Ayer murió en la Unidad Penal 34 de Campo de Mayo el prisionero número CUATROCIENTOS, el hombre-soldado HUGO JORGE DELMÉ de 82 años de edad. Horas antes se quejó de dolor en un brazo, que el médico de turno como él no es un preso VIP, lo atribuyó al problema de columna que padecía. Tres horas después fue hallado muerto en su celda. De inmediato fue cargado en una ambulancia y “OFICIALMENTE” falleció en el viaje a un nosocomio, que no era “Los Arcos”, por supuesto. Lo conocí en la U 31, siempre le vi un parecido a SPENCER TRACY, célebre artista norteamericano del pasado. Sus modales pausados evidenciaban un hombre calmo y muy educado. ¿Con mucho enojo debo decir la cifra y que pase el que sigue? Qué pasará con el informe de los médicos forenses, que daba como “apto para la cárcel” a DELMÉ? ¿Qué pasará con el médico que diagnosticó dolor producto de la columna? ¿Qué pasará con quienes trasladaron un cuerpo sin vida?
CAMBIEMOS NADA
Realmente todo esto en medio de tanta hipocresía, de unos y otros, es escabroso y causa nauseas. Cuando digo unos y otros, me refiero a TODOS. Desde el gobierno de CAMBIEMOS para que nada cambie, hasta el último prisionero y sus respectivas familias. Están ocurriendo hechos de verdadera tortura que se están ocultando. En el mejor de los casos, las víctimas de los abusos cuentan los hechos, pero no quieren figurar con nombre y apellido. Hay muchos escritos que nosotros desde ya, no publicamos, en donde sus autores solicitan no figurar. Otros se enojan, ofenden y aún más, nos piden que no publiquemos sobre MILANI. Este Teniente General, hoy preso VIP que llegó reptando a la cumbre, alternando obsecuentemente con quienes estaban provocando y ocultando la muerte de sus camaradas de armas y de todos los que no lo fuimos.
EL MIEDO
Debo reconocer mi error al haber pensado que quienes usamos uniforme y portamos armas provistas por el estado, teníamos algún grado menor de hipocresía, y algún grado mayor de valor. Al ser muy pocos los que como prisioneros gritamos la verdad de lo que ocurre, pasa a ser un esfuerzo vano y aumenta exponencialmente el riesgo de graves represalias. Aun así, mientras mi voz refleje solo la verdad, seguiré junto con mi familia yendo hacia adelante, pregonando lo que ocurre a pesar de todo y de todos.
Escribe Claudio Kussman.
EL NÚMERO 400 DA NAUSEAS
Ayer murió en la Unidad Penal 34 de Campo de Mayo el prisionero número CUATROCIENTOS, el hombre-soldado HUGO JORGE DELMÉ de 82 años de edad. Horas antes se quejó de dolor en un brazo, que el médico de turno como él no es un preso VIP, lo atribuyó al problema de columna que padecía. Tres horas después fue hallado muerto en su celda. De inmediato fue cargado en una ambulancia y “OFICIALMENTE” falleció en el viaje a un nosocomio, que no era “Los Arcos”, por supuesto. Lo conocí en la U 31, siempre le vi un parecido a SPENCER TRACY, célebre artista norteamericano del pasado. Sus modales pausados evidenciaban un hombre calmo y muy educado. ¿Con mucho enojo debo decir la cifra y que pase el que sigue? Qué pasará con el informe de los médicos forenses, que daba como “apto para la cárcel” a DELMÉ? ¿Qué pasará con el médico que diagnosticó dolor producto de la columna? ¿Qué pasará con quienes trasladaron un cuerpo sin vida?
CAMBIEMOS NADA
Realmente todo esto en medio de tanta hipocresía, de unos y otros, es escabroso y causa nauseas. Cuando digo unos y otros, me refiero a TODOS. Desde el gobierno de CAMBIEMOS para que nada cambie, hasta el último prisionero y sus respectivas familias. Están ocurriendo hechos de verdadera tortura que se están ocultando. En el mejor de los casos, las víctimas de los abusos cuentan los hechos, pero no quieren figurar con nombre y apellido. Hay muchos escritos que nosotros desde ya, no publicamos, en donde sus autores solicitan no figurar. Otros se enojan, ofenden y aún más, nos piden que no publiquemos sobre MILANI. Este Teniente General, hoy preso VIP que llegó reptando a la cumbre, alternando obsecuentemente con quienes estaban provocando y ocultando la muerte de sus camaradas de armas y de todos los que no lo fuimos.
EL MIEDO
Debo reconocer mi error al haber pensado que quienes usamos uniforme y portamos armas provistas por el estado, teníamos algún grado menor de hipocresía, y algún grado mayor de valor. Al ser muy pocos los que como prisioneros gritamos la verdad de lo que ocurre, pasa a ser un esfuerzo vano y aumenta exponencialmente el riesgo de graves represalias. Aun así, mientras mi voz refleje solo la verdad, seguiré junto con mi familia yendo hacia adelante, pregonando lo que ocurre a pesar de todo y de todos.
Claudio Kussman
claudio@PrisioneroEnArgentina.com
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@PrisioneroA
Abril 14, 2017
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