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 Escribe JORGE B. LOBO ARAGÓN

 

Oyarbide

Opinión 

 

Más allá de las explicaciones que deberá dar el ex – juez federal no se puede olvidar el anillo de diamantes, supuestamente millonario, que lleva y que le valió una causa penal así como el embate de sus adversarios. Se le requirió al ex magistrado la factura de compra del anillo. El  ahora ciudadano bailador habría confesado a empleados de su juzgado que tenía un valor de U$S 250.000. Luego, a raíz de una causa penal en su contra, manifestó en un escrito que abonó U$S 7.500 a una joyería de Punta del Este para obtenerla en concesión. El famoso anillo le costó varios dolores de cabeza al personaje.  Desde una denuncia penal hasta la pelea a puertas abiertas con un fiscal del fuero, Luis Comparatore. El funcionario  hizo en su oportunidad consideraciones sobre sus “lujos exorbitantes” en el marco de otra causa penal en la que  intervinieron ambos. El  ex -Aquo Federal se negaba a hacer lugar a un pedido de medidas. En tanto, la causa penal estimo que debería seguir   abierta. En su momento  estaba en poder de su entonces colega Sergio Torres, quien ordenó una tasación de la alhaja a cargo de un perito del fuero penal económico y resguardó el objeto en la caja fuerte de un banco. Ese tema y muchos más sobre su ejercicio en la función como órgano jurisdiccional y Juez de garantía debe este comediante, bailarín aclarar y esclarecer. Y en ese sentido vengo sosteniendo que la discriminación es necesaria. Sí, muchas veces no sólo necesaria sino también indispensable. Discriminar las cosas, unas de otras, es razonables, naturales, justas, necesaria. ¿No será también bueno discriminar en la justicia quiénes estarán en condiciones de desempeñarse como jueces?  ¡Pues es claro que sí! .Y las leyes, atendiendo al sentido común, ya han dispuesto abundantes discriminaciones. Primera: No cualquiera puede ser juez, necesita el título de abogado. Conocemos hombres inteligentísimos, sabios, honestos, justicieros, pero que no son abogados. La ley los discrimina: no pueden ser jueces. Y parece que la experiencia avala este criterio. Los que no sean abogados, ¡afuera! El juego es una actividad lícita. No sólo es lícito sino promovido por el estado, que encuentra en él una fuente de recursos. Todos podemos ir a la timba sin que la ley nos acuse por eso. El comercio no sólo es lícito sino benéfico, tanto que el Estado ha creado organismos para dirigirlo, difundirlo y fomentarlo. De modo que todos los ciudadanos tenemos derecho a ser comerciantes y timberos. Y sin embargo la ley orgánica de la justicia nacional establece (artículo 9°) que la Magistratura judicial es incompatible con el ejercicio del comercio, y que a los Jueces les está prohibido practicar juegos de azar. Es decir que la ley discrimina: hay actividades lícitas, que cualquiera puede ejercerlas, pero los jueces no.Y está muy bien que así sea. El juez no puede ejercer actividades autorizadas a otros simplemente porque él es juez. Se procura que el juez sea íntegro, incorruptible, y -para afianzar esa integridad- que no pueda ser víctima de presiones. El comerciante, el jugador, tratan cuestiones de dinero con gente que puede pretender que “favor con favor se paga”. El juez no puede estar sujeto a esos peligros. Por eso la ley discrimina. La ley no especifica si homosexuales, travestis y prostitutos pueden o no pueden ejercer la magistratura. Simplemente dice que a los jueces les está prohibido “ejecutar actos que comprometan la dignidad del cargo”. Que un juez sea filmado mientras fornica dentro de un prostíbulo rufianesco, ¿no compromete la dignidad del cargo? No digamos que fornica sino que “hace el amor”, y al prostíbulo llamémosle “escuela”, ¿no queda la libertad del juez más comprometido que la del que concurre a lugares destinados a juegos de azar o la del que compra y vende algunas baratijas?Máxime si  además se regala un anillo de diamante que costó U$S 250.000,  se hace público y con su glamorosa joya se va de vacaciones a Punta cana, presumiendo con su juguete nuevo. Hay discriminaciones que son buenas y sabias. Los jueces no pueden dedicarse a actividades que son lícitas y permitidas a todos los demás. El juez está obligado a mantener su dignidad y su independencia de criterio, y lo que amenace a esos dos valores -dignidad e independencia- es motivo suficiente para que se lo discrimine del cargo.  Por último me pregunto qué pasará con la investigación y las acusaciones en contra del danzarín picaresco. Lo que Ud. Piensa también opino yo.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 15, 2018


 

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