En abril de 1982 recuperamos las Malvinas con una operación en la que las únicas ilustres víctimas fueron soldados argentinos, tal fue el afán con el que se procuró no producirles daño a los usurpadores. Después de más de ciento ochenta y cuatro años de despojo; de varios pronunciamientos de las Naciones Unidas en contra de la ocupación colonial, y en medio de circunstancias que hacían imperioso no demorar la recuperación, las fuerzas armadas se instalaron allá. De inmediato se establecieron negociaciones buscando un acuerdo satisfactorio sin apelar a la fuerza. Se habló de un gobierno tripartito, argentino e inglés con los norteamericanos como veedores. De una administración mitad argentina y mitad anglokélper. La argentina rechaza estas posibilidades con el lógico argumento de que la soberanía no se negocia, pero manteniendo el dialogo abierto a la búsqueda de la solución pacífica. El Secretario de Estado norteamericano, Haig, viene, viaja a Londres, vuelve, y la solución aceptable no aparece. El 23 de Abril el ministro ingles, Pym, dice que aunque nada pueda anunciarse se registran progresos hacía una salida encaminada a evitar la guerra. El 24 nuestro ministro, Nicanor Costa Méndez, viaja a los Estados Unidos para participar en una reunión de la Organización de los Estados Americanos. El domingo 25 de abril los ingleses atacan nuestro submarino estacionado en la superficie en las Georgia, y cañonean a la escasa guarnición. Es la guerra. Avanza la flota británica y a través de la diplomacia suiza nos hace saber que cualquier buque o avión que se le aproxime “recibirá la respuesta adecuada”. Responde la junta declarando que defenderá de la manera que lo considere más conveniente los supremos intereses de la nación. Se disipa el optimismo de mantener la paz. Y el lunes 26 de Abril de 1982 se reúnen en Nueva York los cancilleres de las veintiuna naciones americanas. Costa Méndez explica la situación y pide una respuesta “Clara e inmediata”: la flota británica tiene su lugar en otra parte del mundo y el colonialismo en ninguno. El Tratado interamericano de Asistencia reciproca establece que toda América apoyará a un país americano atacado por una potencia extra continental. La Gran Bretaña nos ataca y la Comunidad Europea ha dispuesto un aislamiento económico en contra de nosotros. “Traíamos propuestas de paz. Antes de comenzar nos han contestado con la guerra”.Los cancilleres aplauden de pie su exposición. Bastarían catorce votos contra siete para decidir la ayuda americana, pero superamos la cantidad:hay diecisiete votos por el reconocimiento de nuestra soberanía en las Malvinas y la cesación del ataque inglés, y solo cuatro abstenciones.Chile, Colombia, Los Estados Unidos y Trinidad. Nicaragua ofrece su apoyo a cualquier medida que tomemos en nuestra defensa. El Ecuador especialmente reconoce nuestro derecho a la heredad territorial. El Perú propone mediar haciendo intervenir a las naciones unidad. El Brasil se brinda para burlar el bloqueo europeo. Los panameños hacen fiestas populares apoyándonos.-Pero no todos acatan los tratados internacionales. Los Estados Unidos anuncian que en caso de llegarse a la guerra participarán en contra de nosotros. El panamericanismo queda reducido a una ilusión.
LO QUE NO SE DEBE NI PUEDE OLVIDAR
OPINIÓN
En abril de 1982 recuperamos las Malvinas con una operación en la que las únicas ilustres víctimas fueron soldados argentinos, tal fue el afán con el que se procuró no producirles daño a los usurpadores. Después de más de ciento ochenta y cuatro años de despojo; de varios pronunciamientos de las Naciones Unidas en contra de la ocupación colonial, y en medio de circunstancias que hacían imperioso no demorar la recuperación, las fuerzas armadas se instalaron allá. De inmediato se establecieron negociaciones buscando un acuerdo satisfactorio sin apelar a la fuerza. Se habló de un gobierno tripartito, argentino e inglés con los norteamericanos como veedores. De una administración mitad argentina y mitad anglokélper. La argentina rechaza estas posibilidades con el lógico argumento de que la soberanía no se negocia, pero manteniendo el dialogo abierto a la búsqueda de la solución pacífica. El Secretario de Estado norteamericano, Haig, viene, viaja a Londres, vuelve, y la solución aceptable no aparece. El 23 de Abril el ministro ingles, Pym, dice que aunque nada pueda anunciarse se registran progresos hacía una salida encaminada a evitar la guerra. El 24 nuestro ministro, Nicanor Costa Méndez, viaja a los Estados Unidos para participar en una reunión de la Organización de los Estados Americanos. El domingo 25 de abril los ingleses atacan nuestro submarino estacionado en la superficie en las Georgia, y cañonean a la escasa guarnición. Es la guerra. Avanza la flota británica y a través de la diplomacia suiza nos hace saber que cualquier buque o avión que se le aproxime “recibirá la respuesta adecuada”. Responde la junta declarando que defenderá de la manera que lo considere más conveniente los supremos intereses de la nación. Se disipa el optimismo de mantener la paz. Y el lunes 26 de Abril de 1982 se reúnen en Nueva York los cancilleres de las veintiuna naciones americanas. Costa Méndez explica la situación y pide una respuesta “Clara e inmediata”: la flota británica tiene su lugar en otra parte del mundo y el colonialismo en ninguno. El Tratado interamericano de Asistencia reciproca establece que toda América apoyará a un país americano atacado por una potencia extra continental. La Gran Bretaña nos ataca y la Comunidad Europea ha dispuesto un aislamiento económico en contra de nosotros. “Traíamos propuestas de paz. Antes de comenzar nos han contestado con la guerra”. Los cancilleres aplauden de pie su exposición. Bastarían catorce votos contra siete para decidir la ayuda americana, pero superamos la cantidad: hay diecisiete votos por el reconocimiento de nuestra soberanía en las Malvinas y la cesación del ataque inglés, y solo cuatro abstenciones. Chile, Colombia, Los Estados Unidos y Trinidad. Nicaragua ofrece su apoyo a cualquier medida que tomemos en nuestra defensa. El Ecuador especialmente reconoce nuestro derecho a la heredad territorial. El Perú propone mediar haciendo intervenir a las naciones unidad. El Brasil se brinda para burlar el bloqueo europeo. Los panameños hacen fiestas populares apoyándonos.-Pero no todos acatan los tratados internacionales. Los Estados Unidos anuncian que en caso de llegarse a la guerra participarán en contra de nosotros. El panamericanismo queda reducido a una ilusión.
DR. JORGE B. LOBO ARAGÓN
Tags: Alexander Haig, Francis Leslie Pym, Guerra de Malvinas, Nicanor Costa MéndezRelated Posts
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