Obvia aclaración: la prisión domiciliaria no es indulto, en muchos casos un derecho, y para más, un derecho humano.
Con relación a la expresión «uno de los más sanguinarios genocidas …», consideramos necesario establecer lo que legalmente implica el uso del término genocidio, y así precisar la aplicación pragmática en el lenguaje, esto fuera de contexto del orden jurídico.
El término genocidio, como figura penal, fue tipificado por la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; adoptada y abierta a la firma y ratificación, o adhesión, por la Asamblea General de la ONU, en su resolución 260 A (III), del 09/dic/1948, entrada en vigor el 12/ene/1951, de conformidad con su artículo XIII:
Artículo II: En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; …
Artículo IV: Las personas que hayan cometido genocidio o cual quiera de los otros actos enumerados en el artículo III, serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares.
Artículo V:Las Partes contratantes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus Constituciones respectivas, las medidas legislativas necesarias para asegurar la aplicación de las disposiciones de la presente Convención, y especialmente a establecer sanciones penales eficaces para castigar a las personas culpables de genocidio o de cualquier otro de los actos enumerados en el artículo III. [los resaltados son nuestros]
Como la Argentina no dio cumplimiento al artículo V, al no establecer dicho delito como tipo penal en el ámbito de la República, no existe la posibilidad de sancionar a persona alguna por actos, no obstante, se hubieren podido cumplir los requisitos del artículo I.
Además, como es característico de los tipos penales, no es aplicable la analogía. Así lo entendió la Sala II de la Cámara de Casación Penal, por voto de los jueces de, Guillermo Yacobucci y Carlos Mahiques, que consideraron inaplicable la figura del genocidio en un caso de lesa humanidad. Causa No FLP 17/2012/ TO1/29/CFC12, “VAÑEK, Antonio y otros s/ recurso de casación”, registro N°: 880/22, fallo de fecha 11/jul/2022. https://drive.google.com/file/d/1aFG-i7MzRpvQttLgXEgTzr7JTq-J3xF5/view
Para así decidir, Yacobucci sostuvo que “valerse del término ‘genocidio’, o aun apuntar como ‘genocidas’ a sujetos que han llevado a cabo comportamientos de intensa crueldad y capacidad lesiva contra la vida y la integridad de las personas, permite expresar el disvalor de esos actos en la dialéctica comunicativa”. Así “’el genocidio desde el punto de vista normativo es que se trata de un tipo penal que no protege, como a veces se cree, el bien jurídico de la vida. En palabras de la gran pensadora alemana Hannah Arendt, el genocidio constituye el crimen de los crímenes porque pretende destruir la característica clave de la condición humana, que es la diversidad’, mientras que los crímenes de lesa humanidad apuntan contra la humanidad en su totalidad sin distinciones y de forma mucho más abarcativa, tal como lo definen sus propios elementos objetivos de contexto.” [el resaltado es nuestro]
Por su parte, Mahiques agregó … “lo que motivó el plan sistemático de desaparición y tortura no fue la nacionalidad de las víctimas, sino su ‘oposición al plan implementado’. Así, el ataque perpetrado desde el aparato estatal contra la población civil que acarreó la ‘destrucción parcial’ de ese ‘grupo nacional’, no estuvo dirigido contra dicha población por su pertenencia a un grupo nacional, es decir, por ser argentinos, sino por su ideología a pertenencia política, circunstancia que es incluso reconocida por los acusadores privados.
Los magistrados, omitieron la mención a la obvia inexistencia de tipificación en sede interna. Cabe establecer que dicha omisión pretendió ser salvada en 2012, por la Comisión para la Elaboración del Proyecto de Ley de Reforma, Actualización e Integración del Código Penal de la Nación (Decreto P.E.N.678/12). Presidente: E. Raúl Zaffaroni. Miembros: León Carlos Arslanián, María Elena Barbagelata, Ricardo Gil Lavedra, Federico Pinedo.
Esta Comisión propuso como artículo 64: Genocidio. Se impondrá prisión de veinte (20) a treinta (30) años, al que con la finalidad de destruir total o parcialmente a un grupo de personas, identificado con criterio discriminatorio, …
Obviamente, la autoría del delito quedaría a criterio del juzgador ya que no se establece cual sería la identificación con «criterio discriminatorio». Jurídicamente un peligro, por lo abierto de la figura. Además, se omitieron establecer las responsabilidades que puedan caberle a los partícipes conforme lo establece el artículo IV in fine de la citada Convención.
