Una conducta corrupta es la que, con mala fe, no procura el bien general sino el propio o el de allegados o benefactores. Y alarma al pueblo argentino ver la enorme corrupción generalizada y que queda impune debido a falta de pruebas fehacientes o de investigaciones acertadas.
Opinión
Corrupción es la podredumbre, la descomposición de los cuerpos, especialmente de los orgánicos. Cuando Colón emprendió el camino de las Indias, venía en busca de las especias, porque eran muy apreciadas ya que reducen o postergan la corrupción de los alimentos, tarea en la que modernamente fueron sustituidas por las heladeras y la industria frigorífica. Todo es factible de corromperse. Pero en término políticos reservamos la corrupción y las corruptelas para aplicarlas a las conductas de quienes, usando poderes del Estado, se benefician personalmente en desmedro de los intereses generales, con perjuicio de la sociedad o del mismo Estado. Una conducta corrupta es la que, con mala fe, no procura el bien general sino el propio o el de allegados o benefactores. Y alarma al pueblo argentino ver la enorme corrupción generalizada y que queda impune debido a falta de pruebas fehacientes o de investigaciones acertadas. Ahora ha aparecido la tendencia a generalizar este concepto figurado de corrupción. Se pretende confundir políticas acertadas o equivocadas con conductas corruptas u honestas. Se dice que un gobierno que elimina la participación del Estado en la vida económica combate la corrupción, pues disminuye las ocasiones del escándalo. Como la corrupción estaría en todo -inclusive- en los errores de buena fe – se pretende desviar la vista y no ver cuales son las conductas aberradas que perturban a la gente. Inclusive se proyecta crear organismos estatales que tendrían por fin “combatir” – con procedimientos burocráticos por supuesto – todas las corrupciones habidas y por haber. Y ese no es el caso. Se debe buscar la imposición de un castigo a los corruptos, a los verdaderos corruptos. Lograr algo en este sentido constituiría un triunfo muy deseado por la gente de bien. Hay que esmerarse en encontrar el modo. Y además, pueden crearse con gente idóneas e independientes – oficinas o comisiones en los poderes ejecutivos y legislativos – que se dediquen a “combatir” y “controlar” todo tipo de errores a los que se califique de corrupciones. Pero no mezclemos los tantos: a lo que apuntamos, lo que está en la mira de la ciudadanía honesta y preocupada, es la corrupción de ciertos funcionarios de ley y de magistrados que todavía se hacen los distraídos mirando al sudeste. No nos dejemos engañar. Ya en una publicación del mismo tenor bajo el título de “A la calle por ser Justicia”. Siguiendo con la propuesta de mis amigos los Dres. Enrique Guillermo Avogadro; Francisco Benard y muchos otros de denunciar a los jueces y fiscales que incurran en faltas graves en el ejercicio de sus magistraturas, se exhortó a la necesidad masiva de salir a la calle a pedir por una justicia independiente en la argentina. Manifestación pacífica que debiera ser replicada en todo el país, demostrando nuestro enorme hartazgo por una justicia en crisis. De todas maneras el debate sobre esta corrupción generalizada en los poderes judiciales de caso todo las provincias en el país nos alerta: los argentinos y especialmente los tucumanos estamos ante la evidencia de mafias que extiendan su poderío hasta ciertos despachos que debieran mantenerse inconmovibles. Esta corrupción ha puesto a la prensa en estado de constante vigilancia. Eso es bueno y saludable. Si la opinión pública no reacciona en contra de ellas sería muy difícil que se pudiera hacer algo por eliminarlas, que es lo que la sociedad necesita para su tranquilidad. Y si efectivamente reacciona tendrá por delante una larga lucha, ya que las mafias no renuncian fácilmente a las conquistas que ella ha realizado, pero lucha que vale la pena librarse pues en ella se juega el destino de la patria de nuestros hijos. RUEGO nos acompañen en una segunda Convocatoria Popular contra la corrupción y la impunidad judicial el próximo 3 de agosto del 2017 a las 18 horas frente a la Corte suprema en Buenos Aires. Estaremos todos por ser justicia.
Por Jorge B. Lobo Aragón.
