Suena extraño, pero las orquídeas son las diosas del sexo. Sus flores han adoptado las formas más estrambóticas y los aromas más fragantes para asegurar que los insectos y los pájaros se acerquen y protagonicen la magia de la polinización, que no es más que la transferencia de granos de polen de la parte masculina de una flor, o antera, a la parte femenina (estigma) de esa misma flor o de alguna otra.
Los humanos solemos admirar a las flores porque son hermosas. Cuando las apreciamos en los campos o en florero de la casa no nos percatamos que tienen la función vital y específica de servir de señuelo para hacer posible la reproducción de las plantas.
Las plantas no pueden moverse a buscar pareja como lo hacemos los animales, entonces se valen del color, la forma o el aroma de sus flores para atraer una y otra vez a los invitados de honor, que pueden ser abejas, colibríes y hasta escarabajos. Lo importante es que llegue el visitante adecuado para lograr una buena polinización.
Si el ave o el insecto triunfa en el proceso de transportar el polen para la fecundación, la planta tendrá frutos grandes, jugosos, dulces y con muchas semillas, lo que garantizará la supervivencia de la especie.
No siempre el protagonismo de la polinización está a cargo de un animal. Hay plantas como las coníferas y gramíneas que dependen de factores ambientales como el viento para reproducirse. Su estrategia es producir grandes cantidades de polen que será esparcido por el viento, con el objeto de que algunos granos caigan en flores de otros árboles de su especie.
Otras plantas optan por la promiscuidad y atraen a todos los insectos, pájaros y cualquier otro animal que desee trasportar su preciado polen de flor en flor. Las populares margaritas son una de esas plantas complacientes que ofrecen como recompensa abundante néctar y polen a las abejas, moscas, mariposas, escarabajos o avispas que las visitan.
Siempre es bueno en conocer una amplia variedad de prácticas sexuales de la naturaleza, y no hay nada como conocer los elaborados trucos que utilizan las orquídeas para atraer a sus incautos polinizadores.
Hablamos de una de las familias más antiguas de plantas con flores que existen en el planeta. Los científicos creen que las orquídeas ya existían en el último supercontinente conocido como Pangea, antes de que comenzara a separarse hace unos 180 millones de años.
También conforman la familia más grande de las plantas con flores, con al menos 24.000 especies divididas en unos 800 géneros distribuidos por todo el mundo. Las orquídeas sólo están ausentes en los desiertos más extremos y hay registros de su existencia desde el Círculo Polar Ártico hasta Tierra del Fuego.
Pero esa abundancia y exuberancia no es un capricho evolutivo. Sucede que las orquídeas son flores muy específicas que necesitan cierto tipo de polinizadores y para ello se valen de formas, colores y aromas espectaculares.
Una investigación reciente, publicada en el Botanical Journal of the Linnean Society, utilizó una base de datos con más de 2900 especies de orquídeas para determinar la identidad de cada uno de sus polinizadores y cómo los atraen.
Charles Darwin fue el primero en identificar la familia Orchidaceae en 1862 y las estudió para formular su teoría de la evolución, al inferir que su elaborada flor era una adaptación para mejorar la probabilidad de transferir polen entre plantas, aumentando así la aptitud de su descendencia.
“Debido a los
rasgos florales inusuales y las estrategias de atracción de polinización a menudo poco convencionales, las orquídeas han estado a la vanguardia en la comprensión de las adaptaciones florales a los polinizadores”, dijo Ryan Phillips, investigador del Departamento de Ecología, Medio Ambiente y Evolución de la Universidad La Trobe, en Australia.
Una anécdota que muestra que las hipótesis de Darwin eran correctas es que fue capaz de predecir que la orquídea Angraecum sesquipedale, que tiene un largo espolón de néctar, sería polinizada por una polilla con un aparato bucal con forma de trompa igualmente largo y extravagante.
El trabajo de investigación, dirigido por James Ackerman de la Universidad de Puerto Rico, encontró que más del 75% de las especies de orquídeas dependen de los polinizadores para su reproducción. Lo que es curioso es casi la mitad de las orquídeas estudiadas son tacañas y no proporcionaron ningún tipo de recompensa a los animales visitantes. Prefieren usar la estrategia del engaño para atraer a los polinizadores.