Ni el anteproyecto, ni la inclusión del delito de genocidio prosperaron. En consecuencia, tal delito no existe, a la fecha, en la Argentina. La reiterada aplicación del término, por casi todos los medios de comunicación, incluidos los que se consideran de derecha, no oficialistas, o medios hegemónicos, solo pretenden aplicarlo en forma demagógica a actos que no son un delito existente, lo más grave es que a este relato tendencioso lo propalan incluso funcionarios oficiales. No existe, ni siquiera, la posibilidad de aplicar un sesgo confirmatorio, por la demostrada inexistencia de tipo penal ni apoyos jurisprudenciales o doctrinarios a la posibilidad de aplicación de retroactividades de ley penal.
El artículo periodístico continúa con:
Por cierto, la estremecedora desaparición de Julio López un día antes de la sentencia a cadena perpetua prueba de que velar por el pleno cumplimiento del estado de derecho constituye la única garantía para prevenir los zarpazos que los agazapados remanentes del terror están siempre dispuestos a cometer. Desde este punto de vista, comparar a Gerardo Morales con Miguel Etchecolatz puede resultar tan inapropiado como equiparar el orden democrático con una dictadura. Sin embargo, esto no nos impide preguntarnos de qué no sería capaz Gerardo Morales si en este país no rigiera el estado de derecho. Los hechos están a la vista.
Por una clara acrobacia del relato de la nota periodística, se pasa a implicar la desaparición de Julio López, que reiteradamente se pretende adjudicar a Etchecolatz, tratando de evitar la responsabilidad que le cabía al gobierno nacional (Néstor Kirchner) y provincial (Felipe Sola) y sus respectivas áreas de seguridad. La construcción por dicha desaparición de una relación inapropiada con el gobernador Morales, se cae, con el «sin embargo». Más aun, la presunción de «que no sería capaz», resulta una inferencia cargada de subjetividad, habría una aplicación, nuevamente, de falacia ad hominem. Los pretendidos «hechos a la vista» son claramente indemostrables, ergo jurídicamente inexistentes. Para quien alega ver tales hechos, ¿podría tratarse de una alucinación visual?
Visiones del Quijote – 1989 – PIEL-L Latinoamericana
Aunque si de imputaciones sin sustento se trata, el final de la nota no deja dudas:
Si abrimos estas consideraciones al resto de las figuras que componen el espectro de la derecha y ultraderecha en nuestro país, bien podemos tomar cabal dimensión del peligro que supone un eventual retorno del neoliberalismo al frente del estado argentino. El ensañamiento no tendría límites. Esto es: “Deleitarse en causar el mayor daño y dolor posible a quien ya no está en condiciones de defenderse”.
La derecha, la ultra derecha, el neoliberalismo, es decir los que no pertenecen a su grupo Identitario, son o somos condenados sin juicio previo, claro prejuzgamiento, a ser considerados monstruos, torturadores, algo similar al Leviatán bíblico.
Continuando con la zaga de la enfermedad de la señora Sala, hay que destacar la actuación que al respecto realizo el actual Presidente de la Nación: Infobae [29/jun /2022]
Alberto Fernández visitó a Milagro Sala, internada en Jujuy: “Le pido a la Corte que empiece a enmendar las barrabasadas”
El Presidente aseguró que la líder de la Tupac Amaru es víctima de una persecución judicial y apuntó contra los jueces provinciales y el máximo tribunal nacional.
Luego del encuentro, el jefe de Estado brindó una conferencia de prensa en la que calificó a la dirigente social condenada por diversos delitos como una “perseguida política” y les solicitó especialmente a los tribunales de Jujuy y a la Corte Suprema que empiecen a “enmendar las barrabasadas que se hicieron”.
Si bien el Dr. Fernández, como individuo, es libre de visitar a quien quiera, debería evaluarse que razón de Estado justificó un viaje oficial como Presidente (ergo a cargo del erario público) para visitar a una amiga; tal vez, la misma causa que usa la Vicepresidente para hacer viajes no oficiales a la Provincia de Santa Cruz, solo sea porque pueden ya que no respetan control alguno. Para ellos, es de aplicación el sagrado derecho al «por qué se me canta» y como tengo poder no rindo cuentas, autoritarismo puro.
Pero los hechos van más allá: que el máximo representante del Poder Ejecutivo nacional, establezca categorías que avanzan sobre actos jurisdiccionales es claramente ilegítimo y afecta la garantía de independencia judicial. La intromisión afecta, además, a la estructura federal de nuestra República, ya que se inmiscuye en acciones que son de competencia provincial. Esto no es nuevo en el Presidente, ya lo intentó, sin éxito, en el «caso Vicentín». Tampoco, si bien es de jurisdicción nacional, debe objetar la actuación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Claro que el considerar de «barrabasadas» a las acciones jurisdiccionales, excede el más mínimo respeto que institucionalmente debe mantener. Para colmo tratándose, como el mismo se denomina, un profesor universitario de derecho, obviamente agrava su accionar. Se reitera la consigna peronista de al amigo todo (impunidad) al enemigo ni justicia (venganza).
