Resulta muy difícil mantenerse coherente en un país donde la realidad es una eterna paradoja, la cual encima es aceptada mansamente por nuestra clase dirigente.
La Justicia Federal, la cual no puede encontrar un menor que desapareció hace diez minutos y no tiene la más remota idea de lo que pasó; es la misma que encuentra rápidamente menores supuestamente desaparecidos hace cincuenta años, esclarece esos hechos a la velocidad de luz y condena a sus presuntos autores en rimbombantes juicios orales. Exactamente la misma Justicia Federal que está preocupada porque se le vencen los plazos de la detención de los imputados por el secuestro de Loan y debe resolver la situación procesal de los mismos sin poder hallar alguna prueba que los incrimine; pero mantiene a militares y policías presos por más de un año sin resolver su situación procesal, tan solo en la elucubración de la ubicación funcional que habrían tenido hace más de cuarenta años y luego los mantiene más de quince años en prisión preventiva sin juicio alguno. Puntualmente la misma que analiza la posibilidad de una detención domiciliaria de los presuntos responsables del secuestro del menor porque tienen un pequeño resfrío, pero se la niega sistemáticamente a personas de más de setenta años con serios problemas de salud.
La clase dirigente ni se inmuta ante semejante desquicio jurídico.
El artículo 16 de la Constitución Nacional establece que “todos los habitantes son iguales ante la ley”, lo que significa que los Padres de la Patria entendieron que el Estado no puede tratar a sus ciudadanos en forma discriminatoria o arbitrariamente. Es entendible que esto lo ignore el ciudadano común, pero que lo desconozca la clase política que intenta disciplinar a los seis diputados que visitaron presos en una cárcel de Ezeiza es inaceptable. Menos aceptable es aún, que este precepto constitucional lo violentan los propios jueces, como lo han hecho los que pidieron informes al Ministerio de Seguridad de la Nación por esa visita. Un verdadero atropello al estado de derecho.
Nadie de ellos se ocupó cuando el reciente ex Presidente de la Nación fue a visitar a la condenada líder de la Tupac Amaru ni cuando organizaciones políticas, sociales y de derechos humanos solicitaron públicamente su indulto. Tampoco se inmutan cuando condenados por escandalosos casos de corrupción se pasean orondos por las calles argentinas o hasta nos dan clases de moral y ética en los medios periodísticos. Guardaron estricto silencio cuando “las madres” clamaron por el asilo político de un terrorista de la ETA, buscado por la justicia española como uno de los responsables de un atentado ocurrido en Madrid en 1984, en el cual resultaron gravemente heridos tres policías.
A todo esto, nuestro Presidente de la Nación, que clama que vino a cambiar la Argentina, se desentiende totalmente del tema. No solo no bancó a sus seis diputados nacionales que fueron a la cárcel de Ezeiza, sino que para él el terrorismo es solo el islámico; mientras escucha opera en el teatro Colón, junto a una ex vedete, muy famosa en los años 90.
Tanto es su afán de despegarse del ya denominado “diputados gate”, que “filtró” a través de sus allegados periodísticos, su fastidio por esa famosa “visita”. En una entrevista radial dejó en claro su posición: “yo no lo hubiese hecho”. No se quedó atrás la Vicepresidenta de la Nación, la cual se llamó a estricto silencio.
Donde habrán quedado aquellas frases del león cuando en campaña expresó con contundencia: “No fueron 30.000 desaparecidos” o “Durante los 70 hubo una guerra en la que las fuerzas del Estado cometieron excesos” o las contundentes declaraciones de su Vice, cuando era diputada nacional: “El terrorismo de Estado no existe” o “Aquí hubo una guerra, si lo olvidamos, puede pasar cualquier cosa y no habrá fuerzas armadas que contengan”.
Es realmente ese el pensamiento de la dupla presidencial o fueron tan solo slogan de campaña para conseguir el voto de la familia militar y policial… el desmarque de la visita de los seis diputados a la cárcel de Ezeiza parece inclinar la balanza por la segunda idea…
Todo pensamos que el nuevo gobierno había entendido finalmente que cuando gobiernan las leyes, su carácter general y abstracto garantiza el trato igualitario de todos y la seguridad jurídica protege los derechos de cada ciudadano sin distinción alguna. Ahora, por el contrario, cuando rige la voluntad de una minoría espuria que se cree iluminada y la dueña de la voluntad popular, dictando normas según el caso, se imponen sus preferencias y los intereses creados.
