El fracaso del operativo deja únicamente para el aprovechamiento político de la banda, el despliegue realizado y la audacia demostrada. Pero es indudable que esta derrota constituye un hito en cuanto al retroceso definitivo y futuro abandono del imaginado “ejército regular”.
SOBRE LOS OBJETIVOS MILITARES
No son logrados.
SOBRE EL PLAN Y PREPARATIVOS DEL ATAQUE
El plan pone en evidencia nuevamente la preocupación por evitar el aferramiento. Las acciones de contención preparadas en todos los posibles pasos obligados de efectivos que pudieran concurrir en apoyo de la unidad atacada, demuestran la prolijidad del estudio del terreno efectuado para no dejar libres avenidas de aproximación.
La elección de los lugares resulta acertada y posiblemente, si hubiera existido la sorpresa, habrían logrado sus objetivos.
En este caso se renuncia a la participación del entregador como llave. Se da mayor importancia a la irrupción sorpresiva y violenta. Esto hubiera provocado el efecto paralizante buscado que hubiera facilitado el rápido copamiento, si hubieran atacado a una unidad que no esperaba un ataque de esta naturaleza.
La simultaneidad del ingreso por la parte frontal y a la vez, por la parte trasera, pone en evidencia la preocupación por ganar tiempo y lograr el inmediato copamiento. La urgente iniciación de la carga del armamento y munición a robar, de haberse podido realizar, hubiera requerido varias horas.
Desde el punto de vista del plan la operación era totalmente factible.
SOBRE LA EJECUCIÓN
El operativo logra un principio de sorpresa táctica con el ingreso violento del camión de duraznos.
Pero la inexistencia de sorpresa a nivel estratégico no solo permite la inmediata recuperación de la iniciativa sino la iniciación del cerco de aferramiento.
Es importante hacer notar que la necesidad de encubrir los movimientos de los efectivos militares que debían intervenir, exigió mantener alejados a numerosos elementos que tuvieron que superar los obstáculos preparados por los equipos de contención.
El entregador, en este caso, no tiene un papel preponderante. Debe destacarse que se encontraba franco en la oportunidad de la acción.
La eficiente actividad de inteligencia permitió desarrollar una respuesta contundente que le produce al ERP una derrota importantísima que se constituye en el límite demarcatorio del fin de la evolución ascendente del PRT – ERP como banda terrorista, por lo menos en esta atapa.
La crítica que desarrolla la conducción de la banda muestra el reconocimiento de sus responsabilidades, que incluye casi con exclusividad al líder, dado que teniendo las evidencias de que el plan era conocido, no ordenó la cancelación del operativo.
Las causas que pueden haber impulsado a mantener su decisión son:
Una sobrestimación de las propias fuerzas, en especial en el orden moral de lucha y, simultáneamente, una subestimación de las fuerzas gubernamentales.
El convencimiento de que la muerte de terroristas estimula el espíritu de cuerpo de la banda, los convierte en héroes para sus simpatizantes y fortifica el “odio de clases” que consideraba esencial para el desarrollo de “su guerra”.
Esto para la mentalidad de Santucho, se torna muy importante ya que refuerza aptitudes psicológicas de lucha cristalizadas en un odio manifiesto hacia lo que se califica como enemigo.
CONCLUSIONES FINALES
Las infiltraciones hacen posible la detección de operativos proyectados por una banda terrorista. Esto es favorecido, cuando impone un empleo importante de efectivos. La existencia de 3 infiltrados originó el fracaso del operativo.
Nuevamente interviene un soldado que cumple funciones de informante y colaborador en la planificación y ejecución de la operación “erpiana”. En este caso, no actúa como llave para la iniciación de la acción. Da la impresión que el responsable del ataque prefirió iniciar la acción mediante el choque, quizás pensando en la mayor rapidez que necesitaba para culminar el copamiento.
Posiblemente en este operativo, se pone de manifiesto la lucha de inteligencia de los dos bandos, que es a mi juicio fundamental en todo enfrentamiento entre el gobierno y bandas terroristas.
