Normalmente, luego de una elección, en los programas de actualidad política aparece un grupo de tontos repetidores de frases de conveniencia cuyas palabras apenas si van más allá del tiempo que tardan en emitirlas. Son los que no teniendo nada que decir, con la misma imaginación de “sentido pésame” en un velorio, dicen: “espero que les vaya bien, ya que si les va bien, todos estaremos mejor”. ¡Vaya frase hipócrita!, si los que la dicen son políticos solo piensan en que curro los ganadores les permitirán sacar una tajada del botín; si son economistas los que la expresan, porque saben que los que llegan lo hacen sin un plan medianamente estudiado y si son periodistas seguramente piensan en las pautas limosneras y otros menesteres.
En verdad, ha dejado de importarme si les va bien o mal. Cualquier ser normal, viendo las patas sobre las que se para- ¿se para?- el “plan maestro” de los Fernández: retenciones, aumento del gasto público y aumento de impuestos, sabe que esta disyuntiva es falsa, se ha aplicado tantas veces con el fracaso como resultado que lo único que debería importarnos es que la debacle suceda rápido, que, al menos, la agonía sea breve, porque quizás, si esto sucede rápidamente, significa que tocamos fondo por enésima vez con el experimento peronista de siempre y pueda ser que esta vez, por fin, nos olvidemos- para bien de nuestros hijos y nietos, ya que no para nosotros- de esa teoría política, hija adulterina de la carta del lavoro fascista, pergeñada por el coronel Aureliano Buendía -al que algunos llamaban cariñosamente Pocho- maestro insigne del realismo político argentino, que en el fondo no ha sido otra cosa que una dolorosa falacia.
Sé que los peronistas “de Perón” me saltarán al cogote y quienes aún sueñan con la Marcia su Roma desearían hacerme tragar medio litro de aceite de ricino, pero no sería ocioso que recordaran que el Accordo dei prezzi e dei salarifirmado en 1929 por Giusseppe Volpi, ministro de finanzas del tío Benito, y Antonio Stefano Benni, director de Magnetti Marelli y presidente de la Confederazione Generale dell’Industria Italiana, es por ADN el antecesor directo de todos los acuerdos de precios y salarios que los argentinos hemos soportado.
Saber que les irá mal es, quizás, una redundancia, ya que han vuelto como siempre, sin imaginación ni ideas, encantados de su ignorancia y orgullosos de su barbarie y, como siempre, repetirán las mismas burradas que cometen desde hace años- retenciones, ñoquis, estado elefantiásico, apriete a quienes piensan distinto de ellos, impuestazos varios- pero sabiendo, también, que siempre tienen a mano al mismo gil al que esquilmar, el campo, el cual según su pueril nebulosa mental, sigue siendo propiedad de cuarenta familias que se van de temporada a Europa llevándose la vaca, con tambero y todo.
No me desdigo ni de una coma de lo que he dicho y, aunque sea algo cantado por lo enunciado anteriormente tratemos de hacer memoria, aunque nos acongoje “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. Porque hay algo más en juego que los Fernández 1 (ella) y 2 (el otro). Ambos son títeres de algo que nos supera y es la conquista del estado por aquellos que desde 1983 trabajan en la destrucción de la República
Todo este compendio de necedades que estos fulanos han cometido, y cometerán, tiene un fin, la destrucción de la república, plan en el que nosotros colaboramos mansamente quedándonos en las formas, pensando y reaccionando frente a los hechos conocidos: en si son chorros, salvajes o brutos sin ver el trasfondo de lo que está sucediendo. Están ganando porque no hemos sido capaces de adelantarnos a ellos, somos reactivos, lo que nos convierte en idiotas útiles.
Podríamos decir que esa actitud, ser reactivo, fue el error de Macri, pero ya es hora que dejemos de pensar en un fracasado y tratemos de ser nosotros quienes nos adelantemos a los bárbaros. Quien haya leído medianamente a Gramsci, sabe que la estrategia enunciada por éste para la toma del poder se va cumpliendo de manera inexorable. Con solo ver que ha vuelto a ser comisario político de la defensa un incompetente como es Rossi, que ha hecho de la mala fe para con las Fuerzas Armadas la razón de su anterior cometido en el mismo ministerio, nos muestra una parte de este proyecto; que Sabina Fedreric, la ministro de seguridad, diga que uso de armas de fuego por parte de las Fuerzas Policiales y de Seguridad “es un abuso intolerable” nos da una pauta de lo que sucederá en cuestiones de seguridad en las zonas calientes donde el delito campa por sus fueros que, a partir de estas premisas ministeriales, será todo el territorio nacional.
