«El resultado final de una guerra no se halla en la victoria militar, sino en la paz subsiguiente.»
Carl von Clausewitz -1780/1831-
1. LA ARGENTINA EN SUS POSGUERRAS. 2. LOS DESAFÍOS QUE ENFRENTA EL TE. GRL. PRESTI COMO MINISTRO DE DEFENSA. 1. LA ARGENTINA EN SUS POSGUERRAS. El Artículo 16 de la Constitución Nacional Argentina expresa: “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas”. Por primera vez en décadas la Argentina tendrá -a partir del 10 Dic 25 – un Ministro de Defensa Nacional que cumple con la única condición que exige la Constitución: IDONEIDAD. Y esa condición no es meramente un requisito formal o de puerta de entrada, sino una noción plural que combina aptitudes técnicas, profesionales, físicas e incluso morales/éticas. En ese sentido la idoneidad significa “competencia o suficiencia técnica, profesional y moral” para desempeñar el cargo. Desde 1983 y hasta la fecha, “la incompetencia, la insuficiencia técnica y profesional” y, en el caso de los terroristas que ocuparon el cargo, “la insuficiencia moral”, se agravaron exponencialmente por encontrarnos en situación de “doble posguerra”, de “doble estado de guerra”, en “plena explotación de las victorias estratégicas y políticas de nuestros ACTUALES enemigos coludidos: el RU y el castrocomunismo revolucionario” y -además- porque el cambio civilizatorio ha producido “un complejo cambio de naturaleza en las guerras del siglo XXI”, que exigen cambios de legislación, cambios de organización, nuevas doctrinas emergentes de los correspondientes planeamientos estratégicos militares y
operacionales. ¿Puede asumir semejantes desafíos un Ministro de Defensa absolutamente lego?. Los Ministros que pasaron, quedarán en el olvido, pero nos dejaron un estado de indefensión y de inseguridad inéditos. Se ha cuestionado que el Sr Tte Grl Presti asuma su nuevo cargo “en actividad”. No existe impedimento alguno -político o legal- para que así lo haga. El Artículo 7 de la Ley 19.101 define los deberes del militar “en actividad”. Entre ellos: “La no aceptación ni el desempeño de cargos, funciones o empleos ajenos a las actividades militares, sin autorización previa de autoridad militar competente.” Pues bien: quien lo nombra -el Cte J FFAA- automáticamente lo autoriza. Ese mismo artículo 7 dispone que no puede aceptar ni desempeñar “funciones públicas electivas” ni “participar en actividades de partidos políticos”. El cargo de Ministro no es electivo y no ingresa a una actividad “partidaria”, sino “institucional”. El Presidente lo es de la Nación, no de un partido y sus Ministros -por extensión- también lo son. Ejercen sus cargos en el ámbito de la Gran Política (1) y no de la Pequeña Política partidaria (2). El Artículo 6 -de la ley 19.101- define que “actividad” es la situación en la cual “el personal militar tiene la obligación de prestar servicios militares”. Sobre la situación de “retiro” el Artículo 9 regula los derechos/restricciones cuando un militar está en retiro. En ese caso puede “desempeñar funciones públicas o privadas, ajenas a las actividades militares, siempre que sean compatibles con el decoro y la jerarquía militar.” En Conclusión: un militar en actividad tiene prohibido aceptar cargos públicos -o empleos ajenos a las actividades militares- sin autorización previa. Para asumir el cargo como Ministro solo le es necesario una autorización, que de hecho el Sr. Tte. Grl la tiene, pues lo nombró quien debía autorizarlo. El cuestionamiento más espinoso derivó de la situación emergente de la derrota del Atlántico Sur y el consecuente colapso del Gobierno del Proceso, la llegada a la Presidencia de la Nación -1983- de un hombre del PRT –“Partido Revolucionario de los Trabajadores”- y por ello defensor del ERP –“Ejército Revolucionario del Pueblo”-, en el momento preciso en que se inicia una doble posguerra que aún no han sido conocidas y menos aún asumidas por el soberano. Se hace necesario tratar desarrollar brevemente este tema. Fue precisamente aquel momento -1983- en el que las “relaciones cívico/militares” (3) fueron impuestas como “control civil de las FF.AA.”. El fundamento falaz empleado fue el de la existencia de “las dictaduras militares, surgidas de los golpes de estado militares”. Las relaciones cívico-militares, si son adecuadas, constituyen a la vez factor de concordia interior y eficacia institucional, en materia de Defensa. Por ello son particularmente relevantes cuando en una comunidad política operan factores de discordia interior, vinculados con amenazas externas a la seguridad y cuando grupos políticos internos buscan disputarle al Estado la soberanía, mediante la violencia. Diariamente escuchamos o leemos en los medios citar al “golpe militar” o a la “dictadura militar”. Esta falacia ha sido impuesta socialmente por la manipulación
