Cuando un veterano policía mira el rostro feliz de los jóvenes cadetes policiales a punto de recibirse, lo primero que piensa es quienes serán los que lleguen al retiro. También quienes abandonarán decepcionados de su misión de servir y proteger, quienes morirán o quedarán lisiados a manos de la delincuencia, cuantos cruzarán a la vereda contraria, la de los delincuentes y terminarán presos. Nunca se piensa a quien de ellos habrá que matar. Esto ocurre excepcionalmente y nunca que este sea nada menos que un Comisario. En tiempos pasados, las detenciones, el enfrentamiento y aún la muerte de algún efectivo de baja jerarquía al momento de cometer delitos, se ocultaba no mencionándose en las noticias su condición policial.
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Hoy el enfrentamiento armado con la muerte del Comisario DAVID HERNÁN MARTIN, de 43 años de edad de la Policía Bonaerense y las heridas al sargento CLAUDIO DE CARLO y el cabo SERGIO ARAN de la Policía Federal son una tragedia sin precedentes por las jerarquías involucradas en el delito. Estas nos hablan de un gran fallo en la autodepuración que normalmente tienen las fuerzas policiales, más ahora que son tan controladas por el poder político, según expresan estos. Si bien sus miembros, “normalmente” se encubren unos con otros.
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De ser así MARTÍN seguramente tendría que haber sido detenido en sus primeros años en la función. No se llega a lo que él llegó espontáneamente. Quisiera pensar que la determinación extrema de este Comisario al volver su arma contra camaradas de azul, fue producto de interpretar que estos no eran tales y solo se trataban de miembros de la banda a la que extorsionaban. Trabajar de civil es mucho más complicado y riesgoso que hacerlo de uniforme, por la posibilidad de confusión al tener que saber quién es quién, en fracción de segundos. Esperemos que en una época tan difícil por el dominio de las drogas en las calles facilitado por el poder político, este hecho sirva para investigarlo a fondo y adoptar medidas serias y reales. La formación del policía más allá de los conocimientos para su desempeño, se debilitó con cursos cortos en los que se dejó de lado el fortalecimiento de su mente y su mística como hombre de azul. Pocos resultados positivos se obtendrán extremando controles, que por supuesto deben existir y atenuando la autoridad de los uniformados, ya que de afuera no hay, ni hubo, quien pueda dominar a fondo esta institución. Porque sus hombres y mujeres llegan a las zonas más oscuras de la sociedad, donde otros organismos casi no se arriman y lo hacen durante las 24 horas del día los 365 días del año. Si asistimos a un acontecimiento de esta magnitud, tienen que haber sonado las alarmas mucho antes sobre un desborde en la DDI Avellaneda. ¿Nadie las escuchó? La tragedia hoy incluye a las familias de todos los involucrados, los que delinquieron y los que defendieron la ley resultando heridos. Mucho se hablará y teorizará ahora sobre lo acontecido y seguramente, por más grandilocuencia que se emplee en gran medida nos equivocaremos, porque esto no es ni más ni menos que la cruda realidad de la vida.
Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Pcia. Buenos Aires
Marzo 30, 2019
“Las palabras, como es bien sabido, son las grandes enemigas de la realidad”
LA REALIDAD NO SIEMPRE ES LO QUE SE DICE
Cuando un veterano policía mira el rostro feliz de los jóvenes cadetes policiales a punto de recibirse, lo primero que piensa es quienes serán los que lleguen al retiro. También quienes abandonarán decepcionados de su misión de servir y proteger, quienes morirán o quedarán lisiados a manos de la delincuencia, cuantos cruzarán a la vereda contraria, la de los delincuentes y terminarán presos. Nunca se piensa a quien de ellos habrá que matar. Esto ocurre excepcionalmente y nunca que este sea nada menos que un Comisario. En tiempos pasados, las detenciones, el enfrentamiento y aún la muerte de algún efectivo de baja jerarquía al momento de cometer delitos, se ocultaba no mencionándose en las noticias su condición policial.
[ezcol_1half]Hoy el enfrentamiento armado con la muerte del Comisario DAVID HERNÁN MARTIN, de 43 años de edad de la Policía Bonaerense y las heridas al sargento CLAUDIO DE CARLO y el cabo SERGIO ARAN de la Policía Federal son una tragedia sin precedentes por las jerarquías involucradas en el delito. Estas nos hablan de un gran fallo en la autodepuración que normalmente tienen las fuerzas policiales, más ahora que son tan controladas por el poder político, según expresan estos. Si bien sus miembros, “normalmente” se encubren unos con otros.
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De ser así MARTÍN seguramente tendría que haber sido detenido en sus primeros años en la función. No se llega a lo que él llegó espontáneamente. Quisiera pensar que la determinación extrema de este Comisario al volver su arma contra camaradas de azul, fue producto de interpretar que estos no eran tales y solo se trataban de miembros de la banda a la que extorsionaban. Trabajar de civil es mucho más complicado y riesgoso que hacerlo de uniforme, por la posibilidad de confusión al tener que saber quién es quién, en fracción de segundos. Esperemos que en una época tan difícil por el dominio de las drogas en las calles facilitado por el poder político, este hecho sirva para investigarlo a fondo y adoptar medidas serias y reales. La formación del policía más allá de los conocimientos para su desempeño, se debilitó con cursos cortos en los que se dejó de lado el fortalecimiento de su mente y su mística como hombre de azul. Pocos resultados positivos se obtendrán extremando controles, que por supuesto deben existir y atenuando la autoridad de los uniformados, ya que de afuera no hay, ni hubo, quien pueda dominar a fondo esta institución. Porque sus hombres y mujeres llegan a las zonas más oscuras de la sociedad, donde otros organismos casi no se arriman y lo hacen durante las 24 horas del día los 365 días del año. Si asistimos a un acontecimiento de esta magnitud, tienen que haber sonado las alarmas mucho antes sobre un desborde en la DDI Avellaneda. ¿Nadie las escuchó? La tragedia hoy incluye a las familias de todos los involucrados, los que delinquieron y los que defendieron la ley resultando heridos. Mucho se hablará y teorizará ahora sobre lo acontecido y seguramente, por más grandilocuencia que se emplee en gran medida nos equivocaremos, porque esto no es ni más ni menos que la cruda realidad de la vida.
Claudio Kussman
Comisario Mayor (R)
Policía Pcia. Buenos Aires
Marzo 30, 2019
“Las palabras, como es bien sabido, son las grandes enemigas de la realidad”
Joseph Conrad (1857-1924)
PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 30, 2019
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