Dice una conocida sentencia: “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Ha de ser ley porque es justa”. El hombre, que anhela su propia libertad (sin más límites que la propia conciencia) está inclinado a rechazar todas aquellas normas, o mínimas pautas, que vayan en contra de esa idea: yo soy dueño de mi vida, de mi historia y de todo lo que pienso y realizo. ¿O no es así? ¿No hay una práctica rebeldía del hombre contemporáneo a todo lo que se le impone como ley? ¿Como procedemos frente al “todo vale” que, en cierta manera nos propaga el mundo?… – Frente al aborto (porque el ser humano es dueño de su propio cuerpo):se puede disponer de la vida que viene de Dios y sobre la que sólo Dios puede decidir? – Frente al olvido o la marginación de los más mayores (cuando la sociedad afirma que ya han cumplido): Traigamos a la memoria “honrarás y respetarás a tus padres”. – Frente a la opulencia (en contraste escandaloso con los países más pobres): La biblia nos lleva a: “amarás al prójimo como a ti mismo”. – Frente al intento de absolutizar leyes y normas que, siendo indignas, se exigen a todas las personas sin derecho a objeción de conciencia, recordemos que sólo Dios es digno de ser tenido como suprema ley a favor del hombre. Hay un dicho que dice algo así “la letra con sangre entra”. Pero hay una ley, la del Señor, que desde el momento en que está sustentada en el amor, requiere personas libres y no obligadas; con luz propia y no con imitaciones; con sal y pimienta (no derretidos o vencidos)… Nadie está obligado a creer y, por lo tanto, a cumplir la voluntad de Dios, esperar en Él y en sus promesas; lo que nos lleva a la siguiente conclusión: vivir es un gran regalo. Dios, nuestro creador, no quiere esclavos en la tierra; desea para nosotros la felicidad auténtica; y que se alcanza siendo alegres y prontos en atender al necesitado, con entusiasmo y humildad. La Palabra de Dios, sus leyes, no son ningún adorno para la humanidad; es la constatación de un hecho real que muchos no tenemos orientada suficientemente y con fortaleza cimentada, nuestras vidas. Y es así: si su Ley fuera cumplida muchos dramas del mundo serían superados.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un saludo, y mi deseo
que Dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas, y derrame
sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
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Por CLAUDIO VALERIO
Dice una conocida sentencia: “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Ha de ser ley porque es justa”. El hombre, que anhela su propia libertad (sin más límites que la propia conciencia) está inclinado a rechazar todas aquellas normas, o mínimas pautas, que vayan en contra de esa idea: yo soy dueño de mi vida, de mi historia y de todo lo que pienso y realizo. ¿O no es así?
¿No hay una práctica rebeldía del hombre contemporáneo a todo lo que se le impone como ley? ¿Como procedemos frente al “todo vale” que, en cierta manera nos propaga el mundo?…
– Frente al aborto (porque el ser humano es dueño de su propio cuerpo):se puede disponer de la vida que viene de Dios y sobre la que sólo Dios puede decidir?
– Frente al olvido o la marginación de los más mayores (cuando la sociedad afirma que ya han cumplido): Traigamos a la memoria “honrarás y respetarás a tus padres”.
– Frente a la opulencia (en contraste escandaloso con los países más pobres): La biblia nos lleva a: “amarás al prójimo como a ti mismo”.
– Frente al intento de absolutizar leyes y normas que, siendo indignas, se exigen a todas las personas sin derecho a objeción de conciencia, recordemos que sólo Dios es digno de ser tenido como suprema ley a favor del hombre.
Hay un dicho que dice algo así “la letra con sangre entra”. Pero hay una ley, la del Señor, que desde el momento en que está sustentada en el amor, requiere personas libres y no obligadas; con luz propia y no con imitaciones; con sal y pimienta (no derretidos o vencidos)… Nadie está obligado a creer y, por lo tanto, a cumplir la voluntad de Dios, esperar en Él y en sus promesas; lo que nos lleva a la siguiente conclusión: vivir es un gran regalo. Dios, nuestro creador, no quiere esclavos en la tierra; desea para nosotros la felicidad auténtica; y que se alcanza siendo alegres y prontos en atender al necesitado, con entusiasmo y humildad. La Palabra de Dios, sus leyes, no son ningún adorno para la humanidad; es la constatación de un hecho real que muchos no tenemos orientada suficientemente y con fortaleza cimentada, nuestras vidas. Y es así: si su Ley fuera cumplida muchos dramas del mundo serían superados.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un saludo, y mi deseo
que Dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas, y derrame
sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 8, 2020