cerebral conducida por el castro-comunismo, dentro de lo “políticamente correcto”. La “pseudo-revolución neo-marxista” gobernó siempre a la Argentina “en sus posguerras”, excepto breves períodos. Veamos cuál es la verdad: 1930 – Golpe contra Yrigoyen. Apoyo civil fuerte: sectores conservadores, medios, universidades, Corte Suprema. La ejecución fue militar (Uriburu). 1943 – Golpe del GOU. Fue el único netamente militar. Dio lugar a la aparición del “peronismo”. 1955 – “Revolución Libertadora”. Amplio apoyo civil antiperonista. El derrocamiento lo realizaron las FF.AA. 1962 – Contra Frondizi. Presión civil de la UCR del Pueblo y sectores antiperonistas. La destitución la ejecutó el Ejército. 1966 – Contra Illia. Amplio apoyo civil -corporaciones industriales, medios, parte del sindicalismo-. Interrupción militar del orden constitucional. 1976 – Contra Isabel Perón. Sectores empresariales, eclesiales y políticos acompañaron. Fui testigo presencial de la preparación del golpe por parte de la UCR en Córdoba. Golpe ejecutado por las Fuerzas Armadas. Hubo casos de conatos de golpes netamente civiles -no considerados golpes de estado ¡por no tener participación militar!. Veamos: 1989. Crisis institucional 1989. -anticipación de entrega del mando-. Hubo caos social y presión política. Pero no hubo golpe, ni civil ni militar. 1989. Auto golpe fallido -asalto al RIMec 3- para intentar evitar las elecciones presidenciales. Se pretendió simular un golpe militar. 2001 – Renuncia de De la Rúa. No hubo ruptura constitucional. Hubo una renuncia en medio de un colapso político–social impulsado por dos senadores -jefes de partidos políticos-. 2008 – Conflicto con el campo -Resolución 125-. Hubo bloqueo económico, protestas y presión política severa. No hubo interrupción del orden constitucional. En conclusión: Argentina tuvo golpes netamente civiles, sin apoyo militar, que no son considerados “golpes de estado”. Todos los golpes exitosos -1930 / 1976- fueron cívico/militares en su gestación o respaldo, menos el de 1943. Las crisis institucionales pos/83 no fueron golpes “clásicos”, porque no hubo interrupción de la Constitución ni coerción armada. Pero el lenguaje público afecta a las ideas y la “revolución hipócrita” -durante décadas- ha impuesto -desde el Estado- un lenguaje tergiversado, que se ha naturalizado. Los últimos resultados electorales 2023/25 expresan claramente que la VERDAD, LA PAZ Y LA JUSTICIA, DEBEN RECUPERARSE. Hace medio siglo el Profesor S. P. Huntington publicó “El Soldado y el Estado” (4). En él señalaba dos categorías de “control civil” sobre las FF.AA.: el “control civil subjetivo”, que consiste en la maximización del poder civil y el “control civil objetivo”, que se alcanza por la maximización del profesionalismo militar. La primera
categoría ha estado normalmente ligada a la búsqueda del apoyo militar a la política partidista -caso Milani- a través de un correligionario en el comando. La segunda busca la “militarización de los militares” y se relaciona con su esterilización o neutralización política en los cuarteles. Este último es el caso Presti. Además, el autor señala “dos niveles de relaciones cívico-militares”: un nivel “de poder relativo” y un nivel “de carácter ideológico”. Es este último el que nos interesa subrayar en nuestra crítica circunstancia. Se trata de establecer si es compatible la “ética militar” con la “¿ética? Kk, prevaleciente en el grupo político hegemónico en la últimas dos décadas y expuesta claramente en la reciente ceremonia de juramento de los nuevos diputados nacionales. Nuestra “ética militar” está establecida desde siempre en el Código de Honor Sanmartiniano (5) y en la cultura nacional heredada, representada simbólicamente en nuestra bandera azul-celeste y blanca, con el Sol del Inca en su centro y expresada en nuestra Constitución. ¿Qué ocurrió en los sucesivos gobiernos desde 1983 a la fecha – salvo cortas reacciones del electorado-? El 06 Ago 08, con la aprobación de la Ley 26.394 impulsada por la ministro terrorista Nilda Garré y el Poder Ejecutivo de “Ella” -hoy condenada-, se derogó el Código de Justicia Militar y con ello se extinguió la jurisdicción especial -el fuero militar, soporte del mando militar en operaciones- y los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas. FUE UN GRAN ÉXITO DE NUESTROS ENEMIGOS COLUDIDOS, EN PLENA POSGUERRA. Urge un cambio total. 2. LOS DESAFÍOS QUE ENFRENTA EL TE. GRL. PRESTI COMO MINISTRO DE DEFENSA. Hemos encabezado este ensayo con una expresión de Clausewitz del año 1832 -en “De la Guerra”-: “El resultado final de una guerra no se halla en la victoria militar, sino en la paz subsiguiente”. Un complemento de ella es una frase de Churchill: “La victoria no es el final. Es solo es el comienzo de una obligación más ardua: conservarla”, expresada casi un siglo después. Y -ya en 1947- el Grl George Marshall nos decía “La política de posguerra requiere tanta energía y previsión como la guerra misma”. Como vemos, la importancia de las posguerras -desde siempre- ha tenido una importancia central. Hemos dicho -reiteradamente- en estas páginas, que las posguerras son parte esencial de las guerras. Las mentalidades “prácticas” -que obran sin pensar- entienden que las guerras terminan con los combates. Allí reside la diferencia entre la “visión estratégica” y la “mirada táctica” -en el ambiente militar y en la idoneidad o ignorancia en el ámbito político- acerca de las cuestiones belígeras. En 1983/84 se sumó a la “mirada táctica” y a la “ignorancia belígera”, el propósito ideológico socialdemócrata del “alfonsinismo”, orientado por Dante Caputo. Veamos lo que pactó todo el arco político en Olivos, año 1984 (6): Consenso “reservado” de la clase política -radical, justicialista y de otras fuerzas-: Las FFAA deben ser retiradas totalmente de los centros de decisión; El presupuesto militar es prescindible, frente a la crisis económica;
