Pasaron las PASO. Cuando nadie lo esperara ganó el peluca anarco-liberal. Arrasó en todo el país. Segundo quedó la principal oposición y tercero “cómodo” el oficialismo. Todo indica que un nuevo país comienza a pensarse.
La gente se expidió claramente y contra eso no hay discusión alguna. El 60% de la población eligió las ideas de centro-derecha y derecha; recibiendo un contundente cachetazo el gobierno y sus ideas nacionales y populares. Más aún, la izquierda apenas llegó al 2% de los votos.
Por más que se ensayen mil teorías y se hagan complejos e inentendibles análisis, desde el gobierno y sus medios de comunicación adictos, la gente decidió que la política de un giro de 180º y se termine con esta abominación de izquierda que nos sumergió en la peor crisis económica, social, cultural y de todo índole, de la historia argentina.
Nuevos vientos comienzan a soplar en nuestros país. De hecho, todo hace parecer que en caso de batollage, el mismo será entre los dos candidatos de la oposición.
Los únicos que no se dieron cuenta, y todo parece que no querrán hacerlo, es el Poder Judicial de la Nación. Un Poder Judicial convertido en un apéndice del poder de turno y transformado en una sucursal del kirchnerismo, salvo claro, poquísimas y raras excepciones. Ni hablar del Ministerio Publico Fiscal, que es literalmente un aguantadero de militantes oficialistas.
No advierten que la sociedad aborrece sus fallos zafaronianos, abolicionista; su pusilánime combate de la corrupción y el narcotráfico y su grotesca persecución a militares y policías por los hechos de hace 50 años atrás.
Mientras la sociedad reclama seguridad, ellos están “cómodos” con sus obscenos sueldos, juzgando y metiendo presos a viejos de 80 y 90 años, sucediéndose los juicios en continuado, como en los cines de antaño, uno tras otro. Las “nuevas causas” se abarrotan en los Juzgados y sin saber ya que están imputado realmente llaman a indagatoria a “cualquiera”, quienes obviamente serán procesados con prisión preventiva. Fallo que obviamente confirmarán las respectivas Cámaras. A la vez que los delincuentes entran y salen por la misma puerta.
Desde su posición casi “supra terrenal”, creyéndose ubicados en una especie de “Monte Olimpo”, miran el transcurrir de los acontecimientos de los simples mortales con indiferencia, pues consideran que están por sobre encima de esas vaguedades.
Están “cebados” con el mundo lesa. Creen que al igual que en el 2015, cuando se avecinaba un gran cambio y nada pasó, están convencidos que esta vez pasará exactamente lo mismo. O sea nada.
En cierto modo las señales que “suben” desde los pantanos de la política alientan esa visión. Ninguno de los dos candidatos de la oposición han expresado posturas claras al respecto. Al contrario parece que el tema les incomoda, les irrita y hasta les molesta. Si bien ponen en duda la historia oficial sobre lo sucedido en el país en los años 70 ninguno habla de las arbitrariedades y mamarrachos jurídicos que se suceden en los juicios que se celebran al respecto.
Desde el lado de los militares, policías y civiles presos el silencio es atronador. Muy pocos levantan la voz. La enorme mayoría prefiere “el confort” del “bajo perfil”, limitándose a mendigar una solución de la “casta política”, la misma que alentó y avaló estas atrocidades jurídicas.
Más aún, desde la “Residencia Olímpica” no son pocos los que avizoran una resistencia casi de enfrentamiento en caso de que gane la oposición. Ni hablar si gana el peluca anarco-liberal. No están dispuestos a perder la tranquilidad que le da haberse convertido en una casta privilegiada y totalmente aburguesa. Un dato no menor, que subestiman los que no conocen el “latir” de los pasillos judiciales en los últimos tiempos.
No resulta sensato pensar que la solución pueda provenir de quienes son parte del problema.
Lo cierto es que mientras seguimos discurriendo sobre qué candidato apoyar o entreteniéndonos en “estratégicas tertulias de café”, los ancianos se siguen muriendo en las cárceles o vegetando en sus domicilios, en tanto que los juicios avanzan a velocidad crucero.
No nos cansaremos de decir que nadie va a pelear una guerra que nosotros mismos no peleamos. Sino alzamos nuestra voz y no hacemos visible la innegable realidad de que se están cometiendo las más atroces arbitrariedades desde hace dos décadas y que esto ha llevado al despiadado extremo, que silenciosamente ha abolido el principio de inocencia y la necesidad de fehacientes pruebas para una condena; la sociedad nunca se enterara de los que sucede realmente en los juicios de lesa.
Dice un viejo proverbio español: “No hay que vender la piel del oso antes de haberlo cazado”.
A pesar de que el oso aún sigue retozando en las praderas y todavía tiene bastante margen de maniobra para hacer daño, mensajes triunfalistas se suceden desde algunos sectores, más cercanos a la fantasía y un falso optimismo, que de la realidad misma.
Aún queda mucho camino por recorrer y de falsas promesas está llena el mismo. ¡Ojo! A no comerse el amague típico de los políticos. No todo lo que brilla es oro.
Nos cuesta asumir que el problema es nuestro y no de los políticos. Faltan quince minutos para que termine el partido y aun vamos perdiendo por goleada. Creo que ya es de abandonar la tribuna, dejar de ser meros espectadores o “geniales intermediarios” y ponerse la camiseta, transpirarla, jugar el partido, única forma de comprometer a los líderes políticos a vencer su cobardía y que pongan manos a la obra.