REPERCUSIONES
En el Senado de la Nación (sesión del 29 de diciembre de 1975, parte de la página 3640 del diario de sesiones) , el Senador Carlos Humberto Perette de la Unión Cívica Radical expresó, además del pesar por las muertes ocurridas y el reconocimiento a las fuerzas armadas y de seguridad por los ataques que venían sufriendo por parte del terrorismo, lo siguiente: “..los hechos producidos en Monte Chingolo son de una extraordinaria gravedad y demuestran hasta qué grado la guerrilla pretende atacar las bases esenciales de la paz interna de la República.”
ASÍ LO VIÓ EL PRT – ERP UN AÑO DESPUÉS
El batallón urbano José de San Martín entra en operaciones. Objetivo: Tomar el B.Ars. 601 – Domingo Viejobueno
La operación involucraba la toma del arsenal, mientras con otros elementos que ocuparían otros objetivos mediante hostigamientos y ataques simultáneos, permitiría el control de la zona sur del Gran Bs. As., para garantizar el éxito de la operación.
Cuando se llega a los objetivos, en especial en el Viejobueno, el enemigo esperaba el ataque.
Pese a ello, se continuó la operación ocupando los objetivos y entrando al cuartel.
El ERP perdió 70 terroristas, a los que se suman decenas de civiles ajenos.
Cuál fué el error?:
– Era una acción factible desde el punto de vista militar.
– Desde el punto de vista político sería un grave escollo para los planes golpistas de las FFAA. Con el poderoso armamento capturado en Monte Chingolo, el plan golpista hubiera quedado relegado.
En su autocrítica, Mario Roberto Santucho afirmó que:
Fue un gravísimo error del mando del ERP.
Este error fue la subestimación del enemigo.
– No se aplazó la operación ante la presunción de que el enemigo estuviese al tanto
(Estrella Roja – Dic 76)
VALORACIÓN DE ESTE ENFRENTAMIENTO
En casi todos los estudios sobre la guerra, se diferencia el concepto de combates del concepto de batalla.
Los primeros son los distintos enfrentamientos de las fuerzas beligerantes, con los consecuentes resultados que inciden en la guerra, pero que no son más que sucesos trágicos que suman o restan al proceso bélico en desarrollo. Incluso hay muchos que no originan ninguna consecuencia a nivel estratégico.
En vez, la batalla, es un combate que gravita a nivel estratégico. Es una operación que hasta puede definir una guerra, o por lo menos cambiar sensiblemente la relación de poder.
Siendo la guerra un proceso indeseable, que la Humanidad sostiene para sus fines políticos, la valoración que se desarrolla sobre lo que ocurre en ella, impone un equilibrio entre lo que hay que hacer para evitarla y en caso de encontrarse inmerso en ella, la mejor manera de intervenir en la misma.
Hay muy diferentes formas de hacer la guerra. Y más si se tiene en cuenta que cada guerra es sustancialmente diferente. Si se va a denominar “revolucionaria” a una guerra, teniendo en cuenta que este término invoca un cambio de estructura, estamos denominando a algo que por su esencia cambia en cada caso. Y por lo tanto todas serian revolucionarias, para cada uno de los bandos involucrados en la misma.
Tampoco se la podría llamar revolucionaria, porque cambia la finalidad. En toda guerra la finalidad es imponer una relación de poder violenta a otro grupo humano. Y esto se materializa con la palabra “aniquilamiento” (quitar la voluntad de lucha armada). Y esto lleva implícito a seres humanos.
Pero esto, es elevado a la enésima potencia, cuando tratamos un problema inserto en una guerra interna, o como la denomina la convención de Ginebra; “conflicto armado no internacional” y que para la mayoría de las personas se denomina “guerra civil”.
La guerra interna es el enfrentamiento armado entre connacionales, es decir entre personas que nacieron o viven bajo una misma bandera (aunque en la guerra fabriquen otra). Y me animo a sostener que no hay doctrina de guerra para estos casos.
