduro. Tras los comicios, la candidata no dio pistas sobre cómo espera seguir el proceso, pero Luis Vicente León, uno de los encuestadores y analistas políticos más influyentes del país, plantea tres escenarios más allá de la improbable habilitación por parte de las autoridades.
“Uno es que Machado exija al pueblo defenderla en la calle y eso genere una nueva conflictividad y deslegitimación electoral; otra es que Machado se sienta con derecho a elegir quién será el candidato unitario, con el peligro de que los otros se nieguen y se genera otra fractura; y un tercer escenario es que la oposición tenga que volver a elegir un candidato sustituto, cosa que nos lleva al punto inicial, pero con una Machado fortalecida”, dice el director de la encuestadora Datanálisis.
Lo que ocurra con la designación del candidato tendrá efecto sobre la mesa de negociación entre el chavismo y la oposición, donde Estados Unidos es, en la práctica, una de las partes debido al tema de las sanciones. Machado ha sido durante años crítica de estos procesos de diálogo con un gobierno que ella considera “ilegítimo” y “criminal”. La pregunta es si ahora, en su calidad de líder, moderará su postura. El mundo, y en especial la Casa Blanca, estarán pendientes.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 24, 2023