Algunas conclusiones: elementos facticos que denotan la existencia de lo que se denomina batalla cultural podemos obtenerlos con el ejemplo de los dos artículos periodísticos arriba indicados.
La Torre de Babel – Pieter Buegell el Viejo
Museo de historia del arte Kunsthistorisches, Viena, Austria.
La raíz de la búsqueda de la destrucción de la cultura, de sus valores, de sus convicciones es consustancial al pensamiento gramsciano, y uno de sus instrumentos es el relato, el uso de la lengua, tal surge de dos de sus frases: «La realidad está definida con palabras». Por lo tanto, «el que controla las palabras controla la realidad».
Es claro que el relato de la realidad, no es la propia realidad. La inteligencia, permite a los humanos la utilización de un sistema de comunicación simbólica, lo cual tiene la ventaja de poder trasmitir conocimientos y experiencias mucho más allá de la experiencia directa; pero no siempre el relato es coincidente con la realidad, la palabra también permite tergiversar, mentir, falsear, engañar.
El acceso a los medios de comunicación a los cuales la tecnología nos ha dotado, hace que la cuestión de la narración tendenciosa, se vuelva más peligrosa, por su mayor capacidad de difusión. Sus instrumentos siguen teniendo las mismas bases, que estableció, ya hace mucho Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi: demagogia, adoctrinamiento, tergiversación de la realidad, creación de enemigos a los que atacar y a su vez usarlos como justificación para victimizarse y no responsabilizarse de los actos que se cometen, entre otros. En Internet se puede acceder al enunciado de sus once principios.
Nuestra realidad, demuestra los paupérrimos niveles de comprensión de textos que han adquirido los estudiantes. Es evidente que quien no comprende lo que se le trasmite, sea en forma escrita u oral, verá limitada sus posibilidades de trabajo o de estudio; eso sí, será más fácilmente captable por grupos políticos para actuar como seguidores y en la faz laboral, por la baja capacitación, a ser enrolados en las huestes de los necesitados, los que deben sobrevivir de las dádivas, y así transformarse en un ejército de deudores, condenados al eterno pago de sus deudas. ¿Existen muchas diferencias con los siervos de la gleba?, tal vez la más notoria es que el señor feudal trasmutó en «barón del conurbano», «puntero político» o alguna otra de las formas que adoptan quienes integran la «casta política».
Los daños ocasionados a la educación, han logrado la destrucción o el deterioro del pensamiento crítico. El adoctrinamiento se apoya en consignas, las que no se discuten, se repiten; el relato sostenido sin motivaciones ni fundamentos, es mera monserga, con la tal vez la peor de las consecuencias, trasformar el mérito en obsecuencia, en servilismo. Sus víctimas, como cachorros, buscan el jaleado de sus amos para poder sentirse empoderados como mascotas.
Quienes no comprenden textos, tienen limitado el pensamiento crítico, para ellos no cuentan las bases de la lingüística (sintaxis, semántica y pragmática), ni las contradicciones lógicas, ni los anacolutos, entonces, se permite que las falacias y los absurdos deambulen libremente en el relato, la verdad empírica no se busca, y en esas condiciones tampoco podría hallarse.
Es innegable que, desde hace ya mucho tiempo desde ideologías progresistas, populistas, o de izquierdas demodés, se lleva a cabo una «batalla cultural», más exactamente, por su extensión, «una guerra»; muchos de los valores que la humanidad construyó tras siglos de desarrollo, tratan de ser destruidos, trastocados o tergiversados: el principio de igualdad, sucumbe ante políticas identitarias; la educación cae ante el adoctrinamiento; la crítica racional, se troca en mera reiteración de consignas; la moral está supeditada a la conveniencia; tratar de ser mejor, cae ante el tener más (lo cual conviene al consumo cada vez más seductor y variopinto); la cultura del trabajo sucumbe ante el subsidio; la dignidad tiene un valor relativo; se reivindica una libertad a la que se la libera de la responsabilidad por los propios actos; la sexualidad debe ser promiscua; la familia es un castigo impuesto por la cultura machista y patriarcal que debe ser abolida; no se respeta el disenso, es más se lo ataca sin más argumento que la falacia ad hominem o la alegación de presuntos apoyos (falacia ad populum) y se castiga con la cultura de cancelación; la «aristocracia» ha devenido en «kakistocracia».
The Simpson – BBC Culture
El mainstream sostenido por un auto percibido progresismo de lo «políticamente correcto», no encierra otra cosa que una limitación a la libertad de pensamiento y de opinión. El discurso de la política en el cual se apoya esta sostenido en la venta de falsos paraísos; de una inalcanzable, por imposible, felicidad de los pueblos; la vieja y remanida demagogia. Hoy la expresión utilizada por el primer ministro británico Winston Churchill el 13/may/1940, «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor» sería considerada un agravio a la humanidad, y obviamente cancelada, Sócrates, hoy, sería digno del escarnio, se lo volvería a condenar.