La industria de seguridad nacional no es prioritaria; La seguridad estratégica puede “externalizarse” a relaciones diplomáticas. El clima cultural -universidades, prensa, ONGs- se orientará a legitimar la reducción del poder militar. La presión externa -RU y Organismos de DDHH- favorecen modelos de seguridad “ligeros”, austeridad fiscal y apertura económica. Hay un nuevo condicionamiento interno: después de la dictadura, antimilitarismo social. Crear condiciones para cualquier política que debilite al instrumento militar. La Argentina no eliminó a las FFAA, pero desde 1983 “desarmó” su capacidad de influencia, su poder estratégico y su infraestructura industrial, generando lo que Harbulot (6) llama un “vacío de poder nacional”, fácilmente explotable en la lógica de la guerra económica. La consecuencia inmediata fue la “entrega” del Canal de Beagle y el quiebre del principio “Chile en el Pacífico, Argentina en el Atlántico” alcanzado en los “Pactos de Mayo” (7). Hoy Chile -satélite británico- está en el Atlántico. Estos son los desafíos que tiene por delante el nuevo Ministro de Defensa y -hablando de los Pactos de Mayo- Milei/Presti deberían homologar la epopeya de Roca/ Ricchieri, que alcanzaron la “quinta esencia” de una estrategia militar: “ganaron una guerra, sin desenvainar”. Hoy hay que ganar la “pacificación nacional”. Es oportuno recordar aquí, al respecto, al Grl De Gaulle -1944-: “La verdadera dificultad no es ganar la guerra, sino construir la paz”. Y él lo hizo. Y también a Maquiavelo, que en “El Príncipe” decía -1532-: “Las victorias se ganan con la espada, pero se conservan con instituciones sólidas”. La epopeya Roca/Richieri tuvo lugar luego del “abrazo de la concordia”, episodio que tuvo lugar en el Puerto de Buenos Aires -cuando Roca regresó de Europa-. El crucero atracó en Dársena Norte ante una gran multitud y una comitiva política. Mitre, anciano ya -79 años-, bajó personalmente al muelle para darle la bienvenida. Roca avanzó hacia él y ambos se abrazaron largamente. Se consagró así la unidad del régimen político en torno a Roca, y con ello: El apoyo mutuo entre Mitre y Roca en las negociaciones con Chile. La estabilización interna que facilitó la firma de los Pactos de Mayo -1902-. La derrota política de los sectores que promovían confrontación militar. La consolidación del PAN por otra década más. El Grl Roca había nombrado -en Jul 1900- Ministro de Guerra y Marina al joven Cnl – había ascendido en el 98- “en actividad” Pablo Richieri, quien logró la aprobación de la Ley No 4.031 -06 Dic 1901- la llamada “Ley Ricchieri” que estableció el servicio militar obligatorio -la acompañó en los años siguientes con un paquete de normas que completaron y corrigieron su aplicación y la organizaron de las Fuerzas-. Los efectos de estas leyes recrearon a las FF.AA., modernizándolas y Chile, que tenía cuatro Divisiones de Ejército desplegadas frente a Neuquén y Mendoza regresó a sus cuarteles
y negoció los Tratado de Límites. El 14 May 1904 una gran concentración de conscriptos juró la Bandera en Campo de Mayo- Luego de la ceremonia el pueblo ovacionó al presidente Julio A. Roca y al ministro Pablo Ricchieri y, en ese clima, se le solicitó a Roca el ascenso de Ricchieri al grado de General. Cuatro días después -el 19 May 1904- Ricchieri fue ascendido a Grl Br. (9) La Historia Militar argentina ofrece casos paradigmáticos de no-explotación de ventajas y de gestión deficiente de derrotas, ambos relevantes para comprender las dificultades del país para transformar coyunturas críticas -militares, diplomáticas o económicas- en poder efectivo y perdurable.. Ambos casos son los que tiene el nuevo Ministro de Defensa sobre su escritorio. Algunas de nuestras experiencias han sido las siguientes: El caso 1945: Argentina en la posguerra GMII: Victoria ajena, derrota propia -o “derrota política del neutralismo”- Argentina llegó al final de la GMII con ventajas materiales: un aparato productivo estable, reservas, alimentos críticos para el esfuerzo bélico mundial y una condición geoestratégica valiosa en el Atlántico Sur. Sin embargo: La tardía ruptura con el Eje -Mar 45- impidió capitalizar políticamente la posición negociadora. La presión estadounidense aisló al país del diseño institucional de posguerra – Bretton Woods, OEA, ONU, en sus primeras comisiones técnicas-. La diplomacia argentina reaccionó en vez de proponer: careció de un proyecto de explotación estratégica de su posición. Resultado: la Argentina no transformó sus ventajas relativas en rango internacional ni inserción estructural, en el nuevo orden. Apostó a una GMIII, que no llegó. El caso 1959/1989: invasión castro-comunista. Hasta 1974 se la consideró “delito común”, bajo tratamiento policial. En 1974 se abrió -improvisadamente- una guerra no convencional “contrarrevolucionaria”, sin dirección estratégica. Se ganaron todos los combates y en 1984 Alfonsín “trastocó” la victoria táctica en derrota política/estratégica -Decreto 158/83- que el enemigo combinado británico/castro-comunista -en la posguerra- aún hoy retiene en “explotación”. Su efecto más notable es la negación de la existencia de esa guerra en los TTOOFF y la ausencia de “veteranos reconocidos”, a pesar de tratarse de una guerra civil con quince años de duración. El caso 1982: derrota y posguerra incompleta. La Guerra del Atlántico Sur ofrece un ejemplo inverso: no se trata de explotar una victoria, sino de gestionar inteligentemente a la derrota, lo que Clausewitz y Liddell Hart tratan como parte esencial del restablecimiento del equilibrio. Tras la derrota: No existió un diseño de posguerra que sincronizara defensa, diplomacia, desarrollo tecnológico y cohesión social.
La transición democrática naturalizó la derrota. La convirtió en una agenda nacional de irrecuperación estratégica -. Ingresamos a la indefensión actual. La desarticulación militar pos-82 produjo una brecha entre capacidad militar real y ambición diplomática declarada.
