ORAR O REZAR; PERO HACERLO CON AUTORIDAD

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  Por Claudio Valerio.

Orar viene del latín orare (hablar, hablar públicamente o en voz alta, expresarse, también rogar, solicitar, dar un discurso, rezar). Esta palabra puede utilizarse de manera retórica al referirnos a la acción de una persona de hablar en público y, también podemos referirla al ámbito religioso cuando una persona realiza o hace una oración mentalmente o en voz alta. Y sobre esto último podemos extendernos en la consideración que realizamos con alguna de las oraciones de la Iglesia. Cuando rezamos, nos dirigimos a Dios o, en su defecto, a alguna de las santas personas, oraciones preestablecidas y de contenido religioso… Rezar y orar son sinónimos. Rezar es orar en voz alta; mientras que orar (del latín orāre) es “hablar”, rogar o pedir por algo.

Cuando rezamos estamos repitiendo palabras de alabanza a Dios sin pensar en cómo ellas inciden en nuestro corazón; y, en el caso de orar, estamos creando formas nuevas de oración, que vienen de nuestro corazón, pidiendo ayuda, guía y misericordia a Dios, como también para manifestar nuestro agradecimiento a Él.

Sea al momento de orar, o cuando nos disponemos a rezar, es necesario crear un ambiente propicio para realizarlo; son actitudes que se requieren su realización y que van unidas otras dimensiones que son fundamentales.

Cuando nos comunicamos con Dios, durante la oración, nos desconectemos de todo aquello que pueda obstaculizar ese momento tan personal en nuestra relación, es decir que “cerremos las puertas” para estar con Dios.  Desde luego que sería ideal disponer de un espacio donde nos podamos concentrar para ese especial encuentro con el Señor. Nos predisponemos mentalmente y de manera corporal, por lo que relajamos el cuerpo, nos lavamos la cara y las manos para ahuyentar el sueño, tomamos un poco de agua y hacemos ejercicios de respiración por un par de minutos. Todo esto nos ayuda tanto a rezar como a orar y a disfrutar de esa maravillosa paz que solo Dios nos da. Y, si es posible, dispongamos de los elementos que necesitamos, además del tiempo, como una Biblia, una imagen, una vela encendida, cosas que adicionan a prepararnos mejor.

En la oración se produce una relación recíproca con Dios; Él se entrega totalmente a nosotros, pero también lo debemos hacer nosotros, y no solo con Dios, sino también hacia los demás; porque toda oración debe terminar en el prójimo; ella, además de la presencia del creador, nos lleva hacia los demás, que también son imagen de Dios. ¡Así es oración!

El silencio también es oración; porque este silencio implica que lo que deseamos con nuestros pensamientos es oración; además, con el silencio, es estar dispuestos a escuchar a Dios, Sentirlo y permitir que nuestro corazón palpite de amor por Él.

Que el cansancio no sea un obstáculo; sea en un ambiente interior adecuado, o en un ambiente exterior propicio, que todo sea para que exista la oración.

Asumamos el compromiso de cumplir los conceptos anteriores; tengamos presente de practicarlos fielmente y no nos dejemos vencer por la pereza… En el paso que más nos cueste dar y perseverar, es el de más importancia; creemos el hábito de no dejarnos ganar por esas cosas aparentemente difíciles. La fe y la oración Dios siempre nos ayuda.

Podemos orar y también rezar a la Virgen por el bien de nuestros hijos; pero siempre hacerlo en un modo muy sencillo…

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 27, 2023


 

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