LA VIOLENCIA ESTA EN EL GEN DE LA SOCIEDAD

Si no volvemos a lo esencial de cualquier sociedad que se precie de desarrollada, los hechos de violencia y delictuales se seguirán sucediendo.
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  Por Dr. Gonzalo Miño.

Decíamos la semana pasada que todos los canales de televisión nos tienen entretenidos las 24 horas, con el culebrón de los rugbiers, analizando si merecen o no la pena máxima y como pasaran sus días en una cárcel en caso de ser condenados.

Más allá de la valoración personal que cada uno tenga de este caso, casi ningún  medio de comunicación se pregunta el porqué de tanta violencia y por qué este tipo de salvajes ataques se siguen produciendo a pesar de la agobiante mediatización del caso.

Argentina, como venimos sosteniendo desde esta columna, se ha “caído del mundo”. Todo lo que está mal en cualquier parte del planeta, acá está bien y todo lo que es normal en un país desarrollado acá es anormal.    

Desde que asumió este gobierno nacional y popular, allá por mediados del año 2003, ha venido sistemáticamente subvirtiendo los valores que tenía este país y en que algún momento de la historia nos hizo una potencia mundial en todos los campos. Despropósito, que a fuerza de ser sincero, mantuvo sus cuatro años el gobierno de la principal oposición, en la delirante creencia de algunos de sus líderes, de que podían construir una “derecha progre”.    

Comenzamos a aprender que no existe el concepto de autoridad, que un padre le puede pegar a la maestra porque retó a su hijo; que la policía es una especie de cuerpo bufonesco que solo sirve para reírnos, escupirlos y desobedecerlos; que no existe el mérito, que se puede pasar de año o grado sin estudiar; que podemos cortar una calle y que ello no implica delito alguno. Que los pibes pueden tomar un colegio y ello no significa indisciplina alguna; que la familia como fuente de educación primaria ya no existe más; que un político puede robar “a cuatro manos” y volverse a postular para un cargo impunemente; que un gobierno puede desobedecer un fallo de la Justicia y no pasa nada; y tantos otros disvalores que han instalado como algo normal en nuestra sociedad.

A la par, desde los organismos oficiales se ensalza el consumo de droga y se cobija el accionar de los carteles mexicanos, colombianos y peruanos, que actúan impunemente en cualquier parte del país. Lo que sazonan con la glorificación de la grieta en la sociedad, “pobres contra ricos”, “ciudad contra campo”, “progresistas contra no-progresistas”, demonizando así todo aquel que no está con el régimen.  Prueba de ello es que en vez de elogiar la actitud de los jugadores del seleccionado de futbol que obtuvieron el último campeonato mundial con esfuerzo, humildad, sacrificio y disciplina, dándonos una gran lección al buscar a sus esposas e hijos o sus novias, en el festejo de la obtención de la copa del mundo, trasmitiendo un claro mensaje del rol fundamental de la familia; fueron bastardeados por los medios oficiales, tildándolos de “desclasados” por el solo hecho de negarse a una foto con funcionarios oficiales y que algunos jugadores hayan declarado que “el triunfo se lo dedican a un sufrido pueblo por las penurias económicas que les toca vivir”.  

En materia económica y laboral, el presente y el futuro se presentan como aciagos. No hay trabajo y la economía se derrumba cada día un poco más. Estudiar una carrera ya no garantiza nada; “un piquetero gana más que un ingeniero” suelen rezongar nuestros adolescentes con resignación; menos aún organizar un emprendimiento comercial por más pequeño que sea, pues los agobia la presión fiscal cuando no la terrible inseguridad que aumenta día a día y que hace que terminen cerrándolo con graves pérdidas dinerarias. Por ello ya intuyen que por estas tierras “no tienen porvenir” y comienzan a mirar a Ezeiza como una salida.

Ni siquiera caminar tranquilos por la calles pueden, al estar expuestos a ser atacados por los “chorros” en moto, auto o bicicleta, que en el mejor de los casos “les afán” el celular (que sus padres le compraron con gran esfuerzo) cuando no terminan en una morgue con un disparo en la cabeza, por haberse resistido al robo o porque “osaron” no tener mucho dinero encima. 

La frustración es el sentimiento más común y fuerte entre nuestros jóvenes. No es para menos, si el Gobierno en vez de ocuparse de los problemas urgentes que aquejan al país sigue “mirándose el obligo” ocupado en enjuiciar a la Corte y como controlar a la Justicia mientras la principal oposición sigue con sus “discursitos de ocasión” y los mayores, que deberían ser el ejemplo a seguir siguen con una tolerancia inmovilizante, ante la angustiante situación que atraviesa el país. Después se preguntan porque crece, en la preferencia juvenil y no tan juvenil, el peluca anarco-liberal.     

Todo ello implica justificar lo sucedido hace tres años en Villa Gesell. DE NINGUNA MANERA. La Justicia debe ser inflexible y sancionarlos con el máximo rigor de la ley. Ahora, por más ejemplificadora que sea la pena impuesta, los hechos de violencia y delictuales se seguirán sucediendo, pues la cultura progre ha sido “implantados” en el gen de la sociedad, lo hemos permitido y esa es la enseñanza que le estamos dando a nuestros jóvenes

Hay que frenar la exaltada violencia en nuestros jóvenes. “Piñas” hubo siempre a la salida de un boliche, nunca con la crueldad y atrocidad que estamos viendo en el último tiempo.

No se puede esperar de la Justicia lo que debe hacer el Estado. Y que debe hacer?. Volver a lo esencial de cualquier sociedad que se precie de desarrollada. Hacer de la educación una política de Estado, fomentar la dignidad del trabajo, el respeto por la ley, retomar el concepto de respeto por la autoridad, dejar de demonizar la represión del delito, combatir eficazmente el narcotráfico, volver a la familia como fuente de educación primordial; en fin, lo que en cualquier parte del universo es lo normal. Hasta creo deberíamos dar el debate, sin ideologizarse, sobre la reimplantación de una especie de servicio militar obligatorio -para todos y sin excepción, poniéndole el título que les plazca-, adecuado por supuesto a la realidad de la sociedad actual.

Debemos entender que hay cuestiones, que a esta altura del siglo XXI, no son de derecha ni de izquierda, son de sentido común.

 

GONZALO PABLO MIÑO es abogado (recibido UNR) Mediador (Colegio de Abogados de Rosario) Vocal Titular del Directorio del Colegio de Abogados de Rosario (Año 2007. 2009) Docente Adscripto a la Cátedra de Derecho Procesal Penal. Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Rosario. Año 1997.2016 Docente de la materia. Derecho Procesal Penal. Centro de Instrucción en Destino. Unidad Regional. Policía de la Provincia de Santa Fé. Año 1999. Docente de las Materias. Derecho Procesal Penal y Derecho Penal II. Facultad de Derecho, Universidad Abierta Interamericana, Rosario. Año 2001.2002. El Doctor Miño es Presidente de la Unión de Promociones. Delegación Rosario.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Enero 23, 2023


 

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