Una conducta corrupta es la que, con mala fe, no procura el bien general sino el propio o el de allegados o benefactores. Y alarma al pueblo argentino ver la enorme corrupción generalizada y que queda impune debido a falta de pruebas fehacientes o de investigaciones acertadas.
Opinión
Corrupción es la podredumbre, la descomposición de los cuerpos, especialmente de los orgánicos. Cuando Colón emprendió el camino de las Indias, venía en busca de las especias, porque eran muy apreciadas ya que reducen o postergan la corrupción de los alimentos, tarea en la que modernamente fueron sustituidas por las heladeras y la industria frigorífica. Todo es factible de corromperse. Pero en término políticos reservamos la corrupción y las corruptelas para aplicarlas a las conductas de quienes, usando poderes del Estado, se benefician personalmente en desmedro de los intereses generales, con perjuicio de la sociedad o del mismo Estado. Una conducta corrupta es la que, con mala fe, no procura el bien general sino el propio o el de allegados o benefactores. Y alarma al pueblo argentino ver la enorme corrupción generalizada y que queda impune debido a falta de pruebas fehacientes o de investigaciones acertadas. Ahora ha aparecido la tendencia a generalizar este concepto figurado de corrupción. Se pretende confundir políticas acertadas o equivocadas con conductas corruptas u honestas. Se dice que un gobierno que elimina la participación del Estado en la vida económica combate la corrupción, pues disminuye las ocasiones del escándalo. Como la corrupción estaría en todo -inclusive- en los errores de buena fe – se pretende desviar la vista y no ver cuales son las conductas aberradas que perturban a la gente. Inclusive se proyecta crear organismos estatales que tendrían por fin “combatir” – con procedimientos burocráticos por supuesto – todas las corrupciones habidas y por haber. Y ese no es el caso. Se debe buscar la imposición de un castigo a los corruptos, a los verdaderos corruptos. Lograr algo en este sentido constituiría un triunfo muy deseado por la gente de bien. Hay que esmerarse en encontrar el modo. Y además, pueden crearse con gente idóneas e independientes – oficinas o comisiones en los poderes ejecutivos y legislativos – que se dediquen a “combatir” y “controlar” todo tipo de errores a los que se califique de corrupciones. Pero no mezclemos los tantos: a lo que apuntamos, lo que está en la mira de la ciudadanía honesta y preocupada, es la corrupción de ciertos funcionarios de ley y de magistrados que todavía se hacen los distraídos mirando al sudeste. No nos dejemos engañar. Ya en una publicación del mismo tenor bajo el título de “A la calle por ser Justicia”. Siguiendo con la propuesta de mis amigos los Dres. Enrique Guillermo Avogadro; Francisco Benard y muchos otros de denunciar a los jueces y fiscales que incurran en faltas graves en el ejercicio de sus magistraturas, se exhortó a la necesidad masiva de salir a la calle a pedir por una justicia independiente en la argentina. Manifestación pacífica que debiera ser replicada en todo el país, demostrando nuestro enorme hartazgo por una justicia en crisis. De todas maneras el debate sobre esta corrupción generalizada en los poderes judiciales de caso todo las provincias en el país nos alerta: los argentinos y especialmente los tucumanos estamos ante la evidencia de mafias que extiendan su poderío hasta ciertos despachos que debieran mantenerse inconmovibles. Esta corrupción ha puesto a la prensa en estado de constante vigilancia. Eso es bueno y saludable. Si la opinión pública no reacciona en contra de ellas sería muy difícil que se pudiera hacer algo por eliminarlas, que es lo que la sociedad necesita para su tranquilidad. Y si efectivamente reacciona tendrá por delante una larga lucha, ya que las mafias no renuncian fácilmente a las conquistas que ella ha realizado, pero lucha que vale la pena librarse pues en ella se juega el destino de la patria de nuestros hijos. RUEGO nos acompañen en una segunda Convocatoria Popular contra la corrupción y la impunidad judicial el próximo 3 de agosto del 2017 a las 18 horas frente a la Corte suprema en Buenos Aires. Estaremos todos por ser justicia.
JORGE B. LOBO ARAGÓN
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 6, 2017
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