En consecuencia: La derrota no se transformó en capital estratégico regenerativo – como sí ocurrió con Japón, Alemania o incluso Vietnam- Se preservó la hipócrita reivindicación verbal, pero no se construyeron instrumentos de poder para sostenerla. El control “revolucionario” del Poder -efecto del “entrismo” político- produjo la crisis/decadencia. Período 2001/2025 y sus oportunidades no explotadas. En las últimas dos décadas se observan oportunidades estratégicas -“equivalentes a victorias”- que tampoco se explotaron por cuando el castro-comunismo o “socialismo siglo XXI” -ineficiente y corrupto- velaba solo por su permanencia. Veamos cuales fueron esas “oportunidades estratégicas”: El capital humano científico-tecnológico -nuclear, espacial, satelital-. Ventajas objetivas que no devinieron en liderazgo regional estructural por ideologización y falta de continuidad político-estratégica. El boom agroexportador y los términos de intercambio -2003–2010-. Una “victoria económica coyuntural” con grandes recursos fiscales que hoy la Justicia trata de recuperar. Esos recursos no se transformaron en infraestructura, capital institucional, ni defensa del interés marítimo. · La excepcional posición geopolítica -agua, litio, alimentos, trazabilidad energética, etc.- Ventajas naturales que requieren proyecto coordinado entre Estado, FFAA y sector productivo, para convertirse en poder. En síntesis: Argentina ha tenido victorias objetivas -materiales, naturales o tecnológicas- pero casi nunca las ha convertido en ventajas estratégicas acumulativas. Reflexión doctrinaria militar sobre la “explotación de la victoria” En la Polemología -desde Sun Tzu hasta la Doctrina OTAN contemporánea- “explotar la victoria” fue y es la fase crítica en la cual el vencedor: Transforma la acción táctica en un resultado político, bajo dirección estratégica, Consolida el control, Impide la recuperación del adversario, Construye una paz favorable y estable. Para ello: Los elementos doctrinarios centrales son:
A. Rapidez en la transición. Toda victoria genera un “momento de plasticidad política”: el orden aún no se ha solidificado y el vencedor puede imponer condiciones. Perder ese instante implica perder la victoria. B. Claridad de fines políticos. Clausewitz insistía: el fin político debe gobernar la explotación militar. No se explota una victoria solo por ocupar territorio, sino por definir un nuevo marco político más favorable al interviniente. C. Unidad de comando civil-militar. Sin un mando político claro, la victoria táctica se diluye. Las posguerras requieren gobernanza, no solo operaciones. D. Legitimidad interna y externa. Tácito y Liddell Hart advirtieron que un vencedor que humilla al derrotado o descuida a los civiles, siembra la próxima guerra. La explotación efectiva es siempre legítima, o al menos aceptable. E. Reconstrucción y seguridad simultáneas. Doctrina actual de estabilización -COIN, operaciones de paz y “stability operations”-: no existe victoria si no se logra la recomposición del orden civil. F. Disuasión a largo plazo. Explotar la victoria implica dejar una estructura de fuerza, alianzas y reglas que impidan la repetición bélica.
En conclusión: Tanto la experiencia argentina como la doctrina militar coinciden en una idea central: La victoria no es un hecho, es un proceso. El que no sabe administrarla, deja de ser vencedor. La Argentina, en varios momentos críticos de su historia obtuvo ventajas o sufrió derrotas, pero careció de un proyecto de posguerra sostenido, entendido como misión político-estratégica de Estado. La lección doctrinaria es inequívoca: la explotación de la victoria -y la gestión inteligente de la derrota- son funciones estratégicas permanentes, no episodios. He allí los dos desafíos centrales del Sr Tte Grl Presti, Ministro de Defensa, luego de las elecciones de medio tiempo. “El resultado final de una guerra no se halla en la victoria militar, sino en la paz subsiguiente”.
CITAS Y ACLARACIONES: (1). Gran Política: Según Friedrich Nietzsche -1887–1888- su noción de “Grosse Politik”, “gran” remite a política de destino histórico y “pequeña” a la política cotidiana, partidaria o parlamentaria. .La primera corresponde al Estadista y la segunda al líder “partidario”. El Ministro Presti juega en el primer escenario. Abarca a la Política de largo horizonte histórico, reorienta el destino colectivo, moviliza a la nación como unidad histórica -no a las facciones-. Deberá desarrollar la Estrategia Militar, las grandes decisiones para lograr el modelo productivo para la Defensa, la educación, la inserción internacional y la organización moral de la sociedad el pos de la Seguridad Nacional para recuperar la capacidad de generar un rumbo estratégico: el desarrollo, la adscripción internacional, la cohesión generacional y la reconstrucción del Estado. Es decir, recuperar la Pax, volver a pensar la Nación en términos de destino
y no de facción. Entre Nietzsche y Aron: entre el “gran horizonte histórico” y la “racionalidad política”. (2). Pequeña Política: Durante gran parte de las últimas siete décadas la Argentina ha estado atrapada en la “pequeña política”, en la lucha por cargos, presupuestos o privilegios. Todo en el corto plazo, en la inmediatez, en lo electoral. Sin conexión con el destino histórico y con las “grandes decisiones”. (3). H. J. Auel. “Relaciones cívico-militares, la necesaria reconstrucción del Estado y la imprescindible seguridad nacional, regional y continental”. Ago 2013. www.ieba.org
(4). El libro “El Soldado y el Estado: Teoría y Política de las Relaciones Cívico- Militares” fue escrito por Samuel P. Huntington y publicado originalmente
en 1957, como resultado de su tesis doctoral en Harvard, siendo un trabajo seminal en
relaciones civiles-militares que propone la profesionalización -como control objetivo- de las FFAA..
(5). El Código de Honor Sanmartiniano: San Martín impuso su Código de Honor al poco tiempo de fundar el Regimiento de Granaderos a Caballo, creado por decreto del 07 Mar 1812.El Código fue promulgado ese mismo año, como reglamento interno obligatorio para todos los oficiales y tropa, aún antes de su primer combate en San Lorenzo, en 1813. (6). C. Harbulot. “La Guerra Económica en el Siglo XXI”. E. CICCUS. Abr 25. (7). Los Pactos de Mayo: en el segundo gobierno del Grl Julio A. Roca (1898–1904) fueron la herramienta diplomática más importante para lograr: · Consolidar la frontera patagónica; · Estabilizar relaciones con Chile; · Fomentar la integración económica y ferroviaria; · Mantener a la Argentina alineada con el equilibrio británico en el Atlántico Sur. (8). Quinta esencia: En la Edad Media la alquimia retoma el término “quintaesencia” para referirse a la parte más pura o esencia concentrada de una sustancia. Era aquello que se buscaba extraer como su virtud fundamental. Lo más esencial, puro o perfecto de algo. (9). Grl. F. M. Vélez: “Ante la posteridad: personalidad marcial del Teniente General don Julio A. Roca”. Ed./Imprenta: Tall. Gráf. de la Ed. Araujo, Bs. As. 1938
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Grl Heriberto Justo Auel
Diciembre de 2025
«El resultado final de una guerra no se halla en la victoria militar, sino en la paz
subsiguiente.»
Carl von Clausewitz -1780/1831-
1. LA ARGENTINA EN SUS POSGUERRAS.
2. LOS DESAFÍOS QUE ENFRENTA EL TE. GRL. PRESTI COMO MINISTRO
DE DEFENSA.