La cuestión a resolver es como revertir los resultados de esta guerra. En principio habría que analizar alguna de las causas por las cuales se permitió el avance:
En muchos casos la indiferencia, «no es problema mío», a ellos habría que recordarles el poema de Martin Niemöller que en su final dice «Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar».
Los que, con un pensamiento negativo, sostienen «nada se puede hacer», a ellos informarles que el pesimismo puede ser una coartada para los cobardes.
Quienes, por alguna razón, en realidad suposición, «se sienten culpables» del pecado de haber trabajado, haber obtenido algún resultado económico, y tener un pensamiento liberal, deberían consultar a un psicólogo por la culpa o a un representante de la religión que profesen por el presunto pecado, con el fin de superar la limitación.
A quienes «temen», recordarles que el miedo es inherente a la condición humana, y que, si no se lo enfrenta, igual habrá que afrontar las consecuencias de la renuncia a la lucha, y que el coraje cuesta, pero el huir tampoco es gratuito.
Es necesario asumir la responsabilidad por no haber dado batalla en la lucha por defender y sostener la cultura y los valores, que mejor o peor nos han traído hasta este desarrollo, en el cual también viven y disfrutan los que critican este sistema y su cultura. No se pueden ganar luchas que no se libran, es obvio.
Como surge de lo expresado, la batalla no implica otra cosa que la recuperación de la palabra, y que cada quien, en sus posibilidades, luche por su libertad de pensamiento y opinión, además para los que tienen hijos, nietos o menores con vínculos, traten de incentivarlos en la búsqueda de la verdad empírica, oponerse a quienes intenten someterlos a adoctrinamientos, o pretendan engañarlos con cuentos de hadas.
En lo personal, resistirse a utilizar los falsos lenguajes «inclusivos», que en realidad son excluyentes, ya que colocan a los otros en enemigos, a quienes hay anular con falacias ad hominem, censurar y en algunos casos cancelar. No aceptar mansamente lo que se denomina «posverdad», que la RAE define como Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Para esto es necesario analizar tales postulados, con pensamiento crítico, y exigir a los que pretenden imponerlos, que establezcan un verdadero apoyo racional, una explicación fundada de lo que sostienen, algo que invariablemente los dejaría sin sustento, sin que ello implique censura o cancelación, solo la necesaria explicación.
El argumento de que una mayoría sostiene un relato (algo que tampoco puede demostrarse) es solo una excusa sostenida por una falacia ad populum.
Desechar, falsos empoderamientos, otorgados a individuos que no son capaces de sostenerlos por sí mismo, por falta de méritos propios.
Descartar, la sororidad, cuando ella solo pretenda ser aplicada a ciertas mujeres (las del grupo o secta), ya que obviamente sería una violación al principio de igualdad ante la ley, es decir discriminación.
Asimismo, si bien la «autopercepción» existe como posibilidad del individuo, quien no puede negársela, asimismo, es solo válida para él. No se puede obligar al resto de las personas a aceptarla como válida si implica negar lo que nuestra propia percepción considere como real. Obligar a aceptar las autopercepciones es un claro avasallamiento de la libertad de pensamiento y por supuesto a la capacidad que cada individuo tiene de observar la realidad.
El orgullo, solo puede sostenerse en los actos que costaron esfuerzo; lo recibido por otros, o por la naturaleza, carece del mérito para enorgullecer.
Los cambios en el lenguaje son adaptaciones al curso de los hechos y la cultura. Imponer términos no hace a una lengua evolutiva sino a una represiva.
Las batallas culturales no implican derramamientos de sangre, solo el mantenimiento del derecho de propiedad sobre la lengua, a la que se la defiende no dejando que los usurpadores se apropien de ella. «Pensar», una capacidad que nos determina como humanos, no es un regalo que podemos tratar de guardar o esconder, con la excusa de no complicarnos la vida, es un don, pero, que nos obliga a ejercerlo. No se debe olvidar, que las batallas que no se enfrentan, le dejan el triunfo al adversario, y esperar que sea otro el que nos salve, es mero optimismo infantil. Cuál será el futuro en el caso del triunfo de la subversiva batalla cultural; nadie pude explicar cómo será la nueva cultura sin valores, ni mucho menos que harán los triunfadores.
⚖
Obvia aclaración: la prisión domiciliaria no es indulto, en muchos casos un derecho, y para más, un derecho humano.