Para peor, la historia de guerras civiles, tienen casi como común denominador una crueldad muy superior a lo que se observa en las guerras convencionales.
Normalmente en las guerras civiles no hay declaración de guerra. Pero peor, no hay declaración de fin de la guerra. Ésta se puede perpetuar en el pensamiento y el corazón de los combatientes, de sus familiares y también de sus simpatizantes. Esto hace que una guerra interna pueda seguir “sine die” en el pensamiento y en el sentimiento de muchos connacionales, lo que convierte a la misma en una deformación de la necesaria convivencia nacional.
Esto sí produce un efecto “novedoso” y “lamentable”. Crea una visión “perversa” del enemigo. El ejército profesional es educado en la idea que el enemigo existe desde que se inicia la guerra. Pero se acaba cuando termina. Tenemos ejemplos mirando a los países del hemisferio norte. Hoy los franceses son amigos de los alemanes y los italianos. Y estos de aquellos. Y esto es así porque el enemigo no es una mala persona. Simplemente es un nacional, como persona quizás mejor que uno, que lucha contra uno porque su pais lo ordena. Y termina de luchar y con alegría cuando se firma la paz.
La guerra civil hasta ahora no ha motivado estudios serios para aportar soluciones. Casi se podría decir que la “guerra civil” es terreno intelectual virgen para quienes creen en la necesidad de la paz como una necesidad de la Humanidad para vivir honrosamente.
Valorar un hecho de guerra civil, requiere por lo tanto mucha prudencia.
El combate de Viejobueno, es una muestra penosa y trágica de un enfrentamiento armado dentro de una nación. Y más cuando ésta es la propia.
En esta guerra existían muchos beligerantes, y también varios países, que de uno y otro lado “apoyaban a los combatientes”. Pero en este caso, fue un enfrentamiento armado entre una banda vernácula y el Ejército Argentino.
Para los primeros este combate tendría que haber sido una batalla dado que se aspiraba a dar un paso definitorio hacia la creación de una unidad militar capaz de consolidar una zona liberada.
Para el Ejército era un combate más, que buscaba la contención de una fuerza terrorista.
Pero el resultado fue una batalla donde el ERP puso casi todo lo que tenía. Y su derrota se transformó es su aniquilamiento. Lo lamentable es que quizás aún hoy, no se ha tomado conciencia de esto.
Debe quedar en claro, que esta batalla no afectó en nada a las otras bandas terroristas. Quizás desde el punto de vista político, las ayudó a continuar su lucha con menos competencia.
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CONCLUSIONES
SOBRE LOS OBJETIVOS POLÍTICOS
Por CARLOS ESPAÑADERO
El fracaso del operativo deja únicamente para el aprovechamiento político de la banda, el despliegue realizado y la audacia demostrada. Pero es indudable que esta derrota constituye un hito en cuanto al retroceso definitivo y futuro abandono del imaginado “ejército regular”.
SOBRE LOS OBJETIVOS MILITARES
No son logrados.
SOBRE EL PLAN Y PREPARATIVOS DEL ATAQUE
El plan pone en evidencia nuevamente la preocupación por evitar el aferramiento. Las acciones de contención preparadas en todos los posibles pasos obligados de efectivos que pudieran concurrir en apoyo de la unidad atacada, demuestran la prolijidad del estudio del terreno efectuado para no dejar libres avenidas de aproximación.
La elección de los lugares resulta acertada y posiblemente, si hubiera existido la sorpresa, habrían logrado sus objetivos.
En este caso se renuncia a la participación del entregador como llave. Se da mayor importancia a la irrupción sorpresiva y violenta. Esto hubiera provocado el efecto paralizante buscado que hubiera facilitado el rápido copamiento, si hubieran atacado a una unidad que no esperaba un ataque de esta naturaleza.
La simultaneidad del ingreso por la parte frontal y a la vez, por la parte trasera, pone en evidencia la preocupación por ganar tiempo y lograr el inmediato copamiento. La urgente iniciación de la carga del armamento y munición a robar, de haberse podido realizar, hubiera requerido varias horas.
