Atahualpa, sabio que nos enseña con el saber que los siglos le han dado a la raza, dice que “el trabajo es cosa buena, / es lo mejor de la vida; / pero la vida es perdida / trabajando en campo ajeno, / unos trabajan de trueno / y es para otros la llovida”. Martín Fierro nos señala el trabajo como medio para librarse de la persecución de la miseria; pero como la miseria es astuta ha inventado la desocupación para seguir persiguiendo. En esta lucha de nunca acabar entre el hombre y la pobreza, ahora ocurre que los más preocupados sean los amos de la producción y las finanzas, que especulan en lo que podrían estar ganando si los pobres tuviéramos plata para consumirles lo que a ellos se les ocurra vender. Nosotros no nos preocupamos tanto; sabemos que de los pobres es el reino de los cielos y que el dinero no hace la felicidad, aunque el primer mundo ofrezca una felicidad en módicas cuotas. Los pobres más bien vemos la pobreza con buen humor. No sólo la pobreza personal sino la de la sociedad en su conjunto. Salvo cuando no alcanza para el para el remedio ni el pan de cada día. Ahí nomás se nos viene el mal humor. Cosa que lamentablemente es muy frecuente en estos días. Tal vez cambiemos y nos vaya mejor.
Por Jorge Lobo Aragón.
Atahualpa, sabio que nos enseña con el saber que los siglos le han dado a la raza, dice que “el trabajo es cosa buena, / es lo mejor de la vida; / pero la vida es perdida / trabajando en campo ajeno, / unos trabajan de trueno / y es para otros la llovida”. Martín Fierro nos señala el trabajo como medio para librarse de la persecución de la miseria; pero como la miseria es astuta ha inventado la desocupación para seguir persiguiendo. En esta lucha de nunca acabar entre el hombre y la pobreza, ahora ocurre que los más preocupados sean los amos de la producción y las finanzas, que especulan en lo que podrían estar ganando si los pobres tuviéramos plata para consumirles lo que a ellos se les ocurra vender. Nosotros no nos preocupamos tanto; sabemos que de los pobres es el reino de los cielos y que el dinero no hace la felicidad, aunque el primer mundo ofrezca una felicidad en módicas cuotas. Los pobres más bien vemos la pobreza con buen humor. No sólo la pobreza personal sino la de la sociedad en su conjunto. Salvo cuando no alcanza para el para el remedio ni el pan de cada día. Ahí nomás se nos viene el mal humor. Cosa que lamentablemente es muy frecuente en estos días. Tal vez cambiemos y nos vaya mejor.