El presidente Joe Biden presentó un conjunto de órdenes ejecutivas que buscan limitar el acceso a las armas de fuego en un país que sigue escandalizado por la frecuencia de masacres contra la población civil.
No obstante, si bien las medidas anunciadas tendrán algo de impacto, se quedan cortas frente a la magnitud del problema y las mismas promesas que hizo el mandatario durante la campaña presidencial.
La medida más concreta anunciada por el presidente es una nueva restricción a la venta de dispositivos que permiten estabilizar una pistola para que pueda transformarse en un rifle de asalto, como el que utilizó el hombre que asesinó a miembros de la comunidad asiática el mes pasado en Atlanta.
Así mismo, le pidió al Departamento de Justicia desarrollar una guía para prohibir la proliferación de ¨armas fantasma¨, que se puede construir usando partes diferentes y no cuentan con un número de serie que permita su rastreo.
Otras de las órdenes del presidente pide desarrollar un modelo que permitiría a un familiar o miembro de la fuerza pública pedir a una corte que le suspenda el derecho a portar armas a una persona que se considera peligrosa. El modelo tendría que ser aprobado por cada estado y lo que busca es que estos puedan tomar cartas en el asunto mientras el Congreso nacional toma una decisión frente a este tema.
El presidente aprovechó el momento para anunciar la nominación de David Chipman como nuevo jefe del buró para la Armas, el Alcohol y el Tabaco, la agencia del Departamento de Justicia que se encarga de este tipo de investigaciones. Chimpan será importante pues viene de trabajar con grupos que se dedican al control de armas y podría canalizar muchas de sus ideas.
Y, de paso, presentó otra idea con la que pretende expandir el respaldo a las comunidades más golpeadas por violencia con armas de fuego para que puedan lanzar campañas de prevención e intervención.
Estados Unidos, Rusia, Serbia, la República Checa, Finlandia y Suiza son algunos de los países que permiten el porte legal de armas por parte de sus ciudadanos.
Las órdenes de Biden, pese a loables, demuestran dos cosas. La primera es que pese al poder de la presidencia, el mandatario está muy limitado en la cantidad de cosas que puede avanzar sin el respaldo del Congreso.
La segunda es que entiende lo polémico que es el tema en un país donde la segunda enmienda -el derecho a portar armas- está muy arraigada y no quiere emplear mucho capital político en algo con poco futuro.
Durante la campaña para la presidencia, y además a lo largo de los años como vicepresidente entre 2008 y 2016, Biden había insistido en dos cambios que serían mayúsculos.
La prohibición a la venta de rifles de asalto -que existió en el pasado pero expiró en el año 2004- y la revisión universal de antecedentes como precondición para adquirir armas en el país.
Cambios que adquirieron urgencia a la luz de las recientes masacres que se han cometido en el país en las últimas semanas. De hecho este mismo miércoles se presentó otra en Carolina del Sur en la que murieron 5 personas, entre ellas un doctor y dos menores. Ocho personas murieron en un tiroteo en tres salones de masajes en Atlanta el mes pasado.
Ambos cambios hacen parte de dos leyes que ya fueron aprobadas por la Cámara de Representantes de EE. UU. pero que están frenadas en el Senado, donde los demócratas tienen la mayoría pero no están cerca de los 60 votos que se requieren para avanzar una legislación de este tipo. De hecho, la oposición de los republicanos es casi total.
La única alternativa es usar una maniobra legislativa muy polémica que les permitiría aprobar solo con la mayoría simple. Pero para lograrlo necesitan que al menos los 50 demócratas de la Cámara Alta estén de acuerdo, Pero ya hay dos, que representan a estados de orientación conservadora, que ya expresaron su oposición a este vehículo para aprobar los proyectos. Biden, además, tiene otras dos grandes iniciativas ante el Congreso que también son polémicas pero están más alto en su lista de prioridades: la reforma de infraestructura y la migratoria, ambas con el potencial de generar grandes cambios y marcar su legado.
Pero en un Congreso tan estrechamente dividido como el actual tendrá que escoger sus peleas pues no todas las puede ganar. Y si bien al menos un 57 por ciento de la población, de acuerdo con una muestra reciente de Gallup, dice estar a favor de más controles a la venta de armas de fuego, el tema sigue dividiendo al país y suele encallar en el legislativo.
Para ponerlo en contexto, la última gran reforma sobre armas data de 1994. Desde entonces muchos presidentes lo han intentado pero sin suerte. Ni siquiera lo logró Barack Obama tras la masacre de Sandy Hook en 2012 cuando un hombre asesinó a 20 niños menores de 6 años y a otros seis adultos.
“Nos alegra saber que los anuncios de Biden son solo el comienzo de una serie de medidas que piensa empujar. Pero también demuestra con ellas los límites de su poder. El Congreso, a la hora de la verdad, es quien carga con la responsabilidad de hacer algo que sea significativo y tenga impacto a largo plazo. Esperemos que actúen“, afirma John Fienblatt, de la Asociación para la Seguridad de las Armas.