1. LA ARGENTINA EN SUS POSGUERRAS.
El Artículo 16 de la Constitución Nacional Argentina expresa: “La Nación Argentina no
admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni
títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los
empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de
las cargas públicas”. Por primera vez en décadas la Argentina tendrá -a partir del 10 Dic
25 – un Ministro de Defensa Nacional que cumple con la única condición que exige la
Constitución: IDONEIDAD. Y esa condición no es meramente un requisito formal o de
puerta de entrada, sino una noción plural que combina aptitudes técnicas, profesionales,
físicas e incluso morales/éticas. En ese sentido la idoneidad significa “competencia o
suficiencia técnica, profesional y moral” para desempeñar el cargo.
Desde 1983 y hasta la fecha, “la incompetencia, la insuficiencia técnica y
profesional” y, en el caso de los terroristas que ocuparon el cargo, “la insuficiencia
moral”, se agravaron exponencialmente por encontrarnos en situación de “doble
posguerra”, de “doble estado de guerra”, en “plena explotación de las victorias
estratégicas y políticas de nuestros ACTUALES enemigos coludidos: el RU y el
castrocomunismo revolucionario” y -además- porque el cambio civilizatorio ha
producido “un complejo cambio de naturaleza en las guerras del siglo XXI”, que
exigen cambios de legislación, cambios de organización, nuevas doctrinas
emergentes de los correspondientes planeamientos estratégicos militares y
operacionales. ¿Puede asumir semejantes desafíos un Ministro de Defensa
absolutamente lego?. Los Ministros que pasaron, quedarán en el olvido, pero nos
dejaron un estado de indefensión y de inseguridad inéditos.
Se ha cuestionado que el Sr Tte Grl Presti asuma su nuevo cargo “en actividad”. No
existe impedimento alguno -político o legal- para que así lo haga. El Artículo 7 de la Ley
19.101 define los deberes del militar “en actividad”. Entre ellos: “La no aceptación ni el
desempeño de cargos, funciones o empleos ajenos a las actividades militares, sin
autorización previa de autoridad militar competente.” Pues bien: quien lo nombra -el
Cte J FFAA- automáticamente lo autoriza. Ese mismo artículo 7 dispone que no puede
aceptar ni desempeñar “funciones públicas electivas” ni “participar en actividades de
partidos políticos”. El cargo de Ministro no es electivo y no ingresa a una
actividad “partidaria”, sino “institucional”. El Presidente lo es de la Nación, no de un
partido y sus Ministros -por extensión- también lo son. Ejercen sus cargos en el ámbito
de la Gran Política (1) y no de la Pequeña Política partidaria (2).
El Artículo 6 -de la ley 19.101- define que “actividad” es la situación en la cual “el
personal militar tiene la obligación de prestar servicios militares”. Sobre la situación
de “retiro” el Artículo 9 regula los derechos/restricciones cuando un militar está en retiro.
En ese caso puede “desempeñar funciones públicas o privadas, ajenas a las actividades
militares, siempre que sean compatibles con el decoro y la jerarquía militar.” En
Conclusión: un militar en actividad tiene prohibido aceptar cargos públicos -o empleos
ajenos a las actividades militares- sin autorización previa. Para asumir el cargo como
Ministro solo le es necesario una autorización, que de hecho el Sr. Tte. Grl la tiene, pues
lo nombró quien debía autorizarlo.
El cuestionamiento más espinoso derivó de la situación emergente de la derrota del
Atlántico Sur y el consecuente colapso del Gobierno del Proceso, la llegada a la
Presidencia de la Nación -1983- de un hombre del PRT –“Partido Revolucionario de los
Trabajadores”- y por ello defensor del ERP –“Ejército Revolucionario del Pueblo”-, en
el momento preciso en que se inicia una doble posguerra que aún no han sido conocidas
y menos aún asumidas por el soberano. Se hace necesario tratar desarrollar brevemente
este tema.
Fue precisamente aquel momento -1983- en el que las “relaciones cívico/militares” (3)
fueron impuestas como “control civil de las FF.AA.”. El fundamento falaz empleado fue
el de la existencia de “las dictaduras militares, surgidas de los golpes de
estado militares”. Las relaciones cívico-militares, si son adecuadas, constituyen a la vez
factor de concordia interior y eficacia institucional, en materia de Defensa. Por ello son
particularmente relevantes cuando en una comunidad política operan factores
de discordia interior, vinculados con amenazas externas a la seguridad y
cuando grupos políticos internos buscan disputarle al Estado la soberanía, mediante
la violencia.
Diariamente escuchamos o leemos en los medios citar al “golpe militar” o a
la “dictadura militar”. Esta falacia ha sido impuesta socialmente por la manipulación
cerebral conducida por el castro-comunismo, dentro de lo “políticamente
correcto”. La “pseudo-revolución neo-marxista” gobernó siempre a la Argentina “en
sus posguerras”, excepto breves períodos. Veamos cuál es la verdad:
1930 – Golpe contra Yrigoyen. Apoyo civil fuerte: sectores conservadores, medios,
universidades, Corte Suprema. La ejecución fue militar (Uriburu).
1943 – Golpe del GOU. Fue el único netamente militar. Dio lugar a la aparición
del “peronismo”.
1955 – “Revolución Libertadora”. Amplio apoyo civil antiperonista. El derrocamiento
lo realizaron las FF.AA.
1962 – Contra Frondizi. Presión civil de la UCR del Pueblo y sectores antiperonistas.
La destitución la ejecutó el Ejército.
1966 – Contra Illia. Amplio apoyo civil -corporaciones industriales, medios, parte del
sindicalismo-. Interrupción militar del orden constitucional.
1976 – Contra Isabel Perón. Sectores empresariales, eclesiales y políticos
acompañaron. Fui testigo presencial de la preparación del golpe por parte de la UCR
en Córdoba. Golpe ejecutado por las Fuerzas Armadas.
Hubo casos de conatos de golpes netamente civiles -no considerados golpes de
estado ¡por no tener participación militar!. Veamos:
1989. Crisis institucional 1989. -anticipación de entrega del mando-. Hubo caos social
y presión política. Pero no hubo golpe, ni civil ni militar.