Parece que todo sigue igual en ese sentido y por ahora el nuevo gobierno es parte de esa “casta”, de lo “políticamente correcto”.
Por ello, quienes queremos realmente una Nación y en un verdadero Estado de Derecho debemos manifestarnos publica ante el intento de disciplinamiento que se pretende llevar a cabo en la convocada sesión de la Cámara de Diputados de la Nación para el próximo 7 de agosto, cuando sobre tablas la “casta” intente imponer proyectos de sanción a los osados seis diputados nacionales. “La libertad es el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír” digo alguna vez George Orwell. No se puede permitir que se imponga en nuestro país la libertad con fijador. Como dijera Charles Evans Hughes, quien fuera Secretario de estado de Estados Unidos (1921-1925) y presidente de la Suprema Corte de Justicia (1930-1941): “Cuando perdemos el derecho a ser diferentes, perdemos el privilegio de ser libres”.
La Asociación Estadounidense de los Derechos Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), reconocida y activa entidad defensora de derechos y que ha hecho un culto de ello, incluso al punto de defender marchas y expresiones de grupos totalmente antagónicos a pensamiento, sostiene acertadamente: “… una vez que se violan los derechos de una persona, todos los demás están en riesgo. La libertad de expresión no pertenece sólo a aquellos con los que estamos de acuerdo y la Primera Enmienda no sólo protege a los discursos políticamente correcto. Como ha dicho un juez federal, tolerar discursos que no nos gustan es la mejor protección que tenemos en este país contra cualquier régimen autoritario”.
CUANTO NOS FALTA AÚN PARA TENER UNA VERDADERA DEMOCRACIA, POR AHORA SOLO POPULISMO, SEA PINGÜINO, PINGÜINA, LEÓN O LEONA.
Un verdadero demócrata y en especial un libertario sostiene, como lo hizo Voltaire: “podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
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Por Dr. Gonzalo Miño.
Resulta muy difícil mantenerse coherente en un país donde la realidad es una eterna paradoja, la cual encima es aceptada mansamente por nuestra clase dirigente.
La Justicia Federal, la cual no puede encontrar un menor que desapareció hace diez minutos y no tiene la más remota idea de lo que pasó; es la misma que encuentra rápidamente menores supuestamente desaparecidos hace cincuenta años, esclarece esos hechos a la velocidad de luz y condena a sus presuntos autores en rimbombantes juicios orales. Exactamente la misma Justicia Federal que está preocupada porque se le vencen los plazos de la detención de los imputados por el secuestro de Loan y debe resolver la situación procesal de los mismos sin poder hallar alguna prueba que los incrimine; pero mantiene a militares y policías presos por más de un año sin resolver su situación procesal, tan solo en la elucubración de la ubicación funcional que habrían tenido hace más de cuarenta años y luego los mantiene más de quince años en prisión preventiva sin juicio alguno. Puntualmente la misma que analiza la posibilidad de una detención domiciliaria de los presuntos responsables del secuestro del menor porque tienen un pequeño resfrío, pero se la niega sistemáticamente a personas de más de setenta años con serios problemas de salud.
La clase dirigente ni se inmuta ante semejante desquicio jurídico.
El artículo 16 de la Constitución Nacional establece que “todos los habitantes son iguales ante la ley”, lo que significa que los Padres de la Patria entendieron que el Estado no puede tratar a sus ciudadanos en forma discriminatoria o arbitrariamente. Es entendible que esto lo ignore el ciudadano común, pero que lo desconozca la clase política que intenta disciplinar a los seis diputados que visitaron presos en una cárcel de Ezeiza es inaceptable. Menos aceptable es aún, que este precepto constitucional lo violentan los propios jueces, como lo han hecho los que pidieron informes al Ministerio de Seguridad de la Nación por esa visita. Un verdadero atropello al estado de derecho.