Y como no es fácil engañar, las orquídeas que muestran esa tendencia tienden a especializarse en una sola especie polinizadora principal.
El lado negativo de especializarse en un solo polinizador es que “deja a muchas orquídeas particularmente vulnerables a las amenazas antropogénicas, incluido el cambio climático. Con la pérdida de polinizadores, también perderíamos estas especies de orquídeas que dependen de los polinizadores”, dijo una de las coautoras del estudio Noushka Reiter.
Las orquídeas utilizan al menos 8 estrategias para atraer a sus polinizadores, como ofrecer polen, néctar, atraer con fragancias, ofrecer sus amplios pétalos como un lugar seguro para dormir. Pero las más interesantes son las dos formas principales de engaño.
En el engaño alimentario, la orquídea se mimetiza para tener la apariencia o el olor de un alimento para atraer al polinizador.
El engaño sexual es una elaborada estrategia en la que las orquídeas envían señales visuales, táctiles y olfativas que confunden al insecto macho, que trata de copular con la flor al creer que se trata de un insecto hembra.
“Las señales florales pueden ser tan persuasivas que los insectos intentan copular e incluso eyacular”, dijo Phillips a una publicación de la Universidad Trobe.
“Incluso hice que las avispas entraran volando por la ventanilla del auto en el semáforo y comenzaran a hacer el amor con unos ejemplares de orquídeas que llevaba en el asiento delantero”.
Se trata de una estrategia habitual en 20 géneros y cientos de especies de orquídeas.
Los investigadores aseguran que aún falta mucho por descubrir sobre estas enigmáticas plantas.
“A pesar de contener más de 2900 especies, nuestra base de datos cubre menos del 10% de la familia. Si bien son centros de diversidad de orquídeas, las regiones tropicales de África, América del Sur y Asia están significativamente subrepresentadas en los estudios de polinización de orquídeas, especialmente entre las orquídeas epífitas”, dijo Phillips.
Los trópicos son los grandes desconocidos en la biología de las orquídeas, aseguró el investigador.
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Suena extraño, pero las orquídeas son las diosas del sexo. Sus flores han adoptado las formas más estrambóticas y los aromas más fragantes para asegurar que los insectos y los pájaros se acerquen y protagonicen la magia de la polinización, que no es más que la transferencia de granos de polen de la parte masculina de una flor, o antera, a la parte femenina (estigma) de esa misma flor o de alguna otra.
Los humanos solemos admirar a las flores porque son hermosas. Cuando las apreciamos en los campos o en florero de la casa no nos percatamos que tienen la función vital y específica de servir de señuelo para hacer posible la reproducción de las plantas.
Las plantas no pueden moverse a buscar pareja como lo hacemos los animales, entonces se valen del color, la forma o el aroma de sus flores para atraer una y otra vez a los invitados de honor, que pueden ser abejas, colibríes y hasta escarabajos. Lo importante es que llegue el visitante adecuado para lograr una buena polinización.
Si el ave o el insecto triunfa en el proceso de transportar el polen para la fecundación, la planta tendrá frutos grandes, jugosos, dulces y con muchas semillas, lo que garantizará la supervivencia de la especie.
No siempre el protagonismo de la polinización está a cargo de un animal. Hay plantas como las coníferas y gramíneas que dependen de factores ambientales como el viento para reproducirse. Su estrategia es producir grandes cantidades de polen que será esparcido por el viento, con el objeto de que algunos granos caigan en flores de otros árboles de su especie.
Otras plantas optan por la promiscuidad y atraen a todos los insectos, pájaros y cualquier otro animal que desee trasportar su preciado polen de flor en flor. Las populares margaritas son una de esas plantas complacientes que ofrecen como recompensa abundante néctar y polen a las abejas, moscas, mariposas, escarabajos o avispas que las visitan.
Siempre es bueno en conocer una amplia variedad de prácticas sexuales de la naturaleza, y no hay nada como conocer los elaborados trucos que utilizan las orquídeas para atraer a sus incautos polinizadores.
Hablamos de una de las familias más antiguas de plantas con flores que existen en el planeta. Los científicos creen que las orquídeas ya existían en el último supercontinente conocido como Pangea, antes de que comenzara a separarse hace unos 180 millones de años.