1989. Auto golpe fallido -asalto al RIMec 3- para intentar evitar las elecciones
presidenciales. Se pretendió simular un golpe militar.
2001 – Renuncia de De la Rúa. No hubo ruptura constitucional. Hubo una renuncia en
medio de un colapso político–social impulsado por dos senadores -jefes de partidos
políticos-.
2008 – Conflicto con el campo -Resolución 125-. Hubo bloqueo económico, protestas
y presión política severa. No hubo interrupción del orden constitucional.
En conclusión: Argentina tuvo golpes netamente civiles, sin apoyo militar, que no son
considerados “golpes de estado”. Todos los golpes exitosos -1930 / 1976-
fueron cívico/militares en su gestación o respaldo, menos el de 1943. Las crisis
institucionales pos/83 no fueron golpes “clásicos”, porque no hubo interrupción de la
Constitución ni coerción armada. Pero el lenguaje público afecta a las ideas y
la “revolución hipócrita” -durante décadas- ha impuesto -desde el Estado- un lenguaje
tergiversado, que se ha naturalizado. Los últimos resultados electorales 2023/25
expresan claramente que la VERDAD, LA PAZ Y LA JUSTICIA, DEBEN
RECUPERARSE.
Hace medio siglo el Profesor S. P. Huntington publicó “El Soldado y el Estado” (4). En
él señalaba dos categorías de “control civil” sobre las FF.AA.: el “control civil
subjetivo”, que consiste en la maximización del poder civil y el “control civil
objetivo”, que se alcanza por la maximización del profesionalismo militar. La primera
categoría ha estado normalmente ligada a la búsqueda del apoyo militar a la política
partidista -caso Milani- a través de un correligionario en el comando. La segunda busca
la “militarización de los militares” y se relaciona con su esterilización o neutralización
política en los cuarteles. Este último es el caso Presti. Además, el autor señala “dos
niveles de relaciones cívico-militares”: un nivel “de poder relativo” y un nivel “de
carácter ideológico”. Es este último el que nos interesa subrayar en nuestra crítica
circunstancia. Se trata de establecer si es compatible la “ética militar” con la “¿ética?
Kk, prevaleciente en el grupo político hegemónico en la últimas dos décadas y expuesta
claramente en la reciente ceremonia de juramento de los nuevos diputados nacionales.
Nuestra “ética militar” está establecida desde siempre en el Código de Honor
Sanmartiniano (5) y en la cultura nacional heredada, representada simbólicamente en
nuestra bandera azul-celeste y blanca, con el Sol del Inca en su centro y expresada en
nuestra Constitución. ¿Qué ocurrió en los sucesivos gobiernos desde 1983 a la fecha –
salvo cortas reacciones del electorado-? El 06 Ago 08, con la aprobación de la Ley 26.394
impulsada por la ministro terrorista Nilda Garré y el Poder Ejecutivo de “Ella” -hoy
condenada-, se derogó el Código de Justicia Militar y con ello se extinguió la
jurisdicción especial -el fuero militar, soporte del mando militar en operaciones- y
los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas. FUE UN GRAN ÉXITO DE
NUESTROS ENEMIGOS COLUDIDOS, EN PLENA POSGUERRA. Urge un
cambio total.
2. LOS DESAFÍOS QUE ENFRENTA EL TE. GRL. PRESTI COMO
MINISTRO DE DEFENSA.
Hemos encabezado este ensayo con una expresión de Clausewitz del año 1832 -en “De
la Guerra”-: “El resultado final de una guerra no se halla en la victoria militar, sino en
la paz subsiguiente”. Un complemento de ella es una frase de Churchill: “La victoria no
es el final. Es solo es el comienzo de una obligación más ardua: conservarla”, expresada
casi un siglo después. Y -ya en 1947- el Grl George Marshall nos decía “La política de
posguerra requiere tanta energía y previsión como la guerra misma”. Como vemos, la
importancia de las posguerras -desde siempre- ha tenido una importancia central. Hemos
dicho -reiteradamente- en estas páginas, que las posguerras son parte esencial de las
guerras. Las mentalidades “prácticas” -que obran sin pensar- entienden que las guerras
terminan con los combates. Allí reside la diferencia entre la “visión estratégica” y
la “mirada táctica” -en el ambiente militar y en la idoneidad o ignorancia en el ámbito
político- acerca de las cuestiones belígeras. En 1983/84 se sumó a la “mirada táctica” y
a la “ignorancia belígera”, el propósito ideológico socialdemócrata
del “alfonsinismo”, orientado por Dante Caputo. Veamos lo que pactó todo el
arco político en Olivos, año 1984 (6):
Consenso “reservado” de la clase política -radical, justicialista y de otras fuerzas-:
Las FFAA deben ser retiradas totalmente de los centros de decisión;
El presupuesto militar es prescindible, frente a la crisis económica;
La industria de seguridad nacional no es prioritaria;
La seguridad estratégica puede “externalizarse” a relaciones diplomáticas.
El clima cultural -universidades, prensa, ONGs- se orientará a legitimar la
reducción del poder militar.
La presión externa -RU y Organismos de DDHH- favorecen modelos de
seguridad “ligeros”, austeridad fiscal y apertura económica.
Hay un nuevo condicionamiento interno: después de la dictadura, antimilitarismo
social. Crear condiciones para cualquier política que debilite al instrumento
militar.
La Argentina no eliminó a las FFAA, pero desde 1983 “desarmó” su capacidad de
influencia, su poder estratégico y su infraestructura industrial, generando lo que
Harbulot (6) llama un “vacío de poder nacional”, fácilmente explotable en la lógica de
la guerra económica. La consecuencia inmediata fue la “entrega” del Canal de Beagle y
el quiebre del principio “Chile en el Pacífico, Argentina en el Atlántico” alcanzado en
los “Pactos de Mayo” (7). Hoy Chile -satélite británico- está en el Atlántico. Estos son
los desafíos que tiene por delante el nuevo Ministro de Defensa y -hablando de los
Pactos de Mayo- Milei/Presti deberían homologar la epopeya de Roca/ Ricchieri,
que alcanzaron la “quinta esencia” de una estrategia militar: “ganaron una guerra,
sin desenvainar”. Hoy hay que ganar la “pacificación nacional”. Es oportuno recordar
aquí, al respecto, al Grl De Gaulle -1944-: “La verdadera dificultad no es ganar la
guerra, sino construir la paz”. Y él lo hizo. Y también a Maquiavelo, que en “El
Príncipe” decía -1532-: “Las victorias se ganan con la espada, pero se conservan con
instituciones sólidas”.
