LESA: MENTIR EN NOMBRE DE DIOS

COMO NOS ENSEÑA EL EVANGELIO “SOLO LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES”.
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  Por Dr. Gonzalo P. Miño.

Los que somos creyentes sabemos que mentir es un pecado. Ahora, ¿que es cuando se miente en nombre de Dios?

Irónicamente, mientras las “orgas” de los derechos humanos vociferan en los juicios llamados de lesa humanidad, que lo que pasó en el proceso militar fue una “dictadura cívico, militar y eclesiástica”  y no se cansan de imputar sacerdotes en los mismos, acusando a la Iglesia Católica de complicidad con el proceso militar; a la par, blanden la bandera de la persecución de sacerdotes y monjas por parte de los “genocidas”, sacerdotes y monjas, por supuesto, comprometidos en la lucha por un mundo mejor, según las enseñanzas de Cristo. 

Ahora, lo que no dicen y callan deliberamente, que esas monjas y sacerdotes, ya no lo eran, que habían abandonado la misión pastoral que habían abrazado para sumarse a la lucha armada, alejándose del evangelio y llevando a muchos jóvenes a la muerte.

Domon y Duquet, las monjas francesas

Como ejemplo citaremos dos casos, que evidencian esta realidad que se esconde, incluso desde el mismo mundo católico.

Las famosas monjas francesas, efectivamente ya no lo eran. Habían decidido colgar los hábitos. Ambas dejaron la congregación en el año 1975 para participar en organizaciones políticas vinculadas a las organizaciones terroristas de aquella época. Incluso una de ellas, en el año 1974 siendo aún monja, sostenía ya la idea de una organización armada para proteger a las villas miserias de los ataques que supuestamente sufrían, siendo que aún se estaba en un gobierno constitucional, el del  General Perón. Esto no es invento, puede leerse en el libro “Misionera durante la dictadura de Yvonne Pierron”.

Más aun, en el juicio Esma II donde se juzgó el caso de las monjas francesas, declararon familiares de las supuestas víctimas, donde dos de ellos dijeron que sus familiares, incluso ambas monjas, pertenecían al Partido Comunista Marxista Leninista. También en ese juicio, la defensa de los imputados probó que los restos encontrados de una de las monjas era en realidad un hombre que, por arte de prestidigitación se convirtió en mujer y específicamente a una de las monjas, siendo que el certificado que así lo acreditaba, posee un sello de una repartición publica, que no fue creada hasta tres años despues de su emisión. Por supuesto el Tribunal Oral que juzgo el caso, miró sencillamente para otro.

El otro caso es de un sacerdote de San Nicolas, quien abandonó su misión eclesiástica para unirse a la lucha armada. En el expediente donde se investiga casos de lesa humanidad, consta la declaración del entonces rector de la congregación a la pertenecía este sacerdote, dando cuenta que el mismo le comunicó en persona que “dejaba el sacerdocio porque debía unirse la lucha armada, que era el llamado de Cristo y solo así se podía imponer el evangelio y la justicia en el pais”.  Este sacerdote era docente en el colegio secundario de esa congregación y mandó a la muerte y a la cárcel, por lo menos a una docena de jóvenes que creyeron ilusamente en ese delirante discurso.

Juan Pablo II

El relato impuesto por la “orgas” de los derechos humanos hablan de inocentes sacerdotes y monjas que solo asistían a quienes solo querían un mundo mejor, relato tambien comprado por la clase política e incluso por la actual Iglesia Católica. Demás de esta decir, que ello fue silenciado por los Fiscales y los querellantes y los jueces que juzgaron los caos, ni lo consideraron en sus sentencias, obviamente condenatorias.

Nadie dice que las organizaciones terroristas despreciaban la religión y odiaban a la Iglesia Católica, bregaban por un Estado laico y sostenían que la religión adormecía a la persona; al punto de amenazar en sus publicaciones que “COLGARÍAN A LOS SACERDOTES DE SUS PROPIAS TRIPAS”. Más aún, las propias “orgas” de derechos humanos no se cansaron ni se cansan de insultar al entonces Santidad Juan Pablo II o la madre putativa de todos los argentinos que un día se le ocurrió  tomar la catedral metropolitana, defecó en el atrio, durante esa toma.

Callan la realidad que estos religiosos abandonaron su misión evangélica y pastoral para sumarse a la lucha armada de las organizaciones terroristas, sea directamente o a través de las llamadas organizaciones de superficie, que eran las que les daban apoyo y cobertura a los combatientes.

En ese contexto no debe escapar que, en Cuba, “paraíso” al que querían emular las organizaciones terroristas, la Iglesia Católica fue muy perseguida, lo que disminuiría algo recién en 1998 con la visita de, justamente, su Santidad Juna Pablo II a la isla caribeña, a ese, que no se dijo, no se cansan de agraviar y ultrajar.

Lo cierto es que de haber logrado las organizaciones terroristas su demencial intento de tomar el poder por las armas, las instituciones religiosas la hubiesen pasado muy mal. Hubiesen sido perseguidas y seguramente proscriptas. Debería agradecer y reivindicar el mundo cristiano, sobre todo el católico, que las Fuerzas Armadas y de Seguridad ganaron la guerra contra el terrorismo.  

Javier Olivera Ravasi

Está claro que las orgas de derechos humanos utilizan a la Iglesia Católica para su conveniencia, nada más. No creen en ella, al contrario la desprecian y hasta se mofan de ella. Es triste que muchos del mundo católico no se den cuenta de ello.

Piden sanciones para un sacerdote que fue a visitar presos de lesa o defiende sus derechos, pero reivindican al sacerdote que tuvo participación en el cruento ataque al cuartel de La Tablada en el año 1989, integrando el grupo terrorista Movimiento Todos por la Patria (MTP); en plena democracia.

En nuestro pais se ha tergiversado la historia y aceptado de tal forma esa tergiversación que nadie lo discute ni se atreve a hacerlo. Es lo políticamente correcto y quien ose hacerlo recibe el escarnio público, como pasó con los diputados nacionales que fueron a la cárcel de Ezeiza.

Claramente privilegian la ideología o la cobardía por sobre la verdad y más que nada sobre la fe, pues el Evangelio nos enseña que “solo la verdad nos hará libres”.

Nuestra Constitución Nacional reza: “…Dios fuente de toda razón y justicia…”, lo que implica que para todo creyente la norma suprema de conducta no puede ser la disciplina de partido, sino su recta razón iluminada por la fe; cosa que desdichadamente nuestra clase política y también judicial, han olvidado hace mucho.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 25, 2024


 

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