Desde el punto de vista del plan la operación era totalmente factible.
SOBRE LA EJECUCIÓN
El operativo logra un principio de sorpresa táctica con el ingreso violento del camión de duraznos.
Pero la inexistencia de sorpresa a nivel estratégico no solo permite la inmediata recuperación de la iniciativa sino la iniciación del cerco de aferramiento.
Es importante hacer notar que la necesidad de encubrir los movimientos de los efectivos militares que debían intervenir, exigió mantener alejados a numerosos elementos que tuvieron que superar los obstáculos preparados por los equipos de contención.
El entregador, en este caso, no tiene un papel preponderante. Debe destacarse que se encontraba franco en la oportunidad de la acción.
La eficiente actividad de inteligencia permitió desarrollar una respuesta contundente que le produce al ERP una derrota importantísima que se constituye en el límite demarcatorio del fin de la evolución ascendente del PRT – ERP como banda terrorista, por lo menos en esta atapa.
La crítica que desarrolla la conducción de la banda muestra el reconocimiento de sus responsabilidades, que incluye casi con exclusividad al líder, dado que teniendo las evidencias de que el plan era conocido, no ordenó la cancelación del operativo.
Las causas que pueden haber impulsado a mantener su decisión son:
Esto para la mentalidad de Santucho, se torna muy importante ya que refuerza aptitudes psicológicas de lucha cristalizadas en un odio manifiesto hacia lo que se califica como enemigo.
CONCLUSIONES FINALES
REPERCUSIONES
En el Senado de la Nación (sesión del 29 de diciembre de 1975, parte de la página 3640 del diario de sesiones) , el Senador Carlos Humberto Perette de la Unión Cívica Radical expresó, además del pesar por las muertes ocurridas y el reconocimiento a las fuerzas armadas y de seguridad por los ataques que venían sufriendo por parte del terrorismo, lo siguiente: “..los hechos producidos en Monte Chingolo son de una extraordinaria gravedad y demuestran hasta qué grado la guerrilla pretende atacar las bases esenciales de la paz interna de la República.”
ASÍ LO VIÓ EL PRT – ERP UN AÑO DESPUÉS
El batallón urbano José de San Martín entra en operaciones. Objetivo: Tomar el B.Ars. 601 – Domingo Viejobueno
La operación involucraba la toma del arsenal, mientras con otros elementos que ocuparían otros objetivos mediante hostigamientos y ataques simultáneos, permitiría el control de la zona sur del Gran Bs. As., para garantizar el éxito de la operación.
Cuando se llega a los objetivos, en especial en el Viejobueno, el enemigo esperaba el ataque.
Pese a ello, se continuó la operación ocupando los objetivos y entrando al cuartel.
El ERP perdió 70 terroristas, a los que se suman decenas de civiles ajenos.
Cuál fué el error?:
– Era una acción factible desde el punto de vista militar.
– Desde el punto de vista político sería un grave escollo para los planes golpistas de las FFAA. Con el poderoso armamento capturado en Monte Chingolo, el plan golpista hubiera quedado relegado.
En su autocrítica, Mario Roberto Santucho afirmó que:
– No se aplazó la operación ante la presunción de que el enemigo estuviese al tanto
(Estrella Roja – Dic 76)
VALORACIÓN DE ESTE ENFRENTAMIENTO
En casi todos los estudios sobre la guerra, se diferencia el concepto de combates del concepto de batalla.
Los primeros son los distintos enfrentamientos de las fuerzas beligerantes, con los consecuentes resultados que inciden en la guerra, pero que no son más que sucesos trágicos que suman o restan al proceso bélico en desarrollo. Incluso hay muchos que no originan ninguna consecuencia a nivel estratégico.
En vez, la batalla, es un combate que gravita a nivel estratégico. Es una operación que hasta puede definir una guerra, o por lo menos cambiar sensiblemente la relación de poder.