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El presidente Joe Biden presentó un conjunto de órdenes ejecutivas que buscan limitar el acceso a las armas de fuego en un país que sigue escandalizado por la frecuencia de masacres contra la población civil.
No obstante, si bien las medidas anunciadas tendrán algo de impacto, se quedan cortas frente a la magnitud del problema y las mismas promesas que hizo el mandatario durante la campaña presidencial.
La medida más concreta anunciada por el presidente es una nueva restricción a la venta de dispositivos que permiten estabilizar una pistola para que pueda transformarse en un rifle de asalto, como el que utilizó el hombre que asesinó a miembros de la comunidad asiática el mes pasado en Atlanta.
Así mismo, le pidió al Departamento de Justicia desarrollar una guía para prohibir la proliferación de ¨armas fantasma¨, que se puede construir usando partes diferentes y no cuentan con un número de serie que permita su rastreo.
Otras de las órdenes del presidente pide desarrollar un modelo que permitiría a un familiar o miembro de la fuerza pública pedir a una corte que le suspenda el derecho a portar armas a una persona que se considera peligrosa. El modelo tendría que ser aprobado por cada estado y lo que busca es que estos puedan tomar cartas en el asunto mientras el Congreso nacional toma una decisión frente a este tema.
El presidente aprovechó el momento para anunciar la nominación de David Chipman como nuevo jefe del buró para la Armas, el Alcohol y el Tabaco, la agencia del Departamento de Justicia que se encarga de este tipo de investigaciones. Chimpan será importante pues viene de trabajar con grupos que se dedican al control de armas y podría canalizar muchas de sus ideas.
Y, de paso, presentó otra idea con la que pretende expandir el respaldo a las comunidades más golpeadas por violencia con armas de fuego para que puedan lanzar campañas de prevención e intervención.
Estados Unidos, Rusia, Serbia, la República Checa, Finlandia y Suiza son algunos de los países que permiten el porte legal de armas por parte de sus ciudadanos.
Las órdenes de Biden, pese a loables, demuestran dos cosas. La primera es que pese al poder de la presidencia, el mandatario está muy limitado en la cantidad de cosas que puede avanzar sin el respaldo del Congreso.
La segunda es que entiende lo polémico que es el tema en un país donde la segunda enmienda -el derecho a portar armas- está muy arraigada y no quiere emplear mucho capital político en algo con poco futuro.
Durante la campaña para la presidencia, y además a lo largo de los años como vicepresidente entre 2008 y 2016, Biden había insistido en dos cambios que serían mayúsculos.
La prohibición a la venta de rifles de asalto -que existió en el pasado pero expiró en el año 2004- y la revisión universal de antecedentes como precondición para adquirir armas en el país.
Cambios que adquirieron urgencia a la luz de las recientes masacres que se han cometido en el país en las últimas semanas. De hecho este mismo miércoles se presentó otra en Carolina del Sur en la que murieron 5 personas, entre ellas un doctor y dos menores. Ocho personas murieron en un tiroteo en tres salones de masajes en Atlanta el mes pasado.
Ambos cambios hacen parte de dos leyes que ya fueron aprobadas por la Cámara de Representantes de EE. UU. pero que están frenadas en el Senado, donde los demócratas tienen la mayoría pero no están cerca de los 60 votos que se requieren para avanzar una legislación de este tipo. De hecho, la oposición de los republicanos es casi total.
La única alternativa es usar una maniobra legislativa muy polémica que les permitiría aprobar solo con la mayoría simple. Pero para lograrlo necesitan que al menos los 50 demócratas de la Cámara Alta estén de acuerdo, Pero ya hay dos, que representan a estados de orientación conservadora, que ya expresaron su oposición a este vehículo para aprobar los proyectos. Biden, además, tiene otras dos grandes iniciativas ante el Congreso que también son polémicas pero están más alto en su lista de prioridades: la reforma de infraestructura y la migratoria, ambas con el potencial de generar grandes cambios y marcar su legado.
Pero en un Congreso tan estrechamente dividido como el actual tendrá que escoger sus peleas pues no todas las puede ganar. Y si bien al menos un 57 por ciento de la población, de acuerdo con una muestra reciente de Gallup, dice estar a favor de más controles a la venta de armas de fuego, el tema sigue dividiendo al país y suele encallar en el legislativo.
Para ponerlo en contexto, la última gran reforma sobre armas data de 1994. Desde entonces muchos presidentes lo han intentado pero sin suerte. Ni siquiera lo logró Barack Obama tras la masacre de Sandy Hook en 2012 cuando un hombre asesinó a 20 niños menores de 6 años y a otros seis adultos.
“Nos alegra saber que los anuncios de Biden son solo el comienzo de una serie de medidas que piensa empujar. Pero también demuestra con ellas los límites de su poder. El Congreso, a la hora de la verdad, es quien carga con la responsabilidad de hacer algo que sea significativo y tenga impacto a largo plazo. Esperemos que actúen“, afirma John Fienblatt, de la Asociación para la Seguridad de las Armas.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 10, 2021