La epopeya Roca/Richieri tuvo lugar luego del “abrazo de la concordia”, episodio que
tuvo lugar en el Puerto de Buenos Aires -cuando Roca regresó de Europa-. El crucero
atracó en Dársena Norte ante una gran multitud y una comitiva política. Mitre, anciano
ya -79 años-, bajó personalmente al muelle para darle la bienvenida. Roca avanzó hacia
él y ambos se abrazaron largamente. Se consagró así la unidad del régimen político en
torno a Roca, y con ello:
El apoyo mutuo entre Mitre y Roca en las negociaciones con Chile.
La estabilización interna que facilitó la firma de los Pactos de Mayo -1902-.
La derrota política de los sectores que promovían confrontación militar.
La consolidación del PAN por otra década más.
El Grl Roca había nombrado -en Jul 1900- Ministro de Guerra y Marina al joven Cnl –
había ascendido en el 98- “en actividad” Pablo Richieri, quien logró la aprobación de
la Ley No 4.031 -06 Dic 1901- la llamada “Ley Ricchieri” que estableció el servicio
militar obligatorio -la acompañó en los años siguientes con un paquete de normas que
completaron y corrigieron su aplicación y la organizaron de las Fuerzas-. Los efectos de
estas leyes recrearon a las FF.AA., modernizándolas y Chile, que tenía cuatro
Divisiones de Ejército desplegadas frente a Neuquén y Mendoza regresó a sus cuarteles
y negoció los Tratado de Límites. El 14 May 1904 una gran concentración de conscriptos
juró la Bandera en Campo de Mayo- Luego de la ceremonia el pueblo ovacionó al
presidente Julio A. Roca y al ministro Pablo Ricchieri y, en ese clima, se le solicitó a
Roca el ascenso de Ricchieri al grado de General. Cuatro días después -el 19 May
1904- Ricchieri fue ascendido a Grl Br. (9)
La Historia Militar argentina ofrece casos paradigmáticos de no-explotación de
ventajas y de gestión deficiente de derrotas, ambos relevantes para comprender las
dificultades del país para transformar coyunturas críticas -militares, diplomáticas o
económicas- en poder efectivo y perdurable.. Ambos casos son los que tiene el nuevo
Ministro de Defensa sobre su escritorio. Algunas de nuestras experiencias han sido las
siguientes:
El caso 1945: Argentina en la posguerra GMII: Victoria ajena, derrota propia -o “derrota
política del neutralismo”-
Argentina llegó al final de la GMII con ventajas materiales: un aparato productivo
estable, reservas, alimentos críticos para el esfuerzo bélico mundial y una condición
geoestratégica valiosa en el Atlántico Sur. Sin embargo:
La tardía ruptura con el Eje -Mar 45- impidió capitalizar políticamente la
posición negociadora.
La presión estadounidense aisló al país del diseño institucional de posguerra –
Bretton Woods, OEA, ONU, en sus primeras comisiones técnicas-.
La diplomacia argentina reaccionó en vez de proponer: careció de un proyecto
de explotación estratégica de su posición.
Resultado: la Argentina no transformó sus ventajas relativas en rango internacional ni
inserción estructural, en el nuevo orden. Apostó a una GMIII, que no llegó.
El caso 1959/1989: invasión castro-comunista. Hasta 1974 se la consideró “delito
común”, bajo tratamiento policial. En 1974 se abrió -improvisadamente- una guerra no
convencional “contrarrevolucionaria”, sin dirección estratégica. Se ganaron todos los
combates y en 1984 Alfonsín “trastocó” la victoria táctica en derrota política/estratégica
-Decreto 158/83- que el enemigo combinado británico/castro-comunista -en la
posguerra- aún hoy retiene en “explotación”. Su efecto más notable es la negación de
la existencia de esa guerra en los TTOOFF y la ausencia de “veteranos reconocidos”, a
pesar de tratarse de una guerra civil con quince años de duración.
El caso 1982: derrota y posguerra incompleta. La Guerra del Atlántico Sur ofrece un
ejemplo inverso: no se trata de explotar una victoria, sino de gestionar inteligentemente
a la derrota, lo que Clausewitz y Liddell Hart tratan como parte esencial
del restablecimiento del equilibrio. Tras la derrota:
No existió un diseño de posguerra que sincronizara defensa, diplomacia,
desarrollo tecnológico y cohesión social.
La transición democrática naturalizó la derrota. La convirtió en una
agenda nacional de irrecuperación estratégica -. Ingresamos a la indefensión
actual.
La desarticulación militar pos-82 produjo una brecha entre capacidad militar
real y ambición diplomática declarada.
En consecuencia: La derrota no se transformó en capital estratégico regenerativo –
como sí ocurrió con Japón, Alemania o incluso Vietnam- Se preservó la hipócrita
reivindicación verbal, pero no se construyeron instrumentos de poder para sostenerla.
El control “revolucionario” del Poder -efecto del “entrismo” político- produjo la
crisis/decadencia.
Período 2001/2025 y sus oportunidades no explotadas.
En las últimas dos décadas se observan oportunidades estratégicas -“equivalentes a
victorias”- que tampoco se explotaron por cuando el castro-comunismo o “socialismo
siglo XXI” -ineficiente y corrupto- velaba solo por su permanencia. Veamos cuales fueron
esas “oportunidades estratégicas”:
El capital humano científico-tecnológico -nuclear, espacial, satelital-.
Ventajas objetivas que no devinieron en liderazgo regional estructural por
ideologización y falta de continuidad político-estratégica.
El boom agroexportador y los términos de intercambio -2003–2010-.
Una “victoria económica coyuntural” con grandes recursos fiscales que hoy la
Justicia trata de recuperar. Esos recursos no se transformaron en infraestructura,
capital institucional, ni defensa del interés marítimo.