Con relación a la expresión «uno de los más sanguinarios genocidas …», consideramos necesario establecer lo que legalmente implica el uso del término genocidio, y así precisar la aplicación pragmática en el lenguaje, esto fuera de contexto del orden jurídico.
El término genocidio, como figura penal, fue tipificado por la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; adoptada y abierta a la firma y ratificación, o adhesión, por la Asamblea General de la ONU, en su resolución 260 A (III), del 09/dic/1948, entrada en vigor el 12/ene/1951, de conformidad con su artículo XIII:
Artículo II: En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; …
Artículo IV: Las personas que hayan cometido genocidio o cual quiera de los otros actos enumerados en el artículo III, serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares.
Artículo V: Las Partes contratantes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus Constituciones respectivas, las medidas legislativas necesarias para asegurar la aplicación de las disposiciones de la presente Convención, y especialmente a establecer sanciones penales eficaces para castigar a las personas culpables de genocidio o de cualquier otro de los actos enumerados en el artículo III. [los resaltados son nuestros]
Como la Argentina no dio cumplimiento al artículo V, al no establecer dicho delito como tipo penal en el ámbito de la República, no existe la posibilidad de sancionar a persona alguna por actos, no obstante, se hubieren podido cumplir los requisitos del artículo I.
Además, como es característico de los tipos penales, no es aplicable la analogía. Así lo entendió la Sala II de la Cámara de Casación Penal, por voto de los jueces de, Guillermo Yacobucci y Carlos Mahiques, que consideraron inaplicable la figura del genocidio en un caso de lesa humanidad. Causa No FLP 17/2012/ TO1/29/CFC12, “VAÑEK, Antonio y otros s/ recurso de casación”, registro N°: 880/22, fallo de fecha 11/jul/2022. https://drive.google.com/file/d/1aFG-i7MzRpvQttLgXEgTzr7JTq-J3xF5/view
Para así decidir, Yacobucci sostuvo que “valerse del término ‘genocidio’, o aun apuntar como ‘genocidas’ a sujetos que han llevado a cabo comportamientos de intensa crueldad y capacidad lesiva contra la vida y la integridad de las personas, permite expresar el disvalor de esos actos en la dialéctica comunicativa”. Así “’el genocidio desde el punto de vista normativo es que se trata de un tipo penal que no protege, como a veces se cree, el bien jurídico de la vida. En palabras de la gran pensadora alemana Hannah Arendt, el genocidio constituye el crimen de los crímenes porque pretende destruir la característica clave de la condición humana, que es la diversidad’, mientras que los crímenes de lesa humanidad apuntan contra la humanidad en su totalidad sin distinciones y de forma mucho más abarcativa, tal como lo definen sus propios elementos objetivos de contexto.” [el resaltado es nuestro]
Por su parte, Mahiques agregó … “lo que motivó el plan sistemático de desaparición y tortura no fue la nacionalidad de las víctimas, sino su ‘oposición al plan implementado’. Así, el ataque perpetrado desde el aparato estatal contra la población civil que acarreó la ‘destrucción parcial’ de ese ‘grupo nacional’, no estuvo dirigido contra dicha población por su pertenencia a un grupo nacional, es decir, por ser argentinos, sino por su ideología a pertenencia política, circunstancia que es incluso reconocida por los acusadores privados.
Los magistrados, omitieron la mención a la obvia inexistencia de tipificación en sede interna. Cabe establecer que dicha omisión pretendió ser salvada en 2012, por la Comisión para la Elaboración del Proyecto de Ley de Reforma, Actualización e Integración del Código Penal de la Nación (Decreto P.E.N.678/12). Presidente: E. Raúl Zaffaroni. Miembros: León Carlos Arslanián, María Elena Barbagelata, Ricardo Gil Lavedra, Federico Pinedo.
https://www.pensamientopenal.com.ar/legislacion/38309-anteproyecto-codigo-penal-comision-zaffaroni
Esta Comisión propuso como artículo 64: Genocidio. Se impondrá prisión de veinte (20) a treinta (30) años, al que con la finalidad de destruir total o parcialmente a un grupo de personas, identificado con criterio discriminatorio, …
Obviamente, la autoría del delito quedaría a criterio del juzgador ya que no se establece cual sería la identificación con «criterio discriminatorio». Jurídicamente un peligro, por lo abierto de la figura. Además, se omitieron establecer las responsabilidades que puedan caberle a los partícipes conforme lo establece el artículo IV in fine de la citada Convención.
Ni el anteproyecto, ni la inclusión del delito de genocidio prosperaron. En consecuencia, tal delito no existe, a la fecha, en la Argentina. La reiterada aplicación del término, por casi todos los medios de comunicación, incluidos los que se consideran de derecha, no oficialistas, o medios hegemónicos, solo pretenden aplicarlo en forma demagógica a actos que no son un delito existente, lo más grave es que a este relato tendencioso lo propalan incluso funcionarios oficiales. No existe, ni siquiera, la posibilidad de aplicar un sesgo confirmatorio, por la demostrada inexistencia de tipo penal ni apoyos jurisprudenciales o doctrinarios a la posibilidad de aplicación de retroactividades de ley penal.