Solo nos queda preguntarnos quien, o quienes, están detrás de estos nombramientos, y de otros muchos que se vienen sucediendo en las esferas oficiales. Pensar que el títere tiene plafond para hacer algo así suena a joda, creer que la desquiciada, más allá de su sed de venganza es capaz de pensar en profundidad en la revolución es dar por el pito más de lo que el pito vale; yo miraría hacia aquel que fue simultáneamente oficial de inteligencia de Montoneros y personal civil de Inteligencia de la Fuerza Aérea en la seguridad de no equivocarme.
De cualquier manera roguemos para que la obligada desintegración del gobierno de los Fernández sea rápida. Si no lo es, les daremos tiempo para que todo aquellos que hizo que la repulsa de la gente los sacara de la escena política vuelva; porque sin duda volverán las zonas liberadas, las mujeres desaparecidas en los caminos liberados para el narcotráfico y la trata de blancas, el manejo indiscriminado de los fondos de la obras públicas, tener un país donde sólo un dieciocho por ciento accede a la medicina prepaga mientras el resto del País malvive y mal se cura en hospitales públicos que se vienen abajo con profesionales mal pagos. Les alcanzará el tiempo, si los estertores de la descomposición son largos, para terminar de hacer de la escuela pública una cueva de adoctrinamiento y conseguir domesticar a la justicia, siempre lenta y obsecuente, maricona y cobarde dispuesta a tratar con levedad al delincuente. Tendrán tiempo para apuntalar el conurbano parasitario como un gran corral donde se encierra la hacienda electoral – ese inmenso grupo humano marginado y sin futuro – siempre dispuesta en su indigencia a ser comprada con chapas, mantas y electrodomésticos para definir una elección.
Todo esto, si la agonía del régimen es larga, sucederá indefectiblemente y entonces, antes de que nos demos cuenta ya no tendremos República.
JOSE LUIS MILIA
Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini tuo da gloriam.
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Normalmente, luego de una elección, en los programas de actualidad política aparece un grupo de tontos repetidores de frases de conveniencia cuyas palabras apenas si van más allá del tiempo que tardan en emitirlas. Son los que no teniendo nada que decir, con la misma imaginación de “sentido pésame” en un velorio, dicen: “espero que les vaya bien, ya que si les va bien, todos estaremos mejor”. ¡Vaya frase hipócrita!, si los que la dicen son políticos solo piensan en que curro los ganadores les permitirán sacar una tajada del botín; si son economistas los que la expresan, porque saben que los que llegan lo hacen sin un plan medianamente estudiado y si son periodistas seguramente piensan en las pautas limosneras y otros menesteres.
En verdad, ha dejado de importarme si les va bien o mal. Cualquier ser normal, viendo las patas sobre las que se para- ¿se para?- el “plan maestro” de los Fernández: retenciones, aumento del gasto público y aumento de impuestos, sabe que esta disyuntiva es falsa, se ha aplicado tantas veces con el fracaso como resultado que lo único que debería importarnos es que la debacle suceda rápido, que, al menos, la agonía sea breve, porque quizás, si esto sucede rápidamente, significa que tocamos fondo por enésima vez con el experimento peronista de siempre y pueda ser que esta vez, por fin, nos olvidemos- para bien de nuestros hijos y nietos, ya que no para nosotros- de esa teoría política, hija adulterina de la carta del lavoro fascista, pergeñada por el coronel Aureliano Buendía -al que algunos llamaban cariñosamente Pocho- maestro insigne del realismo político argentino, que en el fondo no ha sido otra cosa que una dolorosa falacia.
Sé que los peronistas “de Perón” me saltarán al cogote y quienes aún sueñan con la Marcia su Roma desearían hacerme tragar medio litro de aceite de ricino, pero no sería ocioso que recordaran que el Accordo dei prezzi e dei salari firmado en 1929 por Giusseppe Volpi, ministro de finanzas del tío Benito, y Antonio Stefano Benni, director de Magnetti Marelli y presidente de la Confederazione Generale dell’Industria Italiana, es por ADN el antecesor directo de todos los acuerdos de precios y salarios que los argentinos hemos soportado.