· La excepcional posición geopolítica -agua, litio, alimentos, trazabilidad
energética, etc.- Ventajas naturales que requieren proyecto coordinado entre Estado,
FFAA y sector productivo, para convertirse en poder.
En síntesis: Argentina ha tenido victorias objetivas -materiales, naturales o
tecnológicas- pero casi nunca las ha convertido en ventajas estratégicas acumulativas.
Reflexión doctrinaria militar sobre la “explotación de la victoria”
En la Polemología -desde Sun Tzu hasta la Doctrina OTAN contemporánea- “explotar la
victoria” fue y es la fase crítica en la cual el vencedor:
Transforma la acción táctica en un resultado político, bajo dirección estratégica,
Consolida el control,
Impide la recuperación del adversario,
Construye una paz favorable y estable. Para ello:
Los elementos doctrinarios centrales son:
A. Rapidez en la transición. Toda victoria genera un “momento de plasticidad política”:
el orden aún no se ha solidificado y el vencedor puede imponer condiciones. Perder ese
instante implica perder la victoria.
B. Claridad de fines políticos. Clausewitz insistía: el fin político debe gobernar la
explotación militar. No se explota una victoria solo por ocupar territorio, sino por definir
un nuevo marco político más favorable al interviniente.
C. Unidad de comando civil-militar. Sin un mando político claro, la victoria táctica se
diluye. Las posguerras requieren gobernanza, no solo operaciones.
D. Legitimidad interna y externa. Tácito y Liddell Hart advirtieron que un vencedor
que humilla al derrotado o descuida a los civiles, siembra la próxima guerra. La
explotación efectiva es siempre legítima, o al menos aceptable.
E. Reconstrucción y seguridad simultáneas. Doctrina actual de estabilización -COIN,
operaciones de paz y “stability operations”-: no existe victoria si no se logra la
recomposición del orden civil.
F. Disuasión a largo plazo. Explotar la victoria implica dejar una estructura de fuerza,
alianzas y reglas que impidan la repetición bélica.
En conclusión: Tanto la experiencia argentina como la doctrina militar coinciden en una
idea central: La victoria no es un hecho, es un proceso. El que no sabe
administrarla, deja de ser vencedor. La Argentina, en varios momentos críticos de su
historia obtuvo ventajas o sufrió derrotas, pero careció de un proyecto de posguerra
sostenido, entendido como misión político-estratégica de Estado. La lección doctrinaria
es inequívoca: la explotación de la victoria -y la gestión inteligente de la derrota- son
funciones estratégicas permanentes, no episodios.
He allí los dos desafíos centrales del Sr Tte Grl Presti, Ministro de Defensa, luego de
las elecciones de medio tiempo.
“El resultado final de una guerra no se halla en la victoria militar, sino en la paz
subsiguiente”.
CITAS Y ACLARACIONES:
(1). Gran Política: Según Friedrich Nietzsche -1887–1888- su noción de “Grosse
Politik”, “gran” remite a política de destino histórico y “pequeña” a la política
cotidiana, partidaria o parlamentaria. .La primera corresponde al Estadista y la
segunda al líder “partidario”. El Ministro Presti juega en el primer escenario. Abarca a
la Política de largo horizonte histórico, reorienta el destino colectivo, moviliza a la nación
como unidad histórica -no a las facciones-. Deberá desarrollar la Estrategia Militar, las
grandes decisiones para lograr el modelo productivo para la Defensa, la educación, la
inserción internacional y la organización moral de la sociedad el pos de la Seguridad
Nacional para recuperar la capacidad de generar un rumbo estratégico: el desarrollo,
la adscripción internacional, la cohesión generacional y la reconstrucción del
Estado. Es decir, recuperar la Pax, volver a pensar la Nación en términos de destino
y no de facción. Entre Nietzsche y Aron: entre el “gran horizonte histórico” y
la “racionalidad política”.
(2). Pequeña Política: Durante gran parte de las últimas siete décadas la Argentina ha
estado atrapada en la “pequeña política”, en la lucha por cargos, presupuestos o
privilegios. Todo en el corto plazo, en la inmediatez, en lo electoral. Sin conexión con el
destino histórico y con las “grandes decisiones”.
(3). H. J. Auel. “Relaciones cívico-militares, la necesaria reconstrucción del Estado y la
imprescindible seguridad nacional, regional y continental”. Ago 2013. www.ieba.org
(4). El libro “El Soldado y el Estado: Teoría y Política de las Relaciones Cívico-
Militares” fue escrito por Samuel P. Huntington y publicado originalmente
en 1957, como resultado de su tesis doctoral en Harvard, siendo un trabajo seminal en
relaciones civiles-militares que propone la profesionalización -como control objetivo-
de las FFAA..
(5). El Código de Honor Sanmartiniano: San Martín impuso su Código de Honor al poco
tiempo de fundar el Regimiento de Granaderos a Caballo, creado por decreto del 07 Mar
1812.El Código fue promulgado ese mismo año, como reglamento interno
obligatorio para todos los oficiales y tropa, aún antes de su primer combate en San
Lorenzo, en 1813.
(6). C. Harbulot. “La Guerra Económica en el Siglo XXI”. E. CICCUS. Abr 25.
(7). Los Pactos de Mayo: en el segundo gobierno del Grl Julio A. Roca (1898–1904)
fueron la herramienta diplomática más importante para lograr:
· Consolidar la frontera patagónica;
· Estabilizar relaciones con Chile;
· Fomentar la integración económica y ferroviaria;
· Mantener a la Argentina alineada con el equilibrio británico en el Atlántico Sur.
(8). Quinta esencia: En la Edad Media la alquimia retoma el
término “quintaesencia” para referirse a la parte más pura o esencia concentrada de una
sustancia.
Era aquello que se buscaba extraer como su virtud fundamental. Lo más esencial, puro
o perfecto de algo.
(9). Grl. F. M. Vélez: “Ante la posteridad: personalidad marcial del Teniente General
don Julio A. Roca”. Ed./Imprenta: Tall. Gráf. de la Ed. Araujo, Bs. As. 1938
PrisioneroEnArgentina.com
Dic 13, 2025