El artículo periodístico continúa con:
Por cierto, la estremecedora desaparición de Julio López un día antes de la sentencia a cadena perpetua prueba de que velar por el pleno cumplimiento del estado de derecho constituye la única garantía para prevenir los zarpazos que los agazapados remanentes del terror están siempre dispuestos a cometer. Desde este punto de vista, comparar a Gerardo Morales con Miguel Etchecolatz puede resultar tan inapropiado como equiparar el orden democrático con una dictadura. Sin embargo, esto no nos impide preguntarnos de qué no sería capaz Gerardo Morales si en este país no rigiera el estado de derecho. Los hechos están a la vista.
Por una clara acrobacia del relato de la nota periodística, se pasa a implicar la desaparición de Julio López, que reiteradamente se pretende adjudicar a Etchecolatz, tratando de evitar la responsabilidad que le cabía al gobierno nacional (Néstor Kirchner) y provincial (Felipe Sola) y sus respectivas áreas de seguridad. La construcción por dicha desaparición de una relación inapropiada con el gobernador Morales, se cae, con el «sin embargo». Más aun, la presunción de «que no sería capaz», resulta una inferencia cargada de subjetividad, habría una aplicación, nuevamente, de falacia ad hominem. Los pretendidos «hechos a la vista» son claramente indemostrables, ergo jurídicamente inexistentes. Para quien alega ver tales hechos, ¿podría tratarse de una alucinación visual?
Visiones del Quijote – 1989 – PIEL-L Latinoamericana
Aunque si de imputaciones sin sustento se trata, el final de la nota no deja dudas:
Si abrimos estas consideraciones al resto de las figuras que componen el espectro de la derecha y ultraderecha en nuestro país, bien podemos tomar cabal dimensión del peligro que supone un eventual retorno del neoliberalismo al frente del estado argentino. El ensañamiento no tendría límites. Esto es: “Deleitarse en causar el mayor daño y dolor posible a quien ya no está en condiciones de defenderse”.
La derecha, la ultra derecha, el neoliberalismo, es decir los que no pertenecen a su grupo Identitario, son o somos condenados sin juicio previo, claro prejuzgamiento, a ser considerados monstruos, torturadores, algo similar al Leviatán bíblico.
Continuando con la zaga de la enfermedad de la señora Sala, hay que destacar la actuación que al respecto realizo el actual Presidente de la Nación: Infobae [29/jun /2022]
Alberto Fernández visitó a Milagro Sala, internada en Jujuy: “Le pido a la Corte que empiece a enmendar las barrabasadas”
El Presidente aseguró que la líder de la Tupac Amaru es víctima de una persecución judicial y apuntó contra los jueces provinciales y el máximo tribunal nacional.
Luego del encuentro, el jefe de Estado brindó una conferencia de prensa en la que calificó a la dirigente social condenada por diversos delitos como una “perseguida política” y les solicitó especialmente a los tribunales de Jujuy y a la Corte Suprema que empiecen a “enmendar las barrabasadas que se hicieron”.
https://www.infobae.com/politica/2022/06/29/alberto-fernandez-suspendio-su-agenda-y-viaja-a-jujuy-para-visitar-a-milagro-sala/
Si bien el Dr. Fernández, como individuo, es libre de visitar a quien quiera, debería evaluarse que razón de Estado justificó un viaje oficial como Presidente (ergo a cargo del erario público) para visitar a una amiga; tal vez, la misma causa que usa la Vicepresidente para hacer viajes no oficiales a la Provincia de Santa Cruz, solo sea porque pueden ya que no respetan control alguno. Para ellos, es de aplicación el sagrado derecho al «por qué se me canta» y como tengo poder no rindo cuentas, autoritarismo puro.
Pero los hechos van más allá: que el máximo representante del Poder Ejecutivo nacional, establezca categorías que avanzan sobre actos jurisdiccionales es claramente ilegítimo y afecta la garantía de independencia judicial. La intromisión afecta, además, a la estructura federal de nuestra República, ya que se inmiscuye en acciones que son de competencia provincial. Esto no es nuevo en el Presidente, ya lo intentó, sin éxito, en el «caso Vicentín». Tampoco, si bien es de jurisdicción nacional, debe objetar la actuación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Claro que el considerar de «barrabasadas» a las acciones jurisdiccionales, excede el más mínimo respeto que institucionalmente debe mantener. Para colmo tratándose, como el mismo se denomina, un profesor universitario de derecho, obviamente agrava su accionar. Se reitera la consigna peronista de al amigo todo (impunidad) al enemigo ni justicia (venganza).