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Pasaron las PASO. Cuando nadie lo esperara ganó el peluca anarco-liberal. Arrasó en todo el país. Segundo quedó la principal oposición y tercero “cómodo” el oficialismo. Todo indica que un nuevo país comienza a pensarse.
La gente se expidió claramente y contra eso no hay discusión alguna. El 60% de la población eligió las ideas de centro-derecha y derecha; recibiendo un contundente cachetazo el gobierno y sus ideas nacionales y populares. Más aún, la izquierda apenas llegó al 2% de los votos.
Por más que se ensayen mil teorías y se hagan complejos e inentendibles análisis, desde el gobierno y sus medios de comunicación adictos, la gente decidió que la política de un giro de 180º y se termine con esta abominación de izquierda que nos sumergió en la peor crisis económica, social, cultural y de todo índole, de la historia argentina.
Nuevos vientos comienzan a soplar en nuestros país. De hecho, todo hace parecer que en caso de batollage, el mismo será entre los dos candidatos de la oposición.
Los únicos que no se dieron cuenta, y todo parece que no querrán hacerlo, es el Poder Judicial de la Nación. Un Poder Judicial convertido en un apéndice del poder de turno y transformado en una sucursal del kirchnerismo, salvo claro, poquísimas y raras excepciones. Ni hablar del Ministerio Publico Fiscal, que es literalmente un aguantadero de militantes oficialistas.
No advierten que la sociedad aborrece sus fallos zafaronianos, abolicionista; su pusilánime combate de la corrupción y el narcotráfico y su grotesca persecución a militares y policías por los hechos de hace 50 años atrás.
Mientras la sociedad reclama seguridad, ellos están “cómodos” con sus obscenos sueldos, juzgando y metiendo presos a viejos de 80 y 90 años, sucediéndose los
juicios en continuado, como en los cines de antaño, uno tras otro. Las “nuevas causas” se abarrotan en los Juzgados y sin saber ya que están imputado realmente llaman a indagatoria a “cualquiera”, quienes obviamente serán procesados con prisión preventiva. Fallo que obviamente confirmarán las respectivas Cámaras. A la vez que los delincuentes entran y salen por la misma puerta.
Desde su posición casi “supra terrenal”, creyéndose ubicados en una especie de “Monte Olimpo”, miran el transcurrir de los acontecimientos de los simples mortales con indiferencia, pues consideran que están por sobre encima de esas vaguedades.
Están “cebados” con el mundo lesa. Creen que al igual que en el 2015, cuando se avecinaba un gran cambio y nada pasó, están convencidos que esta vez pasará exactamente lo mismo. O sea nada.
En cierto modo las señales que “suben” desde los pantanos de la política alientan esa visión. Ninguno de los dos candidatos de la oposición han expresado posturas claras al respecto. Al contrario parece que el tema les incomoda, les irrita y hasta les molesta. Si bien ponen en duda la historia oficial sobre lo sucedido en el país en los años 70 ninguno habla de las arbitrariedades y mamarrachos jurídicos que se suceden en los juicios que se celebran al respecto.
Desde el lado de los militares, policías y civiles presos el silencio es atronador. Muy pocos levantan la voz. La enorme mayoría prefiere “el confort” del “bajo perfil”, limitándose a mendigar una solución de la “casta política”, la misma que alentó y avaló estas atrocidades jurídicas.
Más aún, desde la “Residencia Olímpica” no son pocos los que avizoran una resistencia casi de enfrentamiento en caso de que gane la oposición. Ni hablar si gana el peluca anarco-liberal. No están dispuestos a perder la tranquilidad que le da haberse convertido en una casta privilegiada y totalmente aburguesa. Un dato no menor, que subestiman los que no conocen el “latir” de los pasillos judiciales en los últimos tiempos.
No resulta sensato pensar que la solución pueda provenir de quienes son parte del problema.
Lo cierto es que mientras seguimos discurriendo sobre qué candidato apoyar o entreteniéndonos en “estratégicas tertulias de café”, los ancianos se siguen muriendo en las cárceles o vegetando en sus domicilios, en tanto que los juicios avanzan a velocidad crucero.
No nos cansaremos de decir que nadie va a pelear una guerra que nosotros mismos no peleamos. Sino alzamos nuestra voz y no hacemos visible la innegable realidad de que se están cometiendo las más atroces arbitrariedades desde hace dos décadas y que esto ha llevado al despiadado extremo, que silenciosamente ha abolido el principio de inocencia y la necesidad de fehacientes pruebas para una condena; la sociedad nunca se enterara de los que sucede realmente en los juicios de lesa.
Dice un viejo proverbio español: “No hay que vender la piel del oso antes de haberlo cazado”.
A pesar de que el oso aún sigue retozando en las praderas y todavía tiene bastante margen de maniobra para hacer daño, mensajes triunfalistas se suceden desde algunos sectores, más cercanos a la fantasía y un falso optimismo, que de la realidad misma.
Aún queda mucho camino por recorrer y de falsas promesas está llena el mismo. ¡Ojo! A no comerse el amague típico de los políticos. No todo lo que brilla es oro.
Nos cuesta asumir que el problema es nuestro y no de los políticos. Faltan quince minutos para que termine el partido y aun vamos perdiendo por goleada. Creo que ya es de abandonar la tribuna, dejar de ser meros espectadores o “geniales intermediarios” y ponerse la camiseta, transpirarla, jugar el partido, única forma de comprometer a los líderes políticos a vencer su cobardía y que pongan manos a la obra.
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 21, 2023