Nadie de ellos se ocupó cuando el reciente ex Presidente de la Nación fue a visitar a la condenada líder de la Tupac Amaru ni cuando organizaciones políticas, sociales y de derechos humanos solicitaron públicamente su indulto. Tampoco se inmutan cuando condenados por escandalosos casos de corrupción se pasean orondos por las calles argentinas o hasta nos dan clases de moral y ética en los medios periodísticos. Guardaron estricto silencio cuando “las madres” clamaron por el asilo político de un terrorista de la ETA, buscado por la justicia española como uno de los responsables de un atentado ocurrido en Madrid en 1984, en el cual resultaron gravemente heridos tres policías.
A todo esto, nuestro Presidente de la Nación, que clama que vino a cambiar la Argentina, se desentiende totalmente del tema. No solo no bancó a sus seis diputados nacionales que fueron a la cárcel de Ezeiza, sino que para él el terrorismo es solo el islámico; mientras escucha opera en el teatro Colón, junto a una ex vedete, muy famosa en los años 90.
Tanto es su afán de despegarse del ya denominado “diputados gate”, que “filtró” a través de sus allegados periodísticos, su fastidio por esa famosa “visita”. En una entrevista radial dejó en claro su posición: “yo no lo hubiese hecho”. No se quedó atrás la Vicepresidenta de la Nación, la cual se llamó a estricto silencio.
Donde habrán quedado aquellas frases del león cuando en campaña expresó con contundencia: “No fueron 30.000 desaparecidos” o “Durante los 70 hubo una guerra en la que las fuerzas del Estado cometieron excesos” o las contundentes declaraciones de su Vice, cuando era diputada nacional: “El terrorismo de Estado no existe” o “Aquí hubo una guerra, si lo olvidamos, puede pasar cualquier cosa y no habrá fuerzas armadas que contengan”.
Es realmente ese el pensamiento de la dupla presidencial o fueron tan solo slogan de campaña para conseguir el voto de la familia militar y policial… el desmarque de la visita de los seis diputados a la cárcel de Ezeiza parece inclinar la balanza por la segunda idea…
Todo pensamos que el nuevo gobierno había entendido finalmente que cuando gobiernan las leyes, su carácter general y abstracto garantiza el trato igualitario de todos y la seguridad jurídica protege los derechos de cada ciudadano sin distinción alguna. Ahora, por el contrario, cuando rige la voluntad de una minoría espuria que se cree iluminada y la dueña de la voluntad popular, dictando normas según el caso, se imponen sus preferencias y los intereses creados.
Parece que todo sigue igual en ese sentido y por ahora el nuevo gobierno es parte de esa “casta”, de lo “políticamente correcto”.
Por ello, quienes queremos realmente una Nación y en un verdadero Estado de Derecho debemos manifestarnos publica ante el intento de disciplinamiento que se pretende llevar a cabo en la convocada sesión de la Cámara de Diputados de la Nación para el próximo 7 de agosto, cuando sobre tablas la “casta” intente imponer proyectos de sanción a los osados seis diputados nacionales. “La libertad es el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír” digo alguna vez George Orwell. No se puede permitir que se imponga en nuestro país la libertad con fijador. Como dijera Charles Evans Hughes, quien fuera Secretario de estado de Estados Unidos (1921-1925) y presidente de la Suprema Corte de Justicia (1930-1941): “Cuando perdemos el derecho a ser diferentes, perdemos el privilegio de ser libres”.
La Asociación Estadounidense de los Derechos Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), reconocida y activa entidad defensora de derechos y que ha hecho un culto de ello, incluso al punto de defender marchas y expresiones de grupos totalmente antagónicos a pensamiento, sostiene acertadamente: “… una vez que se violan los derechos de una persona, todos los demás están en riesgo. La libertad de expresión no pertenece sólo a aquellos con los que estamos de acuerdo y la Primera Enmienda no sólo protege a los discursos políticamente correcto. Como ha dicho un juez federal, tolerar discursos que no nos gustan es la mejor protección que tenemos en este país contra cualquier régimen autoritario”.
CUANTO NOS FALTA AÚN PARA TENER UNA VERDADERA DEMOCRACIA, POR AHORA SOLO POPULISMO, SEA PINGÜINO, PINGÜINA, LEÓN O LEONA.
Un verdadero demócrata y en especial un libertario sostiene, como lo hizo Voltaire: “podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
PrisioneroEnArgentina.com
Julio 28, 2024