Por Roberto Araya Gallegos
Terminaba de escribir la primera línea percatándose recién de que no tenía lápiz.
“Entonces debo suprimirla”, fue su pensamiento.
Concluía de hacerlo cuando sus ojos repararon en que no contaba con goma de borrar.
–Si es así, romperé la hoja – murmuró.
Consumado tal acto, ya pudo percibir que nunca hubo aquella.
–Es excesivo –comentó para sí mismo–. Quizá sea mejor ahora que salga de paseo.
Mas, al andar algunos pasos por la larga calle, se dio cuenta que ni esta ni él existían.
–Esto significa que debo anular toda mi vida –se dijo decididamente, disponiéndose para el suicidio retroactivo.
Pero era demasiado tarde, pues ya estaba sobre él, borrando, la ficticia mano de un autor también inexistente.
PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 20, 2020
Por Roberto Araya Gallegos
Terminaba de escribir la primera línea percatándose recién de que no tenía lápiz.
“Entonces debo suprimirla”, fue su pensamiento.
Concluía de hacerlo cuando sus ojos repararon en que no contaba con goma de borrar.
–Si es así, romperé la hoja – murmuró.
Consumado tal acto, ya pudo percibir que nunca hubo aquella.
–Es excesivo –comentó para sí mismo–. Quizá sea mejor ahora que salga de paseo.
Mas, al andar algunos pasos por la larga calle, se dio cuenta que ni esta ni él existían.
–Esto significa que debo anular toda mi vida –se dijo decididamente, disponiéndose para el suicidio retroactivo.
Pero era demasiado tarde, pues ya estaba sobre él, borrando, la ficticia mano de un autor también inexistente.
PrisioneroEnArgentina.com
Setiembre 20, 2020