Siendo la guerra un proceso indeseable, que la Humanidad sostiene para sus fines políticos, la valoración que se desarrolla sobre lo que ocurre en ella, impone un equilibrio entre lo que hay que hacer para evitarla y en caso de encontrarse inmerso en ella, la mejor manera de intervenir en la misma.
Hay muy diferentes formas de hacer la guerra. Y más si se tiene en cuenta que cada guerra es sustancialmente diferente. Si se va a denominar “revolucionaria” a una guerra, teniendo en cuenta que este término invoca un cambio de estructura, estamos denominando a algo que por su esencia cambia en cada caso. Y por lo tanto todas serian revolucionarias, para cada uno de los bandos involucrados en la misma.
Tampoco se la podría llamar revolucionaria, porque cambia la finalidad. En toda guerra la finalidad es imponer una relación de poder violenta a otro grupo humano. Y esto se materializa con la palabra “aniquilamiento” (quitar la voluntad de lucha armada). Y esto lleva implícito a seres humanos.
Pero esto, es elevado a la enésima potencia, cuando tratamos un problema inserto en una guerra interna, o como la denomina la convención de Ginebra; “conflicto armado no internacional” y que para la mayoría de las personas se denomina “guerra civil”.
La guerra interna es el enfrentamiento armado entre connacionales, es decir entre personas que nacieron o viven bajo una misma bandera (aunque en la guerra fabriquen otra). Y me animo a sostener que no hay doctrina de guerra para estos casos.
Para peor, la historia de guerras civiles, tienen casi como común denominador una crueldad muy superior a lo que se observa en las guerras convencionales.
Normalmente en las guerras civiles no hay declaración de guerra. Pero peor, no hay declaración de fin de la guerra. Ésta se puede perpetuar en el pensamiento y el corazón de los combatientes, de sus familiares y también de sus simpatizantes. Esto hace que una guerra interna pueda seguir “sine die” en el pensamiento y en el sentimiento de muchos connacionales, lo que convierte a la misma en una deformación de la necesaria convivencia nacional.
Esto sí produce un efecto “novedoso” y “lamentable”. Crea una visión “perversa” del enemigo. El ejército profesional es educado en la idea que el enemigo existe desde que se inicia la guerra. Pero se acaba cuando termina. Tenemos ejemplos mirando a los países del hemisferio norte. Hoy los franceses son amigos de los alemanes y los italianos. Y estos de aquellos. Y esto es así porque el enemigo no es una mala persona. Simplemente es un nacional, como persona quizás mejor que uno, que lucha contra uno porque su pais lo ordena. Y termina de luchar y con alegría cuando se firma la paz.
La guerra civil hasta ahora no ha motivado estudios serios para aportar soluciones. Casi se podría decir que la “guerra civil” es terreno intelectual virgen para quienes creen en la necesidad de la paz como una necesidad de la Humanidad para vivir honrosamente.
Valorar un hecho de guerra civil, requiere por lo tanto mucha prudencia.
El combate de Viejobueno, es una muestra penosa y trágica de un enfrentamiento armado dentro de una nación. Y más cuando ésta es la propia.
En esta guerra existían muchos beligerantes, y también varios países, que de uno y otro lado “apoyaban a los combatientes”. Pero en este caso, fue un enfrentamiento armado entre una banda vernácula y el Ejército Argentino.
Para los primeros este combate tendría que haber sido una batalla dado que se aspiraba a dar un paso definitorio hacia la creación de una unidad militar capaz de consolidar una zona liberada.
Para el Ejército era un combate más, que buscaba la contención de una fuerza terrorista.
Pero el resultado fue una batalla donde el ERP puso casi todo lo que tenía. Y su derrota se transformó es su aniquilamiento. Lo lamentable es que quizás aún hoy, no se ha tomado conciencia de esto.
Debe quedar en claro, que esta batalla no afectó en nada a las otras bandas terroristas. Quizás desde el punto de vista político, las ayudó a continuar su lucha con menos competencia.
PrisioneroEnArgentina.com
Enero 30, 2020