Saber que les irá mal es, quizás, una redundancia, ya que han vuelto como siempre, sin imaginación ni ideas, encantados de su ignorancia y orgullosos de su barbarie y, como siempre, repetirán las mismas burradas que cometen desde hace años- retenciones, ñoquis, estado elefantiásico, apriete a quienes piensan distinto de ellos, impuestazos varios- pero sabiendo, también, que siempre tienen a mano al mismo gil al que esquilmar, el campo, el cual según su pueril nebulosa mental, sigue siendo propiedad de cuarenta familias que se van de temporada a Europa llevándose la vaca, con tambero y todo.
No me desdigo ni de una coma de lo que he dicho y, aunque sea algo cantado por lo enunciado anteriormente tratemos de hacer memoria, aunque nos acongoje “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. Porque hay algo más en juego que los Fernández 1 (ella) y 2 (el otro). Ambos son títeres de algo que nos supera y es la conquista del estado por aquellos que desde 1983 trabajan en la destrucción de la República
Todo este compendio de necedades que estos fulanos han cometido, y cometerán, tiene un fin, la destrucción de la república, plan en el que nosotros colaboramos mansamente quedándonos en las formas, pensando y reaccionando frente a los hechos conocidos: en si son chorros, salvajes o brutos sin ver el trasfondo de lo que está sucediendo. Están ganando porque no hemos sido capaces de adelantarnos a ellos, somos reactivos, lo que nos convierte en idiotas útiles.
Podríamos decir que esa actitud, ser reactivo, fue el error de Macri, pero ya es hora que dejemos de pensar en un fracasado y tratemos de ser nosotros quienes nos adelantemos a los bárbaros. Quien haya leído medianamente a Gramsci, sabe que la estrategia enunciada por éste para la toma del poder se va cumpliendo de manera inexorable. Con solo ver que ha vuelto a ser comisario político de la defensa un incompetente como es Rossi, que ha hecho de la mala fe para con las Fuerzas Armadas la razón de su anterior cometido en el mismo ministerio, nos muestra una parte de este proyecto; que Sabina Fedreric, la ministro de seguridad, diga que uso de armas de fuego por parte de las Fuerzas Policiales y de Seguridad “es un abuso intolerable” nos da una pauta de lo que sucederá en cuestiones de seguridad en las zonas calientes donde el delito campa por sus fueros que, a partir de estas premisas ministeriales, será todo el territorio nacional.
Solo nos queda preguntarnos quien, o quienes, están detrás de estos nombramientos, y de otros muchos que se vienen sucediendo en las esferas oficiales. Pensar que el títere tiene plafond para hacer algo así suena a joda, creer que la desquiciada, más allá de su sed de venganza es capaz de pensar en profundidad en la revolución es dar por el pito más de lo que el pito vale; yo miraría hacia aquel que fue simultáneamente oficial de inteligencia de Montoneros y personal civil de Inteligencia de la Fuerza Aérea en la seguridad de no equivocarme.
De cualquier manera roguemos para que la obligada desintegración del gobierno de los Fernández sea rápida. Si no lo es, les daremos tiempo para que todo aquellos que hizo que la repulsa de la gente los sacara de la escena política vuelva; porque sin duda volverán las zonas liberadas, las mujeres desaparecidas en los caminos liberados para el narcotráfico y la trata de blancas, el manejo indiscriminado de los fondos de la obras públicas, tener un país donde sólo un dieciocho por ciento accede a la medicina prepaga mientras el resto del País malvive y mal se cura en hospitales públicos que se vienen abajo con profesionales mal pagos. Les alcanzará el tiempo, si los estertores de la descomposición son largos, para terminar de hacer de la escuela pública una cueva de adoctrinamiento y conseguir domesticar a la justicia, siempre lenta y obsecuente, maricona y cobarde dispuesta a tratar con levedad al delincuente. Tendrán tiempo para apuntalar el conurbano parasitario como un gran corral donde se encierra la hacienda electoral – ese inmenso grupo humano marginado y sin futuro – siempre dispuesta en su indigencia a ser comprada con chapas, mantas y electrodomésticos para definir una elección.
Todo esto, si la agonía del régimen es larga, sucederá indefectiblemente y entonces, antes de que nos demos cuenta ya no tendremos República.
JOSE LUIS MILIA
PrisioneroEnArgentina.com