Algunas conclusiones: elementos facticos que denotan la existencia de lo que se denomina batalla cultural podemos obtenerlos con el ejemplo de los dos artículos periodísticos arriba indicados.
La Torre de Babel – Pieter Buegell el Viejo
Museo de historia del arte Kunsthistorisches, Viena, Austria.
La raíz de la búsqueda de la destrucción de la cultura, de sus valores, de sus convicciones es consustancial al pensamiento gramsciano, y uno de sus instrumentos es el relato, el uso de la lengua, tal surge de dos de sus frases: «La realidad está definida con palabras». Por lo tanto, «el que controla las palabras controla la realidad».
Es claro que el relato de la realidad, no es la propia realidad. La inteligencia, permite a los humanos la utilización de un sistema de comunicación simbólica, lo cual tiene la ventaja de poder trasmitir conocimientos y experiencias mucho más allá de la experiencia directa; pero no siempre el relato es coincidente con la realidad, la palabra también permite tergiversar, mentir, falsear, engañar.
El acceso a los medios de comunicación a los cuales la tecnología nos ha dotado, hace que la cuestión de la narración tendenciosa, se vuelva más peligrosa, por su mayor capacidad de difusión. Sus instrumentos siguen teniendo las mismas bases, que estableció, ya hace mucho Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi: demagogia, adoctrinamiento, tergiversación de la realidad, creación de enemigos a los que atacar y a su vez usarlos como justificación para victimizarse y no responsabilizarse de los actos que se cometen, entre otros. En Internet se puede acceder al enunciado de sus once principios.
Nuestra realidad, demuestra los paupérrimos niveles de comprensión de textos que han adquirido los estudiantes. Es evidente que quien no comprende lo que se le trasmite, sea en forma escrita u oral, verá limitada sus posibilidades de trabajo o de estudio; eso sí, será más fácilmente captable por grupos políticos para actuar como seguidores y en la faz laboral, por la baja capacitación, a ser enrolados en las huestes de los necesitados, los que deben sobrevivir de las dádivas, y así transformarse en un ejército de deudores, condenados al eterno pago de sus deudas. ¿Existen muchas diferencias con los siervos de la gleba?, tal vez la más notoria es que el señor feudal trasmutó en «barón del conurbano», «puntero político» o alguna otra de las formas que adoptan quienes integran la «casta política».
Los daños ocasionados a la educación, han logrado la destrucción o el deterioro del pensamiento crítico. El adoctrinamiento se apoya en consignas, las que no se discuten, se repiten; el relato sostenido sin motivaciones ni fundamentos, es mera monserga, con la tal vez la peor de las consecuencias, trasformar el mérito en obsecuencia, en servilismo. Sus víctimas, como cachorros, buscan el jaleado de sus amos para poder sentirse empoderados como mascotas.
Quienes no comprenden textos, tienen limitado el pensamiento crítico, para ellos no cuentan las bases de la lingüística (sintaxis, semántica y pragmática), ni las contradicciones lógicas, ni los anacolutos, entonces, se permite que las falacias y los absurdos deambulen libremente en el relato, la verdad empírica no se busca, y en esas condiciones tampoco podría hallarse.
Es innegable que, desde hace ya mucho tiempo desde ideologías progresistas, populistas, o de izquierdas demodés, se lleva a cabo una «batalla cultural», más exactamente, por su extensión, «una guerra»; muchos de los valores que la humanidad construyó tras siglos de desarrollo, tratan de ser destruidos, trastocados o tergiversados: el principio de igualdad, sucumbe ante políticas identitarias; la educación cae ante el adoctrinamiento; la crítica racional, se troca en mera reiteración de consignas; la moral está supeditada a la conveniencia; tratar de ser mejor, cae ante el tener más (lo cual conviene al consumo cada vez más seductor y variopinto); la cultura del trabajo sucumbe ante el subsidio; la dignidad tiene un valor relativo; se reivindica una libertad a la que se la libera de la responsabilidad por los propios actos; la sexualidad debe ser promiscua; la familia es un castigo impuesto por la cultura machista y patriarcal que debe ser abolida; no se respeta el disenso, es más se lo ataca sin más argumento que la falacia ad hominem o la alegación de presuntos apoyos (falacia ad populum) y se castiga con la cultura de cancelación; la «aristocracia» ha devenido en «kakistocracia».
