De 1836 a 1845, Texas existió en un limbo político singular como la República de Texas. Tras su declaración de independencia de México el 2 de marzo de 1836, tras años de tensiones culturales y políticas, Texas formó un gobierno soberano, con una constitución, líderes electos y diplomacia internacional. Sin embargo, este nuevo estatus planteó una pregunta compleja: ¿Cuál era la identidad legal de las personas nacidas o residentes en Texas durante este período?
Según la ley texana, los ciudadanos de la república eran considerados nacionales texanos. La Constitución de la República de Texas otorgaba la ciudadanía a los residentes que habían apoyado la independencia y a los inmigrantes que prometían lealtad al nuevo gobierno. Estos ciudadanos podían votar, poseer propiedades y participar en la vida política de la república. Nacer en Texas después de 1836 generalmente otorgaba la ciudadanía texana, similar al principio de nacionalidad por nacimiento.
A nivel internacional, el panorama era más confuso. Estados Unidos reconoció formalmente la República de Texas en 1837, al igual que países como Francia, Bélgica y los Países Bajos. Para estos países, una persona nacida en Texas durante este período era legalmente ciudadana de un estado independiente. Sin embargo, México se negó a reconocer la independencia de Texas, insistiendo en que Texas seguía siendo una provincia rebelde.
Bajo la ley mexicana, cualquier persona nacida en Texas, incluso después de 1836, seguía siendo ciudadana mexicana. Esto creó una doble reivindicación de identidad, aunque la aplicación por parte de México fue en gran medida simbólica, dada su incapacidad para controlar la región.
Socialmente, la identidad en Texas era igualmente compleja. Muchos colonos anglosajones se consideraban culturalmente estadounidenses, con la esperanza de una eventual anexión a Estados Unidos. Al mismo tiempo, los tejanos (texanos de ascendencia mexicana) a menudo enfrentaban lealtades contradictorias, ya que estaban vinculados por el idioma y la cultura a México, pero vivían bajo un gobierno texano. Mientras tanto, los afroamericanos esclavizados eran considerados propiedad bajo la ley texana, y las tribus nativas eran excluidas en gran medida de cualquier consideración para la ciudadanía.
La ambigüedad terminó el 29 de diciembre de 1845, cuando Texas fue anexado como el 28.º estado de los Estados Unidos. Todos los ciudadanos de la República de Texas se convirtieron en ciudadanos estadounidenses de la noche a la mañana, consolidando su estatus legal, pero dejando atrás un período fascinante en el que los tejanos se desenvolvieron como miembros de una nación efímera. La era de la República sigue siendo un capítulo decisivo en la identidad texana: una década en la que sus habitantes no eran ni completamente mexicanos ni completamente estadounidenses, sino algo completamente propio.
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De 1836 a 1845, Texas existió en un limbo político singular como la República de Texas. Tras su declaración de independencia de México el 2 de marzo de 1836, tras años de tensiones culturales y políticas, Texas formó un gobierno soberano, con una constitución, líderes electos y diplomacia internacional. Sin embargo, este nuevo estatus planteó una pregunta compleja: ¿Cuál era la identidad legal de las personas nacidas o residentes en Texas durante este período?
A nivel internacional, el panorama era más confuso. Estados Unidos reconoció formalmente la República de Texas en 1837, al igual que países como Francia, Bélgica y los Países Bajos. Para estos países, una persona nacida en Texas durante este período era legalmente ciudadana de un estado independiente. Sin embargo, México se negó a reconocer la independencia de Texas, insistiendo en que Texas
seguía siendo una provincia rebelde.
Bajo la ley mexicana, cualquier persona nacida en Texas, incluso después de 1836, seguía siendo ciudadana mexicana. Esto creó una doble reivindicación de identidad, aunque la aplicación por parte de México fue en gran medida simbólica, dada su incapacidad para controlar la región.
Socialmente, la identidad en Texas era igualmente compleja. Muchos colonos anglosajones se consideraban culturalmente estadounidenses, con la esperanza de una eventual anexión a Estados Unidos. Al mismo tiempo, los tejanos (texanos de ascendencia mexicana) a menudo enfrentaban lealtades contradictorias, ya que estaban vinculados por el idioma y la cultura a México, pero vivían bajo un gobierno texano. Mientras tanto, los afroamericanos esclavizados eran considerados
propiedad bajo la ley texana, y las tribus nativas eran excluidas en gran medida de cualquier consideración para la ciudadanía.
La ambigüedad terminó el 29 de diciembre de 1845, cuando Texas fue anexado como el 28.º estado de los Estados Unidos. Todos los ciudadanos de la República de Texas se convirtieron en ciudadanos estadounidenses de la noche a la mañana, consolidando su estatus legal, pero dejando atrás un período fascinante en el que los tejanos se desenvolvieron como miembros de una nación efímera. La era de la República sigue siendo un capítulo decisivo en la identidad texana: una década en la que sus habitantes no eran ni completamente mexicanos ni completamente estadounidenses, sino algo completamente propio.
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 28, 2025
Tags: México, TexasRelated Posts
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