LESA: LA INDOLENCIA DE LA MUERTE

Se puede perder la juventud, los años, pero nunca la dignidad.
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  Por Dr. Gonzalo P. Miño.

Esta semana, nos enteramos de otra muerte de un detenido en estas causas llamadas de lesa humanidad. Algo habitual y casi semanal, lamentablemente, desde hace ya largos años. Lo extraordinario en este caso es que se trató de una persona de 101 años y que, a pesar de ello, estaba detenido en modalidad domiciliaria. Un grotesco jamás visto en la historia carcelaria mundial.

Como siempre sucede en estos casos, se inundan los WhatsApp con mensajes informando la funesta noticia y algún que otro mensaje de cumplida condolencia. Nada más. 

En este caso se trató de un General de División, pero cuantos casos de oficiales, suboficiales y hasta soldados o agentes de policía han fallecido presos, sin que a nadie  “le hierva la sangre” y propongan algo para rendirles los honores que merecen y así hacer sentir la bronca que esta indignante situación provoca.

De las propias Fuerzas sabemos que nada harán, por lo que nada cabe esperar de ellas. Simplemente miran para otro lado. Por ejemplo, el Ejército tímidamente ha planteado rendir honores a quienes mueren detenidos pero sin condena firme, más no a quienes ya tienen condena firme. Un absurdo que convalida los ilegales juicios contra quienes combatieron el terrorismo en los años 70; mismos juicios a los que serán sometidos en algunos años más los hoy en actividad, si se efectiviza la idea del gobierno de emplear a las Fuerzas Armadas en el combate contra el terrorismo y el narcotráfico. Deberían homenajear a los presos, ellos también son parte de la “familia militar”. No ocultarlos.   

Santiago Omar Riveros, General de División del Ejército Argentino

Nada podemos decirles a los familiares de los fallecidos. Tienen temor y los entendemos. Se ha aceptado la humillación y el escarnio como algo normal, al punto de sentir espanto ante la sola posibilidad de sufrir escraches o actos de violencia en el velatorio o en el mismo cementerio por parte de las orgas de los derechos humanos, que se han cansado de amenazar que así lo harán. Solo desean estar en paz en ese momento del último adiós. A ellos solo nuestra más sincera comprensión de la situación y un gran abrazo fraterno de todo corazón.

A la par, la Corte continúa revocando detenciones domiciliarias y Casación ha empezado a “bloquear” las libertades condicionales, en una clara búsqueda de que los detenidos de lesa mueran en un penal.

Ahora, ¿ante esta situación, no será hora de hacer lo que nadie hace, es decir rendir los honores que corresponden a los detenidos? No será hora de juntarse en una plaza, cualquiera, y llevar un pito, una flauta o una corneta y tocar un minuto de silencio en honor a todos los que fallecieron en detención durante todos estos años y pedir el fin de este exterminio?

Claro, la pregunta que se hace inmediatamente uno, es ¿cuántos serian? ¿Cinco, diez, o decenas?.

En realidad el interrogante que subyace en el fondo, es que tan dispuesto se está a “jugarse públicamente” en un acto de esta naturaleza. Pregunta que cabe hacerse viendo que en cada acto que se ha llevado a cabo para recordar algún atentado terrorista apenas han ido un minúsculo grupito de personas o que la sala de vistas de los penales no se abarrotan precisamente de gente para compartir un momento con los detenidos. Ni hablar que las salas de audiencias de los tribunales federales, siguen vacías de camaradas cuando se someten a los circos judiciales a sus compañeros.  

Pareciera que “conviene” más el “low profile” y seguir esperando que algún “profeta” de la política haga caer “maná del cielo” mientras se blasfema por WhatsApp.

Que la misma sociedad que aplaudió a militares y policías por haber vencido al terrorismo en los años 70 sea la misma que hoy les de vuelta la espalda, es lo esperable. Las sociedades son volátiles, olvidan rápido el pasado reciente. Pero que ello lo hagan sus propios compañeros de armas, es que algo que no se entiende ni se entenderá.

La Corte continúa revocando detenciones domiciliarias. Junto a ellos el ministro de Justicia Cúneo Libarona, que los considera “buenísimos”.

Hace poco alguien me digo: “no se acuerdan de los vivos y vos queres que se acuerden de los muertos…no hicieron nada en veinte años, no lo harán ahora…sos un iluso…”.  

El tiempo pasa, los políticos se suceden y los presos políticos siguen vegetando en un penal o en sus domicilios, sometidos a continuos juicios que empalidecen al “gran juicio de Kafka”. El soldado no muere cuando la historia lo olvida, sino cuando su propio camarada lo olvida.

Se puede perder la juventud, los años, pero nunca la dignidad. Como dicen en el campo: “el viento también es viejo y sin embargo aun resopla”.

Ya no hay otra alternativa posible, “se debe salir a la palestra”. Dejar esas estériles reuniones privadas donde se desarrollan faustosas ideas, la mayoría impracticables; basta de retransmitir “al oído” supuestas “informaciones confidenciales A1” que son puro “chamuyo” y terminar de rebuznar por la suerte de los compañeros en las redes sociales. Ello tan solo ha conseguido reducir al mundo militar y policial en un minúsculo grupo marginal de la sociedad, casi condenado al olvido y a la extinción. 

Si un grupo de ex alumnos de la ESMA “hirió el corazón de las orgas” porque cantaron la marcha de la Armada en el patio de la misma ESMA, celebrando su día;  IMAGINEN LO QUE HARÍAN DECENAS Y DECENAS DE PERSONAS HOMENAJEANDO A LOS MUERTOS EN DETENCIÓN. NI HABLAR SI TAMBIÉN PIDIERAN POR LA LIBERTAD DE LOS QUE AÚN SIGUEN CONFINADOS EN UN PRESIDIO O EN SU CASA.

Mientras se siga inerte por escuchar cantos de sirenas sobre una mágica solución al lento martirio de la verdadera injusticia; irremediablemente se va camino a enterrar, en largos años más, al último de los detenidos; en la más cruel indiferencia y el más doloroso de los silencios. 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 2, 2024


 

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