Escribe Francisco García Santillán en cartas de lectores del diario La Nación.
Muertes silenciosas
El 6 de julio pasado moría el teniente coronel Julio Cesar Meroi, a raíz de una trombosis que se le produjo al final de una de las audiencias frente al tribunal oral que lleva adelante la parodia de juicio denominado “Operativo Independencia”. Más de setecientos testigos desfilaron frente a los ojos de los jueces y ninguno de ellos lo reconoció. Sus hijos se presentaron luego ante el tribunal para pedir explicaciones, las que por supuesto no encontraron. Ese mismo día moría la señora de Meroi, madre de aquellos hijos. Su hija Sandra se suicidó el jueves pasado. Qué más se puede decir. Que estas muertes en cautiverio -y muchas otras de las que por cobardía nada se dice- sean al menos un gravísimo llamado de atención que logre despabilar el alma de la toga.
Escribe Francisco García Santillán en cartas de lectores del diario La Nación.
Muertes silenciosas
El 6 de julio pasado moría el teniente coronel Julio Cesar Meroi, a raíz de una trombosis que se le produjo al final de una de las audiencias frente al tribunal oral que lleva adelante la parodia de juicio denominado “Operativo Independencia”. Más de setecientos testigos desfilaron frente a los ojos de los jueces y ninguno de ellos lo reconoció. Sus hijos se presentaron luego ante el tribunal para pedir explicaciones, las que por supuesto no encontraron. Ese mismo día moría la señora de Meroi, madre de aquellos hijos. Su hija Sandra se suicidó el jueves pasado. Qué más se puede decir. Que estas muertes en cautiverio -y muchas otras de las que por cobardía nada se dice- sean al menos un gravísimo llamado de atención que logre despabilar el alma de la toga.
Francisco García Santillán
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 21, 2017
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