También conforman la familia más grande de las plantas con flores, con al menos 24.000 especies divididas en unos 800 géneros distribuidos por todo el mundo. Las orquídeas sólo están ausentes en los desiertos más extremos y hay registros de su existencia desde el Círculo Polar Ártico hasta Tierra del Fuego.
Pero esa abundancia y exuberancia no es un capricho evolutivo. Sucede que las orquídeas son flores muy específicas que necesitan cierto tipo de polinizadores y para ello se valen de formas, colores y aromas espectaculares.
Una investigación reciente, publicada en el Botanical Journal of the Linnean Society, utilizó una base de datos con más de 2900 especies de orquídeas para determinar la identidad de cada uno de sus polinizadores y cómo los atraen.
Charles Darwin fue el primero en identificar la familia Orchidaceae en 1862 y las estudió para formular su teoría de la evolución, al inferir que su elaborada flor era una adaptación para mejorar la probabilidad de transferir polen entre plantas, aumentando así la aptitud de su descendencia.
“Debido a los
rasgos florales inusuales y las estrategias de atracción de polinización a menudo poco convencionales, las orquídeas han estado a la vanguardia en la comprensión de las adaptaciones florales a los polinizadores”, dijo Ryan Phillips, investigador del Departamento de Ecología, Medio Ambiente y Evolución de la Universidad La Trobe, en Australia.
Una anécdota que muestra que las hipótesis de Darwin eran correctas es que fue capaz de predecir que la orquídea Angraecum sesquipedale, que tiene un largo espolón de néctar, sería polinizada por una polilla con un aparato bucal con forma de trompa igualmente largo y extravagante.
El trabajo de investigación, dirigido por James Ackerman de la Universidad de Puerto Rico, encontró que más del 75% de las especies de orquídeas dependen de los polinizadores para su reproducción. Lo que es curioso es casi la mitad de las orquídeas estudiadas son tacañas y no proporcionaron ningún tipo de recompensa a los animales visitantes. Prefieren usar la estrategia del engaño para atraer a los polinizadores.
Y como no es fácil engañar, las orquídeas que muestran esa tendencia tienden a especializarse en una sola especie polinizadora principal.
El lado negativo de especializarse en un solo polinizador es que “deja a muchas orquídeas particularmente vulnerables a las amenazas antropogénicas, incluido el cambio climático. Con la pérdida de polinizadores, también perderíamos estas especies de orquídeas que dependen de los polinizadores”, dijo una de las coautoras del estudio Noushka Reiter.
Las orquídeas utilizan al menos 8 estrategias para atraer a sus polinizadores, como ofrecer polen, néctar, atraer con fragancias, ofrecer sus amplios pétalos como un lugar seguro para dormir. Pero las más interesantes son las dos formas principales de engaño.
En el engaño alimentario, la orquídea se mimetiza para tener la apariencia o el olor de un alimento para atraer al polinizador.
El engaño sexual es una elaborada estrategia en la que las orquídeas envían señales visuales, táctiles y olfativas que confunden al insecto macho, que trata de copular con la flor al creer que se trata de un insecto hembra.
“Las señales florales pueden ser tan persuasivas que los insectos intentan copular e incluso eyacular”, dijo Phillips a una publicación de la Universidad Trobe.
“Incluso hice que las avispas entraran volando por la ventanilla del auto en el semáforo y comenzaran a hacer el amor con unos ejemplares de orquídeas que llevaba en el asiento delantero”.
Se trata de una estrategia habitual en 20 géneros y cientos de especies de orquídeas.
Los investigadores aseguran que aún falta mucho por descubrir sobre estas enigmáticas plantas.
“A pesar de contener más de 2900 especies, nuestra base de datos cubre menos del 10% de la familia. Si bien son centros de diversidad de orquídeas, las regiones tropicales de África, América del Sur y Asia están significativamente subrepresentadas en los estudios de polinización de orquídeas, especialmente entre las orquídeas epífitas”, dijo Phillips.
Los trópicos son los grandes desconocidos en la biología de las orquídeas, aseguró el investigador.
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 27, 2023