The Simpson – BBC Culture
El mainstream sostenido por un auto percibido progresismo de lo «políticamente correcto», no encierra otra cosa que una limitación a la libertad de pensamiento y de opinión. El discurso de la política en el cual se apoya esta sostenido en la venta de falsos paraísos; de una inalcanzable, por imposible, felicidad de los pueblos; la vieja y remanida demagogia. Hoy la expresión utilizada por el primer ministro británico Winston Churchill el 13/may/1940, «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor» sería considerada un agravio a la humanidad, y obviamente cancelada, Sócrates, hoy, sería digno del escarnio, se lo volvería a condenar.
La cuestión a resolver es como revertir los resultados de esta guerra. En principio habría que analizar alguna de las causas por las cuales se permitió el avance:
En muchos casos la indiferencia, «no es problema mío», a ellos habría que recordarles el poema de Martin Niemöller que en su final dice «Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar».
Los que, con un pensamiento negativo, sostienen «nada se puede hacer», a ellos informarles que el pesimismo puede ser una coartada para los cobardes.
Quienes, por alguna razón, en realidad suposición, «se sienten culpables» del pecado de haber trabajado, haber obtenido algún resultado económico, y tener un pensamiento liberal, deberían consultar a un psicólogo por la culpa o a un representante de la religión que profesen por el presunto pecado, con el fin de superar la limitación.
A quienes «temen», recordarles que el miedo es inherente a la condición humana, y que, si no se lo enfrenta, igual habrá que afrontar las consecuencias de la renuncia a la lucha, y que el coraje cuesta, pero el huir tampoco es gratuito.
Es necesario asumir la responsabilidad por no haber dado batalla en la lucha por defender y sostener la cultura y los valores, que mejor o peor nos han traído hasta este desarrollo, en el cual también viven y disfrutan los que critican este sistema y su cultura. No se pueden ganar luchas que no se libran, es obvio.
Como surge de lo expresado, la batalla no implica otra cosa que la recuperación de la palabra, y que cada quien, en sus posibilidades, luche por su libertad de pensamiento y opinión, además para los que tienen hijos, nietos o menores con vínculos, traten de incentivarlos en la búsqueda de la verdad empírica, oponerse a quienes intenten someterlos a adoctrinamientos, o pretendan engañarlos con cuentos de hadas.
En lo personal, resistirse a utilizar los falsos lenguajes «inclusivos», que en realidad son excluyentes, ya que colocan a los otros en enemigos, a quienes hay anular con falacias ad hominem, censurar y en algunos casos cancelar. No aceptar mansamente lo que se denomina «posverdad», que la RAE define como Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Para esto es necesario analizar tales postulados, con pensamiento crítico, y exigir a los que pretenden imponerlos, que establezcan un verdadero apoyo racional, una explicación fundada de lo que sostienen, algo que invariablemente los dejaría sin sustento, sin que ello implique censura o cancelación, solo la necesaria explicación.
El argumento de que una mayoría sostiene un relato (algo que tampoco puede demostrarse) es solo una excusa sostenida por una falacia ad populum.
Desechar, falsos empoderamientos, otorgados a individuos que no son capaces de sostenerlos por sí mismo, por falta de méritos propios.
Descartar, la sororidad, cuando ella solo pretenda ser aplicada a ciertas mujeres (las del grupo o secta), ya que obviamente sería una violación al principio de igualdad ante la ley, es decir discriminación.
Asimismo, si bien la «autopercepción» existe como posibilidad del individuo, quien no puede negársela, asimismo, es solo válida para él. No se puede obligar al resto de las personas a aceptarla como válida si implica negar lo que nuestra propia percepción considere como real. Obligar a aceptar las autopercepciones es un claro avasallamiento de la libertad de pensamiento y por supuesto a la capacidad que cada individuo tiene de observar la realidad.
El orgullo, solo puede sostenerse en los actos que costaron esfuerzo; lo recibido por otros, o por la naturaleza, carece del mérito para enorgullecer.
Los cambios en el lenguaje son adaptaciones al curso de los hechos y la cultura. Imponer términos no hace a una lengua evolutiva sino a una represiva.
Las batallas culturales no implican derramamientos de sangre, solo el mantenimiento del derecho de propiedad sobre la lengua, a la que se la defiende no dejando que los usurpadores se apropien de ella. «Pensar», una capacidad que nos determina como humanos, no es un regalo que podemos tratar de guardar o esconder, con la excusa de no complicarnos la vida, es un don, pero, que nos obliga a ejercerlo. No se debe olvidar, que las batallas que no se enfrentan, le dejan el triunfo al adversario, y esperar que sea otro el que nos salve, es mero optimismo infantil. Cuál será el futuro en el caso del triunfo de la subversiva batalla cultural; nadie pude explicar cómo será la nueva cultura sin valores, ni mucho menos que harán los triunfadores.
Buenos Aires, agosto 06.2022.
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Sergio Luís Maculan
smaculan@yahoo.com.ar
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 6, 2022