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  Por Maria Mathingly.

La creciente desigualdad, cuando un pequeño grupo de personas concentra en sus manos la mayor parte del capital mundial y la mayoría de la población está al borde de la pobreza, cataliza un debate controvertido. Sin embargo, la situación de Estados Unidos, en la que en los últimos 40 años los ingresos del 50% de la población de bajos ingresos han aumentado solo un 1%, mientras que el 1% de la élite estadounidense ha logrado un crecimiento del 205%, no contradice la lógica del libertarismo clásico. El representante de este último es Robert Nozick.

Tras la publicación de A Theory of Justice de John Rawls en 1971, que marcó un hito en el desarrollo del proyecto de la Ilustración, Anarchy, State and Utopia de Nozick, publicado en 1974, representó la aplicación de los métodos de la filosofía analítica a la construcción de un concepto político argumentativo. El estado mínimo es un vigilante nocturno, cuyas funciones se limitan a proteger a todos los ciudadanos de la violencia, el robo y el fraude, así como hacer cumplir los contratos, etc., dio un nuevo impulso a las discusiones libertarias, cuya quintaesencia fue la cuestión de los impuestos.

La diferencia fundamental entre el estado mínimo de Nozick y la comprensión convencional de este concepto es que su estado no recauda impuestos para financiar sus funciones. Gravar a los ricos para ayudar a los pobres no es más que violencia contra los ricos. Además, contener una parte de mis ganancias equivale a trabajo forzoso. Por ejemplo, si el estado considera normal cobrar el 30% de mis argumentos, igualmente puede obligarme a trabajar el 30% de mi tiempo de trabajo para el estado. Afinando la tesis, ¿el trabajo forzado no se llama esclavitud?

El libertarismo, moviéndose hacia la corriente principal del liberalismo clásico, existe en las condiciones de diversos discursos, entre los cuales no hay conversión. Considerándose un verdadero deontólogo, Nozick proclama la independencia de la distribución de bienes de las ideas subjetivas sobre el bien por la sencilla razón de que nunca nos pondremos de acuerdo sobre estos mismos conceptos del bien. Así, como verdadero dueño de mí mismo, inevitablemente debo ser reconocido como el único propietario de los resultados de mi trabajo. Robar a los ricos y dar a los pobres es lo mismo robar, sin importar si fue cometido por Robin Hood o por el estado. En otras palabras, según Nozick, en el centro de la cuestión de los impuestos no está el dinero sino la libertad humana.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Diciembre 15, 2022


 

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